De El Palentino al Zombie bar o el teatro Alfil con el intérprete de la serie ‘Cuéntame’,.
En esta pequeña, céntrica y divertida calle madrileña aparecen bares de toda la vida, tomates verdes fritos, teatro
underground o esotéricos remedios a los males cotidianos en la tienda de santería de la esquina. Pablo Rivero, el actor de
Cuéntame, que representa
Los hijos se han dormido
del 8 al 13 de enero en el Teatro Lliure de Barcelona, recorre con
nosotros una de sus rutas favoritas de Madrid, “una de las caras
alternativas de la ciudad”.
TÍTULO: 01 Mítico bar
Por las baldosas de
El Palentino (1) (Pez, 12) ha
pisado todo tipo de gente: desde las meretrices, que solían dominar la
trasera de la Gran Vía, hasta la moderna que acaba de llegar a la
capital. “El público ha cambiado, pero en los 34 años que llevo
trabajando aquí nunca ha dejado de venir”, dice Juan Carvajal, camarero
del local, fundado hace más de un siglo. Esa mezcla atrae a Rivero.
“Puedes desayunar, tomarte un montado o una copa en un ambiente muy
ameno”, comenta. “Además, es barato”. De ahí que tras su barra las
crisis no se perciban. “La caña no nos la quita nadie”, sentencia Juan
Carvajal, que, según la hora del día, ve desfilar por los taburetes a
vecinos del barrio, a turistas o a jóvenes alternativos.
TÍTULO: 02 Treintañeros.
Para muchas personas, esta zona puede parecerse a Berlín. El
ambiente, los establecimientos o los personajes que asoman tras las
cristaleras del
Zombie Bar (2) (Pez, 7) lo evidencian.
El local nació hace cuatro años como punto de encuentro de un grupo de
casi treintañeros que salía de fiesta los miércoles. De austera
decoración, entre lo vintage y lo urbano, en sus mesas de madera se
puede comer un nada desdeñable ceviche, tomar una copa o endulzarse con
un brownie. Justo enfrente, hipnotiza el escaparate de
Zapatos Penalva (3) (Pez, 5), con pantuflas, tacones o botas de agua de colores imposibles. Es una tienda que contrasta con
Japanese Closet
(4) (Pez, 11-13), una referencia de la moda malasañera. Su carta de
presentación es una colección de bicicletas antiguas que muestra su
debilidad por lo retro.
“El fomento de la creatividad es lo único bueno que tiene la
situación económica actual”, comenta Rivero. “En el teatro se nota y se
está viviendo un momento muy interesante”. De ahí su interés por el
Alfil
(5) (Pez, 10; teatroalfil.es). El teatro abrió sus puertas en 1948 como
cine. El edificio, del arquitecto José Aspiroz y Aspiroz, cambió el
celuloide por el escenario a principios de los setenta. Pasó el bajón
económico de 1992 y un año después, bajo amenaza de cierre, la compañía
Yllana se puso al frente. Desde entonces programan originales piezas
como una sátira sobre la economía (
Brokers, en cartel hasta el 18 de enero).
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