Australia. Uno de los países con mayor superficie terrestre del planeta,
nación con una de las densidades de población más bajas del mundo que congrega a
sus ciudadanos en torno a enormes urbes. Australia. Potencia del tenis. Uno de
los países con mayor tradición del circuito, otrora referente del deporte de la
raqueta cuya historia se forja en torno a grandes leyendas. El paralelismo entre
la geografía oceánica y la realidad deportiva actual es sencillo. Al margen de
figuras que labraron su historia en temporadas pretéritas, el panorama vigente
refleja situación central de enormes desiertos.
Estadio Rod Laver Arena de Melbourne
Foto: AFP
País mitómano como pocos, en la última década ha decidido bautizar sus
templos con el nombre de los dioses. Esculpiendo nóminas en los escenarios más
emblemáticos bañados por el Mar de Tasmania, el tenis australiano rinde culto a
sus personajes más ilustres, reconoce la grandeza de su obra y marca el
territorio a ojos de los visitantes. Como paradigma del tenis ‘aussie’,
Melbourne Park decidió otorgar un lugar de privilegio a auténticas eminencias:
Rod Laver y Margaret Court. Es decir, el que para muchos ha sido considerado el
jugador más grande de todos los tiempos y la figura tenística con mayor número
de títulos de Grand Slam de la historia. Desde 2000 y 2003, respectivamente, dan
nombre a la central y a la tercera pista del primer major de la temporada.
Espejos en que mirarseNo obstante, el hambre de triunfo,
el latente anhelo de una nueva cara que reencarne una grandeza mirada ya con
nostalgia ha desmitificado parcialmente la iniciativa. Los nuevas generaciones
necesitan referentes, figuras cuyas gestas puedan ser recordadas sin el lánguido
rostro del blanco y negro, artistas que puedan reconocer como algo
contemporáneo, propio de su tiempo y, por tanto, a su alcance. Las divinidades
mencionadas han dado paso a seres más terrenales. Leyendas de los años 60 y 70
homenajeadas con el legado ya polvoriento tienen su relevo en estrellas con el
brazo aún caliente e, incluso, en pleno apogeo de su carrera. Así, en 2008, el
torneo de Brisbane renovaba instalaciones descubriendo la central Pat Rafter
Arena en honor al ex número 1 y doble campeón del Abierto de Estados Unidos. De
igual manera, Samantha Stosur (cuyo mérito, al margen del relucir pasado en la
modalidad de dobles, se cimenta en haberse convertido en la primera australiana
en 30 años en llegar a una final individual de Grand Slam y en alcanzar el Top 5
de la WTA desde 1985 –hitos marcados, respectivamente, por Evonne Goolagong y
Wendy Turnbull-) asistía en 2010 a la inauguración de una pista con su nombre en
Gold Coast.
Una muestra adicional del deseo de impulsar voluntades es la recién estrenada
John Newcombe Medal, un galardón que reconoce al mejor tenista australiano de la
temporada. De nuevo, una mirada atrás para encontrar la inspiración en ídolos
pretéritos. En la primera edición precisamente Samantha Stosur ha recibido el
premio de manos del triple campeón de Wimbledon, imponiéndose a Lleyton Hewitt,
Anastasia Rodionova y Jarmila Groth.
Nacionalizaciones femeninas con pesoNótese la presencia
de dos tenistas nacidas fuera de las fronteras australianas entre los cuatro
candidatos a mejor jugador ‘aussie’ de la temporada. Nótese también que el cenit
de 2010 de la curtida Rodionova estriba en dos terceras rondas en Grand Slam y
el debut en Copa Federación. Por su parte, Groth, a sus 23 años, se ha destapado
con relativa fuerza ganando el torneo de Guangzhou y oponiendo resistencia ante
Sharapova en Nueva York. Ambas se presentan como caras a tener en cuenta en la
competición por países. La cuestión no radica en que haya tenistas que compitan
bajo la bandera de un país de adopción. El hecho estriba en el escaso fondo de
armario y la inexistencia de un relevo generacional palpable que presenta un
país con la tradición de Australia desencadene que una veterana jugadora con un
palmarés bastante modesto y una joven tenista con apenas unos momentos de brillo
sean las alternativas más sólidas para suplir a las Dellacqua, Molik o Dokic
–croata- y arropar con garantías a Stosur. La posible retirada de Rennae Stubbs
tras la eliminatoria de primera ronda del Grupo Mundial –al que Australia ha
vuelto tras seis años de ausencia- ante Italia en febrero podría suponer un paso
más en este camino.
Bernard Tomic golpea de revés
Foto: AFP
Relevo para LleytonEn la orilla masculina hace años que
la infertilidad juega el papel de patrón definitorio. Vale la muestra de que
Hewitt, habiendo alcanzado el punto de ebullición varias temporadas atrás,
carezca no sólo de un compatriota capaz de cuestionar su liderazgo sino de un
coterráneo con visos de relevo en un futuro a medio plazo. Valga también la
muestra de que el tenista de Adelaida es el único ‘aussie’ capaz de levantar un
título ATP desde la retirada de Philippoussis. Sirva de ejemplo que el doble
campeón de Grand Slam fuera el número 1 del cuadro oceánico de Copa Davis que
levantó la Ensaladera de 2003, jugara idéntico rol en el playoff ante Bélgica
que relegó a Australia al Grupo I de Asia/Oceanía en 2007 y ejerciera el mismo
papel en la reedición del choque que ha condenado al ostracismo a la potencia
por cuarta temporada consecutiva.
![[foto de la noticia]](http://estaticos01.marca.com/imagenes/2010/12/13/tenis/1292253745_extras_ladillos_3_0.jpg)
No hay una alternativa sólida a Hewitt. “Dependemos en gran medida de él en
las próximas dos temporadas. No encuentras un Lleyton muy a menudo, tal vez cada
20 años” comenta Rafter. El plan B ‘aussie’ lo configuran tenistas veteranos que
sobreviven fuera del Top100 (Luczak), jugadores relativamente fiables en dobles
carentes de una pareja nacional estable (Hanley), hombres que pasaron de promesa
a improvisada solución en singles y en dobles (Ball) o juniors con talento
demostrado pero aún tiernos en circuitos superiores (Tomic, Klein). Duckworth,
Kubler o Mitchell son otras inciertas balas de futuro en la recámara. “No
tenemos un Lleyton en ciernes, pero podemos hacer muy buenos jugadores de estos
chicos” insiste el nuevo capitán ‘aussie’ de Copa Davis.
Rafter y Roche dialogan
Foto: AFP
Rafter como guíaA pesar de ello, desplantes como el del
equipo de Tomic hacia Hewitt en el pasado Wimbledon –negándose a entrenar con
Lleyton cuestionando su calidad, (posteriormente se diría que el estilo del ex
número 1 no se ajustaba al del próximo adversario de Bernard)- o actitudes como
las de Lindahl, Klein o Kelly, expulsados del torneo preliminar al Abierto de
Australia por mala conducta, contribuyen a agravar las grietas coyunturales del
tenis australiano. En este sentido, la llegada del dialogante Patrick Rafter a
la capitanía de Copa Davis podría contribuir a reconducir la situación.
En palabras del doble campeón del Abierto de Estados Unidos, el problema en
el semillero ‘aussie’ radica de una doble vertiente. Por una parte, la necesidad
del inicio en el deporte a temprana edad para asegurar un futuro. “Como no seas
un monstruo, empezar más tarde y jugar es muy complicado”. En este sentido,
valora el esfuerzo realizado por la Federación Australiana de Tenis para captar
jugadores pero advierte que no habrá réditos hasta dentro de unos 15 años. Por
otra, las facilidades de que disfrutan los juniors en la actualidad. “Si les
damos todo, no les ayudamos a encontrar soluciones. Tenemos que conseguir que
sea más duro para ellos, hay maneras de hacerlo”. Tal vez una de las cunas del
tenis haya sido tan mecida que ha terminado por adormecer a los retoños. “Es
como en la vida. Tienen que aprender a manejarse por sí solos, sin que haya
alguien en todo momento que les diga lo que tienen que hacer”.
Lo cierto es que desde la temporada 2006 Tennis Australia introdujo un
circuito de torneos conocidos como Australian Money Tournaments, concebidos para
facilitar la transición de los juniors, y en 2010 llevó a cabo la
reestructuración del tour mencionado y del circuito junior nacional (Optus
Junior Tour) creando un sistema de categorías paralelo para aminorar la
sensación de cambio en los más jóvenes conforme avance su evolución. Unido a
ello, en 2008 se implantó el December Showdown, una serie de torneos nacionales
por edades que se disputan con carácter previo al Abierto de Australia. Como
colofón a las tres semanas de competición se disputa el Australian Open Wild
Card Play-off donde el ganador consigue una invitación para competir en
Melbourne. De esta manera, un jovenes talento australiano pueden disfrutar de
hasta cuatro trampolines hacia el primer Grand Slam de la temporada (Optus 18s
Australian Championships, Australian Open Wild Card Play-off, el cuadro de
clasificación del Abierto de Australia o una Wild Card para Melbourne). A pesar
de estos esfuerzos, las figuras del tenis junior no han atraído excesivo interés
mediático. Como termómetro podemos contemplar que han sido relegadas en parte
por la entrada de los ‘Woodies’ –Todd Woodbridge y Mark Woodforde- en el Salón
de la Fama y totalmente eclipsadas por los rumores de vuelta a la competición de
Mark Philippoussis.
Motores de cambioHabiendo conseguido sólo cuatro
representantes (Hewitt, Stosur, Rodionova, Groth) con entrada directa para uno
de los cuadros de Grand Slam con mejor participación que se recuerda (en ATP no
falta un Top100, en WTA hay que lamentar las ausencias de Dementieva –por
retiro- y Szavay –por lesión-) el tenis australiano tiene tiempo para
reflexionar. Patrick Rafter, paradigma de la ejecución, y Tony Roche, maestro en
la enseñanza, haciendo caso a las palabras pronunciadas de Margaret Court meses
atrás, abogan por reintroducir argumentos de saque y volea en el imaginario
‘aussie’. La propuesta del nuevo presidente de Tennis Australia, Steven Healy,
de construir ocho pistas de arcilla en la remodelación de Melbourne Park, “todos
los expertos indican que la arcilla es la mejor superficie para entrenar”
comentaba recientemente, muestran otro indicio de cambio de rumbo.
Tony Roche se muestra convencido de ello. "No creo que podamos caer más bajo
de donde estamos ahora. Newcombe (capitán) y yo vivimos algo similar cuando en
1995 perdimos con Hungría y salimos del Grupo Mundial. Era un punto tan bajo
donde Australia nunca había llegado. Pero todos se comprometieron a trabajar
duro y antes de que nos diéramos cuenta habíamos volvimos a ganar la Copa Davis
(1999)” indica el ayudante de Patrick Rafter. “Volveremos a los dorados tiempos
de antaño. No hay duda”, sentencia.
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