El mensaje se repite desde hace más de tres décadas por las esquinas de uno de los países más importantes del mundo. Por el bien de la ...
El mensaje se repite desde hace más de tres décadas por las esquinas de uno de los países más importantes del mundo. Por el bien de la patria, decían las autoridades entonces y aseveran ahora. Por el interés común era necesario que los chinos solo tuvieran un descendiente. Si no se tomaba esta medida, aseguraban las autoridades comunistas, el pueblo pasaría hambre porque era imposible dar de comer a millones de nuevos niños cada año. Con estos argumentos, que todavía perduran, Deng Xiaoping introdujo en China la política del hijo único en 1979 con unas estrictas condiciones (o castigos) para aquellas familias que quieran romper la norma. NIÑOS CHINOS-foto.
Después de tres generaciones de chinos sin hermanos, unos investigadores han evaluado el comportamiento de estos ciudadanos que han crecido con el estallido económico del gigante asiático que da cobijo a la quinta parte de la población mundial y se ha convertido en la factoría del planeta y en uno de los mayores consumidores de materias primas del globo. Y el resultado de este estudio, publicado este jueves en la revista Science, no deja en buen lugar ni a los chavales ni a la decisión de los mandamases.
El informe expone que estos ciudadanos son menos confiables, fiables, competitivos y concienzudos. Además, son reacios al riesgo, lo cual puede perjudicar a que la economía del gigante asiático evolucione con recursos humanos propios. "La gente nacida tras la política del hijo único es menos proclive a realizar actividades como el trabajo por cuenta propia", asegura Lisa Cameron, investigadora de la australiana Universidad de Monash y que ha participado en la elaboración del informe 'Pequeños emperadores: impactos en el comportamiento de la política del hijo único' junto a la Universidad de Melbourne y la Universidad Nacional Australiana.
Los investigadores oceánicos realizaron su trabajo de campo con 400 pekineses que practicaron una serie de juegos económicos, en donde invertían pequeñas cantidades de dinero o tomaban otras decisiones económicas para medir sus niveles de fiabilidad, capacidad de asumir riesgos y competitividad. En este grupo de trabajo se mezclaron chinos que nacieron bajo la política del hijo único con otros que lo hicieron antes y tienen hermanos. Los resultados indicaron que los nacidos antes de 1979 eran más autosuficientes y capaces de tomar más responsabilidad."Analizamos otros factores que podrían explicar este cambio, incluida la edad de los participantes, el estado civil y la creciente exposición al capitalismo", añade el profesor NirvanEkal.
En cambio, los otros miembros del experimento mostraban más signos de confusión, irretabilidad y menos contacto social. "Nos encontramos con que una mayor exposición a otros niños durante la infancia -por ejemplo, relacionarse con primos o acudiendo a la guardería- no sustituye a tener hermanos", apunta la profesora Lisa Cameron.
FUTURO INCIERTO
El Partido Comunista Chino sí ha logrado con esta polémica decisión de impedir que las familias tengan más descendencia parar el aumento demográfico. En la actualidad, nacen alrededor de 700.000 niños al año; un parón que va a permitir a la India superar a China en unos años como el país más poblado del mundo. Pero esta iniciativa de los políticos se ha visto superada por la realidad. Una década después de la entrada de la norma, el Gobierno reguló un sistema de cuantiosas multas para evitar los abortos ilegales que habían proliferado. Así, quien quisiera tener un segundo hijo tendría que pagarlo.
Un problema que se ha empezado a diluir en los últimos años por la capacidad económica de los chinos. Con un Producto Interior Bruto creciendo cada año alrededor del 8% y una clase media-alta sin problemas financieros, pagar por un segundo hijo se ha convertido en un mero trámite ayudado en numerosas ocasiones por la corrupción de los funcionarios. Ante este panorama, las autoridades chinas están barajando relajar la política del hijo único.
TÍTULO: RAMONCIN SE PRESENTA COMO VICTIMA DE UNA PERSECUCIÓN A LA SGAEO.
Ramoncín y su ventrílocuo,.
En la habitual búsqueda de que los conflictos
reduzcan su complejidad a la mera existencia de héroes y villanos, en
los conflictos de la propiedad intelectual a Ramoncín se le ha
adjudicado el papel de némesis. No ha sido una atribución arbitraria
sino que él ha hecho todo lo posible para conseguirla, esforzándose
durante años en ser la cara visible que defendía las posturas más
retrógradas e impopulares de SGAE, incluidas aquellas que consideran que
los ciudadanos que descargan música son delincuentes comunes. La forma
que eligió Ramoncín para solucionar la animadversión que produce entre
los ciudadanos fue solo eficaz para aumentarla. Contrató a un bufete de
abogados que exigió la retirada de comentarios o vídeos negativos sobre
el cantante argumentando que la palabra “Ramoncín” es una marca
protegida y no podía ser nombrada.
No es sin embargo
Ramoncín, como tampoco lo era Teddy Bautista, la causa de la
beligerancia de la industria contra los ciudadanos que descargan bienes
culturales sino solo el mero saco de boxeo que utilizan para que nos
desahoguemos de vez en cuando. Es lógico que su imputación, junto a toda
la cúpula de SGAE, tenga como efecto la burla de aquellos que vemos
paradójico que los que nos llamaban delincuentes hayan terminado
sentados uno por uno en el banquillo. Ramoncín tendrá que dar cuentas
ante la justicia, pero lo cierto es que su linchamiento parece responder
más a lo grimoso que resulta el personaje que viene representando de
defensor pasado de vueltas de un modelo caduco que a la naturaleza de
los delitos que se le imputan. Respecto de ese papel, que ni sé ni me
importa si era una mera representación o fiel reflejo de su
personalidad, lo cierto es que su trabajo era precisamente ese: era el
fajador de golpes de la industria. ¿Recuerda a ese teleoperador que es
objeto de sus iras cuando una gran empresa de telefonía no le da bien el
servicio y se lleva su reprimenda sin que al verdadero responsable le
llegue jamás ninguno de sus zarpazos? Ese teleoperador es Ramoncín.
Ni la desaparición de Ramoncín ni la de Teddy Bautista significará el
fin del modelo al que prestaban cara y voz. Las razones de las posturas
beligerantes y retrógradas de SGAE en la cuestión de los derechos de
propiedad intelectual no se encontraban en la ceguera de las personas
que tomaron su mando sino que residía como causa inmediata en su propia
estructura de funcionamiento interno y tenía como causa última que la
ley simplemente se lo permitía y lo sigue permitiendo.
Respecto de lo primero, no hay que olvidar el sistema de voto
censitario de SGAE. Para que un autor pueda presentarse a candidato de
la Junta Directiva tiene que recaudar una determinada cantidad de dinero
anual que se lo permita. Lo mismo sucede con los socios con derecho a
voto, que solo podrán ejercerlo si recaudan la cantidad que marcan los
estatutos de la entidad. Además cuanto más recaude el autor más votos
tendrá y, por lo tanto, mayor poder de decisión.
Es
cierto que una reciente modificación de los estatutos aumentó
sensiblemente el número de socios con derecho a voto, que pasó de unos
8.000 a algo más de 20.000 de los 90.000 en total que componen la
sociedad, pero éste sigue siendo censitario. No es de extrañar que SGAE
sea tan conservadora si tenemos en cuenta que los que la dirigen serán
siempre, precisamente, los privilegiados que ganan dinero con un sistema
de producción cultural que deja de lado a la mayoría. Cualquier
tecnología que venga a cambiar el estado de las cosas será atacada por
esa minoría de afortunados que representa a los pocos que se benefician
del sistema de producción cultural que internet pone al borde del
precipicio. No hay que olvidar que según el último informe de la
Comisión Nacional de Competencia el 1,7% de los socios que reciben alguna cantidad de SGAE, unas 600 cabezas en total, se reparte el 75% de los beneficios.
La CNC, en un demoledor informe sobre el funcionamiento de las
entidades de gestión en general y de SGAE en particular, denunció que la
Ley de Propiedad Intelectual incentivaba las prácticas abusivas y
monopolísticas de éstas. Es la Ley la que permite que SGAE cobre su 10%
por obras de teatro a favor de las víctimas del terrorismo y por
conciertos en beneficio de los perjudicados por el desastre del
Prestige. Es la Ley la que permite que SGAE cobre en peluquerías y la
que invierte la carga de la prueba obligando a que el dueño de la
peluquería tenga que demostrar que no ha utilizado las obras de esa
entidad y no al revés. Es la Ley la que poniendo obstáculos insalvables
sacraliza de facto el monopolio que ostenta SGAE y, con él, la
posibilidad de abuso de esa posición de dominio. El problema, por tanto,
está en el propio sistema y no en aquellos que realizan la labor de
relaciones públicas para ponerle cara, nombre y apellidos a un ente
abstracto más difícil de nombrar y culpar. Mientras no tengamos clara
esta cuestión, seguiremos desgastando nuestras energías en golpear al
guiñol por lo que dice su ventrílocuo.
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