Siguiendo la estela de Kubrick
“Largo y duro es el camino que desde el infierno nos conduce a la luz”
Poema El paraíso perdido (John Milton, 1667)
La que fue tildada como “el nuevo rumbo”
de Paul Thomas Anderson (por Todd McCarthy, de Variety) comienza sin
engaños. Con la marca habitual de la casa, blanco sobre negro, y
acompañado de una estridente melodía, Anderson realiza su declaración: “There will be blood”,
nos anuncia. Habrá sangre, sí. Una sangre que brotará, como el
petróleo, a medida que avanza la vida de Daniel Plainview. El siguiente y
extenso texto pretende ser una reflexión acerca del personaje principal
y el por qué fue seleccionado por un Paul Thomas Anderson que desnuda
de nuevo sus más profundos pensamientos para concentrarlos en la vida de
una misma persona.
¿Quién es Daniel Plainview?
Del título pasamos directos al paisaje
desértico, y al fondo de un pozo. Un hombre solo, SOLO, acompañado
exclusivamente de su inmensa ambición. Una ambición, y rabia, que le
perseguirán como una maldición hasta el final de sus días. Porque si
ahora es la ambición por ser alguien, por que su talento sea reconocido,
por demostrar que no es un don nadie (algo que simplemente intuiremos,
ya que nunca conoceremos nada, al menos verdadero, de su pasado), luego
se transformará, o potenciará, en intenso dolor.
Anderson nos da más pistas. Como
siempre, poco a poco, el espectador debe impregnarse de lo que está
viendo antes de sacar cualquier conclusión de lo que va a ser en
realidad la finalidad de su film, de la historia que en esta ocasión nos
quiere relatar. Estamos en 1898. Daniel sigue cavando. Colores tierra,
tan pálidos como un trozo de tela testeñida por el sol… un accidente le
hiere una pierna, y lejos de verse derrotado, se arrastra desde el pozo
hasta la ciudad, para que le tasen y premien por su “tesoro”. ¿Ambición
desmesurada? ¿Un hombre valiente y seguro de sí mismo? ¿O necesidad de
demostrarse y demostrar a los demás que tiene razón? Fuerte y tozudo…
¿Qué le ha pasado para necesitar salir adelante SOLO?
¿Quién es Daniel Plainview?
Información, información, información…
1902. Ya se puede ganar la ayuda de un
compañero. Tras años de esfuerzo, Daniel tiene su recompensa: levanta la
mano manchada del oro líquido, el ansiado petróleo, y nos es imposible
no pensar, al contrario que otros muchos que recordarán la famosa escena
de James Dean en Gigante (Giant, George Stevens, 1956), en las famosas escenas de 2001: una odisea en el espacio (2001: A Space Odissey,
Stanley Kubrick, 1968): los monos encuentran el monolito. Los monos se
dan cuenta de que pueden usar los huesos como armas. Tras la lucha, uno
de ellos lanza por los aires el hueso, que se eleva, lento pero seguro,
convirtiéndose en el símbolo del cambio, del progreso. De la evolución
de toda una civilización, de la humanidad. Aquí, claro, la mano
impregnada de petróleo representa el cambio de una única persona, del
propio Daniel. Será el momento crucial de su vida, en el que decidirá
que luchar por sus ideas, por sí mismo, vale la pena por encima del
resto de cosas, y personas. Así que nunca más dará su brazo a torcer.
Anderson y Kubrick. Necesitamos pararnos
aquí para una reflexión. Las carreras de los dos directores han seguido
una estela similar, hasta el momento: incomprendidos desde el inicio de
su carrera, a los dos se les tildó de realizar obras erráticas,
simplemente por realizar películas con temática opuesta unas de otras.
De época, comedias, dramas, películas épicas… Ninguno ha repetido
temática, pero sí han sido recurrentes en sus mensajes y, por encima de
todo, los dos son unos perfeccionistas. Anderson lo demostró con esta su
Pozos de ambición frente al resto de su
trabajo, con encuadres que no dejan nada al azar. Si bien Kubrick es
considerado el maestro de la simetría en sus planos, Anderson destaca
por la composición de su puesta en escena. Quién olvidará a Daniel
frente a la torre de petróleo en llamas, o la disposición de los objetos
que aparecen de la sala de la bolera… Nada dejado al azar. Lógico en un
director que ha demostrado que ni tan siquiera una lluvia de ranas se
debe a la casualidad.
Pero seguimos con Daniel. Ya desde sus
inicios la ¿mala suerte? le acompaña. Como decíamos… el azar, ¿existe?
Una de las obsesiones de Anderson en todas sus películas, y que aquí
querrá contrastar con la irreverencia, con la falta de creencias
religiosas. La mala suerte, que aquí se nos quiere hacer creer
(erróneamente) es provocada por una falta de estima hacia los demás, por
la falta de amor, o de empatía y generosidad, nos introduce en este
momento del film hacia otro de los temas recurrentes del director: la
importancia de las relaciones afectivas. En este punto, lo hará
mostrándonos a un imponente Daniel cubierto de petróleo mirando al bebé
de su compañero muerto en el pozo. Toma en contrapicado, Daniel es, sin
duda, superior al niño en todos los sentidos. Le mira escudriñándole y,
en la siguiente escena, le está dando de comer. ¿Qué le ha pasado por la
cabeza? ¿Realmente piensa que le sacará partido al niño? ¿ O siente el
deber moral de ocuparse de él? Daniel revelará sus intenciones al propio
H.W…. pero no le creeremos. La última escena, antes de que la película
empiece la evolución hacia el descenso del protagonista: en el tren,
“padre e hijo”.
Este extenso análisis casi escena a
escena se corresponde exclusivamente a la introducción de veinte
minutos, que se nos antoja una película muda rodada justo en los
primeros años tras el nacimiento de un cine que crecería igual que
Daniel: orgulloso y mordaz. Únicamente estos veinte minutos, mudos,
calculados y precisos ya nos sirven no sólo para darnos cuenta de la
soberbia de Daniel, sino también para encumbrar a Anderson como un
maestro del lenguaje cinematográfico, toda una lección de estilo y
potencia cinematográfica que nadie puede dejar de lado.
¿Quién es Daniel Plainview?
A partir de aquí, salto a 1911. Con una
introducción tan sólida del persojaje, sólo nos hace falta oírle hablar.
Y ahí está Daniel, sentado, con su hijo de unos ocho años detrás, de
pie, a su lado. La cámara se acerca de frente al ya experto petrolero,
para desviarse un momento enfocando y pasando por el niño antes de
detenerse totalmente en la cara de Daniel. Este casi imperceptible
movimiento de cámara para nada es fortuito: nos confirma que la relación
entre los dos será más fuerte de lo que pueden decirnos sólo las
imágenes, o las palabras que el propio Daniel dirigirá a su hijo adulto
en las últimas escenas del film. Y es que no hay más que darse cuenta en
cómo habla Daniel a H.W., su HIJO. Hay una escena clave que nos lo
demuestra, independiente de la de cuando abraza a su hijo en el sueño
tras el accidente que le dejará sordo: en lo alto de unas montañas, le
explica cómo extraerá el petróleo, años antes de comprar las tierras, ni
tan siquiera de hablar con los magnates de las navieras. Le dice, como
visionario que es, que transportará el líquido por tuberías bajo el mar.
Le explicará todos sus planes. LE QUIERE, en definitiva. El problema,
es que es incapaz de demostrarlo.
TÍTULO: ENTREVISTA XL El ruso se mostró muy superior al español CAMPILLO BOXEO,.
Campillo, anulado por Kovalev
Conocíamos el carácter metódico, frío y potente del púgil residente en Florida, pero le sacó el máximo partido en su combate ante el español, y desde el inicio escogió la ubicación óptima en el ring para colocar golpes secos y contundentes que Campillo no pudo eludir.
El español no supo controlar la pelea en el primer asalto y recibió unos demoledores impactos que lastraron su actuación hasta el corto final. Si Kovalev estuvo sobresaliente, Campillo no brilló, se quedaba en las cuerdas, no sacó el jab de derecha, sus manos y piernas parecieron de plomo, pero lo principal es que en ningún momento se anticipó a la presión calculadora del ruso. Pareció incluso que en el primer asalto llegaría el fuera de combate, pero nuestro campeón mejoró en el segundo round con una mayor actividad de manos, que no de piernas, por lo que también perdió el asalto.
En el tercero una contra del ruso mandó a la lona por primera vez a Campillo. El final estaba escrito en la mirada del español. Algo más de presión, golpes arriba y abajo y dos caídas más obligaron acertadamente al árbitro a parar la pelea. Justo vencedor el ruso que tiene algo más que un extintor en su mano derecha, tiene inteligencia y futuro. Campillo no pudo sobreponerse a los fríos impactos del primer round y poco pudo hacer más. El español tiene, como nos confesaba el otro día, tres o cuatro años de buen boxeo, y todavía puede demostrarlo no solo en Europa, su próximo paso natural para conseguir el título continental que le falta, sino a nivel mundial cuando recupere esa confianza que le ha llevado a lo más alto.
El Unicaja sufre al incontenible genio de Sergio Rodríguez
Sergio Rodríguez lideró al equipo blanco en una espectacular segunda parte
El Unicaja sufre al incontenible Real Madrid y encaja su séptima derrota consecutiva
El Real Madrid pasó encima, 67-91, del Unicaja en una segunda parte espectacular en la que Sergio Rodríguez, el jugador más inspirado en las últimas semanas de la Liga Endesa, lideró con maestría al equipo de Pablo Laso.
El Real Madrid se ha impuesto al Unicaja (67-91) en el partido
correspondiente a la decimoctava jornada de la Liga Endesa, disputado
este domingo en el Martín Carpena de Málaga, por lo que suma su
decimoséptima victoria de la temporada y se impone por segunda vez
consecutiva a los andaluces.
ACB
Malagueños y madrileños se volvían a ver las caras. El capricho del
calendario había indicado que se tenían que volver a enfrentar cuatro
días después de que disputaran el partido del 'Top16' de la Euroliga. En
esa ocasión, la victoria cayó del lado blanco, pero los de Jasmin
Repesa no estaban dispuestos a ponérselo fácil a los blancos.
Los hombres de Pablo Laso comenzaron el partido con ganas de sacar el rodillo habitual de la Liga Endesa. Los 'merengues' querían correr, no querían volver a caer en la trampa que les tendieron los malagueños en Euroliga y tenían ganas de llevar el ritmo del partido. Esas fueron las instrucciones que recibieron Rudy y Llull para los primeros diez minutos y las cumplieron a rajatabla, porque terminaron con 24-28 el primer cuarto.
Repesa aprendió la lección y quería llevar el mando del encuentro. Unicaja empezó a controlar, tomándose su tiempo en cada posesión y devolviéndole al Real Madrid su propia moneda, llevando a cabo algunos contragolpes con éxito. Los malagueños conseguían darle la vuelta al marcador (40-39), pero un triple de Carlos Suárez volvía a poner a los blancos por delante, a falta de tres minutos para el descanso, al que se llegaba con cuatro puntos para los blancos (46-50).
El tercer cuarto llegó con el rodillo blanco. Los de laso empezaron con sus minutos habituales de ensueño y firmaron un parcial de 2-9 para coger una ventaja de once puntos (48-59), una renta que llegó a ser de trece en algunos momentos del partido. Repesa pedía tiempo muerto para calmar la estirada blanca y, poco a poco, los locales fueron recortando, llegando a devolver el parcial de 9-2 para marcharse al final del tercer cuarto con 59-66 el marcador.
Unicaja recuperaba poco a poco la diferencia pero los de Laso acabaron rompiendo el partido con una exhibición en el último cuarto. Un parcial de 0-19 para los blancos (59-85) al inicio del cuarto sentenció el encuentro. Los malagueños estuvieron seis minutos sin sumar un punto y los madrileños lo confirmaron la decimoséptima victoria en los 18 partidos jugados.
ACB
(jornada 18)
Unicaja | 67 |
---|
Real Madrid | 91 |
---|
Ficha técnica |
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Unicaja: Simon (5), Williams (11), Panko (5), Zoric (20), Dragic (3) --cinco inicial--, Calloway (10), Urtasun (3), Vidal (7), Fran Vázquez (3) y Lima (-). |
Real Madrid: Llull (12), Rudy (4), Draper (3), Mirotic (12), Begic (8) --cinco inicial--, Sergio Rodríguez (14), Suárez (7), Carroll (12), Reyes (9), Slaughter (6) y Hettsheimeir (4). |
Árbitros |
---|
Pérez Pizarro, Peruga y Planells. Sin eliminados. |
Incidencias |
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Martín Carpena. 9.000 espectadores. |
Los hombres de Pablo Laso comenzaron el partido con ganas de sacar el rodillo habitual de la Liga Endesa. Los 'merengues' querían correr, no querían volver a caer en la trampa que les tendieron los malagueños en Euroliga y tenían ganas de llevar el ritmo del partido. Esas fueron las instrucciones que recibieron Rudy y Llull para los primeros diez minutos y las cumplieron a rajatabla, porque terminaron con 24-28 el primer cuarto.
Repesa aprendió la lección y quería llevar el mando del encuentro. Unicaja empezó a controlar, tomándose su tiempo en cada posesión y devolviéndole al Real Madrid su propia moneda, llevando a cabo algunos contragolpes con éxito. Los malagueños conseguían darle la vuelta al marcador (40-39), pero un triple de Carlos Suárez volvía a poner a los blancos por delante, a falta de tres minutos para el descanso, al que se llegaba con cuatro puntos para los blancos (46-50).
El tercer cuarto llegó con el rodillo blanco. Los de laso empezaron con sus minutos habituales de ensueño y firmaron un parcial de 2-9 para coger una ventaja de once puntos (48-59), una renta que llegó a ser de trece en algunos momentos del partido. Repesa pedía tiempo muerto para calmar la estirada blanca y, poco a poco, los locales fueron recortando, llegando a devolver el parcial de 9-2 para marcharse al final del tercer cuarto con 59-66 el marcador.
Unicaja recuperaba poco a poco la diferencia pero los de Laso acabaron rompiendo el partido con una exhibición en el último cuarto. Un parcial de 0-19 para los blancos (59-85) al inicio del cuarto sentenció el encuentro. Los malagueños estuvieron seis minutos sin sumar un punto y los madrileños lo confirmaron la decimoséptima victoria en los 18 partidos jugados.
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