Lady Gaga amplía su abanico de 'servicios' con un gabinete psicológico para sus 'monstruitos', como llama cariñosamente a sus fans.
Lady Gaga amplía su abanico de 'servicios' con un
gabinete psicológico para sus 'monstruitos', como llama cariñosamente a
sus fans. El objetivo, que no sufran los mismos problemas que ella
padeció durante su difícil adolescencia, cuando tuvo que soportar el
abuso y las humillaciones de sus compañeros de escuela.
En la gira que comenzará este viernes por el norte de
América, a Lady Gaga le acompañará un autobús denominado 'BornBrave' a
donde podrán subirse sus seguidores y allí hablar con profesionales.
Serán sesiones privadas o grupales para charlar «sobre salud mental,
depresión, 'bullying', la escuela o los amigos», ha informado la propia
diva en Facebook.
Esta caravana de la autoestima, que le acompañará durante
el arranque de la gira -tiene contratados bolos en todo el mundo-
tendrá una estética hippie y estará decorada con corazones, el símbolo
de la paz, flores, dibujos del arco iris... Además en la propia
carrocería del autobús se podrán leer mensajes positivos y palabras como
'valentía', 'felicidad', 'creatividad'...
Lady Gaga ha puesto en marcha esta iniciativa con la
colaboración de su madre, Cynthia Germanotta, porque sabe de primera
mano que a muchos jóvenes les da vergüenza pedir ayuda en este asunto.
En 2011, la extravagante artista creó una fundación
llamada 'Born this way' ('Nacida así') para impulsar la confianza de los
jóvenes, tras el suicidio de un adolescente de Nueva York que había
sufrido 'bullying', como ella. La noticia de la muerte de este joven le
conmocionó de tal manera que se ha propuesto que esta agresión sea
considerada un «crimen de odio». «Toda persona tiene derecho a sentirse
seguro. Juntos vamos a avanzar hacia la aceptación, la valentía y el
amor», son el tipo de mensajes que lanza sin descanso a través de las
redes sociales.
James Watson siempre ha ido acompañado a lo largo de su vida por dos palabras: ADN y polémica. Con la primera consiguió el premio Nobel .
James Watson siempre ha ido acompañado a lo largo de su
vida por dos palabras: ADN y polémica. Con la primera consiguió el
premio Nobel de Medicina en 1962 junto a Francis Crick por descubrir su
doble hélice en 1953. Y la segunda, porque este científico nacido en
Chicago hace 84 años no se suele morder la lengua. Hace un lustro puso
en duda que los negros tuvieran la misma inteligencia que el hombre
blanco, unas polémicas declaraciones que posteriormente retiró pero que
le costaron perder su puesto de dirección administrativa en el
laboratorio neoyorquino Cold Spring Harbor, donde trabajó en las últimas
décadas.
Pero el abandono obligado de la primera línea de la
gestión del laboratorio no ha impedido que uno de los científicos más
importantes del mundo haya decidido sacudir los cimientos de las
investigaciones centradas en la lucha contra el cáncer. Watson plantea
darle la vuelta a todo este tipo de líneas científicas desde la raíz.
«No tenemos ningún general que lidere nuestra guerra contra el cáncer»,
asegura el investigador en un artículo publicado en la revista 'Open
Biology', donde lanza una nueva hipótesis sobre la cura de los cánceres
en sus estados más avanzados. «Ha llegado el momento de preguntarse
seriamente si es más probable que el uso de antioxidantes cause cáncer
más que impedirlo», afirmó el científico mientras, por otro lado, se
presentaba un optimista informe estadounidense de la lucha contra el
cáncer, que destacaba los progresos médicos.
Watson desarrolla gran parte de esta nueva hipótesis, su
trabajo «más importante desde la doble hélice», en el artículo. La base
de sus pesquisas se centra en eliminar la creencia de que los
antioxidantes, como las frutas, ayudan en el trabajo de la quimioterapia
y la radioterapia que se dan a los enfermos. Una idea lanzada por el
biólogo americano que no fue rebatida por otros médicos debido a que
este campo de investigación todavía está en ciernes y por la
credibilidad de un premio Nobel. Watson especula con la necesidad de
trabajar e investigar con las especies reactivas de oxígeno (ROS, en sus
siglas en inglés), el eje de su teoría, a las que califica de «una
fuerza positiva para toda la vida».
Pero en los tratamientos que se dan a los enfermos de
cáncer la situación de estas ROS se complica. La radioterapia y la
quimioterapia cumplen su función y matan a muchas células cancerígenas,
que también sueltan radicales de oxígeno o ROS que fomentan el
'suicidio' de otras células. En este campo, los antioxidantes dificultan
el proceso de la quimio, según Watson. «Todo el mundo pensaba que los
antioxidantes eran geniales. Pero yo digo que pueden impedir la muerte
de células cancerígenas», afirma con rotundidad.
El objetivo del científico es cambiar de forma radical
los planteamientos actuales de investigación y de tratamiento y que se
ataquen las características comunes de todas las células cancerígenas,
especialmente las que causan metástasis. «A menos que podamos encontrar
la manera de reducir los niveles de antioxidantes, la última etapa del
cáncer, en el periodo de los próximos diez años, será tan incurable como
lo es hoy», apunta el investigador en el artículo, donde ha puesto en
solfa las actuales líneas maestras.
«Aunque la mortalidad de muchos tipos de cáncer ha ido
disminuyendo (sobre todo las leucemias), la estadística más importante
puede ser que los cánceres epiteliales (carcinomas) y los sarcomas
siguen siendo en gran medida incurables», afirma este científico, que
criticó también el «conservadurismo» de los investigadores más jóvenes y
de las instituciones que gastan su dinero en medicamentos que ahora
mismo son menos necesarios que otros.
En este sentido, el premio Nobel de Medicina solicitó un
calendario mucho más rápido para el desarrollo de drogas
antimetástasicas que puedan emplearse de forma eficaz en la lucha contra
el cáncer.
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