Una alta cualificación académica concede en España notables oportunidades de ascenso social... sobre todo si quien la posee procede de ...
El origen familiar es todavía una gran barrera a la movilidad social en España
Un informe de la Fundación
Encuentro revela que el valor de los títulos para lograr un ascenso de
clase es mayor cuanto más alto es el origen
Una alta cualificación académica concede en España
notables oportunidades de ascenso social... sobre todo si quien la posee
procede de una familia acomodada. En un país con una altísima tasa de
universitarios en la población en torno a los 20 años, un título
superior vale cada vez menos, en especial para aquellos cuyo origen está
en la parte baja de la escala social. El prestigioso 'Informe España
2012' que elabora la Fundación Encuentro pone el dedo en la llaga de la
ineficacia de nuestro sistema educativo para garantizar una verdadera
igualdad de oportunidades. A estas alturas de la modernidad, el origen
pesa más que el nivel formativo alcanzado a la hora de instalarse en una
determinada clase social.
El informe, que acaba de presentarse, describe a España
como un país en el que, salvo en los últimos quince o veinte años, la
movilidad social ha sido muy inferior a la existente en otros lugares de
Europa. A partir de finales de los ochenta, el proceso de fuerte
crecimiento económico impulsado por la entrada en la UE, la
redistribución de la renta propiciada por políticas de corte
socialdemócrata y, también, el incremento exponencial del sector de la
construcción, hicieron posible una movilidad desconocida hasta entonces.
Pero todo eso ha comenzado a venirse abajo con el
pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Una de sus consecuencias ha sido
que miles de jóvenes sin apenas formación, contratados en su momento por
salarios más altos que los pagados a titulados superiores en otros
ámbitos de la economía, hoy están en el paro y con escasas posibilidades
de hallar otro empleo. Es decir, subieron de forma inesperada varios
peldaños en la escala social y los han bajado de manera repentina.
Las expectativas de las familias respecto del futuro enclasamiento de sus descendientes no son buenas.
El 70% de las mismas piensa que sus hijos tienen poca o
ninguna posibilidad de ascender, con independencia de su nivel de
estudios. Una de las razones es que la crisis está devaluando los
salarios de los empleos en los servicios, salvo los de cualificación muy
elevada, y es ahí donde trabaja una amplia mayoría de la población.
Generación ascendente
¿Qué españoles han conseguido ganar posiciones en la
escala social? Sobre todo, los nacidos entre 1957 y 1966, que llegaron a
la Universidad a partir de 1974. En esos años, los centros superiores
habían conseguido un notable desarrollo y empezaban a acoger a un número
amplio de estudiantes, pero todavía un título tenía un gran valor. En
cambio, para los nacidos a partir de 1977 el paso por la Universidad les
ha servido en mucha menor medida para lograr un ascenso social.
Como se dice gráficamente en el informe, hace treinta
años para ser cajero en una entidad de ahorros bastaba con el
Bachillerato. Hoy es frecuente que los empleados jóvenes sean al menos
diplomados universitarios, pero la dificultad del trabajo y el salario
son similares.
La masificación de la Universidad ha devaluado los
títulos universitarios. Ahora que la clase trabajadora ha conseguido
enviar a buena parte de sus descendientes a las aulas universitarias, el
mercado está articulado de tal forma que un título debe complementarse
con un amplio conocimiento de idiomas, un máster, una estancia en un
centro extranjero, etc. Todos esos complementos formativos son caros y
no están al alcance de esas familias de clase social baja.
El retrato de la sociedad española actual muestra, según
el 'Informe España 2012', que existen aún importantes barreras entre
clases que hacen muy difícil moverse de una a otra. «El aumento de la
demanda universitaria no ha hecho más interclasista el acceso a la clase
superior, sino más bien al contrario, prevaleciendo la estrategia de
cierre familiar al interés general por la justicia social», dicen los
autores del texto. Y aportan datos muy fáciles de interpretar: mientras
en Europa, el 22% de los hijos de obreros cualificados ascienden hasta
la clase profesional más alta gracias a su formación, en España solo son
el 15%. En sentido contrario, la posibilidad de que un descendiente de
una familia de profesionales cualificados sea un obrero es en Europa del
20% y en España, del 13%. La herencia, en el más amplio sentido del
término, pesa aquí mucho más que en Alemania, que es el país con mayor
movilidad social.
Las barreras
¿Cómo son esas barreras que pesan más que la formación?
Pues básicamente tienen forma de dinero y relaciones. La herencia -y eso
es algo que suma todos esos factores- tiene en España, como en otros
países del sur de Europa, un peso aún muy alto, mucho más que en el
centro y el norte del continente, donde haber nacido en el seno de una
familia acomodada no garantiza mantener ese estatus durante toda la
vida. Aquí tampoco lo hace en todos los casos, pero sí en un volumen
amplio. El mecanismo funciona también en sentido contrario: en el centro
y el norte de Europa un joven de clase trabajadora que consiga un
título universitario tiene mucho más fácil el ascenso social.
Los autores del informe atribuyen estas barreras que
obstaculizan la movilidad interclasista no solo a algunas tradiciones
históricas que perviven, sino también a los sistemas de Formación
Profesional y a una estricta división entre trabajos manuales e
ingenierías. En Alemania y Holanda, por el contrario, «predomina la
Formación Profesional dual», explican, «sin que la división taylorista y
clasista del trabajo haya cuajado con tanta fuerza como en los países
católicos y mediterráneos».
Del estudio de la Fundación Encuentro se obtiene una
conclusión que debería figurar con el mensaje de 'urgente' sobre la mesa
de los responsables educativos de la Administración central y las
autonómicas. Dado que el rendimiento de los títulos académicos está muy
matizado por el origen de clase, «parece evidente que queda mucho por
mejorar en el terreno de la igualdad de oportunidades educativas».
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