martes, 1 de enero de 2013

PROTESTA Los comerciantes del centro se oponen al cambio del mercadillo El equipo de gobierno lo llevó a pleno el pasado jueves pero el resto de los grupos propuso que fuese retirado de la orden del día por ser competencia del alcalde./ VIVIR EN LA FRONTERA Los 150 turroneros de Castuera

TÍTULO: Los comerciantes del centro se oponen al cambio del mercadillo,.

 PROTESTA,.

El equipo de gobierno lo llevó a pleno el pasado jueves pero el resto de los grupos propuso que fuese retirado de la orden del día por ser competencia del alcalde,.

El mercadillo de Zalamea que se celebra cada sábado en la plaza de la Constitución, puede cambiar de ubicación después de muchas décadas en este céntrico lugar. Para acceder al mismo, la gran mayoría del público debe pasar además por la zona comercial del municipio, concretamente la calle San Francisco, plaza de Martín Yáñez, calle Feria  y la propia plaza de la Constitución donde se concentran la gran mayoría de comercios y tiendas de la localidad.
En el pleno del pasado jueves día 23, el equipo de gobierno llevó una moción a la sesión ordinaria en pleno, para decidir si el mercadillo era cambiado a una zona más amplia, como puede ser la avenida de Europa, donde habría mucho más espacio y acogería un mayor número de puestos y vendedores.
En el argumento de la moción se indicaba que el motivo del cambio sería para más seguridad, al tratarse de un lugar más amplio y al mismo tiempo habría más espacio para la ubicación de un mayor número de puestos de venta. De esta manera, se potenciaría el comercio y las visitas de vecinos de los municipios cercanos y sería un bien general para Zalamea.
El alcalde de esta localidad, José Antonio Murillo, mostraba además que la propia Asociación de Comerciantes apoyaba el cambio para que viniesen más puestos a Zalamea, y así evitar que los vecinos de este municipio se desplazaran a otros mercadillos como puede ser el de Castuera o Quintana.
"Al mercadillo siempre vienen los mismos puestos,  este se asfixia por la falta de espacio y Zalamea siempre ha sido un pueblo comercial, así que no podemos permitir que nuestros vecinos tengan que ir a otros mercadillos a realizar sus compras", se justificaba en la moción presentada que proponía el cambio.
Murillo mostraba además una lista con firmas de muchos vendedores ambulantes, que solicitan venir al mercado ilipense pero no pueden hacerlo por falta de espacio, los cuales pedían en su escrito un lugar más amplio.
OPOSICIÓN
A la hora de que la moción fuese debatida por los miembros de la Corporación Municipal en pleno, todos los grupos de la oposición coincidieron en que debía ser retirada de la orden del día, puesto que eso era competencia del alcalde, a lo que Murillo contestó que lo trajo por "consideración al pleno".
Comenzando por el representante de la Agrupación Independiente de Zalamea, Luís Dávila, decía que le sorprendía la generosidad política del alcalde y que haya contado con el resto de grupos para este asunto, sin embargo no había tenido consideración con el resto de concejales para la organización de teatro, fiestas, romerías, carnavales, arreglo de caminos, etc.
Así que Dávila Pozo, indicó a Murillo que era algo que debería decidir el alcalde, pero que tendría su apoyo tomase la decisión que tomase.
La concejala por Izquierda Unida, Manuela Romero, además de indicar al alcalde que la competencia para cambiar el mercadillo era de él, pidió al máximo edil que lo estudiase a fondo antes de decidirlo y sopesar las opiniones de todos los comerciantes y de los propios vecinos.
Por otro lado, Javier Paredes, portavoz del Grupo Municipal Socialista, indicó que le parecía bien que el alcalde quisiese dar participación al resto de los grupos de la corporación, pero que con muchas otras decisiones no lo había hecho, incluso el equipo de gobierno ha llegado a rechazar mociones presentadas, en las que el resto de grupos pedía participación en algunas cuestiones municipales.
Paredes concluyó su intervención, coincidiendo con el resto de los grupos, que entienden perfectamente cuales son las competencias del alcalde para tomar decisiones y recomendó a Murillo que si quiere dar participación que convoque un referéndum.
Finalmente, la moción del cambio del mercadillo fue retirada y será el máximo edil municipal quien decida si se cambia de lugar o continúa en la Plaza de la Constitución.
PROTESTA DE LOS COMERCIANTES
En esta sesión ordinaria, se dieron cita en el salón de plenos del Ayuntamiento de Zalamea de la Serena, más de una treintena de comerciantes para reivindicar que el mercadillo continuase en el mismo sitio.
El alcalde permitió que interviniesen algunos de ellos al finalizar la sesión y los que tuvieron la oportunidad de expresar su disconformidad, argumentaban que si es por espacio, que se utilicen las calles adyacentes a la plaza como se utilizan todos los años para la feria.
Que la gran mayoría de las tiendas de la zona, viven prácticamente del sábado, que es cuando únicamente se concentra una cantidad considerable de público en el mercadillo. Este cambio afectaría a muchos comercios y sería un autentico varapalo para la mayoría de ellos.
Además indicaron que la carta de la asociación de comerciantes que apoyaba el cambio,  no debería tener validez alguna, puesto que tan solo fue firmada por algunos directivos y el resto de comerciantes y socios no sabían nada del tema. Es más, si se hubiese convocado una reunión con todos los comerciantes no hubiesen aceptado algo así.
"No es el momento de hacer pruebas", indicaba una de las empresarias afectadas, la calle comercial por excelencia de Zalamea puede perderse, ya que el único día que se muestra como un autentico escaparate es el día del mercado.
Algunos propietarios de la zona centro, indicaban a nuestro medio que, "creemos que puede haber intereses por medio en este cambio y darle beneficio a otros"..., "más que por seguridad, el cambio sería por comodidad, porque claro, cortar la calle feria, por unas horas implica un trabajo".

 

TÍTULO: VIVIR EN LA FRONTERA
Los 150 turroneros de Castuera,.
 
Al llegar mayo, los nómadas que perviven en Extremadura comienzan la ruta de las ferias, la trashumancia, la venta ambulante, la hostelería y las cosechas


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La Frontera sigue siendo una tierra de nómadas. Aún perviven buhoneros, vendedores ambulantes de calzado, flores, fruta o ropa que los martes se trasladan al mercadillo de Plasencia, los miércoles, al de Cáceres y los jueves despachan en Arroyo de la Luz y Castuera. Pero esos son nómadas de media jornada que salen de casa al amanecer y regresan en la sobremesa. Los nómadas extremeños verdaderamente peculiares son los que comienzan estos días su ruta vital y la acaban cuando se asoma el otoño. También hay nómadas de todo el año como los que me encontré hace 15 días, viajando de Encinasola a Oliva de la Frontera.

Nada más sortear un puerto, por una carretera solitaria, casi sobrecogedora, me topé tras una curva con tres carros tirados por caballos, con hombres gitanos vestidos de negro en el pescante chasqueando sus látigos, guirnaldas de colores en las maderas, madres y niños asomando por los laterales... ¿Y los tres carros ocupaban los dos carriles de la carretera! Sorteé la caravana de gitanos portugueses arrimándome al arcén como pude y si no tuviera testigos de la escena, ahora creería que fue una aparición.

Una llamada secular
Pero los nómadas tradicionales de La Frontera son menos esporádicos, se mueven siguiendo una llamada antigua, secular, que, cuando se anuncia mayo, los invita a ponerse en movimiento. Pertenecen a gremios tan definidos como los de trashumantes, turroneros, meloneros, camareros...

A pesar de las hamburguesas, las pizzas y los rollitos de primavera, las ferias populares españolas siguen apegadas a alimentos tan tradicionales en la fiesta mayor como el churro, el turrón o, en Galicia, el pulpo. Pero si las 'pulpeiras' son todas de Arcos, una aldea de O Carballiño (Ourense), los turroneros provienen de Castuera (Badajoz).

En La Frontera se comenzó a hacer turrón con los árabes. Cuando se fueron, dejaron la receta y la costumbre, que acabó asentándose en dos lugares de España: Jijona y Castuera. En ambos lugares, gran cantidad de casas tenían en el sótano un pequeño obrador de turrón donde elaboraban la dulce mercancía que luego vendían en las ferias. El problema es que en Jijona optaron por reunirse, montar grandes fábricas, apostar por la publicidad televisiva y convertirse en referencia turronera navideña española.

A Castuera le quedó la referencia del turrón de feria. Hoy, no hay turrón más exquisito que el de Castuera, con sus almendras enteras y sus mieles cocidas en su punto, pero la fama se la ha llevado Jijona. Eso sí, a la hora de la venta ambulante, Castuera tiene el santo y seña. En el pueblo perviven 150 turroneros ambulantes que comienzan la ruta de las ferias en el abril sevillano y acaban el viaje en octubre, tras la feria de Zafra. Antes iban con carro, ahora van con caravanas modernas, pero siguen siendo nómadas de La Frontera.

Al igual que los serranos, que en octubre habían bajado desde Salamanca, León o los valles asturianos con su ganado y retornan en mayo a sus prados de verano. En La Frontera se siguen arrendando decenas de fincas para los rebaños trashumantes y los ganaderos vienen a las dehesas de Brozas o Santa Marta de Magasca en busca de los buenos pastos extremeños de invierno.

Hace unos días que en algunos institutos de La Frontera se nota un particular absentismo escolar primaveral: son los hijos de los temporeros de la fresa y de los vendedores ambulantes de la costa, que ya han emigrado con la familia a los campos de Huelva y a las playas de Marbella.

Pronto partirán de los pueblos de las Vegas Altas del Guadiana los camareros a Mallorca, después se irán los mieleros, que viajan con sus colmenas de Fuenlabrada de los Montes a los campos de girasoles de Sevilla y, ya en verano, los meloneros de Aceuchal coparán los arcenes estratégicos de las carreteras del veraneo. Llega mayo y los nómadas de La Frontera vuelven a sentir la llamada de la carretera.

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