El andaluz Paco Tous lleva media vida sobre los
escenarios. Para el gran público, es 'Paco, el de los Hombres de Paco'.
La popular serie televisiva le ha dado fama, pero el teatro disfruta sus
interpretaciones desde hace más de 20 años. Mañana vuelve al Teatro
Bretón con 'Maná-Maná', una historia sobre la pobreza de máxima
actualidad.
-¿Por qué este título?
-Es por el maná bíblico, esa ayuda divina que cae del
cielo y que parece que estamos esperando. La historia que contamos es la
de tres pobres, su vida y su día a día, sufriendo una crisis que no han
montado ellos. Normalmente la persona pobre nos da lástima o incluso
asco, pero esta obra permite ver esa vida a través de una mirilla para
comprobar que el pobre también se relaciona, ama, hace el amor...
-Su compañía, Los Ulen, empezó a representar esta
obra sobre 'parias' hace más de una década, en 1996. ¿Qué ha cambiado
en este regreso?
-Hemos cambiado nosotros. Pepe Quero, Maite Sandoval y yo
mismo. La obra es quizá un poco más agria, porque ahora somos mayores y
encontramos que había cosas de la obra original que, como solemos decir
los actores, 'no entraban en boca'. Lo cierto es que ahora uno se
siente más cansado, porque ve que algo que contaba en 1996 está todavía
de más rabiosa actualidad ahora, y eso harta.
-¿Cómo sale la gente del teatro después de ver 'Maná-Maná?
-Una crítica que nos gustó destacaba que la gente, al
salir del teatro, comenta: 'Pero ¿de qué me estoy riendo? Si eso es muy
grave, no tiene gracia'. Nosotros utilizamos el humor como arma para
hacer una denuncia sobre la situación de quienes viven como los tres
personajes.
-¿El público se siente identificado con Mosta, Morci y Lombri, los tres mendigos de la obra?
-Sí, nosotros hacemos que los espectadores puedan
reflexionar a partir de la obra. Nosotros no somos quienes debemos
transmitir un mensaje de esperanza o de otro tipo, es el público el que
debe pensar en ello a través de lo que nosotros contamos.
-¿Conectan como actores con el público de Logroño?
-Hemos estado aquí varias veces, y creo que tenemos buena
sintonía con los logroñeses. Lo cierto es que, aunque seamos una
compañía localista, andaluza, tenemos un humor bastante universal,
basado en el 'clown', los payasos, etc.
La influencia televisiva
-¿Le cuesta trabajar en el teatro teniendo la etiqueta permanente de su personaje televisivo en 'Los hombres de Paco'?
-No, para nada, no me cuesta porque no he dejado de
trabajar en el teatro. La compañía la creamos hace más de veinte años y
durante ese tiempo hemos seguido en esto ininterrumpidamente.
-¿Pero la popularidad ayuda o dificulta su trabajo?
-Todo esto de la popularidad y el éxito televisivo es
bastante fugaz. Bueno, salvo en el caso de Belén Esteban, porque ella va
a más. (Ríe). En mi opinión, si alguien decide ir al teatro porque me
conoce de 'Los hombres de Paco', pues bienvenida sea la televisión,
entonces.
-¿Qué proyectos tiene la compañía a corto y medio plazo?
-Vamos a retomar otro espectáculo en la sala que tenemos
en Sevilla, la sala Fli (homenaje a Friedhelm Grübe, actor clown,
director y autor). Y ya para el año que viene montaremos un nuevo
espectáculo.
-¿De qué tratará esa nueva obra del próximo año?
-Queremos hablar de una 'zona cero', la Unidad de
Vigilancia Intensiva (UVI). Allí encontraremos a tres personas en coma
por distintos motivos y cada una de una clase social. Contrastará el
hecho de que en la puerta estén aparcados un Mercedes, un Panda y una
bicicleta, mientras dentro de la UVI los tres están en la misma
condición.
TÍTULO: LO QUE LA CONOCEN,.
o se trata de una casualidad ni mucho menos. Los dos Carlos, Ascues y Beltrán, fueron titulares y cumplieron en el choque amistoso ante O’ Higgins. A pesar de su juventud y poco roce, demostraron estar a la altura de Alianza.
“Me sentí bien en la cancha. Agarré confianza y me ayudó para hacer
las cosas como quería. Además, me sirve para poder cumplir como defensa o
volante. Estoy a disposición del técnico”, dijo un emocionado Ascues.
Mientras, Beltrán tampoco ocultó su entusiasmo. Jugó todo el partido, al igual que su tocayo, y se motiva de cara a lo que viene: la Copa.
“Me pone contento saber que tengo oportunidades y que sí alterno en esta campaña. Es una pretemporada muy dura, pero de a pocos agarraré el nivel de juego requerido”, aseguró.
Así que ambos se aferran a una ilusión. La misma que los coloca, a pesar de su juventud, en la órbita del DT. Y eso no es casualidad.
TÍTULO:QUÉ HAY DE NUEVO UN AÑO PARA CELEBAR 2013.
Mientras, Beltrán tampoco ocultó su entusiasmo. Jugó todo el partido, al igual que su tocayo, y se motiva de cara a lo que viene: la Copa.
“Me pone contento saber que tengo oportunidades y que sí alterno en esta campaña. Es una pretemporada muy dura, pero de a pocos agarraré el nivel de juego requerido”, aseguró.
Así que ambos se aferran a una ilusión. La misma que los coloca, a pesar de su juventud, en la órbita del DT. Y eso no es casualidad.
TÍTULO:QUÉ HAY DE NUEVO UN AÑO PARA CELEBAR 2013.
La prefectura de Policía de París anunció hoy estas cifras y
subrayó que no hubo incidentes destacados en la ciudad, aparte del robo
en una céntrica tienda de la marca Apple con un grupo de atracadores que atacaron a los empleados encargados del cierre.
Pese a la lluvia, que comenzó en París ayer a última hora de la tarde y se prolongó durante toda la noche, el número de los que festejaron la llegada de 2013 en la calle fue similar al del año pasado, según la prefectura.
Y también a pesar de la prohibición de beber en la vía pública, muchos de ellos no se privaron de descorchar botellas de champán.
En toda Francia, el ministro del Interior, Manuel Valls, había indicado que se iban a desplegar 65.000 agentes encargados de la seguridad de la fiesta.
Valls también señaló que, al contrario de lo que se venía haciendo desde 2010, se van a volver a dar a conocer las estadísticas de los automóviles quemados esta Nochevieja, por el derecho que tienen los ciudadanos a estar informados.
En Francia, unos 40.000 vehículos resultan calcinados al año en actos de gamberrismo y altercados diversos, de los cuales en torno a un millar en la noche del cambio de año, una "tradición" que se inició en Estrasburgo hace más de una quincena de años, y que se extendió por el resto del país.
Los últimos responsables de Interior habían optado por no comunicar los datos exactos de automóviles destruidos en Nochevieja para evitar que los alborotadores los tomaran como un reto para superarse de un año para otro o para mantener algún tipo de competición entre ciudades.
El presidente francés, François Hollande, que ayer pronunció el tradicional discurso de fin de año dedicado a la lucha contra el desempleo y la crisis, estuvo después por la noche de visita en el servicio de urgencias del hospital Lariboisière de París para dar imagen de que su Gobierno sigue vigilante y atento a las necesidades de la población, en un momento de muy baja popularidad para él.
Pese a la lluvia, que comenzó en París ayer a última hora de la tarde y se prolongó durante toda la noche, el número de los que festejaron la llegada de 2013 en la calle fue similar al del año pasado, según la prefectura.
Y también a pesar de la prohibición de beber en la vía pública, muchos de ellos no se privaron de descorchar botellas de champán.
En toda Francia, el ministro del Interior, Manuel Valls, había indicado que se iban a desplegar 65.000 agentes encargados de la seguridad de la fiesta.
Valls también señaló que, al contrario de lo que se venía haciendo desde 2010, se van a volver a dar a conocer las estadísticas de los automóviles quemados esta Nochevieja, por el derecho que tienen los ciudadanos a estar informados.
En Francia, unos 40.000 vehículos resultan calcinados al año en actos de gamberrismo y altercados diversos, de los cuales en torno a un millar en la noche del cambio de año, una "tradición" que se inició en Estrasburgo hace más de una quincena de años, y que se extendió por el resto del país.
Los últimos responsables de Interior habían optado por no comunicar los datos exactos de automóviles destruidos en Nochevieja para evitar que los alborotadores los tomaran como un reto para superarse de un año para otro o para mantener algún tipo de competición entre ciudades.
El presidente francés, François Hollande, que ayer pronunció el tradicional discurso de fin de año dedicado a la lucha contra el desempleo y la crisis, estuvo después por la noche de visita en el servicio de urgencias del hospital Lariboisière de París para dar imagen de que su Gobierno sigue vigilante y atento a las necesidades de la población, en un momento de muy baja popularidad para él.
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