Cuando el pasado 30 de octubre la todopoderosa Disney anunció la compra de Lucasfilm por 3.000 millones de euros, con la promesa de una ...
Un accidente de coche-foto. cambió la vida del 'señor de las batallas galácticas', que dejó el rock y las correrías para inventar el cine que le ha hecho multimillonario,.
Cuando el pasado 30 de octubre la todopoderosa Disney
anunció la compra de Lucasfilm por 3.000 millones de euros, con la
promesa de una séptima entrega de la saga 'Star Wars' para 2015, a la
nostálgica parroquia cinéfila casi le da un soponcio. La fábrica de
ilusiones con la que George Lucas mimó y educó emocionalmente a varias
generaciones pasaba a formar parte del entramado empresarial de la
compañía que abandonó a Mickey Mouse para abrazar el salto tecnológico
que ofrecía la animación de Pixar. Aunque Lucas había confirmado a
finales de mayo su intención de centrarse en «pequeñas películas
experimentales», la sorpresa fue mayúscula y desencadenó un agrio debate
en Internet, similar al que originó en 1999 el estreno de 'La amenaza
fantasma'. Ahora bien, ¿cómo construyó su imperio este genial
hombrecillo del sur de California?
En una apacible localidad del Valle de San Joaquín nacía
George Walton Lucas Jr. un 14 de mayo de 1944. La ciudad de Modesto, que
por aquel entonces contaba con una población de 20.000 habitantes,
sobrevivía gracias a la agricultura y a las famosas bodegas Gallo. Su
infancia, como la de sus tres hermanas, apenas si difería de la del
resto de jóvenes de su edad: se disfrazaban para las fiestas de carnaval
y jugaban en las casas que construían en los árboles del vecindario. El
padre, propietario de una coqueta papelería, inculcaba a su prole el
amor al trabajo con la esperanza de que su único hijo varón heredase
algún día el negocio. Sin embargo, el universo fantástico de Flash
Gordon y Buck Rogers, los seriales melodramáticos de la radio, los
cómics y la lectura de biografías de Thomas Edison o novelas como 'La
isla del tesoro' le marcarían durante aquella etapa.
En la adolescencia, Lucas nunca destacó como estudiante
modélico y sus tutores en el colegio le acusaban de ser «un soñador».
Cuando a los 15 años empezó a conducir, los veranos transcurrían a golpe
de volante en compañía de sus amigos, justo cuando el rock & roll
empezaba a hacerse un hueco en la cultura norteamericana. Todo cambió el
12 de junio de 1962. Cuando regresaba de la biblioteca local, sufrió un
accidente que le dañó los pulmones y le fracturó varias costillas.
Permaneció 48 horas en coma y debió guardar reposo durante dos semanas.
Tras recuperarse, aquel suceso le motivó a retomar con ahínco sus
estudios y logró graduarse con la más alta calificación mostrando un
insólito interés por la antropología y la filosofía.
Al cine para flirtear con chicas
Finalizado su periplo en el instituto aspiraba a ser
arquitecto, ilustrador o diseñador de juguetes. Como su padre no quiso
pagar la matrícula de la Escuela de Arte de Pasadena, sus compañeros de
correrías le animaron a presentarse al examen de ingreso para el
departamento de cine y fotografía de la Universidad del Sur de
California, mientras ganaba su primer sueldo como empleado en un garaje.
Hasta entonces, Lucas nunca había sido un devoto del Séptimo Arte. Solo
le interesaba asistir a las salas de cine porque eran el lugar más
propicio para flirtear con las chicas. En pleno auge de los 'drive-in',
los locales de Modesto nunca estrenaban películas extranjeras sino
ruidosas producciones de serie B como 'The blob'. En San Francisco
descubrió el cine experimental y de vanguardia que se realizaba en
Europa y su estancia en el campus le permitió estrechar lazos con
futuros iconos de la industria cinematográfica como John Milius, Basil
Poledouris o Walter Murch. Todo cuanto depararía su carrera ulterior
como realizador se fraguó allí.
Lucas siempre recuerda con cariño al profesor Slavko
Vorkapich, uno de los pioneros del montaje ideológico, que le mostró los
secretos de la edición. En sus primeros cortometrajes en 16mm combinaba
collages visuales en los que denunciaba la violencia de la guerra y el
sufrimiento humano con sátiras adolescentes protagonizadas por monstruos
y muchachas en bikini. También se empapó como una esponja de la obra de
cineastas como Federico Fellini, Jean-Luc Godard, Robert Wise o John
Ford, aunque Akira Kurosawa se convirtió en su particular fetiche. De
'La leyenda del gran judo', la ópera prima del japonés, extrajo un
motivo crucial de su filmografía: la relación del discípulo y el mentor.
Y el libreto de 'La guerra de las galaxias' bebería del esquema
argumental de 'La fortaleza escondida'. Incluso años más tarde pensaría
en Toshiro Mifune para interpretar el rol de Obi-Wan Kenobi.
Becario de la Warner
Aprovechando que no pudo alistarse para combatir en
Vietnam porque el examen médico del Ejército reveló que padecía una
diabetes leve, comenzó a trabajar como cámara para Saul Bass -célebre
por sus títulos de créditos para 'Vértigo' o 'Anatomía de un
asesinato'-. La beca de 80 dólares semanales que le concedieron en los
estudios de la Warner le llevó a conocer a Francis Ford Coppola durante
el rodaje de 'Finian's Rainbow', un musical protagonizado por Fred
Astaire. Coppola le convenció para que fuese su asistente en 'Llueve
sobre mi corazón' a cambio de que la Warner le pagase por escribir el
guion de 'THX 1138', su primer largometraje. Ciencia ficción de
naturaleza orwelliana que, tras diversas reescrituras y visitas a Japón
en busca de localizaciones, enfadaría por su cripticismo a los
ejecutivos de la Warner, aunque cerró su premiere europea en la Quincena
de los Realizadores del Festival de Cannes.
El éxito internacional lo obtendría con su segundo filme,
'American Graffiti', un relato semiautobiográfico que rendía tributo a
los símbolos de su generación. En escena entró un «excelente carpintero»
llamado Harrison Ford, que aceptó un breve pero trascendental papel con
la única condición de «no ser obligado a cortarse el pelo».
Respaldado económicamente e inspirándose en 'El héroe de
las mil caras' de Joseph Campbell, un peculiar ensayo sobre la religión y
la fe, Lucas construyó una historia clásica, de narrativa tradicional,
que supondría un punto de inflexión en el imaginario colectivo del siglo
XX. El proceso que desemboca en 'La guerra de las galaxias' conforma un
inarbacable anecdotario. Una perla: Spielberg, uno de los afortunados
que, junto a Brian de Palma, vio el primer montaje -ya entonces auguró
que Lucas «se haría rico»-, le recomendó que eliminase la banda sonora,
similar a la de '2001' de Kubrick, y contratase a John Williams para
dicho menester. 'Una nueva esperanza' se estrenó en EE UU el 25 de mayo
de 1977. Colas, salas llenas y aplauso unánime. La película arrasó
contra todo pronóstico y obligó a la Fox a encargar nuevas copias para
extender su proyección por todo el país. El resto es historia.
Por el camino, Lucas tanteó un primer boceto de
'Apocalypse Now' -en un principio, una comedia negra inspirada en 'El
corazón de las tinieblas' de Conrad- e ideó las aventuras del arqueólogo
Indiana Jones (Smith, en una prematura versión), un personaje que
regalaría a un Spielberg ansioso por filmar un capítulo de James Bond
tras 'Encuentros en la tercera fase'.
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