Cuatro estrena el lunes Te vas a enterar, su nueva apuesta para las tardes, una especie de Gran hermano en las entrañas de una redacción ...
Cuatro estrena el lunes 'Te vas a enterar', su nueva apuesta para las tardes, una especie de 'Gran hermano' en las entrañas de una redacción donde se contará con «sarcasmo, ironía y crítica» qué pasa en la calle. El encargado de capitanear a este grupo de periodistas será el locutor Jesús Gallego (Jaraicejo, Cáceres, 1968), que cambia el mundo del deporte por la actualidad ante las cámaras. 'Te vas a enterar' se emitirá de lunes a viernes, a las 18.00 horas.
- Son unos afortunados tras la cancelación de 'Guasap!'.
- Sí, hoy en día que salga adelanta un nuevo proyecto es para tirar cohetes. Es una lástima lo de 'Guasap!' pero en la televisión hay proyectos que no salen, que duran dos meses o cinco temporadas, forma parte de este mundo. No será el primer programa que se prepara y al final no sale.
- ¿Han pensado en darle un trabajillo a Dani Martínez?
- (Risas) Dani es bueno y tendrá proyectos por todo los sitios.
- Emiten en una franja gafada para los programas de Cuatro.
- Bueno... La cadena ha pensado durante mucho tiempo qué emitir y han apostado por algo diferente a los formatos que hay.
- ¿Tienen algún amuleto de la suerte por si acaso?
- No (risas), realmente lo que tenemos es ilusión. Cuando finalmente lo ves te das cuenta de que es algo nuevo e interesante. Lo que nos motiva es la ilusión por hacer que un proyecto tan arriesgado guste a la gente.
- ¿Será el típico programa de actualidad de la tarde?
- El programa va sobre la realidad contada con naturalidad. Cuando sea necesario el sarcasmo y la ironía la intentaremos aportar. La ciudadanía ya no traga como antes y es tiempo de llevar la indignación a la televisión. El programa va a tener muchas denuncias y muchas críticas. Cuando esté demostrado que los políticos no han actuado bien hay que decirles lo que son y denunciarlo.
- La audiencia también participará. ¿No abusamos de las redes sociales en la televisión?
- Las redes sociales han cambiado la manera de hacer periodismo. Tenemos que ser rigurosos con nuestro trabajo, pero no podemos negar que los ciudadanos también cuentan las cosas. Es normal que los programas recurran a ellas porque son parte de la realidad.
- ¿Los oyentes le reconocerán?
- Hoy en día todo se sabe por las redes sociales, pero puede ser que alguno diga 'me suena la voz'.
- Sin el morse de los goles, ¿cómo sabrá cuándo hay una última hora?
- La señalaremos con algún efecto pero sin el morse, que es inimitable. Todavía no lo hemos pensado pero más fresco que 'Atención' o 'Última hora' no hay nada.
TÍTULO: EL VOLCÁN FRANCÉS:
La medida del amor es amar sin medida». Si Gérard Depardieu (Chateauroux, 1948) hubiese nacido en una familia noble en vez de en una ...
Hedonista, empresario, seductor, lector de San Agustín y, sobre todo, actor genial, Depardieu es un vitalista lleno de contradicciones que se resiste a crecer,.
La medida del amor es amar sin medida». Si Gérard
Depardieu (Chateauroux, 1948) hubiese nacido en una familia noble en vez
de en una humilde barriada obrera, es probable que hubiese escogido esa
frase de San Agustín como divisa de su escudo de armas. Lo avalan dos
poderosas razones: es un ferviente admirador de las 'Confesiones' que
escribió el patrón de los teólogos -ha protagonizado varias lecturas en
público de la más conocida de sus obras- y se le puede llamar cualquier
cosa menos moderado.
Depardieu es de esos que se beben la vida a tragos y no
solo en la acepción figurada de la expresión: su afición a la bebida le
dañó el organismo hasta el punto de que sobrevive gracias a un
trasplante de hígado, la más delicada de las intervenciones que acumula
su abultado historial médico, que tiene también hitos como un quíntuple
bypass coronario. Ni lo uno ni lo otro le impiden seguir disfrutando a
sus 63 años de placeres como el vino y el tabaco aunque ahora lo hace
con menor vehemencia que en su juventud, cuando se entregó a excesos
«que me hicieron plantearme si me había convertido en un alcohólico».
Todo en este grandullón de aspecto pantagruélico es
desmesurado y homérico: su pasión por las mujeres (ha tenido tres
oficiales y una lista interminable de amantes), su afición a la buena
mesa (es autor de un libro de cocina y poseee restaurantes y viñedos),
su tormentosa relación con sus hijos (el mayor de los tres, con el que
peleaba a menudo, murió hace cinco años), su carrera cinematográfica
(170 películas) y su inclinación a saltarse todas las reglas.
Mientras rodaba la primera de las entregas de Asterix se
fue a dar una vuelta en moto, una de sus grandes pasiones, y tuvo un
accidente que retrasó varias semanas la película y desbarató su
promoción. La productora le puso una multa porque en su contrato se le
prohibía expresamente circular en un vehículo de dos ruedas mientras
durase el rodaje y fue a pagarla en su moto en cuanto se recuperó. El
año pasado volvió a dar muestra de su endemoniado carácter cuando,
visiblemente bebido, se puso a orinar sentado en el asiento de un avión
después de que una de las azafatas le hubiese prohibido desplazarse al
baño hasta que terminase el despegue.
Entre rejas
«En realidad he hecho la vida imposible a todos los que
amo», confiesa en un arrebato de sinceridad en su libro 'Vivant!'
(¡Vivo!), una biografía que publicó hace ocho años. En sus páginas
cuenta cómo pasó en la cárcel tres semanas cuando traficaba de
adolescente con el whisky y el tabaco que llegaban a una base militar
estadounidense próxima a su localidad natal. Consciente de su deriva
hacia el pandillerismo, abandonó su hogar y se fue a París en 1965. Allí
probó fortuna en el teatro y gracias a su portentosa presencia física
no tardó en ponerse delante de una cámara.
En 1974 saboreó el triunfo gracias al éxito de 'Les
Valseuses', una gamberrada que se estrenó en España como 'Los
Rompepelotas', y a partir de ahí arrancaría una brillante trayectoria
que le llevaría a trabajar con los mejores directores europeos
-Bertolucci, Truffaut, Resnais, Godard o Marco Ferreri- sin despreciar
los guiños al cine del otro lado del charco de la mano de realizadores
como Peter Weir.
Depardieu es toda una institución entre los franceses,
indulgentes con sus excesos por su condición de icono que reivindica la
multiculturalidad y despotrica contra el reduccionismo de la industria
hollywoodiense. En política ha tocado todos los palos, desde el
comunismo hasta el sarkozysmo pasando por su 'idilio' con Mitterrand,
que le condecoró con la Legión de Honor, y por una breve etapa de
afinidad con los verdes. Ahora ha vuelto a ponerse el uniforme de Obelix
para rodar la que de momento es la cuarta entrega de la saga en un
gesto que tiene mucho que ver con el dinero pero sobre todo con su
fidelidad a la cultura francesa.
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