A eso de las diez de la noche del martes, Madrid era una selva. La convocatoria del 25-S en Neptuno ardía ya en un infierno de carreras.,foto,.
Aeso de las diez de la noche del martes, Madrid era una selva. La convocatoria del 25-S en Neptuno ardía ya en un infierno de carreras, piedras, pelotas de goma y cohetes que rodaban Paseo del Prado abajo como un tsunami de violencia. El suelo de la acera frente a la cafetería Prado estaba sembrado de zapatos perdidos y cristales rotos y un poco más allá, varios periodistas arrastraban a un fotógrafo alcanzado por una pelota de goma... La historia del hombre del día nace de las propias raíces del caos. En ese momento de extrema confusión, con una masa de gentes asustadas entrando en tromba por la puerta del bar seguidos por la Policía, él salió al dintel del local y con una determinación inusitada, consiguió parar la carga: «¡Por mi vida que no vais a pasar. Esto va a ser una masacre. Está lleno de gente inocente!», gritó. Delante de las porras, abrió el compás de sus pantalones negros, sacó pecho, ocupó el espacio de la puerta con los brazos en cruz y vio a los antidisturbios alejarse camino de Atocha. Dos minutos después, con las lágrimas sobre las mejillas, la respiración cortada y la barbilla temblando en justa mezcla de nervios, miedo y rabia, solo acertaba a balbucear: «Alberto Casillas... Me llamo Alberto Casillas». Doce horas después era el 'héroe' del día y su fotografía volaba por las redes sociales.
El fotógrafo Javier Pulido (@javijuliophoto) compartió la escena y ayer por la mañana, la imagen de Alberto era el retrato de la resistencia a las fuerzas del orden. Casi nadie sabía quién era el hostelero salvador. De hecho, la confusión del momento lo identificó erróneamente como el dueño de un bar rogando que los manifestantes no tiraran piedras contra su establecimiento. Pero ni el bar era suyo ni sus ruegos se quedaron únicamente en eso.
Hasta ayer, Alberto Casillas era un camarero nacido en Madrid en 1963 que vota al PP, que ha trabajado durante toda su vida en la hostelería y que ha pasado 25 años en Venezuela. Allí conoció a su mujer con la que ha tenido dos hijos, una estudiante de Periodismo y el otro, de Criminología. Ayer le llamó para contarle los mensajes que había recibido y que le decían «el pedazo de padre» que tiene. Ahí a Alberto se le quiebra la voz. También le pasa cuando relata cómo «tíos enormes de gimnasio» se han acercado al bar a darle las gracias. Por la entrada del establecimiento, cuajada de fotos de huevos fritos y filetes, no dejan de pasar gentes que le dan una palmada en la espalda o un abrazo. «No soy un héroe, fue un acto humano; cualquier ciudadano hubiera hecho lo mismo».
La mañana de ayer la pasó hablando con los medios y narrando la secuencia de los hechos. «Durante todo el día entraron clientes que venían a las protestas. Yo creía que era una manifestación pacífica, hasta que pasó lo que pasó». A las siete de la tarde comenzaron los amagos de carreras. A unos 200 metros de allí, un grupo de violentos sumados a la convocatoria 'Rodea el Congreso' arrancaban parte del vallado que protegía las cortes. En adelante, Neptuno se sembraría de heridos (más de 60). Alrededor de las diez de la noche, la Policía comenzó a disolver la manifestación en varias direcciones, entre ellas, el bar en el que trabaja Alberto. «Don Amadeo Prado [el dueño del establecimiento] había dicho que no se cerraba, que allí se atendería a todo el mundo», explica.
-¿Qué es lo que vio que le hizo actuar de esa manera?
-A las 21:30 me subí a una marquesina y vi lo que pasaba. Yo nací en el 63 y no he visto estas cargas ni con Franco. Corrían cientos de personas entre los que había jóvenes, viejos, paralíticos, una embarazada... Si eran violentos, ¿dónde habían dejado los palos y los cócteles molotov? Corrían como liebres. Esa gente que yo vi no era violenta. Créame que la actuación policial que yo vi fue absolutamente desproporcionada».
Después, todo sucedió muy rápido en una secuencia confusa. Casillas vio cómo «pegaban» a un joven, bajó al bar y vio entrar una masa de gente. «Sentí el miedo de esas personas. Solo eran gente asustada. Fuera escuché a la Policía decir que iban a entrar a detener. Me abrí paso entre la gente y les dije que allí no entraban». También pidió que no tiraran objetos, pues desde el otro lado de la calle, un grupo de manifestantes lanzaban piedras. Fueron testigos de las pedradas el letrero de la cafetería y el pecho de Alberto. «Me duele, pero ni me enteré».
Después de la refriega, cuando las cargas se trasladaron a los andenes de la estación de Atocha y la calma volvió al Paseo del Prado, anunció a los allí presentes que, dado lo ocurrido, no se serviría más en esa barra. No hubo protestas. El centenar de clientes rompió en una sonora ovación.
-Siendo votante del Partido Popular, ¿qué le diría a Rajoy?
-Don Mariano, yo voté por usted, no por esta forma de gobernar. No me gustan los gobiernos que se esconden detrás de la Policía y en sus palacios.
«Vi el terror en sus ojos»
En la acera del Paseo del Prado, a pocos metros de la famosa tienda de souvenirs de Toledo en la que fueron acorralados una docena de antidisturbios bajo una lluvia de piedras, Madrid ha recuperado su taquicardia habitual de turistas y de taxis. En esa tranquilidad frenética, a Casillas -un inesperado orador- le da para hacer un análisis político y social. «Yo he visto las caras de miedo de la gente en el bar. He visto el terror en sus ojos y el Gobierno debería darse cuenta de que hasta la rata, que es el animal más huidizo, salta y ataca si se la acorrala. Tienen que ser conscientes de que esas caras de miedo mañana pueden ser de venganza».
Los viandantes que conocen la historia lo acribillan a fotos con sus teléfonos durante la entrevista. «Es curioso que lo que yo he hecho sea la noticia cuando debiera ser lo normal. Esto demuestra a lo que hemos llegado en España». Tampoco le tiene miedo a la fama: «Si me tienen que detener, asumiré mis responsabilidades, no pasa nada. Iré detenido, pero eso vale por uno solo de los besos que me han dado».
Miles de personas desafían la prohibición y vuelve a protestar ante el congreso.
TÍTULO: NADIE QUIERE HACER PELÍCULAS SOBRE GENTE DE NUESTRA EDAD, MERYL STREEP:
Meryl Streep, a sus 63 años, no ha parado de trabajar y anuncia que ... en día nadie quiere hacer películas sobre la gente de nuestra edad.
Siete películas en dos años. Meryl Streep, a sus 63 años, no ha parado de trabajar y anuncia que descansará dos años. Antes, estrena este viernes 'Si de verdad me quieres', una comedia romántica que protagonizada junto a su amigo, Tommy Lee Jones, quien recibirá hoy en el Festival de San Sebastián el premio Donostia. Amigos en la vida real, la pareja se embarca en una aventura cinematográfica donde el aburrimiento y la rutina han acabado con la pasión de una pareja que trata de reconectar sexualmente con la ayuda de un terapeuta.
- Para los americanos es muy incómodo hablar de sexo y en esta película no solo hablan sino que lo practican.
-No creo que hablar sobre sexo sea incomodo. Hablar sobre amor sí que lo es. Esta historia pone de relieve la situación de un matrimonio sin comunicación. A mi me divierte hablar sobre cosas intimas. El problema es que hoy en día nadie quiere hacer películas sobre la gente de nuestra edad.
-¿Cree que la rutina en el matrimonio acaba con el romance?
-Todos ansiamos sentir deseo. Todos los seres humanos necesitan excitarse y lo hacen en privado. Pero en la vida lo importante es sentir y no enterrarse en vida.
-¿Alguna vez ha recurrido a hacer terapia para solucionar problemas personales, como hace su personaje en este filme?
-A mi me encanta hablar. No tengo problemas a la hora de expresar mis emociones. Tengo dos cuñadas que son como mis hermanas y en ellas confio mis miedos y mis preocupaciones. También tengo muchas amigas con quienes viajo dos veces al año, así que hasta la fecha no he necesitado acudir a un terapeuta.
-En la película usted tiene una escena romántica con Tommy Lee Jones ¿le molesta rodar ese tipo de secuencias?
-La idea de que debes tener un físico y una edad determinados para merecer el amor es ridícula. Para alguien de mi edad es raro rodar escenas de amor y de sexo. Creo que es increíble, tengo 63 años y aún tengo el papel principal de una comedia romántica. Bette Davis debe estar revolcándose en su tumba.
-Usted siempre sorprende en pantalla, ¿cómo se sintió al simular que se masturbaba?
-¿Y como sabes tú que lo estaba simulando? (risas)
-Es de las pocas actrices que interpreta su edad en cualquier tipo de género cinematográfico
-Creo nos estamos acostumbrando a ver tanta gente retocada que cuando nos encontramos a alguien que envejece de forma natural nos sorprendemos. En Hollywood mucha gente piensa que estoy loca porque no me he hecho nada en la cara
-¿Le asusta envejecer?
-Como a cualquier otro ser humano. Por supuesto.
-A sus 63 años no ha caído en la tentación de la cirugía plástica ¿No es vanidosa?
-Si que lo soy, pero no quiero operarme. En Estados Unidos hay ciudades, y en ciertas clases sociales, donde la gente te mira como si estuvieras loca sino te has hecho algo en la cara. Es una práctica tan común que no pasar por el quirófano es como no tener dientes.
-¿Quiere decir que está en contra de la cirugía plástica?
-En absoluto, pero no es para mí. Mucha gente utiliza la cirugía como un medio para cambiar sus vidas y luego cuando se operan siguen igual de miserables.
-¿Qué le lleva a interpretar a mujeres como su personaje en 'Si de verdad me quieres', Thatcher, o la directora tirana de 'El diablo se viste de Prada'?
-Me siento una privilegiada por tener la oportunidad de interpretar a estas mujeres. En el cine no vemos suficientes mujeres de edad y eso es importante. Esa es mi causa. Quiero que el mundo disfrute de las mujeres de sesenta años.
-¿Cómo se siente convertida a su edad en la reina de la taquilla?
-Me hace desear tener más tiempo para trabajar que es algo que no había querido antes. Las actrices jóvenes se convierten en reinas de la taquilla por un día y yo, con mi carrera, me he ganado la confianza del público.
-¿Este renovado éxito ha cambiado algo su perspectiva como actriz?
-Ha cambiado mi precio (risas). Como actriz sigo siendo la misma de hace 20 años.
-¿Sería capaz de dejar el cine durante un tiempo si no encuentra el guión adecuado?
-No pienso en esos términos. Jamás he hecho planes en mi vida e incluyo mis embarazos. No miro hacia delante, vivo en el presente y en estos momentos necesito parar y respirar. He estado trabajando intensamente, he rodado siete películas en dos años y medio. Me parece demasiado. Jamás había trabajado tanto.
-¿Quiere decir que se va a tomar un descanso?
-Sí. Necesito desaparecer y reciclarme.
-¿Qué siente cuando se le menciona el Oscar?
-Terror. Piensa que he perdido muchas mas veces de las que he ganado. Yo no me acostumbro a perder.
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