Seis novillos de Montealto (Agustín Montes), muy bien rematados y presentados. De buena nota segundo, quinto y sexto. Deslucido el primero ...
Seis novillos de Montealto (Agustín Montes), muy bien
rematados y presentados. De buena nota segundo, quinto y sexto.
Deslucido el primero, que cabeceó y topó; a menos un cuarto celoso; se
derrumbó un tercero de buenos apuntes.
Jesús Fernández, de marfil y oro, silencio tras aviso en
los dos. Mario Alcalde, de perla y oro, vuelta y silencio tras un aviso.
Juan Viriato, de bermellón y oro, silencio tras un aviso y silencio.
Negro salpicado, coletero y gargantillo, pinta tan clásica
en lo de Algarra, el primer novillo de Montealto cantaba por escaparate
su procedencia. Solo el escaparate. No tuvo ninguna fuerza, se apoyó en
las manos se rebrincó y casi topaba, se vino abajo, la lengua y los
bofes fuera. Era el toro de la reaparición del barcelonés Jesús
Fernández, herido de gravedad en las Ventas hace justamente un año.
La terna entera era de toreros heridos en Madrid que
volvían a la misma posición en el frente de batalla: el conquense -de
Barajas de Melo- Mario Alcalde, corneado por un novillo santacoloma en
la feria de los encastes minoritarios del pasado septiembre, y el
colombiano -de Cúcuta- Juan Viriato, castigado el 8 de julio último por
un torito de Javier Molina. Viriato ya había reaparecido en Madrid tres
semanas después en las propias Ventas y en la que fue final de un
concurso de novilleros.
Alcalde salió a quitar por gaoneras sin vuelo al novillo
que rompió plaza. Se hizo querer y jalear por el gesto. No hubo réplica
de Jesús Fernández porque ya se adivinó el justo fuelle del toro. Un
metisaca en la suerte contraria y una estocada soltando el engaño. Un
aviso. Al cuarto, que no fue novillo agradecido, le pegó dos verónicas
preciosas -la calma, el dibujo, el vuelo-, cuatro estatuarios de alta
escuela -porque en el toreo a dos manos por alto la hay- y algún
muletazo de exquisito temple. Al toro, noble, le faltó el golpe de riñón
preciso y acabó adelantando por las dos manos. Metisaca, pinchazo
hondo, dos descabellos.
Se enmendó la corrida de Montealto tras el arrastre del
primero: un segundo venido arriba en banderillas se empleó con nobleza;
codicioso y pronto un tercero que, sin fuerzas, se derrumbó pero pareció
de reata de calidad; un punto celoso pero noble el cuarto; de
excelentes apuntes un quinto melocotón y chorreadito -el de más cuajo de
los seis- que quedó resentido de un volatín completo a cámara lenta y
de caída a plomo y a pesar de eso embistió por derecho; y de golosa
embestida un sexto retinto muy en el aire de lo primitivo de El
Ventorrillo. Se había rechazado la corrida anunciada de Martelilla.
Lo más destacado corrió a cargo de Mario Alcalde, que pecó
de atacarse. Más encaje que ajuste, una determinación muy llamativa y
por eso algo tensa, buena colocación. Aire de novillero en busca de
fortuna y con ganas de hallarla. Maneras escolares de alumno aventajado
de la Marcial Lalanda, la Escuela de Madrid. La sorpresa de verlo torear
por chicuelinas en los medios y de salida al buen segundo; la gracia de
abrir faena sin pruebas y en la distancia, la mano baja, cinco ligados,
el de pecho y el del desdén. Y enseguida, muy resuelta, una faena
brevísima: dos tandas más en redondo, ligadas y bien rematadas; dos con
la izquierda menos logradas pero con sus golpes de buena improvisación:
un molinete ligado con el de pecho a pies juntos, los trincherazos tan
del toreo de Madrid, los desplantes como suerte y no solo adorno.
Es probable que el toro se llevara dos tandas pendientes.
Podía haberse roto algo más el torero. Un metisaca y una estocada
trasera. Casi mayoritaria la petición de oreja. Alcalde había invitado a
los toros a 150 chavales de una peña propia. Se hicieron sentir. Buenas
intenciones en el recibo del quinto, el del volatín. Algún lance de
prometedor dibujo. Y una faena invasiva: de atacar sin piedad ni pausa,
como si urgiera torear. Arrebujado al torear con la derecha; no tanto
con la izquierda; firmeza; ligazón; buen concepto clásico; sitio, cierta
autoridad en la cara del toro. Torero preparado, por tanto. Un pinchazo
y una fea estocada `pescuecera.
La primera firma de Juan Viriato fue un sucinto quite en el
segundo: una revolera, solo una, pero gloriosa. A su primer novillo le
pegó también lances de caro son. La sensación de que puede llegar a
torear bien de verdad con el capote. El toro lo había arrollado cuando,
de salida y en el mismo, platillo Viriato pretendió librar el primer
viaje con una tafallera que voló tarde. También al sexto lo toreó con
gusto de capa el torero de Cúcuta. Demasiado encima del sexto, que le
pidió distancia -y se la dio Viriato en la primera tanda pero solo en
esa- y bien acoplado, a buen compasito, con el tercero, que se derrumbó
tan de repente. En el mero lapso de siete días han desfilado por Madrid
dos noveles colombianos muy distintos: el valentísimo, temerario,
jovencísimo Sebastián Ritter, y este Viriato que, ya cumplidos los 26
años, le tiene tan tomado el aire al toreo de capa.
TÍTULO; COPA CONFEDERACIONES URUGUAY-2- ITALIA-2- GANO ITALIA EN LOS PENALTIS,.
COPA CONFEDERACIONES URUGUAY-2ITALIA-2-,.
La selección italiana ha ganado en los penaltis (2-3) este domingo a Uruguay en la final de consolación de la Copa Confederaciones, tras 120 ...Italia gana a Uruguay en los penaltis y termina tercera en la Copa Confederaciones
La selección italiana ha ganado en los penaltis (2-3) este domingo a Uruguay en la final de consolación de la Copa Confederaciones, tras 120 minutos en los que ambos equipos empataron a dos goles, por lo que el combinado dirigido por Cesare Prandelli acaba tercera después de caer eliminada a manos de España en las semifinales
Con la ausencia de Pirlo y Barzagli, el combinado ''azzurro'' presentaba una alineación descafeinada frente a un rival con un once de gala y encomendado a un ataque de garantías liderado por Cavani, Suárez y Forlán. Sin ningún premio en juego y más una tortura que un alivio, el partido se convirtió pronto en una ida y vuelta donde las ocasiones tenían presencia en ambas áreas
Con un ritmo endiablado, el duelo empezó a ser vertiginoso con el dominio de la posesión de Uruguay y los arreones constantes de Italia a la contra. Primero, Forlán, y después, El Shaarawy, pudieron aumentar el marcador pero tanto Buffon como Muslera estuvieron atentos para desbaratar sendas oportunidades. Antes del descanso, los campeones de América reclamaron penalti por una supuesta mano de Chiellini, pero el árbitro Djamel Haimoudi no decretó la pena máxima.
Dos goles de Cavani dieron vida a Uruguay
Tras el parón, no decreció la intensidad y los uruguayos trataron de buscar con más ahínco la meta italiana. Tras el aviso de Luis Suárez y entre tanta predisposición, Astori perdió el esférico en el centro del campo para que Gargano iniciara la jugada de ataque y se la cediera a Cavani para ajusticiar al combinado dirigido por Cesare Prandelli (1-1). Después del aviso en forma de diana, la selección uruguaya ganó aplomo y a punto estuvo Forlán de marcar el segundo si no hubiera sido por una doble intervención espectacular de Buffon.
Agazapada atrás y con cada vez menos mordiente en la línea ofensiva, Italia encontraba muchas dificultades para elaborar ocasiones ante un rival crecido y embalado para voltear el resultado. Pero cuando más necesitaba estaba, apareció Diamanti para lanzar una falta estratosférica al borde del área y dar ventaja de nuevo a los subcampeones de Europa (1-2).
Como un jarro de agua fría, los sudamericanos apenas sufrieron el revés ya que Cavani apareció de nuevo para firmar su doblete después de una falta directa asombrosa. La respuesta había sido inmediata, en un abrir y cerrar de ojos. Con las fuerzas flaqueando, sobre todo en Italia tras jugar la prórroga contra España en las semifinales y llegar a los penaltis, Uruguay apretó el acelerador al máximo pero no fue suficiente para deshacer el empate. Esperaban 30 minutos de más fútbol (2-2).
Con las espadas en todo lo alto, el tiempo extra comenzaba con una selección sudamericana más fresca. Bajo ese mayor descaro sobre el césped, Suárez tuvo el gol pero cayó derribado tras una pugna con Chiellini. En los siguientes 15 minutos, los de Tabárez pusieron cerco a la meta de Buffon -con dos ocasiones del delantero del Liverpool- pero el duelo estaba abocado a los penaltis para decidir la tercera mejor selección de la Copa Confederaciones.
En la tanda, esta vez sí, el protagonista fue el portero italiano. Buffon detuvo el penalti de Forlán, en el primero, y después a Cáceres y Gargano, echando por tierra la parada de Muslera ante De Sciglio. El tercer puesto era para los de Prandelli con su capitán como héroe.
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