domingo, 7 de julio de 2013

El taconeo que augura venganza,./ MUCHO MAS QUE EL CRUCIGRAMA,.

El taconeo que augura venganzaTÍTULO; El taconeo que augura venganza

La noche comenzaba como se esperaba. El calor sofocante no se calmaba ni con el vaivén de los abanicos de los más previsores, envidiados ...
 
La noche comenzaba como se esperaba. El calor sofocante no se calmaba ni con el vaivén de los abanicos de los más previsores, envidiados por los que se tenían que conformar con los improvisados, apañados con los programas del espectáculo. Las piedras ardientes del Teatro Romano, que esperaba ansioso su cita, caldeaban aún más el ambiente.
Pero entre las casi dos mil personas que asistieron al estreno había ganas. Ganas de teatro, de la danza en mayúsculas. Ganas de que comenzara la 59 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, y ganas de participar de nuevo en la madre de todas las tragedias, Medea de Séneca, que esta noche ofrece su último pase.
Al público no le dio tiempo a preguntar por la hora, cuando la Orquesta de Extremadura, deseosa de dar el do de pecho, inundaba la zona de la Orchestra, más concurrida que como se acostumbra ver. Sólo con el afinar de los instrumentos el silencio se colaba por cada columna del escenario. Luces apagadas, el espectáculo sonoro no hacía más que comenzar.
Álvaro Albiach, director de la Orquesta más castúa, marcaba el inicio del preludio que duró poco más de veinticinco minutos. Eso sí, veinticinco minutos de Simon Barber, aclamado compositor estadounidense, su particular visión sobre Medea y su danza de la venganza. Veinticinco minutos que sirvieron para crear la atmósfera idónea de lo que vino después.
El primer pase terminó siendo aclamado por el público. Los chicos de Albiach asumieron con orgullo y defendieron con coraje la responsabilidad de inaugurar la nueva edición, y de formar parte de una de las obras que más éxitos ha cosechado el Ballet Nacional de España.
Homenaje esperado
Ni son todos los que están, ni están todos los que son. El estreno absoluto de la Medea del Ballet Nacional se desarrolló un trece de julio de 1984. Tres décadas después, año arriba, año abajo, el director del Ballet Nacional, Antonio Najarro decide rescatar la obra. El viernes se estrenó en Mérida, aunque con dolorosas e importantes ausencias.
Antes de que comenzara la segunda parte de la obra, un Jesús Cimarro emocionado se situaba en el centro del escenario junto a Antonio Najarro. Ambos papel en mano, mostraron un justo agradecimiento para los que en su día dieron forma a esta obra, que el tiempo ha convertido en maestra. Miguel Narros, autor del guión basado en el texto de Séneca y diseñador del vestuario, dejaba el mundo de los mortales hace unas semanas. «Seguro que le hubiera gustado ver danzar a su Medea de nuevo por la arena del Teatro Romano», aseguraba Cimarro, quien además añadió «Narros está hecho de otra materia y es de otra especie».
Pero no fue la única ausencia significativa. Najarro, además de homenajear a Narros con unas palabras que nacen del que siente admiración, también quiso dedicar la obra a Enrique Cullel, trompista de la Orquesta de Extremadura que falleció el pasado domingo.
El homenaje inesperado, que impregnó de emoción a los presentes, dio paso al plato fuerte de la noche.
Poderío en la arena
De nuevo afinación de los instrumentos, luces apagadas y oscuridad. Tan sólo luces en los atriles de la Orquesta, captando la atención del público, que recibió entre aplausos a José Antonio Montaño, director invitado para esta obra. Silencio absoluto.
Primeros sonidos, unas claves que marcaban los tiempos de los espíritus, interpretados por Sergio Bernal y Carlos Sánchez. Empezaron a dejarse ver figuras imposibles. El público boquiabierto y en tan sólo segundos, la obra dirigida por Najarro, tenía a todos en el bolsillo.
La luz descubrió entre las sombras a una Medea escondida bajo un velo negro, interpretada por una bárbara Maribel Gallardo, contenida por su acertada nodriza, Lupe Gómez. Primeros acordes que transmitían desolación por el abandono injusto del que se ama. Así Medea comienza a explicar su historia, a través del flamenco y acompañado por el son de la orquesta. Una historia marcada por el amor profundo y dañino, capaz de cometer las mayores atrocidades. Un amor que alimenta la venganza de una mujer que lo dio todo por el hombre al que amaba, y que ahora la repudia por su condición salvaje y sus malas artes.
Medea, cual ánima que se arrastra por el sufrimiento, es testigo del acuerdo entre un enchaquetado Francisco Velázquez, Jasón en la tragedia y Currillo, que da vida a Creonte. El pacto no es otro, que el casamiento entre el amado de Medea y la hija del rey de Corintio, Creusa, encarnada por Miriam Mendoza.
El acuerdo de la boda da paso a uno de los momentos más enérgicos de la obra. Una acalorada discusión entre Medea y Jasón, acompañado de un brutal taconeo, donde las palabras ausentes ni siquiera se echan en falta. Dicen que el dolor de las discusiones, se supera con el sabor dulce de las reconciliaciones. Jasón y Medea recuerdan el pasado en el que fueron felices, el amor y la pasión inundan el escenario. Pero Jasón vuelve a rechazarla.
Los espíritus vuelven a entrar en escena, pero esta vez para ayudar a la protagonista a que realice el conjuro sobre el manto, el arma con el que llevar a cabo su venganza.
Una vez conjurado, empieza la boda entre Creusa y Jasón. Una boda que emociona, que rompe con la constante oscuridad y tristeza, aunque sólo por unos minutos.
El final atroz llega. Medea, entregando a Creusa en manos de sus hijos el manto hechizado que no duda en ponérselo. La joven muere en los brazos de su padre Creonte, bajo la atenta mirada de Jasón. Pero no es suficiente. El sacrificio que hace de esta obra la madre de todas las tragedias es precisamente la muerte de los hijos de ambos. Medea, paga el alto precio de la venganza con su propia sangre.
En un instante de quien regresa a la realidad, su terrible hazaña parece pesar en su conciencia. Sola afronta lo sucedido y se enfrenta al odio de Jasón, engrandecida por sentir su sed de venganza calmada.
Un último gesto, que eriza la piel. Mandar callar al que tanto daño le ha hecho. Sube las escaleras bajo la diosa Ceres, acompañada de una luz roja y al compás de la música. Medea cierra la gran puerta que preside el arco central. Cierra la puerta a la tragedia.
Cierra la puerta y se apagan las luces. Medea supera las expectativas, rompe los moldes. El Ballet cosecha un nuevo éxito.
La emoción contenida por los últimos minutos de la obra se tradujo en unos aplausos que duraron minutos y minutos. Las casi dos mil personas se pusieron en pie y arroparon a los más de treinta bailares y orquesta, entre vítores y elogios. Ni el Ballet Nacional junto con la Orquesta de Extremadura quería dejar la arena del Teatro Romano, ni los presentes dejar de mostrar su contento.
La danza una vez más demostró que en Mérida se engrandece, y más si se apoya en los clásicos. De matrícula los bailarines que participan en la obra. Insuperable el papel de Maribel Gallardo. El galán Francisco Velasco tampoco se queda atrás, conmovido no sólo por el triunfo de la obra sino por la majestuosidad del escenario.
Mención aparte merece la música que acompañó la obra. Perfectamente ensamblada con cada paso de los bailarines. Supo mantener al público expectante y aún cerrando los ojos, era posible imaginar a Medea maquinando su venganza. Una oportunidad en la que José Antonio Montaño demostró una vez más su calidad como director, y en la que la Orquesta de Extremadura se lució. Si la primera parte no consiguió convencer por igual a todos los presentes, la segunda dejó con ganas de más música, más Orquesta de Albiach, más ganas de Medea.
Un éxito rotundo para la primera obra de esta nueva edición del Festival de Teatro Clásico. Un triunfo que deja muy alto el listón. Y sin duda, una cita que muchos mantendrán en su memoria.

TÍTULO;  MUCHO MAS QUE EL CRUCIGRAMA,.


Litio, sodio, potasio, rubidio, cesio, francio, plata, amonio; valencia 1. Berilio, magnesio, calcio, estroncio, bario, radio, cinc, cadmio; valencia 2.
Mucho más que el crucigrama 
Litio, sodio, potasio, rubidio, cesio, francio, plata, amonio; valencia 1. Berilio, magnesio, calcio, estroncio, bario, radio, cinc, cadmio; valencia 2. Para muchos de sus compañeros de instituto, la tabla periódica solo era una lista de nombres, símbolos y valores que, con lógica o sin ella, había que saberse para aprobar la evaluación. Si intentaban mirar más allá, como mucho se veían recordando alguno de los símbolos a requerimiento del crucigrama. Sin embargo, Iciar Uriarte no solo vio útil todo aquello. Es que además se vio a sí misma vestida de bata blanca trabajando en un laboratorio. «Siempre me había llamado la ciencia, llegar a resultados siguiendo leyes y razonamientos lógicos, encontrar un sentido a los fenómenos a tu alrededor...», justifica.
El año pasado se licenció en Química en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco. Lo hizo con una media de 9,58, una nota que acaba de valerle el reconocimiento de la Plataforma Tecnológica Española de Química Sostenible, que ha seleccionado el suyo como el mejor expediente de los jóvenes colegiados en todo el Estado.
Licenciarse en una especialidad técnica con una media por encima del nueve y medio -y sumando 29 matrículas de honor- supone no despistarse ni para parpadear. Bueno, la analítica no se le daba muy allá y solo sacó un 'pobretón' 8,5, que no desmerece el descanso que se ha tomado este año. Terminada la carrera decidió dejar Bilbao y coger un poco de aire antes de seguir estudiando y sobre todo, para pensar bien qué camino tomar ahora.
Esos nuevos aires están en Aix-en-Provence, al norte de Marsella, donde ha vivido todo el año. La verdad es que no se puede decir que haya dejado muy lejos las aulas, aunque está vez se ha situado al otro lado de la tarima, dando clases de conversación a alumnos de castellano de entre 15 y 18 años en dos institutos. Además de para dar vidilla al francés -lengua que ya dominaba desde pequeña- y seguir estudiando inglés, ese «trabajillo» le ha permitido escapar, al menos de momento, de la omnipresente crisis. «En Francia se está empezando a notar ahora. La percepción no es tan mala como en España, que por lo que me cuentan...», explica.
Se reconoce un poco desconectada de la situación en casa porque además se pasó todo el último curso de carrera en el extranjero. «A estas alturas ya sabes lo importante que es saber moverte en el extranjero y dominar el inglés, más aun si te planteas que igual no tienes más remedio que trabajar fuera. Como en cuarto la mayoría de las asignaturas eran troncales y son difíciles de convalidar, resulta mucho más fácil ser Erasmus en quinto, y de hecho, casi toda la cuadrilla de la universidad cursó ese año fuera, a todos los destinos posibles», subraya.
Así que, aunque solo tenía aprobado el 'First', no se lo pensó dos veces y pidió la beca. Le tocó Aarhus, la segunda ciudad más grande de Dinamarca, donde «todo el mundo habla perfectamente inglés», dentro y fuera de la universidad.

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