Guerra sin cuartel contra el candidato «maricón»/ MUCHO DE BRUJO Y POCO DE APULEYO

TÍTULO; Guerra sin cuartel contra el candidato «maricón»

No es un defensor de la causa homosexual pero tampoco esconde que es gay y está casado con un hombre. Mario Moreno, que presentó su ...

SOCIEDAD

Guerra sin cuartel contra el candidato «maricón»

El aspirante a presidir unas peñas en Murcia recibe cartas insultantes por ser homosexual y estar casado con un hombre

No es un defensor de la causa homosexual pero tampoco esconde que es gay y está casado con un hombre. Mario Moreno, que presentó su candidatura a la presidencia de la Federación de Peñas Huertanas, llevará a los tribunales a quienes le han enviado cartas anónimas en la que le insultan y amenazan con hacer pública su orientación sexual. «Esto con la Ley de Vagos y Maleantes no ocurriría», dice unas de las misivas. Lejos de arredrarle, todo este tinglado le ha reafirmado en sus propósitos y volverá presentarse a las elecciones el 17 de octubre, toda vez que la asamblea revocó su candidatura y se abrió un nuevo proceso electoral. Las peñas huertanas son asociaciones que tienen por finalidad velar y preservar las tradiciones de la región de Murcia.

Según informa el diario 'La Verdad', Moreno está persuadido de que el remitente de estas cartas es alguien que pretende abortar con métodos sucios y torticeros su aspiración a presidir la entidad. Ha dejado pasar el tiempo y ahora, con la cabeza fría, ha decidido comunicar los hechos a su abogado para que presente una denuncia en el juzgado. El destinatario de las cartas homófobas está seguro de que el autor de estas vejaciones es alguien muy implicado en el proceso electoral. Los prolegómenos de la elección han sido farragosos y llenos de tensiones, impugnaciones y tretas.

Apenas tres días después de la apertura de los sobres con las candidaturas que concurrían a las elecciones y que terminó con la retirada de uno de los aspirantes, Antonio Avilés, Moreno recibió la primera de las cartas vejatorias. La víctima de las intimidaciones había quedado como candidato único y, por tanto, estaba solo a la espera de que fuese proclamado presidente. Entonces afloraron maniobras nada limpias. En la carta se intenta inducir al presidente de la peña El Carro Carruaje a que tire la toalla, so pena de que se airee su condición de homosexual. El remitente conminaba a Moreno a que cuando tomara la palabra para dirigirse a la asamblea, hiciera pública su condición de gay y de hombre casado con otra persona de su mismo sexo. «Así nos evitaríamos la vergüenza de un posible presidente que tiene la condición de maricón y con pareja».

El autor de los escritos dice no tener nada personal contra Moreno, pero deja bien claro que de continuar con su empeño la prensa «echará fuego». El remitente alega que «será una vergüenza para Murcia que el presidente de las peñas sea gay», al tiempo que se mofa con lo que pasará cuando los políticos se enteren. «Se van a rular de risa, y a abochornar también». La cosa no terminó ahí, pues hubo otra segunda misiva, también anónima, que sumió en el desánimo a su marido, con quien convive desde hace once años. «Estuvo más afectado y casi me retiro para que él no sufriera», apunta el insultado, cuyo nombre, similar que el del cómico Cantinflas, también es objeto de burla.

La lid continúa

Mario Moreno sospecha que las cartas proceden del entorno de Avilés, quien lleva 18 años presidiendo las peñas. Pese a que Avilés declinó en un primer momento competir con Moreno, hizo todo lo posible para que la proclamación del candidato tachado de gay no se produjera. La lid todavía no ha terminado, pues los contendientes volverán a enfrentarse en las urnas en octubre.

Con ese ambiente envenenado, la lucha por el poder, aunque se haya postergado, hiede. En esa infausta asamblea del día 27 de junio, un grupo de personas se refirió a Moreno de forma despectiva, llamándole «maricón». «Eran personas que estaban a favor del otro candidato», dice Moreno. El acosado, que encarna valores modernos frente a la tradición que representa Avilés, echa de menos una declaración taxativa que condene los hechos por parte de las peñas. La junta directiva de la federación, todavía presidida por Antonio Avilés, se reunió el martes y expresó su repudio por lo acontecido. «Mario tiene todo mi apoyo pero tengo que dejar claro que esto no ha salido de mi entorno. Esta no es nuestra guerra, nosotros no actuamos de esta forma», declara Antonio Avilés.

Mario Moreno, sin embargo, no se da por satisfecho. Cree que hay una concatenación de hechos, que la revocación de su presidencia y las difamaciones están relacionadas. «Ha habido intencionalidad en retirar mi candidatura. Y además llegan las cartas. Entiendo que todo forma parte de lo mismo». El presidente de El Carro Carruaje arguye, además, que Antonio Avilés no debería ser presidente. «Si dimitió para ser candidato, ¿qué hace otra vez presidiendo la federación? Su cargo está fuera de lugar», sostiene el candidato, que propugna un presidente en funciones o, en su defecto, el nombramiento de una comisión gestora.

 

TÍTULO;  MUCHO DE BRUJO Y POCO DE APULEYO

E de Hoy

Mucho de 'brujo' y poco de Apuleyo

La puntualidad se está convirtiendo en una constante en esta nueva edición del Festival Internacional de Teatro Clásico. Un Teatro que ayer ..

Sátira, crítica social y denuncia dan forma a la particular visión de 'El asno de oro' de Lucio Apuleyo, que Rafael Álvarez lleva a escena

Al estreno acudieron 1.925 personas, dos tercios del aforo que permite el yacimiento romano, cifra más que aceptable a pesar de ser miércoles,.

 

 

La puntualidad se está convirtiendo en una constante en esta nueva edición del Festival Internacional de Teatro Clásico. Un Teatro que ayer lució más concurrido que en los anteriores estrenos. Un Teatro arropado por unos 1.925 espectadores, y que como uno más, esperaba la entrada del aclamado actor, de Rafael Álvarez 'El Brujo'. Timbales, saxo y órgano para recibir al protagonista de la obra. La luz del arco central se ilumina, y nadie aparece. De nuevo los mismos recursos sonoros, luz bajo la diosa Ceres, y vuelve a dejar la miel en los labios.

Las primeras risas comienzan a escucharse y alguno se deja llevar por la emoción con pitidos de impaciencia. Esta misma estampa se repite hasta cuatro veces, y es entonces cuando su sombra se asoma por el escenario. Tranquilo, pausado, bajo la atenta mirada de un público ya ansioso por volver a verlo. «Perdonen, pero no me atrevía a salir», se disculpa Álvarez, y de nuevo su hechizo, ese del que sólo él conoce el conjuro, encandila a la mayoría de los presentes. Ya son suyos.

El actor relata lo que puede considerarse una especie de preámbulo, que aporta luz sobre el clásico, que hasta el domingo lleva a escena. Cinco minutos que se agradecen, sobre todo para los que andan perdidos en lo que 'El asno de oro' de Lucio Apuleyo supuso y supone. Lo contextualiza e incorpora latín al texto. 'El Brujo' también maneja la madre de todas las lenguas, o por lo menos, eso parece.

Como ya hizo el año pasado con 'La Odisea', de nuevo rompe esa barrera que separa al público de la representación teatral. Rompe esa línea mágica que hace del teatro, precisamente eso, teatro. Consigue la cercanía con sus seguidores dejando a un lado su papel de actor, de trovador de clásicos, y actuando como el amigo, conocido, al que hace un año que no ven los presentes.

Tras saludar con la mano a varios espectadores, de casi incluso caerse, subido en el escenario improvisado de las orchestra, comienza la obra. Una obra que se extendió hasta bien entrada la madrugada. Dos horas con 'El Brujo', que a sus seguidores les supo a gloria y a algunos se les hizo interminable.

Historias interminables

Nunca llueve a gusto de todos. El texto de Apuleyo se caracteriza precisamente por contener historias que no terminan, que imbrican unos personajes con otros. Historias que el actor prometía ser sintéticas y comprensibles, y parecían más bien densas y enmarañadas.

Sócrates y Aristómenes. Un usurero, su mujer bruja y la sirvienta. Los sacerdotes que adivinan el futuro. El pastelero y el cocinero. Todos estos episodios hasta que Lucio, el asno convertido al ingerir por error una pócima, llega a la antigua villa romana. Es allí donde decide liberarse de la vida que había aceptado sin más dilaciones, escapa y se deshace del hechizo convertido en un hombre nuevo, en un hombre lúcido. Concretamente, casi hora y cuarto liados con los primeros episodios. Poco después la conversión del personaje, cortada a modo de anuncios, por el descanso de veinte minutos, para después dedicar media hora al núcleo de la obra, el personaje convertido en asno.

Historias eternas que la risa las hacía llevaderas en ciertas ocasiones. Cuando se ausentaba resultaba algo pesada. La agilidad característica del actor decae en varios puntos. Sin los guiños al presente a los que siempre recurre la representación pierde su gracia. Curioso, cuando lo que se supone que se lleva a escena es precisamente un clásico, no un monólogo de dos horas que condense las portadas de los periódicos y la polémica que azota los días.

La escenografía, es otro cantar. Ocurre que cuando una obra está pensada para el Teatro Romano, pocas veces falla. Pocas veces, la sinergia no ayuda a que el actor y el escenario se engrandezcan. Las columnas apenas se apreciaban a lo largo de las dos horas y media de obra. Las luces, la escena, se concentraban en el pequeño escenario improvisado de la orchestra. El Teatro más que actuar como el suelo en el que se desarrolla la acción, se le veía como un mero espectador más. Una auténtica pena.

El texto lejos de parecer poético y de una literatura brillante, mostró un brujo decepcionante para algunos que esperaban ver algo más del Álvarez al que están acostumbrados.

Aprobado del público

Con todo esto, y salvando opiniones contrarias, es innegable que su método funciona. Su manera de hacer teatro y su visión particular de los clásico, cuaja entre los espectadores. Que lo adoran no se cuestiona. A Gracia Ramiro de Badajoz la obra se le pasó volando, le pareció muy divertida y amena. Resaltó de Álvarez esos guiños al presente y las "pullitas en plan simpático" a modo crítica que lanzó el actor.

Raquel Vázquez, de Mérida no podría señalar nada negativo de la representación, le pareció fantástica. Lo mismo que a Emeterio Martín de Burgos, que subraya que es la mejor de las obras que tiene en cartel y por supuesto se la recomendaría a todo el mundo.

Mérito tiene. Mantener atentos a la gran mayoría de los espectadores no es moco de pavo. Como tampoco suscitar el interés de los presentes y conseguir verdaderas carcajadas. En su estilo, su especialidad, su manera de hacer teatro sigue siendo un genio. Quizás lo criticable tenga que ver con el uso que le da a los clásicos, que sea cual sea, saben siempre a lo mismo.