Manuel Escribano, llegar y besar el santo
Los
seis toros de Dolores Aguirre cumplieron con su papel protagonista.
Elemento central, con permiso de Miura, de la más torista de las ...
Los seis toros de Dolores Aguirre cumplieron con su papel
protagonista. Elemento central, con permiso de Miura, de la más torista
de las corridas de la Feria del Toro. Cada toro fue un espectáculo
distinto. De mucha viveza un primero descolgado de carnes que tardó en
fijarse porque se le hacía irresistiblemente golosa esa querencia de
huida que en tantos toros deja como marca la carrera del encierro. Vivo
pero noble, fue toro a más. El más sencillo de los seis.
Nuevo en Pamplona, destinado a ser la sorpresa de la feria,
Manuel Escribano lo toreó con temple, valor y cabeza. Recursos,
decisión y ajuste. El sello de torero hecho y derecho. No tan nuevo. Una
visible frescura. Desparpajo, encaje, bella composición. A porta gayola
recibió el toro en un alarde que fue el primero pero no el único de una
tarde librada con llamativa fe.
Un arriesgado tercio de banderillas y una faena de rica
precisión, jugando con la querencia del toro, que se rebrincó no poco
pero acabó metido en los vuelos. Una excelente tanda con la zurda, todo
en los medios. Hasta que se rindió y abrió la boca el toro. Cuatro
manoletinas, una trinchera y el de pecho. Una estocada heterodoxa y una
oreja de Pamplona y no Pamplona. La cosa tuvo calidad y carácter.
Con la bondad sin bridas y tan tontiloca de ese primero ya
no salió ninguno más. Todos armados hasta los dientes. Quinto y sexto se
salían del cuadro y del marco. Tremendos. No hubo ni uno solo recogido
de cuerna. El cuarto, el de mejor estilo, era casi playero. Por
remangado resultaba tan ofensivo como el que más el tercero, que fue
complicadísimo. Cornipaso, el segundo no desmereció en percha. Tanta
artillería, tanta cara, tantas puntas. Y aunque solo fuera por eso,
corrida muy dura de pelar. Y no solo por eso, sino que todos se movieron
sin desmayo.
El cuarto fue toro de buen son y Escribano, otra vez a
porta gayola, le hizo muchas cosas de capa: un galleo por las afueras,
un quite de frente por detrás. Le puso tres pares de banderillas en
farragoso tercio concluido con un impecable violín al quiebro. Y lo pasó
de muleta con gusto y tiento, con firmeza y soltura, que las hubo en
los estatuarios de apertura, en una muy notable tanda en redondo y hasta
en unas dislocadas bernadinas de remate. Pecó de larga la faena, no de
barata. Un pinchazo hondo, un descabello.
El tercero, agresivo, midió cada viaje y sacó fondo
pendenciero. Le hizo un quite por caleserinas Escribano. Ya entonces se
resolvió como toro ágil de cuello y de agrio carácter. Preciosos seis
muletazos de cata de Juan del Álamo, que era como Escribano debutante en
la feria como matador de alternativa. Buena la idea de torear tapando
huecos al toro, que se acabó revolviendo.
El sexto saltó hasta dos veces al callejón, para regocijo
de las peñas, pero tomó engaño: cada viaje fue un escalofrío, porque
peligraba la vida del artista. Estuvo entero, compuesto, entregado,
templadito, firme y puesto muy de verdad Juan del Álamo. Linda manera de
jugarse el pellejo: ni un paso atrás, la muleta por delante, dando el
pecho y la cara, toreo de mano baja, ligazón. Una estocada sensacional.
El cuerno remangado entró por debajo del chaleco pero sin hacer presa.
Lo dio todo y todo quiso hacerlo Joselillo sin mayor
fortuna. A porta gayola en sus dos bazas, en tácita réplica a los dos
gestos precedentes de Escribano. Pero las dos veces salió arrollado,
desarmado, destocado y hasta descalzo. No fue de razón atacar tan
precipitadamente. El alarde tantas veces infalible de torear de rodillas
en Pamplona no surtió efecto. El segundo se le subió a las barbas. El
tremendo quinto, descompuesto de principio a fin, no le dejaba no tomar
aire.
Su
mayor éxito fue también de los más inesperados: «Las peores críticas de
mi carrera las recibí nada más estrenar Cinema Paradiso (1988).
Su mayor éxito fue también de los más inesperados: «Las
peores críticas de mi carrera las recibí nada más estrenar 'Cinema
Paradiso' (1988). Luego empezó la repercusión internacional, el Oscar y
todo cambió. Se convirtió en mi película más exitosa, pero uno nunca
sabe de qué manera o qué tipo de éxito va a tener una película», contaba
esta semana en Madrid el propio Giuseppe Tornatore, que estuvo en
España para presentar su último filme: 'La mejor oferta'. Ahora, después
del fracaso de su anterior obra, 'Baaria', el célebre cineasta
siciliano ha vuelto a dar en la tecla del éxito con su primera película
en lengua inglesa y con un reparto internacional, encabezado por el
británico Geoffrey Rush. Desde hoy está en las salas españolas.
En su país, 'La mejor oferta' ha cosechado seis premios
David de Donatello de la Academia de cine italiana (equivalentes a
nuestros Goyas) y se ha convertido en el mayor taquillazo del cine
italiano este año, llevando a 1,4 millones de espectadores a las salas,
un hecho insólito en tiempos de crisis. «No me esperaba este éxito. Ha
sido inesperado», asegura Tornatore. «En Italia la situación es muy
similar a la española. La gente ya no va al cine, cada vez se hacen
menos películas, y la piratería ha arrasado. Hay que acostumbrarse a que
la vida comercial de una película no tenga en las salas su momento
álgido. Espero que con las nuevas tecnologías encontremos nuevas
fórmulas».
El realizador que reivindicó la magia del celuloide en
'Cinema Paradiso' ha rodado 'La mejor oferta' por primera vez con
cámaras digitales. «Yo crecí con el 35 milímetros, y lo adoro, como
mostré en 'Cinema Paradiso', pero la verdad es que la calidad del
celuloide no es lo que era hace 30 años, y el digital da muchas
posibilidades: por ejemplo, el productor no está preguntándote
continuamente cuántos metros de película has gastado», bromea.
'La mejor oferta' relata la historia de Virgil Oldman
(Geoffey Rush), un famoso agente de subastas que no conoce el amor ni
ningún otro tipo de sentimiento afectivo, y que vive encerrado en la
contemplación de las mujeres a través del arte. «El personaje no es
capaz de amar, solo es capaz de sublimar a las mujeres a través del
arte. No sabe vivir», aclara el director. Esta situación cambia cuando
conoce a Claire (Sylvia Hoeks), una misteriosa joven que padece de
agorafobia, grave enfermedad psicológica que le impide realizar su vida
con normalidad.
Curiosamente, 'La mejor oferta' coincide en la taquilla
española con otra película basada también en el ambiente de las subastas
de arte, que cuenta asímismo con un triángulo amoroso y cierto aliento
de 'thriller' psicológico: 'Trance', de Danny Boyle. Ahora bien, la de
Tornatore tiene muchos más elementos cercanos al bestseller que el
'trash thriller' de Danny Boyle. El italiano combina con sagacidad
comercial la intriga, el romance, la historia del arte más oculta,
personajes excéntricos y un giro final al servicio del golpe de efecto.
Tornatore explica que la cinta surge de dos historias
diferentes que tenía guardadas para rodar individualmente, una escrita
en 1984 sobre una mujer con agorafobia, y otra que data de hace diez
años sobre un subastador. «Hace unos seis años me di cuenta de que se
complementaban a la perfección».
Como a la perfección también se entiende Tornatore con su
amigo y colaborador de largo recorrido el mítico compositor Ennio
Morricone, con quien lleva trabajando desde su inolvidable partitura
para 'Cinema Paradiso'. «Tenemos una relación áurea», constata. El
cineasta también alaba el papel de Geoffrey Rush, de quien destaca su
«método de acero, acompañado de una simpatía poco común».
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