A sus 44 años, este biólogo marino de
Gerona forma parte de un selecto club: es explorador residente de la
National Geographic Society. La organización científica más importante
del mundo. Su objetivo: proteger los mares.
XLSemanal. Explorador de la National Geographic Society. ¿Es como jugar en la Champions League?
Enric Sala.
(Ríe). Es un privilegio, pero también una responsabilidad. Tenemos un
pacto no escrito: que lo que hagamos ha de tener un impacto positivo en
el planeta.
XL. Su reto no es pequeño precisamente: salvar el mar.
E.S.
[Ríe de nuevo]. Mi objetivo es ayudar a que se protejan los sitios más
salvajes del mar, los que permanecen intactos. Son las últimas joyas que
quedan y nos pueden enseñar cómo era antes el mar, entender lo que
hemos perdido por la sobrepesca, la contaminación...
XL. Es como un viaje en el tiempo. Contemplar el mar tal como lo vio el capitán Cook en las islas de la Línea.
E.S. Sí,
aunque exploradores como él no se metían debajo del agua. Tenían
terror. Por ejemplo, estuve en la isla de Christmas. El capitán Cook
describe que había tantos tiburones que, cuando iban en los botes a
tierra, les mordían los remos. ¡Ahora, en 250 horas de buceo no vimos ni
un tiburón!
XL. ¿Cuántos mares vírgenes quedan?
E.S. Entre
25 y 50. Hemos estado en siete, cuatro se han protegido ya y con los
otros tres estamos en discusiones con los gobiernos de los países a los
que pertenecen.
XL. Impresionante.
E.S. Sí.
Este año podríamos ver la creación de la reserva marina más grande del
mundo, Pitcairn: 800.000 kilómetros cuadrados y 58 habitantes,
descendientes de la tripulación del Bounty.
XL. Ha descubierto que los depredadores suponen nada menos que el 80 por ciento de la fauna marina.
E.S.
Sí. La primera vez que fuimos a un arrecife de coral virgen vimos que
la biomasa de depredadores es mayor que la de todas las presas juntas.
Es como si en África hubiera más de un león por cada cebra o ñu.
XL. ¿Cómo puede ser eso?
E.S.
Los depredadores viven 25 o 30 años, tienen pocas crías y un
metabolismo muy rápido; las presas tienen una tasa de reproducción
altísima. Este exceso de producción de la base de la cadena alimentaria
es suficiente para mantener a los depredadores.
XL. ¿Hay vuelta atrás para el deterioro de los océanos?
E.S. Partimos de una situación muy mala, pero hay soluciones.
XL. Dígame una.
E.S.
La más clara: las reservas marinas. Donde no se pesca, los peces se
recuperan de manera espectacular. Al cabo de cinco años hay tantos que
parte migra fuera de las reservas, con lo que los pescadores capturan
más. Pueden ser un atractivo turístico enorme y traer ingresos
económicos mayores que la pesca.
XL. ¿Por qué está protegido solo el uno por ciento del mar?
E.S. Ojos
que no ven, corazón que no siente. Además, el lobby pesquero tiene una
fuerza enorme. En todos los países del mundo existe una corrupción
generalizada en los ministerios de pesca. Incluido España.
XL. ¿Cómo funciona esa corrupción?
E.S. La
pesca es deficitaria, no sobreviviría sin subvenciones. Pero lo único
que logran es perpetuar el expolio de los recursos. España se lleva la
mitad de las subvenciones de pesca de la Unión Europea para una
actividad que está destrozando la base de su trabajo. No tiene sentido
ni económicamente ni ecológicamente: matan la gallina de los huevos de
oro con el dinero del contribuyente.
XL. Pero los necesitamos para comer.
E.S.
Sí, claro. Pero según un estudio del Banco Mundial, si se eliminara la
mitad de los barcos, el resto capturaría las mismas piezas. Hay maneras
más inteligentes de utilizar los recursos.
Pregunta a bocajarro
Es habitual encontrarle en el foro de Davos. ¿Qué pinta usted allí?
Muchos
piensan que allí todos son banqueros, pero hay mucha gente que trabaja
en fundaciones, organizaciones sin ánimo de lucro... Hay unas
discusiones muy interesantes entre la industria y el mundo non profit.
Su
desayuno: «Una tostada con aceite y embutido, pavo o queso, y un zumito
de naranja. ¿El café? No me gusta. A lo mejor dentro de unos años tenga
mejor paladar para él».
TÍTULO; COMO EMPEZO REALMENTE EL ESTADO,.
¿Cómo empezó, realmente, el Estado?
Todo
el mundo habla del inevitable debilitamiento del poder de los estados
autonómicos. Algo me dice que el proceso contrario es lo que ha ...
¿Cómo empezó, realmente, el Estado?
l
Todo el mundo habla del inevitable debilitamiento del poder de los estados autonómicos.
Algo me dice que el proceso contrario es lo que ha empezado: la pérdida
progresiva del poder del Estado hasta su desaparición. El Estado empezó
hace unos ocho mil años, con los primeros asentamientos sedentarios;
después de tantos años de nomadismo que se las arregló muy bien sin
Estado.
Todos los estudios sobre la memoria a largo plazo apuntan a
una debilidad congénita para recordar con detalle lo que estábamos
haciendo entonces. Las investigaciones disponibles muestran que
el recuerdo es muy exacto para reproducir en la memoria las grandes
tendencias, pero no le pidamos peras al olmo buscando recuerdos precisos
de cómo era la mujer más bella que conocí cuando tenía veinte años o la
bici azul que me regalaron cuando tenía doce años para ir al Instituto a
pasar el día con los curas el hermano Cebolla, entre otros.
Digan lo que les digan los escritores, la verdad es que no sabemos cómo era nuestro colectivo indígena hace ocho mil años. Si
estamos hablando del Homo sapiens y no de los neandertales, podemos
asumir que los hombres eran más bajitos de lo que somos ahora; nos
costaba algo más de esfuerzo concentrar la mirada y dormíamos con la
manada. El mayor cambio tiene que ver con la esperanza de vida, que aumenta ahora dos años y medio todas las décadas.
¿Cómo
empezó, realmente, el Estado? Es lógico pensar que, al optar por la
vida sedentaria, a los pocos años se generó un excedente agrícola que
era imprescindible proteger de los ladrones y curiosos. Aquel excedente
era de todos y, por lo tanto, había que protegerlo. Se empezó
con un porcentaje irrisorio de los cereales recogidos que se canalizaba
hacia el recién constituido Estado y se terminó con la situación
atrabiliaria actual, que define al mundo moderno, de un Estado todo
poderoso que se queda con un porcentaje muy apreciable de toda la
energía producida, de todo el tráfico rodado, de todo el valor asignado a
los viejos y nuevos productos. Ese Estado tenía un poder
inconmensurable hasta que nació el poder autonómico, empeñado en hacerse
un sitio en el rellano del acomodamiento.
En el cuidado del
excedente se contó pronto con la ayuda de los gatos encargados de
combatir a los ratones; los perros habían sido domesticados unos veinte
años antes, pero nunca habían hecho gala de la tenacidad con que los
gatos asediaban a los ratones, que proliferaban cerca de los graneros. La
domesticación de esos animales desempeñó un papel importantísimo en el
propio despertar del hombre: de ellos aprendimos, con toda seguridad, a
fijar la atención, a imitar lo que los demás estaban haciendo y hasta a
empatizar con ellos; en eso está la base de lo que hoy llamamos
'aprendizaje social y emocional'.
El gran misterio es el
de haber abdicado en el control del poder del Estado. Sin comerlo ni
beberlo más bien gracias a una crueldad refinada de los que contaban
con el poder, muy pocos gozaban del privilegio de no alimentar con sus
impuestos al número creciente de funcionarios. Las redes sociales fueron
la gota que colmó el vaso insaciable del poder. Hace ya más de
diez años, un exministro de Hacienda me contó antes de morir: «No se te
ocurra nunca esconderle nada al Estado, porque lo saben todo de
antemano».
Afortunadamente, el Estado de verdad
ha chocado con su hermano pequeño: el Estado de las autonomías. Este
último se aplicó con timidez y falta de competencia en expoliar, pero
antes de veinte años le ganará en todo a su padrino y maestro, hasta
arrebatarle todo el señorío.
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