La última superviviente del desplome de Bangladesh recibe el alta
Reshma, que estuvo 17 bajo los escombros, cambiará su trabajo de costurera por uno en un hotel,.
La costurera que sobrevivió 17 días bajo los escombros
de un edificio que se derrumbó en Bangladesh a finales de abril fue
dada de alta este jueves y se incorporará pronto a un nuevo trabajo en
un hotel de lujo, informó a Efe una fuente del sector textil.
Reshma, de 18 años, abandonó el centro médico tras casi un mes ingresada, con una ceremonia de despedida a la que acudieron las autoridades y representantes del sector de la confección.
"La joven fue dada de alta hoy y se incorporará a trabajar a un hotel de lujo en Bangladesh", dijo Atiqul Islam, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Bangladesh.
Islam afirmó que la antigua costurera se unirá a la cadena de hoteles Westin.
El hallazgo de Reshma fue recibido como un milagro, pues los equipos de rescate habían dado por perdida la esperanza de hallar supervivientes en el siniestro, que ocurrió el pasado 24 de abril en el suburbio industrial de Savar, junto a Dacca.
El derrumbe del edificio que alojaba cinco talleres textiles, entre ellos varios que trabajaban para marcas internacionales, causó la muerte de 1.127 personas, lo que lo convierte en el peor desastre industrial del país asiático.
La tragedia puso de manifiesto las malas condiciones de los trabajadores de este sector en Bangladesh y desde entonces se han tomado medidas para paliar la situación.
Este jueves mismo el Gobierno bangladesí anunció la creación de una comisión que decidirá la subida del salario mínimo de los trabajadores del textil peor pagados del mundo con 29 euros mensuales.
Segundo exportador mundial de textil detrás de China, el sector de la confección representa el 78 % de las exportaciones con unos 19.000 millones de dólares anuales de Bangladesh y da trabajo a 4 millones de personas, la mayoría mujeres.
Reshma, de 18 años, abandonó el centro médico tras casi un mes ingresada, con una ceremonia de despedida a la que acudieron las autoridades y representantes del sector de la confección.
"La joven fue dada de alta hoy y se incorporará a trabajar a un hotel de lujo en Bangladesh", dijo Atiqul Islam, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Bangladesh.
Islam afirmó que la antigua costurera se unirá a la cadena de hoteles Westin.
El hallazgo de Reshma fue recibido como un milagro, pues los equipos de rescate habían dado por perdida la esperanza de hallar supervivientes en el siniestro, que ocurrió el pasado 24 de abril en el suburbio industrial de Savar, junto a Dacca.
El derrumbe del edificio que alojaba cinco talleres textiles, entre ellos varios que trabajaban para marcas internacionales, causó la muerte de 1.127 personas, lo que lo convierte en el peor desastre industrial del país asiático.
La tragedia puso de manifiesto las malas condiciones de los trabajadores de este sector en Bangladesh y desde entonces se han tomado medidas para paliar la situación.
Este jueves mismo el Gobierno bangladesí anunció la creación de una comisión que decidirá la subida del salario mínimo de los trabajadores del textil peor pagados del mundo con 29 euros mensuales.
Segundo exportador mundial de textil detrás de China, el sector de la confección representa el 78 % de las exportaciones con unos 19.000 millones de dólares anuales de Bangladesh y da trabajo a 4 millones de personas, la mayoría mujeres.
TÍTULO; PORTADA XL, LOS AMOS DE LA TELE
Silencio, por favor! ¡que vamos a grabar, hombre!». Resuena la voz grave y rotunda de José Sacristán, y todos callan para que él y yon ...
En portada Los amos de la tele
Sus rostros simbolizan el éxito actual de las series españolas. Pero también algo más. Esta reunión fuera de serie muestra la buena sintonía entre generaciones. Aprovechando el quinto aniversario de Bambú Producciones, 'XLSemanal' ha reunido a diez de nuestros más celebrados intérpretes para compartir experiencias, anécdotas de camerino, consejos y alguna que otra carcajada.
Silencio, por favor! ¡que vamos a grabar, hombre!». Resuena la voz grave y rotunda de José Sacristán, y todos callan para que él y yon Gonzalez puedan iniciar su entrevista.
Un segundo después, un rumor de risas se extiende entre los actores y las actrices reunidos por XLSemanal y Bambú Producciones en un estudio fotográfico madrileño. Sacristán, a sus casi 76 años, es el más veterano de todos, un intérprete cuyo áspero y sarcástico sentido del humor forma parte indeleble del imaginario colectivo de todos sus colegas (y del resto de los españoles, claro). Por eso, cuando Sacristán pide silencio, nadie se toma muy en serio su severidad y su rudeza. Probablemente, evocan alguno de los cientos de personajes a los que el actor nacido en Chinchón (Madrid) ha dado vida a lo largo de los últimos 51 años. Es como si estuvieran en familia. «Es que en esta profesión -subraya su colega Jesús Olmedo, 35 años más joven- se crean unos vínculos muy intensos. Compartimos emociones muy fuertes. Terminas un rodaje o una gira, te vas a casa y notas que te falta algo».Trabajo es lo que no les falta a ninguno de ellos, circunstancia que en estos tiempos de crisis y de presión fiscal sobre la cultura muchos agradecen a la televisión. «La tele está quitando el hambre a un montón de gente. La mayor contratación ahora está ahí», señala Sacristán, embarcado en el rodaje de Galerías Velvet, la nueva apuesta de Antena 3 para el otoño y el regreso del madrileño al ámbito catódico desde la serie Este es mi barrio, 16 años atrás.
Lejos quedan aquellos tiempos en que la pequeña pantalla parecía degradar a quienes osaban aparecer en ella. «A los actores de televisión se los consideraba de segunda categoría. Esto ya no es así señala Lluís Homar. Hoy, además, es un enriquecedor punto de encuentro entre generaciones». Como muestra valgan estas
Emilio Gutiérrez & Paula Echevarría
"Como los grandes cocineros, nosotros también trabajamos para dar placer a los demás"
Los separan 35 años y los une una profesión en la que ambos se iniciaron al poco de cumplir los 20. La serie Gran Reserva, en cuyo rodaje se conocieron en 2009, les proporcionó a ambos sus últimos reconocimientos y una amistad que escenifican con naturalidad antela cámara.
XL. ¿La televisión es hoy un salvavidas para los actores?
Paula. Para mí, siempre lo ha sido. La tele me dio mi primera oportunidad; bueno, y la segunda, y la tercera [se ríe]...
Emilio. Yo siempre he trabajado en todos los medios a la vez, pero es cierto que hay muchas series funcionando... y eso está muy bien. Pero las perspectivas no son halagüeñas: la subida de impuestos, las bajadas de sueldo, los despidos y la inmensa deuda de RTVE no crean un clima propicio, pero, claro, es que el cine está peor aún.
XL. ¿Les ha enseñado este trabajo algo de sí mismos?
Paula. Que por muy difíciles que resulten las cosas soy una privilegiada. Trabajo haciendo lo que me gusta. No es un oficio al uso, implica pasión.
Emilio. Es que esta es una profesión diferente. Piensa en un cocinero cuya receta debe satisfacer a sus clientes. Nosotros también trabajamos para que a los demás les dé placer nuestro trabajo, lo necesitamos. Si no lo consigues, es que te tienes que dedicar a otra cosa.
XL. ¿Han hecho muchas cosas por amor al arte?
Paula. Literalmente [se ríe]. He hecho una película entera totalmente gratis. Pero es un sacrificio que te permite avanzar, porque quieres trabajar y seguir en la profesión a toda costa.
Emilio. Hay que pagar las facturas, pero, antes que por el dinero, sueles elegir por otros motivos.
XL. ¿Han tenido que vencer algún gran obstáculo para llegar hasta aquí?
Emilio. Lo habitual, supongo. Mi familia es del teatro... A ver, el día del estreno de una obra o el primero de un rodaje, no duermo. Pienso en no meter la pata, pero bueno, de ahí surge la responsabilidad de aprendértelo todo bien.
Paula. Al principio, me afectaba mucho si no me cogían en un casting. Pensaba: «Soy la peor». Y cuando me elegían: «Soy la mejor». Ahora sé que ni lo uno ni lo otro. Todo es más sencillo: encajas o no con lo que buscan. He ganado en seguridad... y en resignación [se ríe].
José Sacristán & Yon González
"Nunca pierdas de vista al crío que fuiste. Eso no es más que un juego"
Hay cosas que desconocían el uno del otro antes de esta entrevista. A saber: que, pese a llevarse medio siglo, ambos comparten un odio visceral hacia el fútbol, que los dos podrían haberse dedicado a la mecánica, que la Guerra Civil marcó a sus respectivas familias y que este otoño trabajarán juntos en una película. En el regreso de Sacristán a televisión con Galerías Velvet, el medio que se lo ha dado todo a Gonzalez, asistimos a un intenso encuentro entre generaciones.
XL. ¿Se conocían?
Yon. Bueno, nos saludamos en una presentación hace poco.
José. Pero, como quien dice, nos acabamos de conocer. Hoy ya hemos intimado más.
XL. Y estarán juntos en la próxima película de Nacho Velilla, Perdiendo el norte...
Yon. ¿De verdad? [A Sacristán]. ¿Tú también? ¡Pero qué buena noticia esta pregunta, oye! ¿No tienes más así? [se ríe].
José. Yo sí que la voy a hacer. Es como una actualización de Vente a Alemania, Pepe, y mi papel es parecido al que hice entonces del que venía de Alemania y le decía a Alfredo Landa que se fuera para allí. Ahora recibe a los que se van por la crisis. Suena bien y muy actual.
XL. Hablando de crisis. ¿Es duro el mundo fuera de la televisión?
José. Mira, yo tengo el culo ya chamuscado de varias sillas eléctricas, como decían los castizos, pero me choca, gratamente, ver producciones como Galerías Velvet, con un presupuesto que es el copón bendito. Yo sigo haciendo cine, cosas hermosas, pero muy modestas, como El muerto y ser feliz o Madrid, 1987, mis dos últimas películas, cuya producción fue una heroicidad.
Yon. Hay algo importante que ha cambiado. Antes, los que hacían tele eran menospreciados por la profesión y la crítica. Ahora, los productores buscan a gente mediática para vender sus películas, y eso nos abre la puerta del cine a los que nos hemos criado en televisión.
José. Sí, ya no existe aquel prejuicio estúpido contra los de la tele. Es cojonudo compartir todo esto con gente joven que le echa dos cojones.
XL. ¿Les ha enseñado algo su profesión de sí mismos?
Yon. Yo he conocido partes inéditas de mí a través de mis personajes. En El internado hice un personaje muy intenso durante cuatro años. Al final, tanto tiempo, hubo momentos en que me vi un poco perjudicado por ese cabrón. ¿Nunca te ha pasado?
José. No. Pero es que cuatro años seguidos es mucha tela. Yo lo que hago es no perder de vista al crío que fui. Esto es un juego, nada más y nada menos; el juego de hacer creer al otro que eres el que no eres y hacer que algo le pase. Yo salgo y digo: «Ahora, te jodes, vas a llorar». Y: «Ahora, te jodes, vas a reír». ¡A jugar!
XL. ¿En el escenario se siente como en el patio del colegio?
José. Sí, sí. Lo aprendí de joven de Fernando Fernán Gómez. Cada vez que piso el escenario, echo mano del crío que fui.
XL. ¿Y ante la cámara?
José. Más aún. Es más sensible, inteligente, y más de todo que el más sensible e inteligente de los espectadores. A la cámara debes darle la información exacta, ni más ni menos, es implacable, te desnuda.
Yon. A mí lo que me encanta de este curro es que, aunque por fuera muestres sufrimiento, por dentro estás gozando como una perra.José. Pero en este oficio siempre hay una diferencia, a peor, entre tus intenciones y el resultado. Tienes tus modelos: Marlon Brando, Bogart..., y dices: «Eso lo hago yo. Está chupado». Y no.Yon. Tú, sí; tú, sí.José. No siempre, quiero decir [se ríen los dos].
XL. ¿Han vencido algún miedo para dedicarse a esto?
José. Inseguridad, nervios; porque en este oficio siempre estás empezando. ¡Y pobre del que crea que ya lo sabe todo! Si te instalas en alguna forma de seguridad, la cagas. El encuentro con el personaje es un descubrimiento amoroso, un salto al vacío; hay que ir en pelota picada. Si merece la pena, ¡ojo!, porque a veces, como hay que pagar los recibos, pues te haces cargo de algún imbécil.
XL. ¿Y hay que hacer muchos imbéciles para vivir de esto?
José. Los menos posibles. Pero no siempre puedes elegir.He hecho personajes muy interesantes; otros, menos; y otros, nada interesantes.
XL. ¿Una característica suya que no les agrade?
Yon. Yo soy un poco cabezón.
José. Yo tengo un alma de portera que no me la merezco. Soy un sentimental que desprecia el sentimentalismo. Padezco labilidad emocional.
Yon. ¿Y eso?
José. Hay situaciones de debilidad emocional que me causan alteraciones dermatológicas, oftlamológicas, es una cuestión nerviosa. A veces, una gilipollez que a otro se la suda pues a mí me hace puré.
XL. ¿Su posesión más preciada?
Yon. Mi Harley Davidson. La cuidaré hasta que me muera.
José. Mis álbumes de cromos de cuando era crío. Los conservo como oro en paño.
XL. ¿De futbolistas?
José. No, no, de actores, al fútbol que le follen, hombre.
Yon. Sí, ¡asco de negocio!
José. También tengo un cuadernito de cuando mi padre estuvo en la cárcel. Los presos hacían tertulias y mi padre copiaba poemas con una letra muy pequeñita. Coincidió con Miguel Hernández y Buero Vallejo. En Ocaña.
Yon. ¿Por rojo?
José. Sí, sí. Claro.
Yon. Mi abuelo también, por la política. Casi lo fusilan.
XL. ¿Es necesario mentir?
José. ¡Mucho! El ser humano debe combinar ciertas dosis de cinismo y piedad con uno mismo. Si no, es que no sobrevives.
Manuel de Blas & Jesús Olmedo
"Arriesgarse, vivir, aprender y echar para adelante. No temas al fracaso"
Treinta y un años los separan. Premio Nacional de Teatro el más veterano, uno de nuestros actores más televisivos el más joven. De Blas y Olmedo son ahora padre e hijo en Gran Reserva: El origen. Fuera de cámara, sin embargo, son algo más que eso.
XL. Ustedes ya se conocían, ¿no?
Jesús. Hace 17 años haciendo Los borrachos. Él era el prota y yo, un mico; mi primera gira de teatro. No volvimos a vernos hasta esta serie. Yo le decía a mi chica: «¿Se acordará de mí?». Nos vimos en maquillaje y fue: «Olmedooo». «¡Don Manuel!». Manuel. Él era como ahora, espectacularmente guapo [se ríe Olmedo].
XL. Antes, los actores se curtían en el teatro; ahora, la gente empieza en televisión...
Manuel. Sí, pero quienes tienen talento... [llega Amaia Salamanca].
Jesús. Una interrupción para decirle a esta mujer lo fea que está.
Manuel. ¡Es que distraes a cualquiera! [se ríen]. ¡Qué chavala! ¿Qué decía? Ah, sí, que los actores que quieren dedicarse a esto para toda la vida tienen que hacer teatro. Hay mucha gente que solo hace televisión y eso no es bueno.
XL. ¿Ya no se mira con desdén a los de la tele?
Manuel. ¿Sabe por qué no se contaba antes con ellos? Porque el público no iba al teatro a ver a alguien que ya veía en el salón de su casa. Ahora, sin embargo, el atractivo está en que tu cara sea conocida. También es cierto que ya no existe aquello de las grandes figuras del teatro.
Jesús. Ahora, los mejores guiones están en la tele. Grandes superproducciones como Imperium, rodada en Cinecittà y por todo lo alto, son impensables en cine. O Gran hotel, son series que se venden muy bien en el exterior [aparece Sacristán].
Sacristán. Don Manuel, ¿cómo está usted? [ve la grabadora]. Luego lo veo, que anda ocupado.
Manuel. Ahí, en esa puerta [señala al camerino], es donde nos ponen monos.
Sacristán. Pues ahí voy, a que me embadurnen.
XL. ¿Algún lema al que les guste atenerse en su vida o su carrera?
Jesús. Carpe diem, aprovecha el momento.
Manuel. Uno de Samuel Beckett: «Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor» [sonríe]. Arriesgarse, vivir, aprender, soportar y echar para adelante. No tengas miedo al fracaso.
Lluís Homar & Amaia Salamanca
"Evolucionar no es una línea recta y corta, sino un torbellino, una carrera de fondo"
La princesa Letizia y el rey. Ambos han encarnado a miembros destacados de la realeza y eso, aseguran, «une mucho». La actriz española que mayor impacto ha causado en los últimos años y uno de nuestros actores más prolíficos y versátiles se conocieron, revelan, en un hotel. Un gran hotel.
XL. No todos los días se sienta uno con la princesa Letizia y el rey Juan Carlos...Amaia. Te quejarás, ¿eh? ¡Menuda exclusiva!
Lluís. Sí, sí, estamos muy unidos [carcajadas].
Amaia. ¿Te puedo llamar suegri? [se ríen].
Lluís. Dudo que ellos tengan esas confianzas.
XL. ¿No se conocerían en un palacio?
Amaia. No, pero fue muy bonito. Noche de verano, bajo la Luna... [sueltan una carcajada].
Lluís. No, en serio. En un palacio no, pero sí en un Gran hotel. Rodando la serie, vamos.
XL. ¿Han tenido que vencer algún miedo para dedicarse a esto?
Amaia. Al ridículo, a que no guste lo que hago. Por eso siempre voy con pies de plomo.
Lluís. Es que los actores somos grandes tímidos y eso conlleva un miedo importante a cagarla. Todos dicen: «¡Disfruta en el escenario!». Para mí, el placer viene cuando acabo y ya estoy con la cañita en la mano [se ríe].
XL. ¿Algo que esté hoy sobrevalorado?
Amaia. Los premios no te hacen mejor.
Lluís. La idea del éxito. ¡Cuidado! Evolucionar no es una línea recta y corta, sino un torbellino, una carrera de fondo.Amaia. En los días de Sin tetas no hay paraíso, que fue un bombazo, todo el mundo me preguntaba que cuándo me iba a Hollywood. Yo tenía 22 años. ¡Acababa de empezar, por Dios! Estamos todos locos.
XL. ¿Una característica suya que no les guste?
Amaia. Soy impaciente y perfeccionista. A veces pierdo los nervios. Nada agresivo, pero...
Lluís. Sufro, luego existo. Ojalá fuera un poco menos sufridor. Con los años creo que lo voy manejando, pero sí, sí...
Ángela Molina & Miguel Ángel Silvestre
"Las películas son como los hijos, dejan huella que no se olvidan"
Mastroianni, Buñuel, Harvey Keitel..., como un torrente desbocado, los recuerdos de Ángela Molina evocan momentos y nombres memorables del cine mundial. Junto a ella, Miguel Ángel Silvestre, un hombre condenado a un apodo, -el Duque- que, a la hora de expresarse, prefiere hacerlo ante la cámara.
XL. ¿Qué les ha enseñado su profesión de sí mismos?
Ángela. Estaba haciendo COU cuando empecé, así que mi profesión siempre ha sido mi vida y me ha ayudado a conocerme poco a poco.
Miguel. A escuchar y observar a la gente que no tiene nada que ver conmigo. En el estrés y la tensión de cada personaje abordas muchos de tus miedos y afloran muchas facetas de ti que desconoces.
XL. ¿Algún miedo concreto?
Miguel. Bueno, no sé [piensa]. Mejor pasar a otra pregunta...
Ángela. Miedos, no. Con cinco años ya salí con mi padre en una película [Café de Chinitas, 1960], así que nunca me asustó nada.
XL. Y su primera actuación profesional, ¿la recuerda?
Ángela. Mi primera película, No matarás. Recuerdo la primera toma que hice: bebía agua de una fuente en un día muy soleado. Al verme allí, me pareció todo tan hermoso que pensé: ¡Dios mío, esto es la hostia! Si el público va a disfrutar tanto como yo ahora mismo, aquí me quiero quedar yo, este es mi trabajo. Me sentí como pez en el agua.
Miguel. Yo, con 20 años, en el teatro Raval de Castellón, con Verdadero Oeste.
XL. ¿Le impresiona estar junto a gente como Ángela, Sacristán o Gutiérrez Caba?
Miguel. Tampoco me paraliza, pero es raro coincidir con ellos; he crecido viéndolos trabajar. Me gusta la serenidad con la que ven esta profesión después de los años.
Ángela. Trabajar con gente a la que admiras es genial. Recuerdo cuando hice El ladrón de niños [1991] con Marcello Mastroianni y Michel Piccoli, que siempre andaban vacilando sobre quién había hecho más películas. ¡Y ambos iban por más de 200! Alucinaba.
XL. Usted lleva más de 130...
Ángela. Sí, sí... Es que soy muy mayor y no he parado. Las películas son como hijos, dejan huellas que no se olvidan. He trabajado con Buñuel, Rabal, Keitel, Depardieu, Mortensen...
XL. ¿La característica suya que menos les gusta?
Ángela. Me vendría bien ser más reservadita [se ríe].
Miguel. No sé [piensa mirando a la mesa]. ¿Pasamos a otra?
Recetas fuera de serie
Televisión y alta cocina
Nació hace solo cinco años, de la mano de Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés, y ya ha producido algunas de las series más exitosas de nuestra televisión. Para celebrar este cumpleaños, Bambú Producciones ha organizado la Bambú experience, una propuesta en la que cinco grandes cocineros -entre todos suman seis estrellas Michelin- y un repostero han preparado un viaje gastronómico por España inspirados en los escenarios de cada una de las emblemáticas series de la productora madrileña que más seguidores tienen en la pequeña pantalla. Francis Paniego nos traslada a La Rioja de la mano de Gran Reserva; Toño Pérez evoca sabores cacereños influenciado por Hispania; Jesús Sánchez nos sorprende desde la gastronomía cántabra de Gran hotel; Paco Roncero se inspira en Guante blanco y en Madrid; el italiano Andrea Tumbarello se lo guisa, y nosotros nos lo comemos, con Imperium; y, para rematar este menú autonómico, el repostero alicantino Paco Torreblanca se apoya en la dulzura de Galerías Velvet, la apuesta de la productora y de Antena 3 para la próxima temporada.
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