martes, 19 de junio de 2012

EL CORAZÓN DEL BOSS.

TÍTULO: EL CORAZÓN DEL BOSS.
 
A mitad de concierto, Bruce Springsteen tiró de castellano y pronunció las palabras mágicas. «Queremos dedicar esta canción a Nacho y a su familia. Está en nuestras plegarias». Hasta unos días antes, muy poca gente sabía quién era Nacho Hurtado, un fan mallorquín de 20 años que el domingo por la noche tenía que estar en la grada del Santiago Bernabéu. Pero a los 18 años había enfermado de cáncer, había dejado la carrera de Ingeniero de Caminos, se había curado y había recaído. El pasado 16 de mayo, su cumpleaños, se había venido arriba con un regalo muy especial: dos papeles que guardaban un sueño, unas entradas para ver a su ídolo en el concierto del Bernabéu. No llegó. El 7 de junio, Nacho dejó para siempre los conciertos y todas las cosas de este mundo en general. Después de una campaña conmovedora de sus amigos bajo la etiqueta #vaportinacho en Twitter para que Springsteen se acordara del joven, nadie dudaba que el mallorquín estaba presente en el concierto. Le dedicó la canción, el estadio rugió y sonaron los primeros acordes de 'The River' demostrando dos cosas: que si hubiera una máquina de medir energías hubiera reventado y que los tipos duros también tienen corazón.
Todos lo estaban esperando. Sabían que si no le rendía ese homenaje sería porque no se había enterado, pero al Boss no se le había escapado el tema de #vaportinacho. Le llegó por varias fuentes, pero a la primera ya había dicho sí y se preparaba un momento mágico dentro de un concierto, histórico. Fue el más largo de toda su carrera, duró tres horas cuarenta y ocho minutos (con cuatro minutos de descanso) y muy probablemente quedará en los anales de los generosos directos del músico de Nueva Jersey, una experiencia brutal en la que no solo hay música.
El chispazo emocional del brindis al cielo antes de cantar 'The River' se enmarca dentro de la línea más sensible que ha tomado la gira europea (y más concretamente española) de Sprinsgteen, un escenario en el que pasa de todo y en el que el artista, subido al trono de la música es capaz de hacer lo que quiera ante su gente, incluido dedicarle el concierto de Sevilla al movimiento indignado y acordarse en Madrid de «la gente que ha perdido el trabajo y sus casas». «Mi corazón está con vosotros, con todos los que están luchando en España», dijo el domingo.
Detrás del niño
Él mismo ha pasado de ser un cantante para convertirse en un sentimiento que se extiende a lo largo de varias generaciones. Por el artista no pasa el tiempo, pero por sus admiradores, sí; así que llenan estadios los enanos a los que sus padres han criado a base de su música. ¿Por qué no sacarlos al escenario? En San Sebastián lo hizo. El chaval no tendría más de seis o siete años, pero lo subió sobre las tablas, lo plantó allí delante de miles de personas y lo tuvo que perseguir porque, obviamente, el crío echó a correr. Después, cantaron juntos la de 'Waiting for a Sunny Day' (Espero un día soleado) con un temple de persona mayor. «Hacía tiempo que no corría así de rápido detrás de un niño», bromeó el cantante, que en otra canción acostumbra a sacar a bailar a niños que están entre el público, aunque alguna vez en lugar de uno o dos se le presenten diez y la escena se convierta en una suerte de romería rockera. Las chicas también saben lo que es subir al escenario. Ellas salen a escena cuando suena 'Dancing in the dark', emulando a aquella Courtney Cox que el propio Springsteen sacaba a bailar en un legendario videoclip grabado hace más años de los que le gustarían al cantante. En los últimos conciertos ha invitado a su madre Adele (de 90 años y evidencia de que la juventud del Boss es genética), a su hermana Pamela con la que se marcó un histórico agarrado y a otras chicas a las que tuvo que bajar del escenario ante un ataque insoportable de gritos. Uno de los detalles más curiosos se produjo en Frankfurt, cuando el artista se acercó al público. Mientras cantaba 'Spirit in the night', arrodillado estrechaba decenas de manos cuando de pronto tomó un teléfono de una de ellas. Vio en la pantalla que había alguien al otro lado y le cantó la canción para él en riguroso directo. Después, lanzó el teléfono al público. No se sabe si el dueño lo recuperó, pero su amigo tiene una gran historia que contar.
 
El Señor José María el de La Tienda Chica de Castuera al leer esta noticia opina que el cantante tuvo un buen detalle con el chico que sufre cáncer y le canto una bonita canción para que siga luchando, etc.

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