sábado, 25 de mayo de 2013

PROTAGONISTA, COMIENZA LOS ENSAYOS DE FUEGOS QUE SE REPRESENTARÁ EN MÉRIDA,./ TENDENCIAS,. EL PRINCIPE DE ASTURIAS PARA LA FOTOGRAFA DE ESTRELLAS,./ MUERE MOUSTAKI, EL CANTAUTOR DEL MEDITERRÁNEO,.

TÍTULO: PROTAGONISTA, COMIENZA LOS ENSAYOS DE FUEGOS QUE SE REPRESENTARÁ EN MÉRIDA,.

 COMIENZA LOS ENSAYOS DE FUEGOS que se representará en Mérida,.

Europa Press

  1. Comienzan los ensayos de 'Fuegos', que se representará en Mérida

    Han comenzado en Madrid los ensayos de Fuegos , el primer gran estreno del 59 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida que se ...foto,.

    Han comenzado en Madrid los ensayos de 'Fuegos' , el primer gran estreno del 59 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida que se representará entre el 10 y el 14 de julio. Cayetana Guillén Cuervo, Carmen Machi, Nathalie Poza y Ana Torrent serán las cuatro actrices que pongan voz a la escritura de de Marguerite Yourcenar y darán forma a este espectáculo concebido a partir de los monólogos intimistas y desgarradores que la escritora vertiera en la obra tras una ruptura amorosa.
    El director de 'Fuegos' es José María Pou, que ya estuvo como actor el año pasado en la escena del Teatro Romano de Mérida y que es uno de los grandes personajes del teatro español actual.
    'Fuegos' es una colección de prosas poéticas inspiradas en los mitos griegos, donde la voz íntima de la escritora se revela de la manera más clara y sin pudor. La autora deja de lado su figura públicamente tímida y reservada para mostrar sin ninguna vergüenza la herida abierta de su decepcionante su historia de amor con el joven editor y autor André Fraigneau.
    El resultado es una colección de monólogos expresados por figuras del mundo clásico que tienen como elemento unificador una serie de interludios en primera persona extraídos del diario personal de la autora. En lo que respecta al desarrollo de la obra, una de las actrices interpretará a la voz de la propia Yourcenar, mientras que las otras tres serán las creaciones de su imaginación, personajes femeninos clásicos en los que la autora ahonda en su melancolía amorosa: Clitemnestra, Safo, María Magdalena. Los textos estarán hilvanados con fragmentos de sus poemas de 'Las caridades de Alcipo' y algunas citas de material documental.
TÍTULO:TENDENCIAS,. EL PRINCIPE DE ASTURIAS PARA LA FOTOGRAFA DE ESTRELLAS,.

El Príncipe de Asturias para la fotógrafa de las estrellas.

 La primera estrella del fotoperiodismo, Henri Cartier-Bresson, recomendaba poner la cabeza, el ojo y el corazón para fotografiar el instante ...

La primera estrella del fotoperiodismo, Henri Cartier-Bresson, recomendaba poner la cabeza, el ojo y el corazón para fotografiar el instante decisivo de una acción. Pero además de destreza, el fotógrafo debía tener algo de suerte y estar allí para poder contarlo. Annie Leibovitz (Connecticut, EE UU, 1949), que ayer ganó el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, unió su talento con la fortuna de retratar un hecho histórico en al menos dos ocasiones. Cuando captó al presidente de Estados Unidos Richard Nixon abandonando para siempre la Casa Blanca en helicóptero, después del escándalo 'Watergate', y cuando fotografió a John Lennon con Yoko Ono en su apartamento de Nueva York, cinco horas antes de ser asesinado en el mismo portal de su casa.
Ambas fotos firmadas por Leibovitz marcaban un hito en la historia. La de Nixon en retirada descubría el nuevo poder de los medios de comunicación para controlar a los políticos.Y la de Lennon hecho un ovillo al lado de su mujer exhibía el último capítulo de la contracultura procedente de los sesenta, que se cerró con este fin violento el 8 de diciembre de 1980.
Esta última imagen fue portada de la revista 'Rolling Stone', en la que entró a trabajar a los 18 años, y supuso también un giro a su trabajo, que después se centró en los retratos. Por el objetivo de esta fotógrafa, que goza del título de 'mejor pagada del mundo' en su profesión, han pasado las grandes celebridades globales, líderes políticos de primera magnitud, estrellas de Hollywood y del rock, y hasta la mismísima reina de Inglaterra, un encargo de la National Portrait Gallery del Reino Unido.
Leibovitz venció en las últimas votaciones del Príncipe de Asturias a la agencia de fotografía Magnum, fundada por Cartier-Bresson, y a la periodista inglesa Christiane Amanpour, de la CNN. Presidido por Víctor García de la Concha e integrado entre otros por Adela Cortina, Diego Carcedo y Enrique de Ybarra, el jurado considera a la ganadora como «una de las dinamizadoras del fotoperiodismo mundial». El premio está dotado con 50.000 euros y una escultura de Joan Miró. No demasiado dinero para una profesional que ha llegado a cobrar 100.000 dólares por un día de trabajo (unos 77.000 euros).
De raíces judías, Leibovitz nació el 2 de octubre de 1949. Como su padre, teniente coronel de la aviación estadounidense, tuvo distintos destinos por el mundo, Leibovitz empezó a utilizar la cámara para recordar los lugares donde había vivido. Por fin la familia se asentó en San Francisco. En una de sus universidades empezó a estudiar pintura, mientras seguía practicando la fotografía.
Cuando tenía 19 años, fotografió a Allen Ginsberg, poeta de la Generación Beat y patriarca de la contracultura, fumando marihuana mientras asistía a una manifestación contra la guerra de Vietnam. Un amigo le empujó a presentar la foto a la revista 'Rolling Stone', que había nacido un par de años antes en San Francisco. La publicaron como portada en el número de junio de 1970 y ahí empezó una relación profesional que terminó en 1983.
Relaciones y finanzas
La revista favorecía el nuevo periodismo y tenía entre sus estrellas a escritores rompedores como Hunter S. Thompson, que se metían a fondo y en primera persona en la historia que estaban contando. Leibovitz adoptó una posición similar. En vez de fotografiar un concierto desde la barrera se fue de gira con los Allman Brothers y los fotografió durmiendo en la furgoneta. En 1975 repitió la experiencia con los Rolling Stones, a los que retrató arreglando la tele de la habitación del hotel y también de fiesta. De aquella gira, la fotógrafa salió con un problema de adicción a la cocaína que después curó.
Pero además de retratar la contracultura más chic, Leibovitz también ha trabajado con las grandes estrellas del cine en poses atrevidas y comentadas, sobre todo desde que entró en la nómina de 'Vanity Fair'. La imagen de Demi Moore desnuda y embarazada tuvo un gran impacto cuando fue portada de esta revista en 1991. La piel negra de Whoopi Goldberg apareció en una bañera llena de leche; y un Sylvester Stallone desnudo adoptó la pose de 'El pensador' de Rodin.
Fotógrafa también para grandes marcas, la vida privada de Leibovitz saltó al escaparate público a raíz de su relación con la escritora Susan Sontag. Se conocieron cuando fue a hacerle un retrato para la portada de uno de sus libros, 'La enfermedad como metáfora', y vivieron durante quince años en casas separadas aunque una frente a la otra.
Madre de tres hijos, uno de ellos por inseminación artificial y los otros dos mediante vientres de alquiler, Leibovitz acompañó a Sontag hasta su muerte de leucemia en 2004. Gracias a ella volvió al fotoperiodismo, a la guerra de Yugoslavia y sus atrocidades. Nunca se supo el alcance de su relación; es decir, si hubo o no sexo, una ambigüedad muy criticada por los gays.
De su ámbito privado, los periódicos de su país han seguido al detalle sus últimos problemas financieros. En 2009 pidió un crédito de 15,5 millones de dólares para hacer frente a sus compromisos y puso como aval casas de su propiedad y los derechos de toda su obra. Después de varias peleas judiciales y renegociaciones de su deuda, en diciembre de 2012 puso en venta su casa del Greenwich Village neoyorquino por 33 millones de dólares. 

TÍTULO: MUERE MOUSTAKI, EL CANTAUTOR DEL MEDITERRÁNEO,.

MUERE MOUSTAKI, EL CANTAUTOR del Mediterráneo

EFE
Muere Moustaki, el cantautor del Mediterráneo

-foto--Cantaba Georges Moustaki que su infancia estaba muy lejos y ya no le quedaba demasiado tiempo. Lo hacía cuando aún estaban recientes,.

Cantaba Georges Moustaki que su infancia estaba muy lejos y ya no le quedaba demasiado tiempo. Lo hacía cuando aún estaban recientes los ecos de Mayo de 68, las barricadas y el sueño realista de pedir lo imposible. Hace unos meses, el más mediterráneo de todos los cantautores -nacido en Egipto, de origen griego y judío, conocía media docena de idiomas, los más importantes de cuantos se hablan en ambas orillas- fue consciente de que ya era demasiado tarde para plantar cara a la muerte y abandonó su buhardilla en la parisina isla de San Luis, donde había vivido desde los años setenta, para irse a Niza. Huía del frío, la contaminación, la humedad y el invernal cielo gris de la capital gala para llenar sus ojos con la luz del mar que tanto amó y retrasar en lo posible el hachazo final del enfisema pulmonar que ayer acabó con su vida. «Estaba sereno», fue el comentario lacónico de eso que se llama de manera confusa 'el entorno' cuando se anunció su muerte. Sereno y solo, habría que añadir. Lo había escrito en una de sus más célebres canciones, 'Ma solitude': «Ella estará ahí en mi último día, mi última compañera./ No, nunca estoy solo con mi soledad».
La canción que lanzó a la fama a Moustaki fue 'Le métèque', un autorretrato musical escrito pocas semanas después de la Revolución que resultó más influyente en su fracaso de lo que probablemente lo habría sido de haber triunfado. Allí se definía como extranjero, judío errante y pastor griego. Era todo ello, porque había nacido el 3 de mayo de 1934 en Alejandría, en el seno de una familia griega de origen judío que era propietaria de una librería. Se educó en el Liceo francés de la ciudad y siendo aún un adolescente se trasladó a París.
Allí se ganó la vida con oficios diversos: vendedor de libros de poesía a domicilio, camarero, periodista en sus ratos libres. Un día, el repartidor de Correos le entregó un paquete muy grande: era una guitarra que le enviaba su madre. Con ella empezó a cantar en los bares a cambio de unas monedas. Hasta que una noche conoció a Georges Brassens, ya un ídolo para los jóvenes bohemios y de izquierdas. El autor de 'La mala reputación' le animó a componer y cantar y el joven Moustaki quedó tan deslumbrado por su gigantesca figura que cambió su nombre (en el registro figuraba como Giuseppe Mustacchi) antes de subirse a los escenarios.
Con Edith Piaf
Si el encuentro con Brassens fue providencial, su relación con Edith Piaf no lo fue menos. Él la admiraba antes de conocerla. Cuando se encontraron, escribió para ella varias canciones, incluida 'Milord', y se convirtieron en amantes. Ella le sacaba casi veinte años y se había sumergido ya en la espiral de adicción a los medicamentos; él era un joven de 25, fuerte e impulsivo como un campesino griego. Muchos lo tomaron por un 'gigoló', como él mismo reconoció más tarde. En 1958 sufrieron un accidente de automóvil del que él salió sin apenas daños, pero la salud de Piaf sufrió un duro quebranto.
La carrera de Moustaki se consolidó en aquellos maravillosos años escribiendo para las mejores voces de la canción en francés: Serge Reggiani, Yves Montand, Dalida, Barbara y otros. Cuando, atendiendo un encargo, escribió 'Le métèque', se dio cuenta de que era una canción para sí mismo. La estrenó en 1969, y la evocación del extranjero llegado del Mediterráneo, capaz de soñar, «detener cada momento, parar el sol, parar el viento, vivir aquí la eternidad», era una herencia directa de los eslóganes que los estudiantes habían escrito junto a las barricadas de mayo.
Luego, Moustaki trabajó en el cine como actor y compositor, y en la televisión. Publicó canciones y libros, recorrió el mundo en motocicleta, descubrió que había belleza al otro lado del Atlántico -era un enamorado de Brasil-, apoyó todas las causas de la izquierda, se definió como perezoso ideológicamente, fue un reconocido seductor y con sus cabellos al viento, cada vez más blancos, y su voz rota, se convirtió en una leyenda de la cultura francesa.
Como tal, ejerció su influencia política hasta donde le fue posible. A comienzos de los ochenta, apoyó a Mitterrand en la campaña que lo llevó el Elíseo después de una larga travesía del desierto. Poco después participó también en algunos mítines de Felipe González, cuyo camino hacia el Gobierno era mucho más fácil. No sufrió decepción con la política de ninguno de los dos, explicó más tarde, porque tampoco esperaba mucho de ellos. Simplemente le gustaban más que sus rivales. El año pasado, ya muy enfermo y con serios problemas de comunicación, mostró sus simpatías por Poutou, el candidato de la extrema izquierda a la presidencia de Francia, con argumentos más personales que estrictamente políticos. La suya era la postura de quien en el fondo se siente ajeno a cualquier país y se inclina a perdonar las debilidades de todo ser humano.
Moustaki dejó los escenarios en 2009, aquejado de una enfermedad pulmonar. «No echo en falta cantar en público. Echo en falta cantar en la ducha», decía en una entrevista concedida a un diario francés el pasado febrero, cuando contemplaba el mar conectado a un respirador. Ya era consciente de que le quedaban muchas cosas por aprender pero no había tiempo. Ayer, sus fans recordaban una de sus frases que parece el epitafio perfecto: «He hecho de cada día de mi vida un festín».

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