lunes, 13 de mayo de 2013

DEPORTES REAL MADRID El Santos pedirá 50 millones por su parte de Neymar, el 55%,./ Una final sin prórroga y un corto magnífico

El Santos pedirá 50 millones por su parte de Neymar, el 55%TÍTULO; DEPORTES REAL MADRID,.

El Santos pedirá 50 millones por su parte de Neymar, el 55%,.

Un portavoz del club, en declaraciones a Globoesporte, ha asegurado que esa es la cifra mínima para comenzar a negociar por el delantero brasileño.

Una fuente del Santos ha hablado para Globoesporte y ha puesto precio al 55% de los derechos que poseen sobre Neymar-foto-: 50 millones de euros. Esa es la cantidad que el club espera que los posibles compradores pongan sobre la mesa para sentarse a negociar.
“Si nos dicen que pagan 50 millones de euros por nuestra parte y después el resto acepta, entonces nos sentaremos a negociar”, dijo la fuente anónima al medio brasileño.
La parte restante de los derechos de Neymar, un 45%, pertenecen al grupo inversor DIS (40%) y a la empresa Teisa (5%), mientras que su cláusula de rescisión es de 70 millones de euros.
En estos momentos Real Madrid y Barcelona son los equipos que han tomado la delantera para hacerse con los servicios del brasileño. El conjunto merengue, que estuvo cerca de ficharlo en 2011, ha vuelto a la carga para tratar de arrebatar al Barça un fichaje que hasta hace unos meses parecía hecho por la entidad azulgrana.
Como informa hoy AS, el Real Madrid ha echado el resto en su apuesta por Neymar, ofreciéndole cobrar 10 millones de euros, el mismo sueldo que Cristiano Ronaldo y un contrato de seis temporadas.

TÍTULO: Una final sin prórroga y un corto magnífico

El 18 de abril de 1971 se produjo un final de Liga verdaderamente singular. Se llegó a la última jornada con tres aspirantes al título: Valencia (43 puntos), Barcelona (42) y Atlético (41). El único de los tres que perdió ese día fue el Valencia, pero salió campeón… gracias al empate en Madrid entre el Atlético y el Barcelona. Con la derrota del Valencia, en Sarriá, cualquiera que hubiese ganado en el Calderón hubiera obtenido el título. El Barça, con 44 puntos. El Atlético, con 43 con ventaja de goal average. Pero empataron. Lo suyo fue una final sin prórroga.
Al Valencia, que llevaba 23 años sin conseguir el título, lo entrenaba Di Stéfano, que había hecho un equipo eficaz pero sin brillo. Mucha seguridad atrás, pocos goles y apenas algún jugador brillante. Pero funcionaba. El Atlético tenía esos años un gran equipo por atrás y por delante, había sido campeón el año anterior. El Barça estaba en el periodo pre-Cruyff, luchando por reconstruirse con caros fichajes nacionales (estaban prohibidos los extranjeros) y buenos jugadores de la cantera. Los últimos habían sido Pujol, Rexach y Martí Filosía.
Los dos partidos se juegan en simultáneo a las seis de la tarde con los campos a reventar. A Sarriá han ido muchos valencianistas, convencidos de que esta vez será. Al Valencia le basta empatar para ser campeón seguro, pase lo que pase. Pero si pierde, el que gane en el Calderón se llevará el título. Nadie piensa en la carambola que al final se produce. La Federación ha decidido que no haya noticias en los marcadores simultáneos de los estadios. Claro que para entonces ya hay transistores; no en número tan grande como los habría pronto, pero suficiente como para vulnerar el secreto.
El Valencia salta en Sarriá con Abelardo; Vidagany, Aníbal, Sol, Antón; Claramunt I, Forment, Paquito, Claramunt II; Sergio y Pellicer. Llevan una prima de 250.000 pesetas por ganar el partido. Enfrente, el veteranísimo Daucik alinea así al Español: Bertoméu; Osorio, Glaría, Carbonell, Ochoa; Lico, Solsona, Marín; Pepín, Lamata y José María. Ellos también tienen una enorme prima: la propia del club (entonces las primas iban partido a partido, no por objetivo final, como hoy) más las del Atlético y el Barcelona, que ambicionan el título. Arbitra Franco Martínez, al que debemos que desde su aparición todos los árbitros hayan sido conocidos por los dos apellidos. Antes, bastaba con escribir Escartín, Asensi, Plaza, Gardeazábal, Zariquiegui… Salvo apellido compuesto, como Ortiz de Mendívil. Pero a Franco se le añadió el Martínez para que en la prensa no aparecieran titulares del tenor de Franco robó el partido; Franco, fatal; Pañolada contra Franco, etcétera, etcétera. Así que Franco Martínez. Y desde entonces, seguimos conociéndoles a todos por los dos apellidos.
Distefano
Di Stéfano, técnico del Valencia, confirma en Sarriá el 1-1 del Atlético-Barça. / as
En Madrid, Marcel Domingo va con: Rodri; Melo, Jayo, Ovejero, Quique; Adelardo, Irureta, Alberto; Ufarte, Gárate y Salcedo. Un equipazo, ya les dije. El Barça lo entrena el flemático Vic Buckingham y salen: Reina; Rifé, Gallego, Torres, Eladio; Marcial, Fusté, Martí Filosía; Rexach, Dueñas y Pujol. Arbitra el asturiano Medina Iglesias.
En Sarriá, el Valencia juega nervioso y prudente; el Español no tiene mucho, pero arriesga más. En Madrid se ve más de juego, pero también hay nerviosismo por ambas partes. Lo más destacable en la primera parte es la lesión de Gárate, en choque con Reina, en el 40. Sale en camilla. Tras el descanso, su puesto lo ocupará Luis. En Sarriá también hay cambio en el descanso: Granero por el agotado Marín.
La tarde sigue espesa en los dos campos, sólo sostenida por la emoción, hasta que en el 59, tras un córner botado por Rexach se producen unos rebotes y Martí Filosía, el eterno incomprendido del Barça de esos años, marca el 0-1. Aun así, el Barça no es campeón, el empate sigue en Sarriá. Pero Buckingham ya tiene lo que quería, sustituye a Dueñas por Asensi y echa el equipo atrás. Pronto llega una buena jugada de Salcedo con centro a Luis, que marca el 1-1. Júbilo en el Atético, que vuelve a tener esperanza. En eso empieza un run-rún que viene de los transistores: ¿Qué ha pasado? ¡Gol en Sarriá! ¿Gol en Sarriá? ¡De quién…! La noticia va corriendo y precisándose: gol del Español, ¡gol de Lamata! Se produce un clamor en el Calderón.
Lamata, ex del Atlético, había cabeceado a la red un centro de José María justo dos minutos después de que Luis empatara. Así que el Valencia perdía en Sarriá, pero aún es campeón siempre y cuando nadie gane el partido de Madrid. Di Stéfano fuma y mira el reloj, mira el reloj y fuma, fuma y mira el reloj. También da gritos, claro. Y hace sus cambios para ir a por el partido: Poli por Sergio, Fuertes por Pellicer después. El Valencia ataca, pero no está hecho para atacar. Hay voluntad, pero una voluntad nerviosa. No juega bien.
En el Calderón, el público se enfada con el Barça, que se mete en su campo. ¿Para qué? Hay hasta quien piensa que ha echado mal las cuentas, que les basta el empate, pero no: igualados Valencia y Barça a 43 puntos, el Valencia gana por goal average. Entonces, ¿por qué no se mueve? El Atlético ataca, pero el Barça no se mueve. Abajo, los jugadores hablan: “¡Oye, que le estamos dando el título al Valencia!”. “Ya, ¿y…?”. La situación es paradójica, pero ¿qué hacer? ¿Parar el partido, sortear a cara y cruz quién se deja meter un gol? El Calderón se inquieta, se angustia, se indigna. El gol se roza varias veces. Reina para mucho. Fuerte, rápido, valiente para tirarse a los pies… Más adelante lo fichará el Atlético. Medina Iglesias se traga el pito en un penalti de Rifé sobre Salcedo. Muy cerca del final, Irureta bombea un balón sobre Reina que bota dos o tres veces cuando cae al suelo y acaba por rozar el poste. ¡Si no me muero hoy no me muero nunca!, gritan muchos.
En Sarriá sigue el ataque desordenado del Valencia. El Español manda el balón a la grada una y otra vez, retrasa los saques propios, roba tiempo como puede. El público presiente que asiste a algo excepcional. En eso, un murmullo crece y crece, hasta hacerse clamor. ¡Ha acabado el partido en el Calderón! Di Stéfano, que no ha permitido transistor en su banquillo, se vuelve hacia los espectadores de primera fila, con los índices de las manos levantados y las cejas arqueadas, en ademán de pregunta. Le dicen que sí, que ha terminado en el Calderón 1-1. Se lo dicen con alegría, porque el Barça no será campeón y porque a Di Stéfano se le quiere allí. Aquel fue el campo en que se retiró como futbolista.
Los minutos del descuento son de gestos de simpatía entre españolistas y valencianistas. El pitido final desata el júbilo ché. Los pericos son felices: han cumplido, han ganado, cobrarán triple prima ese día y no le han dado el título al Barça, los campeones son esos jabatos con quienes han compartido las últimas dos horas. La tarde más extraña ha concluido. Di Stéfano recibe felicitaciones de todos, incluido Daucik. Vic Buckingham pone cara de póquer en la sala de prensa del Calderón, Marcel Domingo le ataca indignado, le acusa de no haber hecho nada por ganar. En el Atlético hay tanto enfado que un empleado impedirá a Reina llegar a Gárate, por cuyo estado quiere interesarse. Eso indignará a Reina.
Veinte años después, un buen atlético, Pablo Olivares (guionista de la reciente y espléndida serie de Isabel la Católica), ofreció a la productora Samarkanda un guión que dio lugar a un corto artístico y fenomenal sobre aquella tarde. Lo dirigió Antonio Conesa, que aún recuerda feliz el día de Reyes en que recibió como regalo una equipación del Atleti y un balón de reglamento. Se titula Campeones, circula por ahí. Ahora, con el 110 Aniversario, el Atlético lo ha puesto de nuevo a circular. Búsquenlo, se lo aconsejo. Merece mucho la pena. El off final emociona: “Cada dos domingos, cruzando el puente hacia el Calderón rodeado de aficionados que agitan las banderas, me acuerdo mucho de mi padre. Sobre todo cuando perdemos”.

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