Cinco euros no dan para nada
EN
2001, justo antes de la entrada en vigor del euro (la moneda europea se
puso en circulación el 1 de enero de 2002) una barra de pan ...
EN 2001, justo antes de la entrada en vigor del euro (la
moneda europea se puso en circulación el 1 de enero de 2002) una barra
de pan costaba alrededor de 40 pesetas, que vienen a ser 27 céntimos.
Ahora, casi doce años y medio después, ese producto cuesta entre 0,50 y 1
euro en el mejor de los casos, de manera que si entonces uno se
acercaba a la panadería con un billete de cinco euros, podía comprar
hasta 18 barras, mientras que hoy esa cantidad de dinero no daría más
que para irse a casa con una decena debajo del brazo.
Ocurre porque en todo este tiempo se han dado una serie de
circunstancias que han reducido de manera considerable el valor del
dinero que llevamos en nuestros monederos. Para empezar, la puesta en
circulación de la moneda europea trajo aparejado un afán de redondeo al
alza que convirtió de la noche a la mañana las tiendas de todo a 100
pesetas en negocios de todo a un euro, sin que el comprador reparase
apenas en que la diferencia de precio entre una y otra opción era de 66
pesetas más. Sucesivas subidas posteriores de impuestos como las que ha
venido protagonizando el IVA y la pérdida de poder adquisitivo que ha
traído aparejada la crisis han hecho el resto. Hasta el punto de que la
inflación se calcula que ha crecido en Extremadura en torno al 35% entre
enero de 2001 y marzo de 2013, último mes del que el Instituto Nacional
de Estadística (INE) ofrece datos.
Es la cifra que se toma como referencia desde la Unión de
Consumidores de Extremadura, UCEx. Su portavoz, Roberto Serrano, indica
que el golpe más fuerte que sufrieron los bolsillos de los consumidores
tuvo lugar entre 2001 y 2005, con una subida de hasta el 24,45% en el
coste real de la cesta de la compra, al que siguió otra más ralentizado
del 1,58% entre 2005 y 2009.
«La primera subida fue tremenda y cosas tan cotidianas como
el café o una caña pasaron de costar veinte duros a un euro casi
instantáneamente. Posteriormente vino una temporada de estabilización,
pero quedó rota ante la subida de impuestos y la crisis, de manera que
las grandes cadenas de distribución no tuvieron más remedio que ir
bajando precios para mantener el consumo».
Una consecuencia práctica de todo este proceso es la que se
ha señalado al principio: los cinco euros, los que se pusieron en
circulación 12 años atrás, no se parecen ni de cerca a los de ahora. Y
no precisamente desde el punto de vista físico, después de que el Banco
Central Europeo cambiara de formato, sino, sobre todo, por la
devaluación que ha sufrido.
«El euro produjo una situación inflacionista y un efecto
sedante en la sociedad española, que no se ha dado cuenta de que con
casi el mismo sueldo ahora que hace seis años puede adquirir menos
productos destinando la misma cantidad de dinero», indica Julián Mora
Aliseda, profesor de la Universidad de Extremadura.
Algunos de esos nuevos billetes que hace un par de semanas
presentaba en sociedad Mario Draghi, el presidente del BCE, ya están
circulando entre los extremeños. Hasta las gasolineras de la región van a
ir a parar buena parte de ellos porque es la cantidad que más de dos y
tres conductores destinan a poner combustible en sus depósitos.
«Lo normal es que se gasten entre 10 y 20 euros, pero hay
más gente de la que se piensa que no pasa de cinco. Lo raro, lo
excepcional, lo extraordinario en estos momentos, es que alguien venga a
llenar el tanque y a quien lo hace somos capaces hasta de hacerle la
ola», asegura en tono irónico Casto Bravo, presidente de la Asociación
Extremeña de Estaciones de Servicio.
Ocurre a pesar de que hoy en día con cinco euros en una
gasolinera se pueden poner solamente entre dos y tres litros de
gasolina, que realmente dan para poco. Nada que ver con los 30 céntimos
por litro que la de sin plomo 95, la más utilizada, costaba en 2002 y
que daban para ponerle hasta 16 litros al vehículo con tan solo cinco
euros.
Con esa misma cantidad se acercan también clientes hasta
las carnicerías, uno de los establecimientos a los que se le puede sacar
más rendimiento a ese valor.
«La fruta y la verdura han subido más que la carne o al
menos que algunas carnes. Ninguno nos salvamos porque el cochinillo por
ejemplo está subiendo muchísimo y la ternera, que está carísima, ha
empezado a bajar. A pesar de todo la gente sigue comprando carne porque
si te organizas te cunde mucho y además te llena el estómago. La gente
no se lleva chuletones, por ejemplo, que ahí sí que se ha notado el
bajón en las ventas, sino que eligen entre otras muchas opciones que
ponemos a su disposición», indica José Bernal, carnicero de Plasencia.
Asegura que en estos últimos años y por culpa de la crisis
los clientes van a la compra con la lista en la mano y un presupuesto
ajustado. «A mí me han llegado a decir que venían con diez euros para
que les dijera qué podían llevarse, teniendo en cuenta que con lo que
les sobrase tenían también que pasarse después por la frutería».
Si se acude a la pescadería de Antonio Jaramillo en
Badajoz, la clientela se puede ir para casa con un kilo de algunas
especies más pequeñas porque, como él mismo dice, la verdad es que con
esa cantidad es difícil elegir.
«El pescado bueno, el de nuestras costas, se ha puesto caro
pero más que por una cuestión puramente económica porque la imposición
de vedas ha generado mucha escasez. Antes pedías lo que querías y te lo
servían y ahora sin embargo hay muchos días en los que no te pueden
traer todo lo que quieres. El primer año del euro -añade- sí que se notó
que subió todo, por el redondeo, pero luego hubo un estancamiento más o
menos relativo».
Asegura que sus clientes se han acostumbrado a no comparar
la diferencia de precios entre euros y pesetas, después de unos inicios
en los que era irremediable hacerlo.
Sin embargo, no ocurre siempre así y sigue habiendo quienes
a pesar del paso del tiempo echan mano del cálculo mental para saber lo
que tendrían que pagar en pesetas. Lo reconoce Isabel Corchuelo,
frutera pacense, que mantiene que «antes con 5.000 pesetas te arreglabas
y comprabas carne, pescado y además te pasabas por la frutería y puede
que te llevases incluso algo suelto para casa. Ahora sin embargo sales
con 50 euros en el monedero, que es mucho más dinero, y no te da ni para
la mitad».
La panadería tampoco da un excesivo juego cuando se acude
con esta cantidad en el bolsillo. Lo reconoce Fátima Pacheco, panadera
en Mérida, que apunta que de todas maneras es una cifra que no permite
hacer excesos en ningún tipo de establecimiento.
«Antes te daban muchas más oportunidades, ibas a un
supermercado y podías comprar unas cuantas cosas pero eso es ahora
impensable. Es la conversación habitual entre mis clientes, el pan
nuestro de cada día».
Salir es más caro
Donde no cunden casi nada los cinco euros de este 2013 es
en cuestión de extras y ocio. Los estancos y los bares son dos de los
establecimientos en los que más se advierte el cambio. El tabaco es de
hecho uno de los productos en los que más se ha acusado la diferencia,
hasta el punto de que con cinco euros no te llevas más que una cajetilla
o algún paquete de tabaco de liar, al que se han pasado muchos
fumadores porque resulta más económico.
«Si a mí me llegan a decir que un paquete de tabaco iba a
costar alguna vez casi cinco euros no me lo creo», asegura Ramón de La
Marta, empleado en un estanco de Mérida.
La misma cajetilla que tiene ahora ese precio no llegaba a
dos hace doce años. La subida en este producto ha sido tan espectacular
que este comerciante asegura que actualmente se fuma en función del
precio, de la capacidad adquisitiva de cada cual.
«No se ha dejado de fumar porque cueste más o menos dinero,
pero sí es cierto que se ha cambiado de marca, se ha pasado al tabaco
de liar o a otros cigarrillos como los puritos, que cuestan entre 2 y
2,80 y cunden más».
Conscientes de estos cambios de costumbres, lo cierto es
que prácticamente todas las marcas han diversificado su oferta y
presentan paquetes de 14, 20, 30, 40 y 50 gramos de hebras con precios
que van desde los 2, 55 hasta los 7 euros o más.
A la hostelería tampoco se le saca tanto provecho como
antes. Fue el sector que más notó el cambio de moneda desde el
principio, con un redondeo de los tradicionales café y caña a 1 euro que
los encareció nada más aterrizar.
Posteriormente se ha ido subiendo de precio, variando entre
unos y otros establecimientos aunque por regla general la progresión ha
sido la misma, cuenta Isidoro Martín, veterano camarero de Cáceres.
«Nada más llegar el euro el café se fijó en 1 euro y si era
de desayuno con tostada en 1,30. Ahora el café cuesta 20 céntimos más y
el desayuno completo 50 más».
No es el único ejemplo con el que ilustra lo que ha venido
ocurriendo en los últimos 12 años. Otro muy ilustrativo es con el que
explica que «antes con 5 euros te comprabas un bocadillo y una bebida y
ahora solo te da para lo primero».
Rastreo
Una consecuencia positiva de esta situación ha sido que los
consumidores han adoptado nuevos hábitos de compra que los expertos
venían recomendando desde antes, incluso, de que entrara en vigor la
moneda europea.
Desde la Unión de Consumidores de Extremadura se destacan
dos comportamientos adquiridos en este tiempo: a la compra no solo de
alimentación sino de cualquier otro tipo, se va con la lista hecha y no
se compra todo en el mismo establecimiento sino que se diversifica, se
rastrea y se compara en distintos negocios porque así se pueden
encontrar mejores precios en según qué productos.
Dos tendencias que han propiciado, incluso, la aparición de
un nuevo prototipo de comprador, el 'smart shopper' (comprador
inteligente) «que se caracteriza por ser planificador, racional y
ahorrador», apunta Roberto Serrano.
Gracias a ello las macrocompras con los carros a rebosar no
son tan habituales y los extremeños se van acostumbrando a buscar las
mejores fórmulas para el ahorro, aunque sea a base de patearse distintos
establecimientos. No se trata de un ejercicio inútil si se tiene en
cuenta que los cálculos de la UCEx determinan que se puede ahorrar hasta
un 45% en el presupuesto familiar si las compras se reparten.
TÍTULO: EL REY DE LA TIERRA APLASTA A FEDERER,.
Rafael Nadal disfruta de un excelente momento deportivo.
«Es más que un sueño», asegura él mismo. No se le puede reprochar nada.
Calificaciones: inmejorable en el juego si se le juzga por sus
actuaciones en Roma, feliz en la cancha si se le mide con las grandes
raquetas. Ni siquiera Roger Federer , el hombre que convierte el tenis
en arte, es capaz de discutir al hombre que suma 35 victorias y solo dos
derrotas en la arcilla de 2013. Es más, ni siquiera la rodilla que le
apartó siete meses de las pistas parece rival para el aguerrido español.
Seis títulos en ocho torneos señalan su lesión como un punto tan lejano
e inexplicable como su racha. ¿Habría pronosticado estos resultados en
los tiempos de lesión? «Supongo que os hubiera tratado de locos si
después de tanto tiempo sin competir y después de las dos primeras
semanas con resultados fantásticos pero con sensaciones bastante
negativas», respondió Nadal a TVE tras ganar en Roma.
Pero además de los torneos, en el camino de Nadal se
acumulan daños colaterales y las medallas individuales. La última
víctima en sucumbir fue Federer en el domingo romano. El suizo salió del
Foro Itálico aniquilado por la perfección inusitada de su adversario
más desmoralizador. En la arena italiana el español encadenó golpes a
las líneas que solo se explicarían con un imán en la pelota unido a
campos magnéticos, mientras que su rival repitió un abanico de errores
inhabituales que le sepultaron sin oportunidad de rebelarse.
En Roma, Federer solo pudo rendirse a la evidencia, al
juego cercano a la perfección del tirano de la tierra batida. Sin
piedad, el español vapuleó al número 3 del mundo y le empujó hasta la
desesperación con su precisión de francontirador. De nada sirvieron los
saques del suizo al revés de Nadal , ni el cambio de estilo del balear
con juegos más cortos y menos dejadas. Las 'derechas' del recién
ascendido al número 4 del ranking demolieron el físico y el espíritu del
talento de Basilea, que sumó hasta 15 errores no forzados y solo 11
puntos ganados con su servicio en un primer set tan perfecto para el
español como el que firmó contra Berdych en las semifinales. En 23
minutos Nadal le devoró sobre la arena romana (6-1).
Durante la segunda manga Federer trató de imponer algo más
de resistencia pero Nadal conservó la dirección del encuentro. Poco se
pudo adivinar del estado físico del balear porque no debió correr de
lado a lado de la pista como antaño. Dos roturas hicieron tambalearse al
suizo al comprobar que donde él se resbaló su rival flotó sobre la
arena. Federer repitió golpes con la madera y Nadal atrapó cada pelota
con una red que pareció un cazamariposas. A pesar de sus 17 errores no
forzados en el segundo set, Federer superó el naufragio en su primera
final del año y propició un intercambio más equilibrado. La resistencia
se extendió hasta la hora y siete minutos de partido porque el helvético
recuperó sus mejores golpes, le robó el saque y exigió a Nadal algo más
que sus latigazos con efecto. Pero el español acabó con cualquier duda
con una elevada infalibilidad que le supuso la conquista de Roma (6-1 y
6-3).
El próximo reto de Nadal es su primer 'Grand Slam' desde
que la rodilla le autorizó a competir. En menos de una semana pisará las
pistas de Roland Garros, la arcilla que le catapultó a la gloria y en
la que solo Robin Soderling osó eliminarle. Será su primer torneo a
cinco sets, la primera prueba de fondo con un cuadro de dos semanas.
Hasta ahora, solo David Ferrer ha logrado responder y generar arenas
movedizas frente a su estilo más agresivo, aunque el alicantino sucumbió
a la fortaleza mental de Nadal. Es el turno de medir al hombre que ha
emergido desde el océano para asustar a unos rivales cuya sorpresa
todavía les ha impedido contestar.
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