domingo, 7 de abril de 2013

LA TODAVIA MARQUESA,./ Los menonitas no tienen sitio

TÍTULO: LA TODAVIA MARQUESA:

La todavía marquesa

La todavía marquesaLo primero que uno se encuentra nada más cruzar la puerta del chalé de Marina Castaño en la madrileña urbanización de Puerta de Hierro es ...

La próxima boda de Marina Castaño no le obliga a dejar el título de ‘viuda de Iria Flavia’ que tanto le gusta utilizar. Y ya surgen las primeras críticas: «No tiene sentido, pero no hay forma legal de impedirlo»-foto,.

Marina Castaño y Enrique Puras llevan dos años de discreto noviazgo. El ‘sí, quiero’ será en junio en Madrid. /Gtresonline
Lo primero que uno se encuentra nada más cruzar la puerta del chalé de Marina Castaño en la madrileña urbanización de Puerta de Hierro es el título del marquesado de Iria Flavia que el Rey le concedió a Camilo José Cela, su difunto marido, en 1996. La condecoración resalta entre distintas fotos de la monarquía española y una cajita con las flores secas del entierro de Pío Baroja. Ese título enmarcado, al que el Nobel español tenía tanto aprecio, será precisamente ahora un testigo de excepción del tercer ‘sí, quiero’ de la periodista a sus 55 años. Porque la boda con el doctor Enrique Puras se celebrará en una ceremonia íntima en la casa que Castaño compartió con el escritor durante seis años en Madrid.
Marina Castaño cambiará de estado civil, pero podrá seguir utilizando el título de marquesa viuda de Iria Flavia que tanto le gusta... si así lo considera. La normativa en cuanto a honores nobiliarios no regula el uso de ‘viuda’ tras cualquier título. Es más bien una costumbre social heredada de hace siglos. Pero muchas voces critican que continúe echando mano de tan noble tratamiento cuando a ojos de todos –y sobre todo del Registro Civil– ya no constaría como ‘viuda de’. «No tiene sentido, pero si ella se quiere autodenominar así, no hay una manera legal de impedírselo», detallan fuentes cercanas a la Diputación de la Grandeza de España. No en vano, ni el Código Civil ni el Penal recogen mención alguna sobre esta cuestión. Hasta el punto de que la utilización de un título falso no conlleva ningún tipo de sanción.
Con su nuevo matrimonio quedaría también en el limbo su puesto en la Fundación de Iria Flavia. El escritor incluyó una cláusula en los estatutos en la que dejaba claro su deseo de que su mujer ocupara un puesto de relevancia. Eso sí, siempre que siguiese «viuda sin cambiar de estado o haber pactado obediencia a terceros». Pero ese artículo pasó a mejor vida tras la reconversión de la fundación en institución pública dependiente de la Xunta de Galicia. Entonces se modificó el reglamento y Castaño pasó a desempeñar el cargo de presidenta de honor. Con voz, pero sin voto. Las decisiones las toma directamente el consejero de Cultura del Gobierno gallego. Ahora, tras colocar el anillo en el dedo del doctor Puras, ese puesto puede peligrar. O no. Los nuevos artículos establecen que la presidencia de honor «será ocupada por Marina Castaño en su condición de marquesa viuda de Iria Flavia». Y si la ‘marquesa viuda’ sigue utilizando su ‘marquesado’ sin limitaciones, quizás ese resquicio legal le podría asegurar su sillón honorífico en la que llegó a considerarse la fundación de autor de más rico patrimonio en España.
Líos judiciales
Pero su lista de problemas no concluye ahí. El año pasado tuvo que lidiar con una denuncia por presunta estafa, apropiación indebida, fraude fiscal y malversación de caudales públicos. Y además no se ha dicho la última palabra sobre la herencia del que fuera su marido más de una década. Aún colea el litigio interpuesto por el hijo del escritor (Camilo José Cela Conde) solicitando su parte legítima de la herencia tras recibir solo un cuadro rasgado de Miró antes incluso de la muerte del literato. Por el momento, el actual Marqués de Iria Flavia gana la batalla y Marina Castaño y la Xunta tendrán que abonarle en torno a 5,2 millones de euros. Por supuesto, tanto la viuda del Nobel como el gobierno autonómico han recurrido la decisión. En estos casos, ella sigue la máxima que le inculcó Cela: «El que resiste, gana». Y en ello está.
Sin embargo, los líos judiciales pasaron a un segundo plano el día de su cumpleaños. El pasado 14 de marzo, su novio le sorprendía con el mejor de los regalos: una alianza de nueve brillantes de la casa de Emiliano Suárez que iba acompañado de la típica pregunta tras dos años de discreto noviazgo. Desde entonces, luce el ampuloso anillo allá por donde va y ocupa su tiempo en organizar su tercera boda con un hombre al que ha definido en alguna ocasión como «divertido, inteligente y con buenas ideas, además de trabajador».
Eso sí, no habrá grandes fastos. Todo irá en la línea de la ceremonia que preparó en su casa el año pasado para el ‘sí, quiero’ de su hija Laura (fruto de su primer matrimonio con el marino mercante José Luis Fernández). ¡Hasta el vestido de novia lo firmarán los mismos diseñadores! Será un regalo de sus amigos Pedro Escolar y Olga Fraes, propietarios de la empresa Innovias. Ellos son de los pocos invitados confirmados en una ceremonia que se desarrollará en la más estricta intimidad. Aún no se sabe si habrá una fiesta anterior, más multitudinaria.
Hace tiempo que Marina Castaño se puso el mundo por montera. Como reza en el sótano de su casa, junto al micrófono desde el que emite a diario para la radio colombiana en la que trabaja, «fracasar o cometer un error enorme es mejor que no haberlo intentado».
 

Lo que los menonitas buscamos siempre es seguir creciendo. Y eso es justo lo que no podemos hacer aquí. Todo está ocupado», dice Peter ...
 

Los menonitas no tienen sitio

Los menonitas de México empiezan a plantearse si no sería mejor volver a Rusia, de donde salieron hace un siglo, para escapar de la escasez de tierras, la sequía y los conflictos con otros pueblos

Lo que los menonitas buscamos siempre es seguir creciendo. Y eso es justo lo que no podemos hacer aquí. Todo está ocupado», dice Peter Friesen, 59 años, padre de 13 hijos y abuelo de 25 nietos. Es uno de los 60.000 integrantes de la comunidad menonita de Chihuahua (México). Al menos cien de estas familias muy numerosas se están planteando volver a su Rusia originaria, de donde partieron hace más de un siglo hacia distintos puntos del mundo en busca de nuevas tierras que trabajar y un lugar donde practicar libremente su religión. En Chihuahua han disfrutado de ambas cosas... hasta hoy. La escasez de tierras, la sequía y los conflictos originados con otros pueblos hacen imposible su pretensión. Y se plantean un nuevo éxodo.
La película 'Único testigo' (Peter Weir, 1985) dio a conocer lo que es la vida dentro de una de estas comunidades. Pero, ¿de dónde surgieron? Cuenta la wikipedia que el sacerdote Menno Simons decidió en el siglo XVI en lo que hoy es Holanda romper con la Iglesia Católica -se negaba a acatar sus jerarquías-, para unirse a los anabaptistas pacifistas. Soñaba con el auténtico seguimiento a Cristo y solo aceptaba la Biblia como autoridad moral. A partir de ahí, una historia de persecuciones que les llevó a refugiarse en la Europa Oriental. Más tarde fueron diseminándose por el planeta para poder vivir su fe con más libertad. Promulgan un estilo de vida tan austero que necesitan mantenerse apartados del resto del mundo, sumido en la vorágine del progreso mientras ellos siguen anclados en sus tradiciones y en su dedicación a la agricultura sin más ayuda tecnológica que un tractor.
Según datos del 2007, la comunidad menonita integra a 1,5 millones de personas en 82 países (no se incluye a los niños, solo se computan miembros bautizados y eso ocurre cuando la persona, adulta, entiende a la perfección su fe). En concreto, estos menonitas de México salieron de territorio ruso hacia 1920, mientras que sus 'primos' los amish partieron de Suiza hacia Canadá y EE UU.
El pasado verano, once menonitas de Chihuahua viajaron hasta Tatarstán, al sur de Rusia, buscando unas tierras que les permitan seguir creciendo en progresión geométrica y con el aislamiento necesario. «Estamos buscando un futuro para nuestros hijos y nietos», explica Friesen, bisnieto de aquellos antepasados nacidos en Rusia, vestido con gorra, camisa oscura y un sencillo pantalón de algodón. Estos menonitas saben hablar castellano, aunque no han perdido su idioma, el plautdietsch, una extraña mezcla de bajo alemán y holandés.
Pero al llegar a la ciudad rusa de Aznakayevo no encontraron un trozo de tierra lo suficientemente grande. «Necesitamos diez veces lo que tenemos aquí», explicó Enrique Voth, padre de once criaturas. Así que las cien familias que piensan en un nuevo éxodo están indecisas. Aunque el reclamo del clima suave y la tierra rica y llena de agua que acariciaron en su viaje a Rusia hace que sus ojos brillen.
Pozos ilegales
Porque las cosas en Chihuahua se han vuelto complicadas. A la sequía hay que añadir los roces entre vecinos. Una comunidad de agricultores conocida como los barzonistas, que luchan contra las injusticias en el campo, les ha acusado de abrir 200 pozos ilegales para regar sus tierras, dañando el suministro local de agua, aunque el Gobierno solo ha reconocido una decena. Los barzonistas creen que los menonitas obtienen un trato preferencial: «Estamos en situación de desventaja, pero somos mexicanos. Nosotros nos vamos a quedar a vivir aquí, y ellos no», dice uno de sus líderes.
Hasta que los menonitas se decidan, seguirán en México con su austero estilo de vida, aunque sin llegar a tanto como los amish. Les preocupa que pueda verse amenazado por el progreso. Algunos tienen móviles, aunque la mayoría rechaza la televisión. Y les inquieta el efecto que pueda ejercer internet en sus hijos: «Muchos están perdiendo la verdadera razón de ser menonita. Se agarran a cada novedad que aparece. Pero nunca podrán hacer frente a todas las nuevas tecnologías», aventura Corny Kornelsen, de 52 años.


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