domingo, 21 de abril de 2013

A FONDO Mijaíl Jodorkovski,.LA CAÍDA DEL PENÚLTIMO OLIGARCA,./ PRIMER PLANO,. Trabajos malditos (hasta ahora)

TÍTULO: A FONDO Mijaíl Jodorkovski,.LA CAÍDA DEL PENÚLTIMO OLIGARCA,.

Mijaíl Jodorkovski-foto,.


MIJAÍL Jodorkovski en 2001

Mijaíl Borisovich Jodorkovski (ruso: Михаи́л Бори́сович Ходорко́вский; nacido el 26 de junio 1963 en Moscú) anterior oligarca y hombre de negocios ruso. En el 2004, Jodorkovski era el hombre más rico de Rusia y el decimosexto en la lista de la revista Forbes de las mayores fortunas del mundo de 15.000 millones de dolares. La mayor parte de su capital se evaporó, literalmente, tras la acusación del gobierno ruso de evasión de impuestos durante la década de los noventa y la posterior devaluación de la compañía energética rusa YUKOS (ОАО НК ЮКОС).
Jodorkovski fue arrestado el 25 de octubre de 2003 en el aeropuerto de Novosibirsk. En una medida sin precedentes en la Rusia postsoviética, el gobierno de Vladímir Putin congeló los activos de la compañía. Las decisiones tomadas por las instituciones rusas condujeron a un colapso total del precio de las acciones de YUKOS. Más tarde el gobierno intentó vender una parte importante de la empresa a un precio muy inferior de su valor real a una compañía pantalla de RosNeft, en manos del gobierno ruso.
Finalmente el 31 de mayo de 2005 el oligarca ruso fue condenado a 9 años de prisión. En octubre del 2005 fue trasladado al campo número 13 de la cárcel de Krasnokámensk en el óblast de Chita, en el sudeste de Siberia.
En enero de 2008 Mijaíl Jodorkovski comenzó una huelga de hambre.
Poco depués fue acusado de dos nuevos delitos: robo y blanqueo de capitales. Tras casi dos años de juicio, el 30 de diciembre de 2010 fue condenado a 14 años de prisión.

TÍTULO: PRIMER PLANO,. Trabajos malditos (hasta ahora

Yo no podría trabajar en una oficina, dice Manuel mientras se calza las botas y se ajusta la máscara. Aunque a veces me toca hacer papeleo, ...
Ser Tedax es un oficio que se ha revalorizado con la crisis. (Foto: EFE).  
En primer plano

Trabajos malditos (hasta ahora)



Desactivar bombas, limpiar alcantarillas, matar ganado... Son trabajos que durante la época de 'vacas gordas' nadie quería hacer, pero la crisis ha cambiado las cosas. Ahora, les llueven los currículos. Adiós, remilgos.



Yo no podría trabajar en una oficina, dice Manuel mientras se calza las botas y se ajusta la máscara. Aunque a veces me toca hacer papeleo, los días que acabo manchado son los que más me gustan». Y eso de mancharse, en su caso, es absolutamente literal. Manuel es pocero, una de las ocupaciones peor consideradas en nuestro país. Es una faena necesaria, imprescindible, pero que pocos quieren realizar. O querían. Porque desde que ha comenzado la crisis, a su empresa de gestión de residuos y alcantarillado no paran de llegar currículos de aspirantes. Igual que ha crecido de forma desmesurada el número de personas que se presentan a las oposiciones de la Policía Nacional; o las que acuden a las puertas de los mataderos en busca de un sueldo; o las que se postulan para trabajar en los antes denostados servicios de reparación subacuática.
Los Tedax (técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos) de la Policía Nacional no es que tengan mala prensa. Al contrario. Su problema es que se juegan la vida. Muchas de sus intervenciones son por falsas alarmas. Pero a veces toca. «Desde que te dan el aviso hasta que llegas al punto de la intervención no piensas en nada; es un vacío explica uno de estos especialistas, que, por seguridad, prefiere no decir su nombre. Cuando llegas y ves lo que hay, intentas concentrarte en el trabajo. Y, si piensas algo más, es en el bien que vas a hacer interviniendo». Que puede ser cualquier cosa... Como aquel coche junto a la estación de Santa Justa, en Sevilla, colocado por ETA la noche de fin de año de 2000. Contenía 200 kilos de explosivo junto a un sistema trampa preparado para accionarse durante la intervención de los Tedax. «Fue uno de los peores dice uno de los policías. Ese coche hizo cambiar los estándares de seguridad de nuestro trabajo. Si hubiese estallado, muchos de los agentes que creíamos que estaban seguros hubiesen muerto». Por eso quizá no les gusta dar explicaciones de su trabajo. Ni siquiera a su familia. «A la mañana siguiente cuenta uno de los agentes, mi mujer me preguntó dónde estuve. Solo le dije: ¿Has visto las noticias?».
A Paco, de 35 años, lo engañó su madre. Así fue como acabó trabajando en reparaciones subacuáticas. «Es como ser albañil, pero bajo el agua», afirma. «Yo era militar destinado en montaña. El agua no me atraía nada. Pero cuando mis padres se separaron, mi madre se volvió activa e hizo un curso de buceo. Me llevó al curso con engaños, pero, desde que lo probé, supe que quería dedicarme a esto». Paco está contento con su trabajo, pero lo tiene claro: «No es para todos. Meterte en el agua, en pozas de porquería atascada o con productos químicos no es fácil».
El olor de las tripas calientes es lo primero que llama la atención al entrar en el matadero, pero también el rojo de la sangre, a pesar del afán de limpieza de todos los trabajadores que, manguera en mano, hacen todo lo posible por hacerla desaparecer. En la zona de despellejado, casi todos son rumanos. Un joven comenta: «Las primeras semanas, el tufo se impregna en la piel y no se te va. Al final, te acabas haciendo a él. Ahora, lo importante es que tengo trabajo».
Entre olivos, en las afueras de un pueblo del Aljarafe sevillano, se encuentra el acceso al aliviadero, donde van a parar todos los desagües de la localidad. Allí, mientras Pedro se prepara para bajar, se engancha el arnés y agarra la pala, Tomás que será quien lo asista desde arriba cuenta que empezó en esto «porque supe hacerlo y porque me pone un plato de comida caliente en la mesa». No tiene más argumentos: «Yo esto lo hago por dinero».

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