Ari Behn, el pobre príncipe noruego,.
El rey Harald no gana para disgustos con su yerno. Su última ocurrencia: pedir por las calles de Londres,.
Toparse en estos tiempos con mendigos que pidan dinero en
la calle se ha convertido en algo tristemente habitual, pero que el
pedigüeño forme parte de una familia real resulta inconcebible. Para
demostrar que todo es posible, Ari Behn, el estrafalario marido de la
princesa Marta Luisa de Noruega, se plantó hace unos días en una acera
del estupendo barrio londinense de Islington -donde vive con su
familia-, extendió su manta sobre el suelo, colocó una bandera de su
país en una botella de vino, junto a un cartelito -«Soy un pobre
escritor (tachado) pintor noruego. Por favor, ayúdenme»-, y situó
estratégicamente una gorra para recibir limosnas. Por supuesto, tampoco
olvidó escoger de su ropero la indumentaria más adecuada a su papel de
pobre, al que dio un toque chic. No convenció a los transeúntes: en
media hora solo recaudó tres libras y 45 peniques.
¿Tan mal andan las cosas por la corte de rey Harald? Nada
de eso: se trata sencillamente de la última ocurrencia del muchacho, que
trae por la calle de la amargura a su suegro desde que se casó con su
hija. En esta ocasión, su objetivo era doble: por un lado, pretendía
protestar contra la prensa noruega que le acusa de vivir como un marajá y
sin dar palo al agua a costa de su mujer; por otro, quería hacer
propaganda de su marca de vino, Mandala (la botellita del atrezzo cutre)
y de una exposición de sus cuadros en la capital inglesa.
Podría pensarse que las casas reales sufren una epidemia de
yernos horrorosos, pero en el caso de Ari (Aarhus, Dinamarca, 1972),
hay que reconocer al menos que él nunca engañó. Licenciado en Historia y
Religión y escritor de cierta popularidad (vendió 100.000 copias de un
libro de cuentos), jamás renegó de su juventud agitada en la que no
faltaron drogas ni juerga. Bocazas también lo fue siempre: poco antes de
su provechoso enlace tuvo la feliz idea de publicar un vídeo en el que
criticaba al entonces presidente de EE UU, George Bush, y se pronunciaba
a favor del régimen talibán. Como consecuencia, Harald emitió un
comunicado a toda prisa desmarcándose del chico y la princesa se
emancipó de la familia real.
La parentela de Ari también es inquieta. Sus padres,
maestros, se casaron al año de su nacimiento, se divorciaron después, se
volvieron a casar cada uno por su lado y, finalmente (o de momento),
volvieron a darse el 'sí, quiero' en 2007. Ari, en realidad, debería
apellidarse Bjørshol, como su padre, pero decidió utilizar el apellido
de soltera de su abuela materna, probablemente tras enterarse de que su
abuelo paterno no era tal, al menos en términos biológicos.
La prensa noruega se hace eco periódicamente de sus
escándalos: lo que él entiende por excentricidades es traducido por los
periódicos como pura cara dura. Así, tenemos interesantes episodios como
su aparición en un documental junto a unas fulanas que esnifaban
cocaína en Las Vegas, su crisis de pareja a consecuencia de una
depresión -«Más pronto o más temprano me echarán a patadas de casa»,
declaró-, o su querencia por los ambientes homosexuales. A este respecto
no puede olvidarse su legendaria visita a Barcelona en 2010, pintado y
vestido con faldas y tacones, para la que contó con la refinada compañía
de Carmen de Mairena y Evita Clittorina.
No ayudaron demasiado a mejorar su imagen sus confidencias a
una revista sobre la «relación abierta» que mantiene con su mujer.
«Nuestro amor es más fuerte que nunca, pero nos permitimos flirtear con
otras personas. En este sentido, somos muy libres».
Claro que, siendo justos, habría que hablar de la tal Marta
Luisa, primogénita de los reyes noruegos, quien, que se sepa, tiene
como principal habilidad su capacidad de comunicarse con los ángeles. Al
parecer, sus contactos con los seres alados comenzaron cuando era niña.
De algún modo, mientras montaba a caballo, aprendió a conectar con los
animales «a nivel muy profundo» y a leer mentes. Después, se lio con su
profesor de equitación.
Toda esta experiencia le ha servido para poner en marcha
una «academia celestial» en la que por 3.300 euros y después de tres
años uno puede diplomarse en la detección de esas «fuerzas que nos
rodean y nos ayudan en todos los aspectos de nuestra vida». Y Ari se
tiene por el original de casa.
Toparse en estos tiempos con mendigos que pidan dinero en
la calle se ha convertido en algo tristemente habitual, pero que el
pedigüeño forme parte de una familia real resulta inconcebible. Para
demostrar que todo es posible, Ari Behn, el estrafalario marido de la
princesa Marta Luisa de Noruega, se plantó hace unos días en una acera
del estupendo barrio londinense de Islington -donde vive con su
familia-, extendió su manta sobre el suelo, colocó una bandera de su
país en una botella de vino, junto a un cartelito -«Soy un pobre
escritor (tachado) pintor noruego. Por favor, ayúdenme»-, y situó
estratégicamente una gorra para recibir limosnas. Por supuesto, tampoco
olvidó escoger de su ropero la indumentaria más adecuada a su papel de
pobre, al que dio un toque chic. No convenció a los transeúntes: en
media hora solo recaudó tres libras y 45 peniques.
¿Tan mal andan las cosas por la corte de rey Harald? Nada
de eso: se trata sencillamente de la última ocurrencia del muchacho, que
trae por la calle de la amargura a su suegro desde que se casó con su
hija. En esta ocasión, su objetivo era doble: por un lado, pretendía
protestar contra la prensa noruega que le acusa de vivir como un marajá y
sin dar palo al agua a costa de su mujer; por otro, quería hacer
propaganda de su marca de vino, Mandala (la botellita del atrezzo cutre)
y de una exposición de sus cuadros en la capital inglesa.
Podría pensarse que las casas reales sufren una epidemia de
yernos horrorosos, pero en el caso de Ari (Aarhus, Dinamarca, 1972),
hay que reconocer al menos que él nunca engañó. Licenciado en Historia y
Religión y escritor de cierta popularidad (vendió 100.000 copias de un
libro de cuentos), jamás renegó de su juventud agitada en la que no
faltaron drogas ni juerga. Bocazas también lo fue siempre: poco antes de
su provechoso enlace tuvo la feliz idea de publicar un vídeo en el que
criticaba al entonces presidente de EE UU, George Bush, y se pronunciaba
a favor del régimen talibán. Como consecuencia, Harald emitió un
comunicado a toda prisa desmarcándose del chico y la princesa se
emancipó de la familia real.
La parentela de Ari también es inquieta. Sus padres,
maestros, se casaron al año de su nacimiento, se divorciaron después, se
volvieron a casar cada uno por su lado y, finalmente (o de momento),
volvieron a darse el 'sí, quiero' en 2007. Ari, en realidad, debería
apellidarse Bjørshol, como su padre, pero decidió utilizar el apellido
de soltera de su abuela materna, probablemente tras enterarse de que su
abuelo paterno no era tal, al menos en términos biológicos.
La prensa noruega se hace eco periódicamente de sus
escándalos: lo que él entiende por excentricidades es traducido por los
periódicos como pura cara dura. Así, tenemos interesantes episodios como
su aparición en un documental junto a unas fulanas que esnifaban
cocaína en Las Vegas, su crisis de pareja a consecuencia de una
depresión -«Más pronto o más temprano me echarán a patadas de casa»,
declaró-, o su querencia por los ambientes homosexuales. A este respecto
no puede olvidarse su legendaria visita a Barcelona en 2010, pintado y
vestido con faldas y tacones, para la que contó con la refinada compañía
de Carmen de Mairena y Evita Clittorina.
No ayudaron demasiado a mejorar su imagen sus confidencias a
una revista sobre la «relación abierta» que mantiene con su mujer.
«Nuestro amor es más fuerte que nunca, pero nos permitimos flirtear con
otras personas. En este sentido, somos muy libres».
Claro que, siendo justos, habría que hablar de la tal Marta
Luisa, primogénita de los reyes noruegos, quien, que se sepa, tiene
como principal habilidad su capacidad de comunicarse con los ángeles. Al
parecer, sus contactos con los seres alados comenzaron cuando era niña.
De algún modo, mientras montaba a caballo, aprendió a conectar con los
animales «a nivel muy profundo» y a leer mentes. Después, se lio con su
profesor de equitación.
Toda esta experiencia le ha servido para poner en marcha
una «academia celestial» en la que por 3.300 euros y después de tres
años uno puede diplomarse en la detección de esas «fuerzas que nos
rodean y nos ayudan en todos los aspectos de nuestra vida». Y Ari se
tiene por el original de casa.
TÍTULO: «Me gustan los actores que hablan de entretenimiento y no de política»,.
Mientras Robert Downey Jr. deshoja la margarita de la
secuela de 'Los Vengadores', llega a la gran pantalla la tercera y
última entrega de la exitosa saga de 'Iron Man', una franquicia que le
ha cambiado la vida. El actor vuelve a ponerse el traje del hombre de
hierro, aunque en esta ocasión Tony Stark muestra su lado más humano y
vulnerable. A sus 48 años Robert Downey Jr. confiesa que ha llegado el
momento de regresar a sus raíces e interpretar películas de tinte
dramático.
-¿Cómo se siente volviendo al mundo de 'Iron Man 3'?
-Ha sido divertido retornar al mundo de Tony Stark porque
continúa el camino de las dos películas anteriores, pero ahora podemos
ver cómo se desarrolla la relación entre Tony y Pepper de una forma más
profunda, más íntima. Hay un mundo real que late en estos personajes y
eso hemos tratado de mostrar en este filme.
-Esta película pone de relieve el tema del terrorismo. ¿Cuál es su postura frente a la violencia?
-Me gusta que los actores hablen de entretenimiento y no de
política. En un bar podemos hablar de lo que quieras porque el ambiente
es diferente, pero en las entrevistas de prensa para promocionar un
filme como 'Iron Man 3' los sentimientos personales deben quedar en
segundo plano. Estas películas son tan buenas como los villanos que las
interpretan. Por suerte contábamos con la presencia de Ben Kingsley, que
hizo que la mitad de nuestros problemas salieran por la ventana y la
otra mitad se quedaran en él ejecutando este sensacional personaje del
Mandarín.
-¿Representa esta película el final de Tony Stark?
-El futuro es incierto. No podemos saber qué va a ocurrir.
En este momento Marvel es quien debe decidir y ya veremos lo que pasa.
-'Iron Man 3' estrena director, Shawne Black. Usted tiene
una buena relación con él, ya que han trabajado en varias ocasiones
juntos.
-Sí. Me gustaría decir que Shawne es sensacional porque te
deja rodar libremente. Confía en ti como actor y eso crea una gran
atmósfera.
-Tony, su personaje, padece ataques de pánico. Se exploran sus demonios en profundidad.
-Ya empezamos a ver sus demonios en 'Iron Man 2', pero
ahora hemos entrado en otro capítulo. Tras su experiencia con 'Los
Vengadores' en Nueva York y ver el cielo abierto y pelear con 'aliens'
ahora él se siente vulnerable.
-Ha interpretado en realidad todas las secuencias de acción.
-Quiero pensar que soy capaz físicamente de retar a mi
cuerpo. La mayoría de las escenas de acción son sobre el suelo, aunque
en una decena de ellas fui tan estúpido como para convencerme de que
podía hacer lo que hice. En la mayoría de ellas soy yo, sin doble.
-¿Es 'Iron Man' un producto de la cultura pop?
-Trato de recordarme a mí mismo que este 'Iron Man' es el
mismo que Stanley escribió en los años 60. Un tipo conservador,
industrial y complejo que acaba herido por sus propias armas de
destrucción masiva. 'Iron Man' es un personaje dedicado a la generación
contracultural.
-La película empieza con la frase 'Yo sé quien soy'. ¿Cuándo supo usted quién era?
-Estaba rodando SNL ('Saturday Night Live'), tenía 20 años y
corría hacia mi segundo vídeo cuando descubrí que en una esquina estaba
David Bowie vistiendo un traje de chaqueta de tres piezas. Me quede
parado y se suponía que debía presentar la siguiente interpretación de
la noche, pero me dejó sin habla verle y entonces me dijo: «Tú debes de
ser Robert», y en ese instante me di cuenta que yo ya era alguien.
-¿Cuánto de Tony hay en usted y cuánto de usted hay en Tony?
-Cuando eres un profesional pones una distancia estética
con el personaje y cuanto mayor eres y aplastas tu ego, menos te
identificas con cosas narcisistas, o gloriosas o profundamente
temerosas. Cuanto más real es Tony más cercano me parece, ahora tiene
una humanidad que antes no mostraba.
-¿Cómo se sintió con el éxito de 'Los Vengadores'?
-Este suele ser mi problema. Cuando una de mis películas se
estrena siempre pienso que va a quedar en el numero tres de la
taquilla. Formar parte de un filme que es el éxito comercial más grande
que se ha estrenado en el cine es realmente extraño para mí.
-¿Y sus próximos proyectos?
-Vengo de una familia de artistas, escritores, directores... y creo que ha llegado el momento de regresar a mis raíces.
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