El cerebro de Miguel Boyer en el cuerpo de Isabel Preysler.
Ana Boyer dice ser «muy mezcla» de los dos, y eso es algo que salta a
la vista. El jueves se plantó en Madrid ante la prensa para amadrinar
'Brugal Verano Incluido', un proyecto de ron Brugal que ofrece a 64
jóvenes la posibilidad de pasar el verano de su vida en Ibiza, ya sea en
un hotel de lujo, en una villa ibicenca o a bordo de un barco, y con
todos los gastos pagados. Como dijo Ana Boyer: «Un planazo». Y ella sabe
de lo que habla porque conoce la isla pitiusa desde niña. «Tengo
recuerdos muy familiares pero también he ido después con amigas y,
aunque no soy muy de 'desfasar', obviamente he salido y conozco un poco
la noche ibicenca».
El fruto de aquel escandaloso romance entre el ministro de
Economía y la reina de corazones pronto cumplirá 24 años. El próximo
jueves 18 de abril para ser exactos. Es una mujer «muy independiente» y
«sin ninguna prisa por encontrar pareja». Tuvo novio de muy jovencita
(Diego Osorio), pero lo dejaron y ahora Ana exprime la vida y valora
«todo el tiempo que tengo para mí. Si encuentro el amor estaré
encantada, pero no lo busco». Ana Boyer fue una niña formalita, aplicada
y resposable de las que, como ella misma admite riendo, «dan pocos
disgustos a sus padres». Siempre tuvo claro que lo primero eran sus
estudios. Y así sigue. Está a punto de graduarse en Administración de
Empresas, y el año pasado se licenció con buenas notas en Derecho. Lo
que ocurre es que cuando se es hija de Isabel Preysler y se ha heredado
su fotogenia, es casi imposible escapar a los cantos de sirena de las
marcas comerciales.
«El día que sea incompatible con mi profesión lo dejo»,
advierte Ana en relación a su trabajo como modelo e imagen publicitaria.
«Ahora acepto proyectos puntuales, no muchos, porque me resultan
atractivos y son perfectamente compatibles con mis estudios». Y es
que... ¿Qué joven se resistiría a ganar en un día, por posar ante los
fotógrafos y conceder entrevistas, el equivalente al sueldo de todo un
año de un mileurista? Ana sabe que, a cambio, el precio a pagar se
traduce en sobreexposición mediática y pérdida de intimidad, pero como
ella razona «eso es algo con lo que he crecido. Por nacer en esta
familia ya parte de mi privacidad ha desaparecido». Además, ahí está
mamá Isabel (auténtica maestra en el arte de rentabilizar su imagen)
para aconsejar a su hija. «Tamara y yo la admiramos en ese aspecto. Se
lo consultamos todo y ella nos tranquiliza mucho».
Tímida, reservada y cauta
Con su padre, Miguel Boyer, Ana habla de otras cosas. «Creo
que he heredado de él la seriedad y la responsabilidad, aunque mi madre
también es muy disciplinada». El exministro se recupera actualmente de
un derrame cerebral. «Trabaja sin descanso en la rehabilitación y está
muy animado -dice su hija-. Mi madre no se separa de él, está entregada y
creo que esa es la causa de que él no pierda el entusiasmo y las ganas
de recuperarse». Tímida y reservada («aunque no tanto en las distancias
cortas»), cordial y simpática, pero también cauta a la hora de
expresarse, Ana relata que, cuando ella nació, su hermana Tamara pasó
una etapa «en la que yo no le caía nada bien. Creo que se sintió
princesa destronada. Pero hoy día somos íntimas. Los cinco hermanos
-dice refiriéndose a los cinco hijos de Isabel Preysler- nos tenemos
mucho cariño y eso se nota en nuestras reuniones».
Afirma Ana que en su casa también se nota la crisis. «Somos
más cuidadosos ahora con el dinero, pero también somos conscientes de
que tenemos una situación muy privilegiada». Su meta laboral es fichar
por una empresa en el área de consultoría estratégica. «No aspiro a
conseguir un buen trabajo por mis apellidos -advierte-. He trabajado muy
duro estos seis años como para lograrlo por méritos propios. Ya he
empezado con las entrevistas de trabajo». No le tienta mucho el Derecho y
«nada en absoluto la política», actividad a la que su padre dedicó
muchos años.
A Boyer sí ha salido en cambio en lo agnóstica. «Mi padre
es completamente ateo y yo no soy nada religiosa comparada con Tamara.
Pero si ella está contenta, la respeto, la apoyamos. Ahora bien, la
prensa ha exagerado. A Tamara no la vemos queriendo ser monja ni nada
parecido. Estoy encantada de que la religión llene su vida. Pero yo no
soy como ella».
TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL HÉROES ANONIMOS,.
Testimonios reales de personas que han arriesgado su vida para salvar la de otros, un reportaje sobre la tumba de Genghis Khan,.
Historia Militar / historia militar
Corría el año 1500 cuando Cristóbal Colón regresaba al
Puerto de Cádiz tras su tercer viaje triunfal por «Las Indias». Un nuevo
mundo se descubría ante los pies de los enviados por la Corona y el sol ya no se pondría, al menos durante los próximos tres siglos, en el incipiente Imperio español.
Los territorios descubiertos en el continente
transatlántico debían ser «oficializados» de alguna manera, delimitando
ante los ojos de las potencias enemigas qué tierras estaban siendo
colonizadas por Cristóbal y el resto de marinos al servicio de los
Reyes. Surgen así algunos de los mapas más interesantes e importantes de
la Historia de España y, por ende, de la humanidad. Los
antiguos portulanos–mapas muy detallados de los
puertos mediterráneos–
se quedaban pequeños ante tanto territorio descubierto; era necesario
plasmar la totalidad del planeta en apenas unos metros de tela. [
En imágenes: Los mejores mapas del Museo Naval]
Así comienza una historia más, desconocida y olvidada como tantas otras, de éxito de nuestro país. Viajes militares, científicos, comerciales…
en los que se enrolaban estos marinos para cartografiar el Nuevo Mundo,
convirtiéndose por su importancia en héroes, aún más ignorados incluso
que los conquistadores, pero que durante siglos lucharon por mantener a
España en la vanguardia náutica mundial y que el Museo Naval lleva más de 80 años recuperando y redescubriendo a sus visitantes.
Pocos países del mundo pueden presumir de tener una
cartografía como la española, donde realmente somos una potencia
mundial. Apenas el británico museo de Greenwich puede hacernos sombra,
pero ellos carecen de joyas como el mapa de Juan de la Cosa de 1500, el primer mapa de la historia con el continente americano cartografiado.
En menos de dos metros de pergamino están representados todos los
territorios conocidos en la época, con América ilustrada como un vergel
culminado por una figura de San Cristóbal, que representa la puerta de
entrada a las Indias. Un mapa realizado para los Reyes Católicos con curiosidades como monstruos marinos en los mares de Asia o Misterio católico a los pies del mar Rojo.
Investigación y desarrollo
Durante los siguientes tres siglos el dominio del Imperio español
se hizo patente ante sus enemigos europeos. Para seguir manteniendo su
hegemonía en tierra y mar,
la Corona no dudaba en reclutar cerebros de otros países,
ponerlos a su servicio y, conjuntamente con las mentes más eminentes
que habitaban la Península, trabajar para llevar a cabo mejoras técnicas
en la Marina y en la cartografía. Así se trajeron obras de grandes
cartógrafos de otras partes del Imperio, como Flandes, donde estaban los
más finos autores, como Abraham Ortelius, que en 1584 hizo el
importante Atlas
«Theatrum Orbis Terrarum».
No solo no había fuga de cerebros, sino que además de
atraer a las mejores mentes de Europa, las «creaciones» de nuestro país
eran deseadas por las demás potencias. Así se demostró durante la Guerra
de Independencia, cuando los británicos utilizaron y tradujeron el Atlas de Tofiño, el primero detallado de la costa de España.
Esta es otra de las joyas que integran el Museo Naval. A
finales del siglo XVIII España había cartografiado prácticamente todo el
mundo, pero faltaba un atlas pormenorizado de nuestra costa. Así surgió
la
obra de Tofiño, creada en 1789 como «Atlas marítimo de España»,
con un perfil pormenorizado de toda la costa. Tal era la precisión de
algunas de las cartas náuticas que se incluían que muchas se siguieron
utilizando durante más de 150 años, hasta bien entrado el siglo XX. La
historia, la leyenda y la labor del navegante Tofiño fue homenajeada por
Arturo Pérez-Reverte en su libro
«La carta esférica».
Navegación y cartografía «a ojo»
Cuadrantes expuestos en el Museo Naval
Parece imposible pensar que con las herramientas
rudimentarias de hace cuatrocientos años –astrolabios, cuadrantes,
sextantes, sondas, brújulas y los cinco sentidos puestos en la mar– se
pudieran hacer cartas de navegación tan sumamente precisas. Lo mismo
ocurre con las de los siglos XVIII y XIX,
que aunque con herramientas más evolucionadas –se viajaba buscando las
mejores innovaciones– se siguieron utilizando durante años. El Museo
Naval guarda planos de Puerto Rico o Montevideo con 200 años de historia
que si se superponen con uno realizado por los más modernos satélites
apenas variarían unos milímetros.
Los mapas también eran un buen soporte para «contar» lo que
sucedía. Así las historias fascinantes de nuestros mejores militares
llegaban a oídos de todos. Como la aventura del marino
«Yo solo» Gálvez, que se introdujo con 4 navíos en una bahía repleta de barcos británicos durante la batalla de Pensacola (1781) al grito de
«El que tenga honor y valor que me siga».
España antes que los intereses propios
Tras el declive del Imperio, esta historia se convierte más
en una aventura de hombres nobles interesados en lo mejor para España
que en una labor de Estado. Mientras políticos, validos, o primeros
ministros se preocupaban por su puesto, por sus intereses o por mantener
su estatus, un grupo de hombres tuvieron altura de miras y se centraron en honrar a España en
memoria de aquellos hombres que se jugaron la vida en galeones
cartografiando las costas del mundo en beneficio de la Corona.
Conseguir reunir todos los mapas bajo el techo de un museo
estatal ha sido una labor de personas más que de la olvidadiza España,
siempre tan proclive a despreciar su Historia. En 1792 se intentó crear
un museo de la mano de José Mendoza y Rios para recopilar la
documentación de Europa, pero fue destituido, quedándose el proyecto en
nada. Así se estuvo hasta 1842, cuando se retomó la idea, aunque no fue hasta 1933 cuando regresó la mayoría del fondo cartográfico que compone el actual Museo Naval, donde se rememoran las grandes hazañas de todos estos héroes que contribuyeron a España.
El misterio del mapa desaparecido
Durante casi trescientos años nadie supo nada de él. Su
pista se perdió apenas unos años después de su creación. El mapa de Juan
de la Cosa, el primer mapamundi de la Historia elaborado en el 1500
para los Reyes Católicos, simplemente «desapareció». No fue hasta el año
1832 cuando el embajador holandés en Paris lo «descubrió» por
casualidad en un mercadillo y lo compró para él.
El mapa estuvo expuesto desde entonces en la embajada,
donde varios españoles lo vieron y comprendieron lo importante que sería
recuperarlo. Así, cuando el embajador murió y su descendencia optó por
vender la biblioteca del padre, España pujó por el mapa y se lo trajo
tras pagar 1.800.000 pesetas de la época.
Desde entonces el primer mapamundi de la Historia solo ha
salido de nuestro país tres veces, para evitar «accidentes» que acaben
con una de las piezas más valiosas de nuestro patrimonio
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