El marzo más lluvioso de los últimos 40 años provoca inundaciones y cortes de vías
El agua ya no es bien recibida. Las imágenes idílicas y los efectos beneficiosos para el campo y el abastecimiento se han transformado en daños. El exceso de precipitaciones tiene la culpa. Marcelino Núñez, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) aporta dos datos claves para entender la complicada situación. El marzo que acabamos de dejar ha sido el más lluvioso en los últimos 40 años,.Los pantanos llenos de agua abriendo las conpuertas para echar el agua,.
Los campos artos de agua la hierba crece muy rapido, etc,.
TÍTULO: Metisha no olvida su origen turco
Metisha Larocca es una afamada modelo y actriz afi ncada en Miami
pero no olvida sus raíces turcas y, desde la distancia, estará muy
pendiente de todo lo que pase en la eliminatoria Real
Madrid-Galatasaray.
TÍTULO: Chicas pasadas por agua (FOTOS)
El agua ha sorprendido a más de uno estas vacaciones de primavera, incluso a las bellezas de esta galería de fotos. Aunque nunca hay mal que por bien no venga, y sus ropas humedas sirven también para acentuar sus curvas y resaltar lo mejor de su anatomía. Que llueva, que llueva...
Los tres primeros victorinos fueron como tres gotas de agua. Más el escaparate que el fondo. Rondaron los 530 kilos, entrepelados los tres,.
TÍTULO: LA PASCUA DE ARLES TERMINA AGUADA.
Los tres primeros victorinos fueron como tres gotas de agua. Más el escaparate que el fondo. Rondaron los 530 kilos, entrepelados los tres,.
Los tres primeros victorinos fueron como tres gotas de
agua. Más el escaparate que el fondo. Rondaron los 530 kilos,
entrepelados los tres, bien puestos. Playero el primero, no tanto el
segundo, hocico de rata el tercero. Degollados los tres. Si no hubiera
sido como fue un mano a mano, o corrida de solo dos matadores, se
habrían abierto en lotes distintos.
Los tres toros de la segunda parte dieron más volumen, más
caja, más kilos. Quinto y sexto desigualaron una corrida bastante más
pareja de lo que es costumbre en casa de Victorino. El ganadero nunca
había lidiado en Arles y vino a debutar en día desagradecido: no solo no
asomó ni un rayito de sol en toda la tarde, sino que, cielo encapotado y
cerrado desde el amanecer, se puso a llover a las cinco en punto de la
tarde y no paró. El piso de plaza, castigado por una matinal de rejones,
se había remullido y barrido tanto que para el impulso de los toros no
dejó de ser una trampa de arena y en ella perdieron las manos unas
cuantas veces.
Bien pegada en el caballo, la corrida no sangró en exceso.
Hubo toros peleones y revoltosos, como cuarto y quinto; con temple y
ganas de embestir por abajo, como segundo y tercero; uno de mutante
carácter, como el primero, que quiso a ratos y al final echó el cerrojo;
y un último de corrida y feria, llamado 'Madrugador', que parecía
apalancado en tierra ya gastada pero acabó viniendo a la voz y hasta los
vuelos. Pero muy a última hora.
Entonces pesaba ya mucho la cosa toda: la corrida, que se
movió pero no fue de grandes sobresaltos; el mano a mano sin desafío
real; la lluvia fina y constante; y, sobre todas las cosas, un toreo de
abrumadora monotonía. Intentos de Castaño en cites de larguísimo con el
cuarto de la tarde; recursos de torero largo de Robleño con el tercero.
Por lo demás, los seis trasteos de muleta fueron casi al calco. La
imaginación brilló por su ausencia latente y hasta más que manifiesta.
El sobresaliente, Jeremy Banti, torero del país, no tuvo ni que cortar
la carrera de un toro en banderillas, ni ocasión de salir a quites.
Los seis toros cobraron tres varas mínimo. No demasiado
severas. Pero, salvo el segundo, todos pagaron antes o después el
exceso. El sexto fue toro de sorprendente buen final y después de una
treintena de muletazos todavía metía la cara, se enroscaba y repetía sin
duelo. Pronta y suelta de salida, pronta en varas y banderillas, con
sus desigualdades en la muleta, noble en general, la corrida de
Victorino tuvo de lastre la impronta dejada por los seis toros de Cebada
Gago lidiados en vísperas, la tarde del domingo, sin moscas pero con
sol.
El quinto, que se columpió más que los otros, derribó a
Robleño en una rebañada imprevista y, sin embargo, cuando lo tuvo a tiro
en el suelo, no hizo por él sino por el capote de Ecijano II, en lo que
fue el quite de la tarde y de la feria. La cuadrilla de Castaño dio su
espectáculo, pero ni Tito Sandoval, gran piquero, fue puesto propiamente
a prueba, ni Adalid redondéo uno de esos pares de poder a poder que en
plazas circulares provocan tanto, ni a Marco Galán le tocó lidiar y
domar como cuando la batalla es con un toro de Miura de lo que tanto
gustan a Castaño. El tercero de cuadrilla, Fernando Sánchez Marín, sí
puso tres pares de banderillas notables y jaleadísimos.
Entre el bosque de faenas tan monocordes -derechazos,
naturales, el de pecho, y más de lo mismo una vez y otra- Robleño se
dejó sentir más templado que Castaño. Muleta más pequeña, un solo toque
certero, mejor asiento. Castaño les chilló demasiado a los toros: al que
se vino sin resistencia -el notable segundo- y a los que se hicieron
más de rogar.
Los lances de manos bajas con que Robleño saludó al primero
fueron de temple bueno; Castaño, el capote demasiado abierto en el
ángulo de las manos, atacó con decisión bélica. Uno y otro buscaron
torear por abajo y no por arriba. Lo exigía el guión. No se contaba ni
con que hubiera tan poca gente ni con que, siendo una de Victorino, la
tarde fuera tan plana. Estaban los dos toreros españoles más celebrados
en la temporada francesa de 2012 por el torismo militante.
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