Todo lo que empieza tiene un final. Y qué mejor final, para esta LVIII edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de la capital ...
Todo lo que empieza tiene un final. Y qué mejor final, para esta LVIII edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de la capital autonómica, que una de las primeras tragedias del poeta clásico griego, Sófocles, y de la mano de la compañía extremeña, 'Teatro del Noctámbulo'. 'Áyax' supone el broche de oro de un programación con esencia grecolatina, que pretendía rescatar los clásicos desde una perspectiva del siglo XXI. Esta noche, el Teatro Romano y los que acudan como espectadores, vivirán el último estreno en esta inevitable recta final. La magia del Festival comienza a disparar sus últimos encantamientos, para el domingo parar hasta el año que viene.
Una obra puramente extremeña y paradójicamente europea como puntualiza Denis Rafter, director de la representación. Con pinceladas irlandesas, país de donde procede Rafter, que cuenta con la versión de Miguel Murillo, extremeño escritor, en un escenario romano, como lo es el Teatro emeritense, y que se basa en el texto clásico griego de Sófocles.
Rafter, quien resalta que cada vez que vuelve a la región se siente como un extremeño más, señala que los espectadores que acudan a ver la obra se podrán deleitar con una obra clásica griega, en su sentido más literal. «Los clásicos no hay que actualizarlos, son clásicos porque ya están actualizados en su propio contenido», explica el director.
Miguel Murillo y Denis Rafter se han encargado de la dramaturgia de la obra para no perder el impacto de la tragedia, donde en esta ocasión, a propósito, no hay lugar para la risa. «El concepto griego defiende no mezclar la tragedia con la comedia», subraya Rafter, quien además añade que «cambió con la aportación de Shekaspeare».
La versión que defiende está cargada de sentimientos humanos propios de la naturaleza del hombre, capaz de hacer grandes cosas, a la par, de las más crueles y terribles. Además de sorprender al público, Rafter desea conseguir que reflexionen sobre lo que van a ver. Que el debate no se quede en el escenario del Teatro Romano.
El debate universal, de paz y guerra, guerra y paz, que ya se planteaba en la época clásica y que todavía a día de hoy supone grandes comederos de cabeza. «Sigue habiendo guerras, porque el espíritu del hombre no cambia», señala el director, quien opina que se ama igual que antes y se odia igual que antes. «Luchamos igual, aunque con diferentes armas».
El propio Áyax interioriza este debate y se encargará de transmitirlo a los presentes.
Actores extremeños
En total, veintiséis actores extremeños, de los cuales doce son figurantes, serán los encargados de hacer renacer y recrear la trágica historia de Áyax el Grande. Una historia que comienza con un final, el final de la guerra de Troya, donde muchos mueren, como el héroe Aquiles, y otros tantos sobreviven.
Áyax, el mejor de ellos y protagonista de la obra, regresa victorioso, lleno de gloria y le prometen la armadura de Aquiles como trofeo de guerra. José Vicente Moirón da vida al gran héroe, que pronto descubre que es otro quien se apodera de su mérito.
Quien se sitúa en frente de Áyax es Ulises, interpretado por Fernando Ramos, que se adueña de lo que no es suyo. Un Ulises alejado del estereotipo al que se recurre de héroe, corpulento y fornido, que en esta ocasión es el malo malísimo de la historia.
Isabel Sánchez, la diosa Atenea, calmará la sed de venganza de Áyax, para dirigir su furia a la que será su gran humillación, y motivo de su fatal final.
El resto del reparto, Elena Sánchez, que actúa como Tecmesa; Juan Antonio Lumbreras, que interpreta al mensajero; Gabriel Moreno, como Teucro; y Javier Magariño, que da vida a Menelao, tendrán su momento en esta historia con trágico final.
Y de los protagonistas de la obra, al protagonista del entorno. Si hay algo que caracteriza y marca las obras de Denis Rafter es su profundo respeto a la grandiosidad que ofrece el escenario del Teatro Romano, que en esta obra se erige como el principal elemento de la escenografía.
Según el director, cada vez que pone un pie en un escenario lo hace como si entrara en una capilla, respetando y ganándose a los espíritus del lugar. «Si no aceptas la esencia del entorno, actúas a contracorriente», resalta Rafter.
La escenografía, de la que se ha encargado Damián Galán, simula un cerco a la ciudad de Troya, en el que se situaban los campamentos de los guerreros griegos, quemado por el asedio a la ciudad. Los espectadores contemplarán un suelo negro, o compost, que Damián ha conseguido en la Garrovilla. Dicho de otra manera, materiales orgánicos mineralizados. «Ese es el entorno que hemos situado en el frente escénico». Una ausencia de color, que hace recobrar importancia al vestuario.
En una obra con denominación de origen extremeña, no podían faltar elementos típicos de la Extremadura profunda, como el pimentón que se asocia directamente a las matanzas de cerdos. Con el fin de simular las matanzas que ocurren en las guerras, y en la línea de esa metáfora, la sangre esparcida no es otro elemento que Pimentón de la Vera. «Habrá manchas que simbolicen esa sangre», puntualiza Galán, quien además añade que ese contraste entre rojo y negro aporta una plasticidad de gran belleza.
Música y efectos de Goyas
De una escenografía nada barroca a una banda sonora de flautas, gaitas y percusión. Roque Baños, uno de los mejores compositores del país y con tres premios Goya en mano, se encarga de aportar las notas musicales a la tragedia griega.
Participar en una obra era un sueño que rondaba por la mente de Baños cuando hace unos años actuó junto con la Orquesta de Extremadura en el suelo del Teatro Romana. Con Áyax por fin se hará realidad. «Para mí fue una de las experiencias más importantes que he tenido como compositor», subraya Roque, quien además añade que es fiel creyente en que si algo se desea con mucha fuerza, todas las energías del universo se unen para que se cumpla. En su caso, así ha sido.
Este murciano reconoce que su música se traduce en sentimientos y, como sentimientos, son complicados de explicar. Para Rafter, si los espectadores cierran los ojos al acudir a la obra, sólo con la banda sonora de Baños pasarían un buen rato.
Sin embargo, y desde la humildad, el compositor opina que la música es una parte más del espectáculo. «Aquí no hay pequeñas obras de arte, sino que entre todos y con las directrices de Rafter, hemos elaborado una obra de arte bellísima».
Y por si todavía la presentación de esta 'Áyax' en extremeño no es suficientemente convincente, Reyes Abades, quien puede presumir de ser el segundo español con más Goyas en la estantería de su casa, nueve, se encarga de los efectos especiales. «Aporta muchísimo en determinados momentos», puntualiza Rafter.
Una obra que sin duda promete un broche de oro a la altura de esta edición del Festival de Teatro, que hasta el domingo continuará dando vida a las noches emeritenses y aportando vitalidad al emblemático escenario. Una obra de extremeños con la colaboración de quienes aman esta cita cultural.
Una edición que comienza su particular despedida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario