martes, 14 de agosto de 2012

BOLT Y PHELPS YA SON INMORTALES./ :_EL CORAZÓN DE LOS CONSUMIDORES:

TÍTULO: BOLT Y PHELPS YA SON INMORTALES.

La débil memoria humana necesita asideros donde agarrarse. A la mayor parte de las estrellas de los Juegos Olímpicos-foto. se los traga el tiempo.
La débil memoria humana necesita asideros donde agarrarse. A la mayor parte de las estrellas de los Juegos Olímpicos se los traga el tiempo. Pocos resisten ese desgaste. Y cada edición precisa un nombre, una boya a la que aferrarse. París 1924 son los Juegos de Paavo Nurmi. Berlín 1936, los de Jesse Owens. Helsinki 1952, los de Emil Zatopek. Roma 1960, los de Abebe Bikila. México 1968, los de Bob Beamon. Múnich 1972, los de Mark Spitz. Montreal 1976, los de Nadia Comaneci. Los Ángeles 1984, los de Carl Lewis. Cada Juego con su etiqueta inmortal. Los de Pekín 2008 y también los de Londres 2012 han sido los Juegos del carisma de Usain Bolt y de la duración de Michael Phelps. El jamaicano, con seis oros e imbatido, y el estadounidense, con 22 medallas (18 de oro), son los deportistas olímpicos más prodigiosos de la historia. Desde hoy, los Juegos de Londres 2012 serán para siempre los de Bolt y Phelps. Por ese orden.
Primero Bolt. Nadie ha sido tan intenso: oro en 100 metros, en 200 y en 4x100, tanto en Pekín como en Londres. En las tres únicas pruebas que corre. Invencible. En Pekín batió los tres récord del mundo. En Londres, solo uno, el del relevo. Tiene excusa: los otros dos ya son suyos. Su salto ha sido enorme. Ha rebajado en cinco ocasiones las plusmarcas más codiciadas, las de 100 y 200. Las ha elevado a otra dimensión: 9.58 y 19.19. Y, sobre todo, lo ha hecho devolviéndole al atletismo su cima en la pirámide del deporte olímpico. Bolt es un mesías para la pista. Y Londres se ha puesto de rodillas ante él. El sábado, tras colgarse el tercer oro, dirigió con su enorme mano la ola que recorrió el estadio. Como si fuera el rey del mundo. Los súbditos le adoran.
Bolt trota ya en otro mundo. Más allá de los Juegos. No se le puede medir con Carl Lewis, aunque el 'hijo del viento' tenga más medallas (9), ni con Jesse Owens (4) o Michael Johnson (4). Bolt está en otra nube. La de los eternos, la de las leyendas imposibles de tallar: la de Michael Jordan, Eddy Merckx, Pelé, Jack Nicklaus o Muhammad Ali. Hoy, solo Federer, Phelps y Messi, cuando gane un Mundial con Argentina, compiten con él. Pero ninguno con su tremendo atractivo mediático. Bolt es un show. Fue un niño travieso al que sus padres, por si colaba, llamaron Usain, que significa 'el bueno'. Y lo fue, lo es: el mejor.
Llegó a Londres trompicado, con derrotas ante Blake en el preolímpico jamaicano. Con 9.63 segundos le bastó para poner orden. El Estadio Olímpico vivió en esa final de 100 metros su descorche más intenso. Bolt había vuelto. Seguía ahí. Fue la confirmación de que los Juegos británicos iban a pasar a la historia. De la mano de Bolt. «Vine a Londres para convertirme en una leyenda», ha repetido cada vez que le preguntaban. Cuando ganó su segundo oro en 200 metros, ya lo anunció: «Soy leyenda». ¿Qué es ahora que ha logrado además el oro del relevo 4x100 con récord incluido? Habrá que inventar una palabra para él. Usain, el bueno. Único.
En Atenas 2004, cuando con 19 años debutó en unos Juegos, se lesionó en la carrera de 200 metros. Fue su última derrota olímpica. Nadie ha podido con él desde entonces. Nadie esprinta como Bolt. Nadie tiene ni ha tenido su tamaño.
El duradero
Ni siquiera Michael Phelps y sus 22 medallas, récord en cantidad. Si Bolt es la intensidad, Phelps es la duración. En la natación casi nada dura. A los veintipocos años ya te jubilan. Menos a Phelps: batió su primer récord mundial en 2001 y en Londres'2012 ha sumado sus seis últimas medallas. Ha vuelto a ganar su prueba, los 100 mariposa, y perdió por un dedo otra de sus preferidas, los 200 mariposa. Le batió el sudafricano Chad le Clos, que era un niño cuando Phelps sumó ocho medallas en Atenas'2004. «Siempre he querido ser como Michael», declaró Le Clos. Phelps se ha estirado tanto que ha acabado nadando contra sus fans.
En Atenas asombró. En Pekín 2008 hizo historia con sus ocho oros. En Londres, tras un periodo de dudas y fiestas, empezó con un cuarto puesto. Parecía el final. Y resultó el inicio de una despedida gloriosa. Otras seis medallas, 22 en total, a lo que se añaden 37 récords mundiales. Phelps puso en Londres su prestigio en juego. Y lo ha engrandecido.
«Quería ser el Michael Jordan de la piscina», dijo una vez, ya metido en su vida acuática. A partir de ahora, muchos querrán ser Phelps. Cuando en su última final olímpica -oro en el relevo 4x100 con Estados Unidos- subió al podio y escuchó el himno desu país, se emocionó. «Me di cuenta de que mi trabajo había acabado». Su inmensa obra, la más extensa del deporte olímpico.
Ese sábado, en el Estadio apareció el otro dueño de Londres, el más intenso, Bolt. En menos de un minuto de zancada ha ganado tres oros, como en Pekín. Otra fiesta de Bolt, otra cita olímpica que empiezan con Phelps y acaban en Bolt. Los Juegos de Río 2016 ya lloran por el americano, que no volverá a nadar, y temen que hasta allí no llegue el jamaicano. No será fácil sustituirles. Olvidarles, nunca. Es lo que tiene ser inmortal.
TÍTULO:_EL CORAZÓN DE LOS CONSUMIDORES:
El Ministerio de Sanidad les apuntó directamente con el dedo y las puso en el disparadero. Las acusó de partidismo en sus campañas.

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