jueves, 23 de agosto de 2012

LA TERCERA OLA DE CALOR DE ESTE VERANO SE INSTALA EN LA REGIÓN HASTA EL JUEVES./ THE LONDON LIBRARY:

TÍTULO: LA TERCERA OLA DE CALOR DE ESTE VERANO SE INSTALA EN LA REGIÓN HASTA EL JUEVES.

Lo peor de una ola de calor ya pasado mediados de agosto es que el cuerpo empieza a estar cansado de tanto verano. Hasta el jueves se ...

En Castuera se batieron marcas el día 10 con 29 grados de mínima por la noche y máxima de 44,5 por el día; ha sido hasta ahora la ola más fuerte.

Lo peor de una ola de calor ya pasado mediados de agosto es que el cuerpo empieza a estar cansado de tanto verano. Hasta el jueves se instala en la región la tercera de este verano, que sin embargo va a ser la más floja, ya que las temperaturas raramente van a desbordar los 40 grados en las Vegas del Guadiana, La Serena y Tierra de Barros.
Los vientos de levante, del este, van a aprovechar en estos días que está desecho el anticiclón de las Azores, que normalmente actúa como barrera. Tras arrasar el este peninsular, las corrientes cálidas de origen africano se han desplazado hacia el suroeste, ocupando ese hueco de altas presiones que suele dominar el anticiclón que se centra sobre las islas portuguesas, explica el meteorólogo extremeño Manuel Lara.
Las temperaturas estaba previsto que rondaran ayer los 40 grados en esas comarcas citadas, los 36 en el norte de la provincia de Cáceres y los 38 en el resto de las zonas de la región.
Toda Extremadura está en alerta amarilla, salvo las Vegas del Guadiana, que están en un grado superior, naranja.
Hoy se repiten los 40 en ciudades como Badajoz y Mérida. Don Benito podría tener algo menos, 39, Cáceres repetirá los 38 grados y en Plasencia se prevé uno menos, 37. Las noches raramente van a bajar de los 20 grados centígrados y en algunos puntos van a ser especialmente cálidas, como en Cáceres, donde pueden alcanzarse los 24, según la previsión.
Aire cálido
La razón es la masa de aire cálido procedente del sureste peninsular y norte de África que aprovecha esa debilidad del anticiclón y además va calentándose al contacto con la superficie terrestre del interior peninsular. Las masas de aire tienden a adquirir las características, en este caso la temperatura, de la corteza terrestre, «y cuando ese aire pasa por Murcia, Albacete, Jaén o Córdoba...», añade el meteorólogo Manuel Lara, de la Delegación en Extremadura (Badajoz) de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Este viento africano suele estar asociado a las últimas olas de calor. El anticiclón de las Azores, al oeste, procura también cielos despejados y calor, pero trae corrientes húmedas que solo se van resecando al penetrar desde Portugal en el interior peninsular. Sin embargo, los vientos de levante ya son inicialmente cálidos y secos, y aumentan esas características según atraviesan España.
Récord
Es la tercera ola de calor que se da este verano, la primera fue a finales de junio y la segunda al final de la primera decena de agosto. Esta última ha sido hasta el momento la más intensa y en Extremadura por ejemplo dejó marcas como la anotada en Castuera el pasado viernes 10 con una noche tórrida en que el termómetro no bajó de 29 grados y por el día alcanzó los 44,5 según datos de Aemet-Extremadura.
El día anterior, el jueves 9, fue incluso peor en las horas solares con una máxima de 44,7 grados.
«Esos valores no los vamos a alcanzar ahora», consuela Manuel Lara, en referencia a la ola cálida de estos días y que remite el jueves con temperaturas que irán bajando gradualmente, aunque no de forma exagerada según la previsión que se maneja en estos momentos. Y es que el jueves se restablece la circulación procedente de poniente, del oeste, y hay un cierto refuerzo de las altas presiones, que traerán cinco o seis grados menos de máximas.
Como en episodios anteriores de calor las autoridades recomiendan estos días evitar en lo posible la exposición al sol, y sobre todo hidratarse en particular niños y mayores, cuidando de que estos últimos que viven solos tomen suficiente cantidad de líquidos.


TÍTULO: THE LONDON LIBRARY:

Hace unos años me llamó un amigo editor: «Tienes que venir, he encontrado algo que va a interesarte». Quedamos en una plaza del centro .foto.
Hace unos años me llamó un amigo editor: «Tienes que venir, he encontrado algo que va a interesarte». Quedamos en una plaza del centro de Londres, resolvió en la recepción los trámites para mi acceso a un edificio encajado como un tomo más entre las fachadas del lugar y entré por primera vez en la London Library.
La obra de Thomas Carlyle refleja la frecuente tensión de quienes han sido educados con una fuerte fe religiosa, en su caso una variante escocesa del calvinismo, y luego la abandonan. Era un escritor satírico -«la historia es una destilación de rumores»- pero siempre animado por la creencia en el valor de la esperanza y de la acción.
Cuando vivió en Londres visitaba como otros escritores y académicos la British Library, una monumental biblioteca que guardaba su colección en diversos edificios y ofrecía un ritual de lectura en su sala circular, en el interior del Museo Británico, hasta su traslado a una nueva sede en 1997. Pero escritores e investigadores debían permanecer en el edificio y devolver los libros al final de la jornada. Es la norma común en las grandes bibliotecas.
La ética de la London Library, fundada por Carlyle en 1841, se ajusta a los principios de alguien que creía en la importancia de la conducta más que en las normas prescritas: sus miembros podrían llevarse los libros a su casa durante el tiempo que necesitasen. A Charles Dickens, uno de sus primeros socios, le trasladaron a su domicilio dos carretas de libros cuando escribía 'Historia de dos ciudades'. Y la confianza se otorga incluso a miembros que residen en el extranjero. Piden el envío a su dirección y los responsables de la biblioteca saben que lo devolverán cuando terminen.
500 euros al año
Un tercio de sus 7.200 miembros, que pagan unos quinientos euros anuales, tiene su residencia fuera de Londres y no puede disfrutar del goce cotidiano de visitar la sede de St. James'Square, que fue una de las primeras edificaciones construidas en la capital británica con postes metálicos, y hojear sus 24 kilómetros de estantes.
Hay un millón de libros, 130.000 en la sección de Historia, escritos setenta idiomas. Se adquieren unos 8.000 cada año, en su mayoría por sugerencias de los miembros, y no se retira ninguno. Hay también colecciones de 750 publicaciones periódicas. La de 'The Times' en papel va desde 1813 hasta 2000, cuando se adoptó el archivo digital del diario.
Dunia García-Ontiveros, directora de bibliografía y catalogación, confirma la profundidad de los anaqueles de este «lugar mágico», de este «laberinto». Hay una copia muy temprana de 'La Celestina', una de las colecciones más completas en el mundo de comedias sueltas, populares en la España de los siglos XVII al XIX. Y ocho libros de Soledad Puértolas, por elegir al azar una escritora contemporánea.
Hay muchas anécdotas de hallazgos en estos pasillos con suelo de reja metálica, para la aireación imprescindible en la conservación de los libros. Cuando 'The Times' encargó a Arthur Koestler un artículo sobre el campeonato del mundo de ajedrez entre Bobby Fisher y Boris Spassky en Reikiavik, en 1972, el autor de 'Testamento español' dudó entre buscar en la sección de ajedrez o en la de Islandia.
Encontró 'Chess in Iceland and in Icelandic Literature' (Ajedrez en Islandia y en la literatura islandesa), publicado en Florencia en 1905, en la sección de Ciencia y Miscelánea, una caja de sorpresas en un catálogo que no se ordena con los criterios convencionales de la biblioteconomía.
Salvo en la sala principal de lectura se pueden usar ordenadores portátiles o teléfonos móviles, porque se supone que los miembros están trabajando y necesitan mantenerse comunicados con el mundo exterior. Aquí escribió parte de su obra T. S. Eliot y hay un cuadro de su viuda, Valery, junto al de Carlyle, porque fue una de sus grandes patronas.
Mi amigo me guió aquel primer día por los estantes hasta un libro dejado allí por un exiliado en Londres de la Guerra Civil, en el que había escrito una nota, el testimonio de que por allí habían pasado los miembros del Consejo Nacional Vasco formado entre las incertidumbres y agitaciones de la Segunda Guerra Mundial.
Ubicación. En St. James Square, barrio de City of Westminster, junto a una de las casas más caras del mundo: 100 millones de libras.
Sus cifras. Un millón de libros y 7.200 socios. Pagan 500 euros al año. Si busca un tomo, ubíquelo bien: hay 24 kilómetros de estantes.

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