Han pasado ya casi cinco años desde que Spotify llegara
al mercado. El servicio sueco de música por 'streaming' ha
revolucionado la forma en la que el usuario consume música. Primero, a
base de tarifas planas asequibles y presencia en todas las pantallas del
hogar -ordenadores, tabletas, móviles y televisores inteligentes
disponen ya de la aplicación pertinente-.
Después, combinando su uso con el de las redes sociales más
conocidas para compartir gustos musicales y descubrir nuevos artistas y
grupos. En este lustro, la plataforma no ha parado de crecer. Cuenta ya
con más de 20 millones de canciones y 24 millones de usuarios activos,
6 millones de los cuales acceden al mismo pagando. Lógico entonces que
no hayan tardado en salir competidores que pugnan por una parte del
jugoso pastel de la música en la nube y presentan características y
precios muy similares.
El último de ellos es Google, que el pasado jueves lanzaba en España su
programa de suscripción 'premium' a Google Music.
El servicio proporciona acceso a un catálogo de 20 millones de
canciones procedentes de las principales discográficas y además permite
al usuario subir hasta 20.000 canciones a la nube —función que en
realidad los de Mountain View ya ofrecen de forma gratuita a los
usuarios en su modelo de acceso básico— y escuchar temas sin necesidad
de estar conectado a internet.
Al igual que otras plataformas, Google es capaz de hacer recomendaciones y elaborar listas de reproducción
estudiando los gustos del usuario. También dispone de listados
confeccionados por sus «expertos» y ofrece al melómano la posibilidad de
adquirir las canciones. El precio de la suscripción mensual es de 9,99 euros y de 7,99 euros si
se realiza antes del 15 de septiembre, aunque los usuarios cuentan con
un mes de prueba gratuito para ver si este se adapta a sus necesidades.
De momento, eso sí, el servicio solo está disponible para ordenadores y
dispositivos Android, pero es de esperar que en un futuro salga una
aplicación para iOS.
¿Mercado saturado?
Cabe preguntarse si hay suficiente espacio en el mercado
para ofertas tan parecidas. El último informe de la patronal de la
industria discográfica apuntaba a que más de 20 millones de personas pagan por escuchar música en 'streaming' y
que los ingresos correspondientes a estos servicios suponen
aproximadamente un 10% de la facturación total de la música digital, un
porcentaje que en Europa se eleva al 20%.
La auditora Nielsen Soundscan ofrecía hace unos meses un dato revelador: en lo que va de año las descargas digitales,
que aglutinan un 70% de la facturación, han disminuido por primera vez
en la historia y lo hacían en un 2,3%. ¿Estará el usuario cambiando de
modelo?
A buen seguro ahí estarán servicios como Deezer, Rdio y Sony Music Unlimited.
El primero, un servicio francés lanzado un año antes que Spotify,
cuenta ya con 25 millones de canciones disponibles y 10 millones de
usuarios activos, de los cuales 4 millones son suscriptores de pago. Al
igual que la plataforma de Google, ofrece la posibilidad a sus
suscriptores de subir canciones que no se encuentren dentro del sistema.
Rdio, en cambio, carece de esta funcionalidad.
Este servicio sueco de nombre impronunciable comenzó a operar en agosto
de 2010 y cuenta ya con más de 17 millones de canciones. Su punto
fuerte es una
interfaz más clara y sencilla.
Además de gozar del respaldo de una de las compañías más importantes del sector tecnológico y de contenidos,
Sony Music Unlimited
cuenta con 20 millones de canciones de los principales sellos y acaba
de lanzar su aplicación para iOS, que permite reproducir canciones
'offline'.
Quizá sea
Grooveshark el servicio que más se distancia de sus competidores, claro que no se pueden obviar las
cuatro demandas que ha recibido
por parte de discográficas como EMI, Sony, Warner y Universal y que
tanto Google como Apple han eliminado cualquier rastro de su aplicación
para Android e iOS por infringir los derechos de autor. La clave de esta
plataforma estadounidense que cuenta ya con
30 millones de usuarios es que estos pueden subir al servicio cualquier canción y compartirla con el resto del mundo sin el permiso de sus autores.
Las dudas
A pesar de todo, persisten ciertas dudas sobre la
viabilidad de este negocio musical. Spotify, a priori el caballo ganador
en esta batalla en la nube, aún no es rentable.
Daniel Ek,
fundador de la compañía, lo achaca a la expansión internacional —su
desembarco en Estados Unidos no pudo empezar mejor, superando el millón
de suscriptores en un mes— y dice que si no fuera por ella «ya seríamos
rentables».
Por el otro, las licencias que Spotify debe pagar a las
discográficas y los artistas también han aumentado en la misma
proporción que lo ha hecho el número de reproducciones. De esta forma y
pese a facturar 434,7 millones de euros en 2012, la compañía registró 58,7 millones en pérdidas. Solo el tiempo despejará la incógnita.
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