Fue corrida maratoniana. Cinco faenas interminables. Las
dos de 'El Cid', las dos de 'El Fandi' y la última de Castella.
Excepción a la regla fue el primer trabajo de Castella con un tercer
toro que fue garbanzo negro de una bondadosa corrida de Santiago Domecq.
El garbanzo negro era, por cierto, espectacular: ojo de
perdiz, chorreado en verdugo, atigrado, listón, lustroso. Elástico en
los primeros ataques, corretón después, la boca abierta después de
banderillas y, de pronto, una huida en busca de puerta por donde irse.
Un capotazo a una mano de José Chacón, banderillero muy competente,
bastó para rescatar al toro de su querencia y fijarlo. Solo que, venido
abajo, fue toro de poca entrega y escaso motor. Así que en ese turno, y
solo en ese, estuvo Castella breve. Algún muletazo bueno con la zurda,
pero se resistió demasiado el morlaco.
La merienda se hizo eterna. No apareció el sol en toda la
tarde, refrescó y acabaron casi cerrando el párpado de cubierta. Antes
de banderillas en el quinto toro se encendió la potente batería de
focos. Luz eléctrica. Un derroche en agosto. Solo el sexto llegó a
deslumbrarse. El sexto contó entre los cuatro mejores de la corrida.
Cuatro toros: abundante menú.
El destino compensó a Castella con ese último toro,
colorado ojo de perdiz, redondito y relleno, 560 kilos, astifino pero
abrochado. Castello lanceó despacio en el saludo y, luego de un puyazo
en el sitio preciso se lució en un quite por chicuelinas con cite desde
muy lejos. Muy verticales y firmes, secas chicuelinas. Perfecta la media
de remate, muy airosa la revolera. El toro le había gustado al torero
de Beziers.
Brindis desde los medios y allí mismo un temerario arranque
de faena: tres péndulos, tres, dejando al toro venirse mucho, uno a
pies juntos en la suerte natural, el molinete, el de pecho y el del
desdén. Una madeja muy de la firma de Castella. Celebradísimo el
invento. Una tanda con la izquierda, ligada, encajada y risueña. Con la
izquierda iba a llegar el toreo de mejor compás y mayor ajuste de toda
la tarde. Pecó de larga la faena y de desigual en logros por la diestra.
Pero con la izquierda no se tomó Castella ni una sola ventaja, abundó
sin cansarse ni renunciar a una sola baza.
Estaba a gusto de verdad con el toro, que hizo, por cierto,
dos inesperados feos: escarbar y tirar una coz. Por pasarse de tiempo, a
Castella le costó cuadrar al toro, pero se fue tras la espada con la
voluntad de cortarle las orejas. Una y media.
A 'El Fandi' llegaron a tocarle un aviso antes de haber
siquiera igualado al segundo de corrida y faltaron segundos para que le
tocaran otro antes de cobrar la estocada rinconera con que tumbó al
quinto. También 'El Cid' se vio amonestado por demorarse lo indecible
con un cuarto que llegó a echarse. Rápido de ideas y de todo lo demás
'El Cid' con un primero de corrida largo y ensillado que vino a todo de
largo y por derecho. Todo, largo. Incluida una faena de muchos
muletazos.
Fue tarde de estocadas en el rincón, y la primera la cobró
'El Cid'. La segunda, 'El Fandi', en el quinto toro, con el que se
entendió muy bien; la tercera, el propio Castella en el toro de su
triunfo.
La extensión de las faenas las acabó haciendo monocordes y
planas. 'El Fandi' se salió de guión en el quinto de corrida, un toro
corto y cabezón que tuvo más calidad de la apuntada de partida. Temple
de mano baja en muletazos sueltos. Pero un destajo en toda regla. Lo fue
más todavía el trabajo de un primer toro que estrellado contra la
tronera perdió la funda entera de un pitón pero salió ganoso y bueno.
Toreo de perder pasos. Siete pares de banderillas de 'El Fandi' y
variedad en el toreo de capa.
'El Cid' se metió entre pitones cuando el cuarto toro
estaba con los bofes fuera. Duró mucho la fiesta. No puede decirse que
hubiera de todo.
TÍTULO; ALCANTARA REUNIO A 5.400 ESPECTADORES EN SUS CINCO ESPECTÁCULOS,.
Alcántara reunió a 5.400 espectadores en sus cinco espectáculos
El día 9 de agosto se inauguró el festival con un novedoso prólogo como acto de apertura que ha cosechado muy buena crítica
El Festival de Teatro Clásico de Alcántara cerró la noche
del martes el telón de su XXIX edición. Se puso fin a cinco días de
continuas representaciones a las que han asistido aproximadamente unos
5.400 espectadores. Más de 1.000 personas diariamente, sin contar el
público que participó en los talleres, actividades paralelas y el
mercadillo artesanal que se organizó en en centro de la localidad.
Para Olga Estecha, la directora de esta edición, la
experiencia ha sido muy positiva. Ella se estrenaba al mando del
festival y aunque afrontaba la oportunidad con incertidumbre, tras
acabar afirma sentirse muy contenta porque todos los objetivos que se
había propuesto se han cumplido.
Una de sus apuestas más personales, el prólogo del día 9 en
el acto de apertura, ha sido, según la directora, un éxito de crítica.
«Hubo mucha gente que se acercó a mí para darme la enhorabuena»,
asegura Estecha, y aclara que la intención de rendir homenaje al
Conventual de San Benito con el espectáculo de luces y sonidos y el
recital, hizo que el escenario se viera como nunca antes se había hecho.
«Algunos me dijeron que había sido algo mágico».
Otro de los puntos clave del festival ha sido el taller
renacentista. En ediciones anteriores los talleres iban dedicados a los
más pequeños, sin embargo, esta vez, se quiso incorporar una actividad
dirigida a los adultos. «El taller de teatro renacentista y la mesa
redonda donde se debatió sobre las diferentes maneras de hacer teatro
permitieron descubrir que hay mucha gente en el pueblo y de fuera, que
está muy interesada en el teatro», explica la actriz. Su idea es que
esto prosiga en el tiempo y que en futuras ocasiones se repita lo que ha
sido satisfactorio para el público. «El taller ha estado siempre lleno y
de hecho, se ha quedado gente sin poder participar», explica.
El futuro del festival
Estecha desconoce si el año que viene ella será la
encargada de dirigir l el evento porque su contrato ha sido firmado por
un año, aunque afirma que si obtuviese de nuevo el privilegio
intentaría, por ejemplo, resaltar de otra manera el escenario del
conventual. «Habría que ver de qué manera lo haríamos», afirma.
En los cinco días de representaciones se ha querido abarcar
diferentes registros, desde el recital de versos clásicos con 'De Amor y
Lujuria' a la puesta en escena más espectacular con 'Celestina, la
tragicomedia'. Con 'Romeo' se quiso que el público más joven se
acercase al teatro y el 'Auto de la Sibilia Casandra' sirvió para dar
cabida a la tradición portuguesa. Esta última, según la directora, «tuvo
una acogida estupenda». Los fados lusos fueron también protagonistas de
la velada nocturna que siguió a la representación.
El último día, 'El Médico de su honra' puso el broche final
al festival. «La obra tuvo muy buena acogida y fue una manera
fantástica de despedir las representaciones», afirma Estecha.
Durante estos cinco días Alcántara ha vuelto a la época del
Siglo de Oro y los alcantarinos han sabido ponerse en el papel de los
habitantes del siglo XVII. Tanto el día de la inauguración como el del
cierre, un grupo de jóvenes de la localidad representaron dos entremeses
en las calles del pueblo.
Ahora, asegura Estecha, están planteándose formar su propio
grupo de teatro. La actriz explica además, que una de sus intenciones
primordiales se ha visto cumplida de esa manera, «la semilla del teatro
está sembrada».
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