TÍTULO; VIDAS PRIVADAS, EN DIRECTO,¡Alerta! Llega el síndrome VCS (vacaciones con suegra)
Si
lo estás sufriendo en estos días, eres una auténtica superviviente.
Seguramente, has hecho todo por evitarlo. Desde maniobras sutiles ...
Si lo estás sufriendo en estos días, eres una auténtica superviviente.
Seguramente, has hecho todo por evitarlo. Desde maniobras sutiles hasta
chantajes desesperados. Si no han funcionado, no te rindas: tenemos las
claves para que lo superes con éxito.
La vida es a veces implacable y dramática, dura como un verano con la
suegra que se acopla a presión a última hora, y a la que has de poner tu
mejor sonrisa. Y lo más difícil, debes mantenerla (la sonrisa) pase lo
que pase. Te va la vida en ello. Pensabas que este año te librarías,
casi abres un Moet&Chandon para celebrarlo, cuando las
tornas cambiaron, y esa mujer de recia personalidad e incontinencia
verbal suprema decidió que este verano no lo pasaría en la ciudad. Fue
entones cuando él dijo: “¿Te importa que venga mi madre?”.
Y aquí la tienes, compartiendo sombrilla en la playa, rezongando cada vez que le pones crema protectora a tu hijo, que es su nieto (una circunstancia que parece otorgarle superpoderes). Hablando por lo bajo cuando tu marido no come a las dos y media en punto. Revisando la lista de la compra y organizando la nevera del apartamento con vistas al mar que alquilaste hace cuatro meses imaginando unas vacaciones de amor y lujo. Léase, sin suegra.
Negociación
Llegados a este punto, resistir es la palabra. Lo primero es disparar esa autoestima. No estás sola. Únicamente un 1% de los españoles se iría de vacaciones con su suegra de forma voluntaria. El resto está como tú: tirando de lo que aprendiste en el curso de yoga, intentando equilibrar tu cuerpo y tu mente para no estallar. Otros han desarrollado la capacidad de no escuchar. Se diga lo que se diga, están sordos, una estrategia crucial para sobrevivir.
Dicen los antropólogos que, con la excusa de la velocidad de la vida moderna y para minimizar el riesgo de conflicto, la familia tiende a alejarse física y emocionalmente de la política, se ven con menos frecuencia y se mandan SMS en lugar de llamarse por teléfono. Una distancia que a veces no es más que una huída hacia delante ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo en uno de los temas más conflictivos de la pareja. El psicólogo Antonio Bolinches se refiere a ello en su libro “Amor al segundo intento” (Ed. Grijalbo) como uno de los grandes temas que habrá que negociar en la pareja: a cuál de las dos familias políticas se acercarán más. Y es que los desacuerdos en este terreno son causa frecuente de conflictos.
Imagínatelo. Estás haciendo de tripas corazón para salvar tu matrimonio, o lo que quede de él tras este verano con suegra. Acabas de hacer como que no has oído que ella ha dicho por tercera vez que el niño va a acabar en Urgencias. Ella sí supo criar a los suyos porque fue “una madre a tiempo completo”. Esta última frase sí que la has escuchado y te ha sentado fatal. ¿A qué se refiere? ¿Contestas o sigues concentradísima en tu partida de Apalabrados? Anda, ¡tu suegra ha vuelto a hablar! En teoría habla consigo misma pero su intención es que te des por aludida. Te sacude por el brazo porque dice que debes ir al médico. “Hija, te estás quedando sorda, con lo joven que eres todavía [pausa dramática]... a pesar de que eres mayor que mi hijo”. Ya está dicho. Todo lo que ha hablado hasta ahora era una excusa para llegar a su tema preferido: su hijo se ha casado con una chica mayor que él y no porque le faltaran opciones. Esto que quede muy claro.
Doble o nada
A partir de este punto solo tienes dos opciones: la meditación o el gruñido. Al final, ni una cosa ni la otra. Tu suegra toma la iniciativa. “Que van a ser las dos y hay que preparar la comida. Si no estoy yo, esta familia no come”. En este punto tienes que echar mano de la psicología para evitar conflictos. Tu terapeuta dice que cuando tu suegra “se pase” debes “retirar la atención del asunto que te molesta y pensar en cosas agradables”. Vale que para ti lo único agradable sería que un agujero negro la hiciera desaparecer, pero haz un esfuerzo. Otro. Mira el lado bueno de las cosas: ella ha organizado la nevera esta mañana y ha tirado todo lo que compraste ayer, aunque aún no lo sabes. Respira hondo y el próximo verano paga con la misma moneda: tráete a tu madre de vacaciones. Si el juego va de suegras, que sean dos. Doble o nada.
Unos días en el pueblo
Julia f.
42 años, abogada. Tiene un hijo de seis meses con su pareja.
“Lo único que le hace ilusión es repetir lo mal que ha elegido su hijo, delante de mí”
A pesar de que ya tenían otros planes, Julia, su marido y su hijo han terminado en el pueblo de los padres de él. Es la primera vez que viajan con su bebé y a los abuelos les hacía ilusión pasar unos días juntos. “A mi suegra lo que le hace ilusión es repetir una y otra vez lo mal que ha elegido su hijo, y si estoy yo delante para que lo oiga, mejor”. La guerra estaba declarada sin que las huestes se hubieran visto las caras. Como era difícil negarse a la “presentación en sociedad” del bebé, Julia y su chico pactaron cinco días en casa de los abuelos.
La primera noche se reunió toda la familia en un restaurante. Apareció la prima Susana, una chica joven con quien la suegra de Julia era extremadamente simpática. “Anda –le dijo– siéntate al lado de mi Antonio, al menos así tendrá al lado a una mujer guapa”. Aquella cena ya se le había atragantado a Julia. Los días siguientes llegaron con el lastre de aquel primer encontronazo y Julia no estaba muy a gusto “en familia”. “Lo único que les interesaba de mí era mi bebé y que quedara muy claro que estaba en esa familia gracias a él”, asegura Julia. En resumen: los cinco días los pasó encerrada en la habitación llorando.
Los helados de los niños
Alicia G.
35 años, enfermera. Casada y con tres hijos.
“Ella les compra las golosinas, pero me dice que están muy consentidos”
“Mi suegra no soporta que nadie más que ella compre helados a los niños. Sabe cuáles les gustan, cuáles son más sanos y tienen menos aditivos. El verano pasado se acopló con nosotros y cada vez que les compraba un helado empezaba el drama”, dice Alicia. Que si los tenía muy consentidos, que si les daba todo lo que pedían, que si iban a tener una indigestión. “En mi época, solo se tomaba helado los domingos y nos hemos criado mejor, sin tanto capricho”, decía su suegra. Sin embargo, quien compraba helados y chuches a cualquier hora era ella, porque considera el apartado golosinas como su territorio. Lo peor para Alicia no eran sus comentarios, sino el ruido de fondo que no la dejaba descansar. “Es buena persona y me ayuda mucho, pero me saca de quicio como nadie”, dice. Ella contaba, eso sí, con el apoyo de su marido que intentaba quitar hierro al asunto. La cosa se complicaba si el postre se tomaba después de las cinco de la tarde. En esos casos, la letanía tenía tintes médico-sanitarios: “¡Un helado a esta hora! ¡Mañana estarán malos!”. Los niños no entendían nada.
La nevera y la crema solar
Cristina S.
45 años, economista. Casada y con una hija.
“Me acusa de manirrota por gastar en cremas solares y le pone una camiseta a la niña”
“En mi época nadie se ponía crema solar y mis hijos nunca se quemaron. Claro que yo me ocupaba de ellos, no estaba debajo de la sombrilla leyendo. Yo no venía a la playa a descansar, sino a atender a mis niños”. Así empezó el primer día de playa de Cristina y su suegra. Tras este comentario parecía difícil reconducir el día. Sobre todo porque la pareja de Cristina, e hijo de la señora, había desarrollado una sordera repentina y yacía ensimismado en su libro, con la intención de no ver ni escuchar nada.
Cristina intentaba poner crema a su niña cada dos horas, como recomiendan los dermatólogos, pero su suegra insistía en que aquello era una tontería; lo que debería hacer Cristina era ponerle una camiseta y dejarse de gastar dinero en cremas, que era una manirrota. La señora sacó del bolso una camiseta con la intención de ponérsela a la niña y que quedara claro quién sabía hacer las cosas. “Pregúntale a mi hijo si alguna vez se quemó. A qué no, Sergio”. Pero él no estaba allí. Su libro lo había transportado a la aldea bereber donde tenía lugar la historia exótica de unos personajes que nunca se habían puesto protector solar. Así que no aportó información. Cristina estaba, como siempre, sola ante el peligro, pero dispuesta a que su hija no se bañara con la camiseta.
“¿Quién es la madre de Claudia, usted o yo?”, preguntó. “Tú –rezongó la señora–, pero yo soy la abuela, tengo experiencia y te digo que la niña va a acabar en Urgencias con una quemadura de tercer grado, si es que antes no tenemos que llevarla porque ha comido algo estropeado. Porque ayer, mientras cenabais fuera, tuve que organizar la nevera del apartamento. Podemos coger cualquier cosa. No sé para qué salgo de mi casa”. “Yo tampoco lo sé”, soltó Cristina por lo bajo. Le quitó la camiseta a la niña e informó a su marido que su madre le había organizado la nevera. Sergio siguió toda la semana en modo bereber.
Claves de supervivencia
1 Irse de vacaciones con la familia política no significa pasar todo el tiempo juntos.
2 Reserva a diario un espacio de intimidad para la pareja, para hablar o hacer lo que cada uno quiera o necesite.
3 Pacta los límites desde el principio. Hay que ser claro y específico en este apartado. Este tema primero se hablará con la pareja y, posteriormente, se debe poner al tanto al resto de los acompañantes.
4 Llega a un acuerdo sobre las actividades conjuntas. A priori, es mejor que sean pocas.
5 No permitas injerencias a la hora de atender a los niños.
6 Si hay personas mayores y dependientes se debe organizar quién o quiénes les atenderán y especificar qué
atenciones necesitan. Si hay familiares dependientes, conviene contar con alguien que os ayude, para que todos tengáis vacaciones.
7 No pidas explicaciones (ni las des) cuando alguien decida no sumarse a un paseo o a una cena. Sé flexible y abierta.
8 No te dejes provocar. Lo mejor es no obsesionarse y no poner toda la atención en lo que te han dicho. Pasa algunas cosas por alto.
9 Relaja hábitos y horarios. Estás de vacaciones, no permitas que una rigidez de las costumbres boicotee la convivencia. Si la más rígida es la suegra, dobla la dosis de tolerancia y flexibilidad.
10 Cada vez que haya un enfado o un amago de discusión, intenta olvidarlo con una actividad positiva que neutralice el ambiente: un baño, un partido, una copa.
Y aquí la tienes, compartiendo sombrilla en la playa, rezongando cada vez que le pones crema protectora a tu hijo, que es su nieto (una circunstancia que parece otorgarle superpoderes). Hablando por lo bajo cuando tu marido no come a las dos y media en punto. Revisando la lista de la compra y organizando la nevera del apartamento con vistas al mar que alquilaste hace cuatro meses imaginando unas vacaciones de amor y lujo. Léase, sin suegra.
Negociación
Llegados a este punto, resistir es la palabra. Lo primero es disparar esa autoestima. No estás sola. Únicamente un 1% de los españoles se iría de vacaciones con su suegra de forma voluntaria. El resto está como tú: tirando de lo que aprendiste en el curso de yoga, intentando equilibrar tu cuerpo y tu mente para no estallar. Otros han desarrollado la capacidad de no escuchar. Se diga lo que se diga, están sordos, una estrategia crucial para sobrevivir.
Dicen los antropólogos que, con la excusa de la velocidad de la vida moderna y para minimizar el riesgo de conflicto, la familia tiende a alejarse física y emocionalmente de la política, se ven con menos frecuencia y se mandan SMS en lugar de llamarse por teléfono. Una distancia que a veces no es más que una huída hacia delante ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo en uno de los temas más conflictivos de la pareja. El psicólogo Antonio Bolinches se refiere a ello en su libro “Amor al segundo intento” (Ed. Grijalbo) como uno de los grandes temas que habrá que negociar en la pareja: a cuál de las dos familias políticas se acercarán más. Y es que los desacuerdos en este terreno son causa frecuente de conflictos.
Imagínatelo. Estás haciendo de tripas corazón para salvar tu matrimonio, o lo que quede de él tras este verano con suegra. Acabas de hacer como que no has oído que ella ha dicho por tercera vez que el niño va a acabar en Urgencias. Ella sí supo criar a los suyos porque fue “una madre a tiempo completo”. Esta última frase sí que la has escuchado y te ha sentado fatal. ¿A qué se refiere? ¿Contestas o sigues concentradísima en tu partida de Apalabrados? Anda, ¡tu suegra ha vuelto a hablar! En teoría habla consigo misma pero su intención es que te des por aludida. Te sacude por el brazo porque dice que debes ir al médico. “Hija, te estás quedando sorda, con lo joven que eres todavía [pausa dramática]... a pesar de que eres mayor que mi hijo”. Ya está dicho. Todo lo que ha hablado hasta ahora era una excusa para llegar a su tema preferido: su hijo se ha casado con una chica mayor que él y no porque le faltaran opciones. Esto que quede muy claro.
Doble o nada
A partir de este punto solo tienes dos opciones: la meditación o el gruñido. Al final, ni una cosa ni la otra. Tu suegra toma la iniciativa. “Que van a ser las dos y hay que preparar la comida. Si no estoy yo, esta familia no come”. En este punto tienes que echar mano de la psicología para evitar conflictos. Tu terapeuta dice que cuando tu suegra “se pase” debes “retirar la atención del asunto que te molesta y pensar en cosas agradables”. Vale que para ti lo único agradable sería que un agujero negro la hiciera desaparecer, pero haz un esfuerzo. Otro. Mira el lado bueno de las cosas: ella ha organizado la nevera esta mañana y ha tirado todo lo que compraste ayer, aunque aún no lo sabes. Respira hondo y el próximo verano paga con la misma moneda: tráete a tu madre de vacaciones. Si el juego va de suegras, que sean dos. Doble o nada.
Unos días en el pueblo
Julia f.
42 años, abogada. Tiene un hijo de seis meses con su pareja.
“Lo único que le hace ilusión es repetir lo mal que ha elegido su hijo, delante de mí”
A pesar de que ya tenían otros planes, Julia, su marido y su hijo han terminado en el pueblo de los padres de él. Es la primera vez que viajan con su bebé y a los abuelos les hacía ilusión pasar unos días juntos. “A mi suegra lo que le hace ilusión es repetir una y otra vez lo mal que ha elegido su hijo, y si estoy yo delante para que lo oiga, mejor”. La guerra estaba declarada sin que las huestes se hubieran visto las caras. Como era difícil negarse a la “presentación en sociedad” del bebé, Julia y su chico pactaron cinco días en casa de los abuelos.
La primera noche se reunió toda la familia en un restaurante. Apareció la prima Susana, una chica joven con quien la suegra de Julia era extremadamente simpática. “Anda –le dijo– siéntate al lado de mi Antonio, al menos así tendrá al lado a una mujer guapa”. Aquella cena ya se le había atragantado a Julia. Los días siguientes llegaron con el lastre de aquel primer encontronazo y Julia no estaba muy a gusto “en familia”. “Lo único que les interesaba de mí era mi bebé y que quedara muy claro que estaba en esa familia gracias a él”, asegura Julia. En resumen: los cinco días los pasó encerrada en la habitación llorando.
Los helados de los niños
Alicia G.
35 años, enfermera. Casada y con tres hijos.
“Ella les compra las golosinas, pero me dice que están muy consentidos”
“Mi suegra no soporta que nadie más que ella compre helados a los niños. Sabe cuáles les gustan, cuáles son más sanos y tienen menos aditivos. El verano pasado se acopló con nosotros y cada vez que les compraba un helado empezaba el drama”, dice Alicia. Que si los tenía muy consentidos, que si les daba todo lo que pedían, que si iban a tener una indigestión. “En mi época, solo se tomaba helado los domingos y nos hemos criado mejor, sin tanto capricho”, decía su suegra. Sin embargo, quien compraba helados y chuches a cualquier hora era ella, porque considera el apartado golosinas como su territorio. Lo peor para Alicia no eran sus comentarios, sino el ruido de fondo que no la dejaba descansar. “Es buena persona y me ayuda mucho, pero me saca de quicio como nadie”, dice. Ella contaba, eso sí, con el apoyo de su marido que intentaba quitar hierro al asunto. La cosa se complicaba si el postre se tomaba después de las cinco de la tarde. En esos casos, la letanía tenía tintes médico-sanitarios: “¡Un helado a esta hora! ¡Mañana estarán malos!”. Los niños no entendían nada.
La nevera y la crema solar
Cristina S.
45 años, economista. Casada y con una hija.
“Me acusa de manirrota por gastar en cremas solares y le pone una camiseta a la niña”
“En mi época nadie se ponía crema solar y mis hijos nunca se quemaron. Claro que yo me ocupaba de ellos, no estaba debajo de la sombrilla leyendo. Yo no venía a la playa a descansar, sino a atender a mis niños”. Así empezó el primer día de playa de Cristina y su suegra. Tras este comentario parecía difícil reconducir el día. Sobre todo porque la pareja de Cristina, e hijo de la señora, había desarrollado una sordera repentina y yacía ensimismado en su libro, con la intención de no ver ni escuchar nada.
Cristina intentaba poner crema a su niña cada dos horas, como recomiendan los dermatólogos, pero su suegra insistía en que aquello era una tontería; lo que debería hacer Cristina era ponerle una camiseta y dejarse de gastar dinero en cremas, que era una manirrota. La señora sacó del bolso una camiseta con la intención de ponérsela a la niña y que quedara claro quién sabía hacer las cosas. “Pregúntale a mi hijo si alguna vez se quemó. A qué no, Sergio”. Pero él no estaba allí. Su libro lo había transportado a la aldea bereber donde tenía lugar la historia exótica de unos personajes que nunca se habían puesto protector solar. Así que no aportó información. Cristina estaba, como siempre, sola ante el peligro, pero dispuesta a que su hija no se bañara con la camiseta.
“¿Quién es la madre de Claudia, usted o yo?”, preguntó. “Tú –rezongó la señora–, pero yo soy la abuela, tengo experiencia y te digo que la niña va a acabar en Urgencias con una quemadura de tercer grado, si es que antes no tenemos que llevarla porque ha comido algo estropeado. Porque ayer, mientras cenabais fuera, tuve que organizar la nevera del apartamento. Podemos coger cualquier cosa. No sé para qué salgo de mi casa”. “Yo tampoco lo sé”, soltó Cristina por lo bajo. Le quitó la camiseta a la niña e informó a su marido que su madre le había organizado la nevera. Sergio siguió toda la semana en modo bereber.
Claves de supervivencia
1 Irse de vacaciones con la familia política no significa pasar todo el tiempo juntos.
2 Reserva a diario un espacio de intimidad para la pareja, para hablar o hacer lo que cada uno quiera o necesite.
3 Pacta los límites desde el principio. Hay que ser claro y específico en este apartado. Este tema primero se hablará con la pareja y, posteriormente, se debe poner al tanto al resto de los acompañantes.
4 Llega a un acuerdo sobre las actividades conjuntas. A priori, es mejor que sean pocas.
5 No permitas injerencias a la hora de atender a los niños.
6 Si hay personas mayores y dependientes se debe organizar quién o quiénes les atenderán y especificar qué
atenciones necesitan. Si hay familiares dependientes, conviene contar con alguien que os ayude, para que todos tengáis vacaciones.
7 No pidas explicaciones (ni las des) cuando alguien decida no sumarse a un paseo o a una cena. Sé flexible y abierta.
8 No te dejes provocar. Lo mejor es no obsesionarse y no poner toda la atención en lo que te han dicho. Pasa algunas cosas por alto.
9 Relaja hábitos y horarios. Estás de vacaciones, no permitas que una rigidez de las costumbres boicotee la convivencia. Si la más rígida es la suegra, dobla la dosis de tolerancia y flexibilidad.
10 Cada vez que haya un enfado o un amago de discusión, intenta olvidarlo con una actividad positiva que neutralice el ambiente: un baño, un partido, una copa.
TÍTULO; TENDENCIAS SCRAPBOOKING, LA VIDA EN UN ALBUM,.
Miles de seguidoras recrean sus vivencias con esta tendencia ... ti y documentar de forma creativa tu vida, en forma de libro-álbum, láminas...”.
Fotos, postales, citas... todo cabe en un libro de recuerdos.
Miles de seguidoras recrean sus vivencias con esta tendencia nostálgica
que aterriza en España directa de EE.UU.
Tras los cristales de una tienda de manualidades, 10 mujeres de
entre 18 y 65 años se sientan alrededor de una mesa y sacan sus
materiales: tijeras, cartulinas, papeles, sellos, pegamentos y fotos. ¿Qué
hacen? Se preguntan los curiosos al otro lado del cristal, y sobre
todo, ¿qué pueden tener en común? Sus profesoras, las “scrapbookers”
Lorena Tejedor y Beatriz Peña lo saben: están allí para aprender a dar
vida a sus recuerdos. Almudena quiere hacer un álbum que recoja
las vivencias de su último curso de Bachillerato; Alejandra prepara un
regalo sorpresa para su hija con las fotos del primer año de su nieta y
Elena ha decidido plasmar de forma especial las instantáneas que trae de
cada verano de su viaje en familia.
Procedente de Estados Unidos, donde lleva años instalada y hay unos 25 millones de aficionados, esta técnica, mitad manualidad, mitad creación artística, se ha impuesto silenciosamente entre nosotros. “Es fácil, desarrollas tu creatividad y el resultado es una obra única en la que hay un pedazo de tu vida que trascenderá tu tiempo”, así lo cuenta Luz Mª Amat, dueña junto con su hermana de las tiendas Alborada Home de Madrid. Y es que la técnica del “scrapbooking” no requiere de habilidades con la costura ni con otras artes aplicadas. Los cientos de aficionados que compran papeles, sellos y álbumes por internet lo saben.
De los pioneros a la era virtual
Se reúnen en talleres para aprender y compartir ideas, cuelgan sus obras en la Red y regalan trabajos elaborados por ellos o los guardan para el futuro. “Es el goce de recopilar objetos efímeros que son, en el fondo, la esencia de nuestra vida cotidiana y plasmarlos junto con tus impresiones y pensamientos en una lámina o en una obra mayor”, así define esta tendencia Ángeles Urdiales, una aficionada. El año que sus hijas se fueron a estudiar a EE.UU. se le hizo muy duro. Cuando regresaron a España, cada una de ellas traía bajo el brazo un álbum del año que habían pasado, con fotos de todas las visitas, programas y todo tipo de recuerdos y anotaciones al margen. “Es como el cuaderno de viaje de los científicos del siglo XIX, un relato de todo lo que nos acontece y cuya memoria queremos preservar. Solo necesitamos abrir la caja, coger unas tijeras, papel y pegamento y lanzarnos”. Según las blogueras Lorena Tejedor y Beatriz Peña, “es la técnica de unir tus fotografías favoritas con recuerdos (tickets, cartas, invitaciones, postales...), es decir, todos esos retales que sueles guardar en cajas, de tus celebraciones, momentos o viajes que han sido especiales para ti y documentar de forma creativa tu vida, en forma de libro-álbum, láminas...”.
Aunque en un principio se confeccionaban con recetas, dibujos y cartas, pues las fotografías no eran muy comunes, la invención de la litografía en el siglo XIX supuso un empuje de esta forma de manualidad con la emisión masiva de etiquetas, entradas, billetes de viaje, vitolas, sellos... Pero, lo que le ha dado una auténtica dimensión global al “scrapbooking” ha sido la generalización de las nuevas tecnologías y especialmente de internet y de la fotografía digital. Al calor de esta nueva afición han crecido los grupos de seguidoras que se han organizado espontáneamente en comunidades y clubes, de las que las blogueras son una auténtica avanzadilla que impulsa el intercambio de ideas.
El negocio de las emociones
Esta tendencia también ha dado lugar en EE.UU. a una corriente de historiadores y coleccionistas que buscan los álbumes de los primeros “scrabookers” de la historia, esos “tesoros” familiares que pasan de generación en generación y que, en muchos casos, se conservan en los baúles gracias al mimo de los herederos. De hecho, en e-bay se subastan álbumes antiguos considerados piezas de coleccionistas a precios exorbitantes. También hay revistas especializadas, libros de ideas y tutoriales disponibles para ayudar a los aficionados a desarrollar su propia obra. Aunque el objetivo es perpetuar momentos únicos y compartir recuerdos con la familia y los amigos, internet ha creado una gran comunidad de adeptos ávidos de ver el trabajo de los demás.
Si en Estados Unidos la industria del “scrapbooking” genera más de 2.500 millones de dólares al año, en España las tiendas on line se multiplican en la Red, ofreciendo ideas y productos nuevos cada semana. Porque esta técnica, que nos recuerda a las carpetas forradas de fotos de ídolos de nuestra infancia, ha desarrollado una enorme cantidad de materiales y técnicas, por lo que las tijeras y el pegamento de papel son solo el primer paso. “A diferencia de otros hobbies, atrae a mucha gente porque se percibe como algo muy sencillo. El principio básico es “corta y pega”. Sin embargo, a medida que se avanza sí apetece aprender más técnicas y modalidades como el “cardmaking” (tarjetería) y “mix media”, que tiene que ver con la pintura...”, explica la responsable de Alborada Home. La materia prima siempre es la misma: los retales de tu vida. Ahora tú decides cómo la quieres contar.
Lorena Tejedor y Beatriz Peña. Blogueras (playscrap.blogspot.com) y profesoras de talleres de “scrapbooking”.
“Cambia la forma de ver lo que te rodea”
“Cuando te sumerges en este mundillo, la forma de ver todo lo que te rodea cambia por completo. Cualquier excusa es buena para hacer una foto y emplearla en el proyecto que ya tienes en la cabeza. El blog es un medio crucial para difundir tu trabajo y aprender de otros. En “Play Scrap”, nuestro blog, publicamos trabajos realizados por nosotras mismas, crónicas de los talleres presenciales...Queremos que la gente conozca la técnica y sirva de inspiración”.
Luz Mª y Mª Teresa Amat. Dueñas de las tiendas Alborada Home Academy.
“Empezamos con el “patchwork” y nos enganchamos”
“Nuestra madre era muy aficionada al punto y el patchwork, y con ellos empezamos el negocio familiar. Pero, cuando decidimos abrir las tiendas de Madrid, quisimos sumar otras líneas de trabajo como el “scrapbook”. No se necesita mucho material para empezar: una lámina, herramientas de corte y papeles bonitos, pero engancha tanto que te encaprichas de muchas cosas. Se puede hacer en casa, pero aconsejamos asistir a algún taller o tener una guía donde te muestren técnicas básicas porque cada material que se utiliza requiere su tipo de pegamento y de cortado”.
Ángeles Urdiales y Lucía Rivera Urdiales, aficionadas.
“Mi hija trajo un diario de su intercambio”
“Descubrí el “scrapbook” cuando mi hija Lucía me trajo un álbum al volver de su año en EE.UU. Su “madre” americana había hecho un diario de toda su estancia con fotografías, cartas de restaurantes, entradas a conciertos... con comentarios de toda su familia. Se lo agradecí muchísimo porque nos hizo partícipes de sus experiencias del año que estuvo fuera. Aprendí yo sola, viendo tutoriales y distintos álbumes en internet. Ahora estoy preparándole un libro de recetas porque se va allí a estudiar la carrera. El valor emocional de crear algo en el que se atesoran recuerdos y momentos vividos es igual tanto para el que lo hace como para el que lo recibe”.
Cómo hacer un libro de recuerdos
1. Para que el álbum perdure, elige siempre materiales de calidad, centrándote en los que están libres de ácido y en usar el pegamento adecuado para cada uno de los adornos que utilices (papeles, cartones, telas...).
2. Cuando uses fotografías, añade en una etiqueta los nombres, la fecha en la que fue tomada y una descripción de la acción. Da más trabajo, pero mejora el resultado.
3. Agrega en forma de diario otras historias que no se ven en la foto, lo que pensabas y qué sentías en ese momento.
4. Experimenta con todos los materiales que te apetezca, pero las fotos y el relato han de ser los protagonistas.
Direcciones para participantes
Procedente de Estados Unidos, donde lleva años instalada y hay unos 25 millones de aficionados, esta técnica, mitad manualidad, mitad creación artística, se ha impuesto silenciosamente entre nosotros. “Es fácil, desarrollas tu creatividad y el resultado es una obra única en la que hay un pedazo de tu vida que trascenderá tu tiempo”, así lo cuenta Luz Mª Amat, dueña junto con su hermana de las tiendas Alborada Home de Madrid. Y es que la técnica del “scrapbooking” no requiere de habilidades con la costura ni con otras artes aplicadas. Los cientos de aficionados que compran papeles, sellos y álbumes por internet lo saben.
De los pioneros a la era virtual
Se reúnen en talleres para aprender y compartir ideas, cuelgan sus obras en la Red y regalan trabajos elaborados por ellos o los guardan para el futuro. “Es el goce de recopilar objetos efímeros que son, en el fondo, la esencia de nuestra vida cotidiana y plasmarlos junto con tus impresiones y pensamientos en una lámina o en una obra mayor”, así define esta tendencia Ángeles Urdiales, una aficionada. El año que sus hijas se fueron a estudiar a EE.UU. se le hizo muy duro. Cuando regresaron a España, cada una de ellas traía bajo el brazo un álbum del año que habían pasado, con fotos de todas las visitas, programas y todo tipo de recuerdos y anotaciones al margen. “Es como el cuaderno de viaje de los científicos del siglo XIX, un relato de todo lo que nos acontece y cuya memoria queremos preservar. Solo necesitamos abrir la caja, coger unas tijeras, papel y pegamento y lanzarnos”. Según las blogueras Lorena Tejedor y Beatriz Peña, “es la técnica de unir tus fotografías favoritas con recuerdos (tickets, cartas, invitaciones, postales...), es decir, todos esos retales que sueles guardar en cajas, de tus celebraciones, momentos o viajes que han sido especiales para ti y documentar de forma creativa tu vida, en forma de libro-álbum, láminas...”.
Aunque en un principio se confeccionaban con recetas, dibujos y cartas, pues las fotografías no eran muy comunes, la invención de la litografía en el siglo XIX supuso un empuje de esta forma de manualidad con la emisión masiva de etiquetas, entradas, billetes de viaje, vitolas, sellos... Pero, lo que le ha dado una auténtica dimensión global al “scrapbooking” ha sido la generalización de las nuevas tecnologías y especialmente de internet y de la fotografía digital. Al calor de esta nueva afición han crecido los grupos de seguidoras que se han organizado espontáneamente en comunidades y clubes, de las que las blogueras son una auténtica avanzadilla que impulsa el intercambio de ideas.
El negocio de las emociones
Esta tendencia también ha dado lugar en EE.UU. a una corriente de historiadores y coleccionistas que buscan los álbumes de los primeros “scrabookers” de la historia, esos “tesoros” familiares que pasan de generación en generación y que, en muchos casos, se conservan en los baúles gracias al mimo de los herederos. De hecho, en e-bay se subastan álbumes antiguos considerados piezas de coleccionistas a precios exorbitantes. También hay revistas especializadas, libros de ideas y tutoriales disponibles para ayudar a los aficionados a desarrollar su propia obra. Aunque el objetivo es perpetuar momentos únicos y compartir recuerdos con la familia y los amigos, internet ha creado una gran comunidad de adeptos ávidos de ver el trabajo de los demás.
Si en Estados Unidos la industria del “scrapbooking” genera más de 2.500 millones de dólares al año, en España las tiendas on line se multiplican en la Red, ofreciendo ideas y productos nuevos cada semana. Porque esta técnica, que nos recuerda a las carpetas forradas de fotos de ídolos de nuestra infancia, ha desarrollado una enorme cantidad de materiales y técnicas, por lo que las tijeras y el pegamento de papel son solo el primer paso. “A diferencia de otros hobbies, atrae a mucha gente porque se percibe como algo muy sencillo. El principio básico es “corta y pega”. Sin embargo, a medida que se avanza sí apetece aprender más técnicas y modalidades como el “cardmaking” (tarjetería) y “mix media”, que tiene que ver con la pintura...”, explica la responsable de Alborada Home. La materia prima siempre es la misma: los retales de tu vida. Ahora tú decides cómo la quieres contar.
Lorena Tejedor y Beatriz Peña. Blogueras (playscrap.blogspot.com) y profesoras de talleres de “scrapbooking”.
“Cambia la forma de ver lo que te rodea”
“Cuando te sumerges en este mundillo, la forma de ver todo lo que te rodea cambia por completo. Cualquier excusa es buena para hacer una foto y emplearla en el proyecto que ya tienes en la cabeza. El blog es un medio crucial para difundir tu trabajo y aprender de otros. En “Play Scrap”, nuestro blog, publicamos trabajos realizados por nosotras mismas, crónicas de los talleres presenciales...Queremos que la gente conozca la técnica y sirva de inspiración”.
Luz Mª y Mª Teresa Amat. Dueñas de las tiendas Alborada Home Academy.
“Empezamos con el “patchwork” y nos enganchamos”
“Nuestra madre era muy aficionada al punto y el patchwork, y con ellos empezamos el negocio familiar. Pero, cuando decidimos abrir las tiendas de Madrid, quisimos sumar otras líneas de trabajo como el “scrapbook”. No se necesita mucho material para empezar: una lámina, herramientas de corte y papeles bonitos, pero engancha tanto que te encaprichas de muchas cosas. Se puede hacer en casa, pero aconsejamos asistir a algún taller o tener una guía donde te muestren técnicas básicas porque cada material que se utiliza requiere su tipo de pegamento y de cortado”.
Ángeles Urdiales y Lucía Rivera Urdiales, aficionadas.
“Mi hija trajo un diario de su intercambio”
“Descubrí el “scrapbook” cuando mi hija Lucía me trajo un álbum al volver de su año en EE.UU. Su “madre” americana había hecho un diario de toda su estancia con fotografías, cartas de restaurantes, entradas a conciertos... con comentarios de toda su familia. Se lo agradecí muchísimo porque nos hizo partícipes de sus experiencias del año que estuvo fuera. Aprendí yo sola, viendo tutoriales y distintos álbumes en internet. Ahora estoy preparándole un libro de recetas porque se va allí a estudiar la carrera. El valor emocional de crear algo en el que se atesoran recuerdos y momentos vividos es igual tanto para el que lo hace como para el que lo recibe”.
Cómo hacer un libro de recuerdos
1. Para que el álbum perdure, elige siempre materiales de calidad, centrándote en los que están libres de ácido y en usar el pegamento adecuado para cada uno de los adornos que utilices (papeles, cartones, telas...).
2. Cuando uses fotografías, añade en una etiqueta los nombres, la fecha en la que fue tomada y una descripción de la acción. Da más trabajo, pero mejora el resultado.
3. Agrega en forma de diario otras historias que no se ven en la foto, lo que pensabas y qué sentías en ese momento.
4. Experimenta con todos los materiales que te apetezca, pero las fotos y el relato han de ser los protagonistas.
Direcciones para participantes
- EN ESPAÑA: alboradahome.com. En las tiendas de las hermanas Amat puedes comprar materiales y apuntarte a los cursos. playscrap.blogspot.com.es
- Con tutoriales, consejos, modelos y talleres. www.livingthescrap.com
- Todo lo que necesitas para crear tus proyectos de “scrapbooking”. www.cromatismes.com/la-tienda-en-barcelona Tienda física (Barcelona) y on line, talleres, blogs...
- EN EE.UU.: www.scrapbook.com
- Cuenta con más de un millón de diseños en su galería. www.creatingkeepsakes.com Una de las primeras revistas de “scrapbooking” del mercado.
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