sábado, 31 de agosto de 2013

TENDENCIAS, MUNDO, LA AVENTURA DE IR AL COLE,./ PRÓXIMA ESTACIÓN, OTOÑO,.

TÍTULO; TENDENCIAS,  MUNDO,  LA AVENTURA DE IR AL COLE,.

en china

Ir al colegio... toda una aventura

Asistir a clase en una remota aldea de China se convierte en un camino de obstáculos que pasa por subir y bajar escaleras, construídas encima de un montaña,.
 
 
Ir al colegio es una aventura diaria para los niños de esta remota aldea china. Un camino de obstáculos que pasa por subir y bajar estas escaleras, construídas encima de un montaña. Un obstáculo, pero la única forma de comunicación con el mundo.
Son 20 metros de peldaños de madera construídos por los vecinos. "Las renovamos cada cinco años", explica este carpintero. Él es el padre de Yu, este adolescente de catorce. Él y su hermana recorren a diario los 35 kilómetros que les separan de la escuela. hace siete años la hermana resbaló en las escaleras y estuvo a punto de caer al vacío. Su madre le salvó la vida sujetándola in extremis por el brazo. "Me temblaban las piernas, ni siquiera me atrevía a mirar abajo", asegura Li Wei, la profesora de los niños, en una de sus visitas a la familia. A Yu le gusta vivir en su pueblo, pero está decicido a ganar mucho dinero para construir una carretera que evite que, cada día, se jueguen la vida.

TÍTULO: PRÓXIMA ESTACIÓN, OTOÑO,.

 
El otoño ha llegado
Y las hojas se han secado
Sopla el viento
Y las hojas se caen en un momento.

Y como hace frío
La estufa se ha encendido,
El calor del fuego
Me hace sentir como nuevo.
Voy al huerto
Y de granadas lleno el cesto,
Voy al campo
Y un almendro planto.
Viene una ardilla
Y se sienta en la silla;
El zorro tan astuto
Se esconde tras el arbusto.
Qué más puedo decirte
Si el otoño es tan triste.
Rubén LaCasa Meseguer

 TÍTULO; PROTAGONISTA, SARA BARRERA, PERIODISTA Y BAILARINA, BOLLYWOOD ES UNA FILOSOFÍA DE VIDA, ES SOÑAR DESPIERTO,.

En Bollywood, esta tierra de cine “made in Bombay”, donde la música es la diosa de los cien brazos y pies, siempre espera un “happy ending”. El clásico “final feliz” de Hollywood, pero con la impronta de la India. Felicidad eterna mientras dura (la película). Por eso, sus cines están a rebosar. Sara Barrera lo vive como si hubiera nacido en el estado de Maharashtra y como si toda la vida hubiera vestido el sari y llevado un “bindi” entre ceja y ceja. Solo que Saridevi, como se hace llamar en homenaje a Sridevi, actriz bollywoodiense mítica de los años 80, vino al mundo en Barcelona (en 1981), es periodista y trabaja todas las mañanas en la emisora de ámbito catalán La Xarxa. Por las tardes, se pone el “lehenga choli”, conjunto de falda, camiseta corta y velo; se pinta el “kajal”, la línea que enmarca el ojo; y se entrega en cuerpo y alma a las coreografías con sello Bollywood. Como profesora o como bailarina del quinteto Bollywood Diamonds.

El flechazo de Sara con esta sensual danza se produjo en Londres, en 2004, cuando vio el musical 'Bollywood Dreams'. Fue una revelación. Inmediatamente se apuntó a
clases de danza india y se marchó a la meca cinematográfica. Entrevistó a las grandes estrellas, Shahrukh Khan, Amitabh Bachan y Rani Mujkerjee, y de paso, se coló en una película. Dos retos conseguidos: el sueño de los mil indios que cada día llegan a Bombay en la mano de una española. Hay testigos. Su hermana mayor, la realizadora Raquel Barrera, lo grabó todo en el documental 'Camino a Bollywood'.

Soñar despierta


A Bollywood le acompaña la
fama de superficial y hasta de hortera. Sin embargo, una devoción como la de Sara hace sospechar que debe haber algo más que tópico cine comercial. Ella conoce bien sus valores ocultos. Su razón de ser. “Las niñas pequeñas dirán que, de mayores, quieren ser como tal actriz y, en la boda de los primos del Punjab, el día más importante de sus vidas, bailarán una canción que suena en una película. Muchas morirían por conocer a sus actores favoritos. Pero, en realidad, es una filosofía de vida. Soñar despierto. Pensar: me lo voy a pasar bien y ya está, sin preocuparme del mañana. En un país como la India, con tanta desigualdad y corrupción, y una realidad tan dura, se agradece que exista algo tan barato como el cine, tan democrático. Es terapéutico y para todos. La gente de los “slums” dejará de comer si hace falta para poder pagar una entrada”, afirma.

En Bollywood, todo dura más
: partidos de criquet de siete días, trayectos de tren interminables, bodas que se alargan hasta media semana y películas de cuatro horas. No hay prisas: los saris tienen siete metros de longitud y lleva su trabajo ponérselos. “La medida del tiempo es distinta a la nuestra”, cuenta Sara. “La gente va al cine a pasar el día. Llega por la mañana, ve dos horas de película, hace un intermedio de media hora, come, vuelve a la sala y, al final, se va a casa tan contenta. Ha cantado, ha vivido una historia y se lo ha pasado bien, junto a toda la familia. Mientras aquí cierran cines, en la India abren”.

Sara importa Bollywood como un concepto total. “Cuando empecé las clases, la gente pensaba que era danza del vientre. Aunque también que movemos las caderas, no tiene nada que ver. Si acaso, el origen oriental. Para mí, no es solo ponerme un “bindi”. Es trasmitir lo que he vivido y lo que vivo cada vez que voy a la India.
Bollywood es sinónimo de evasión, de pasártelo bien, pero también es la India. Y eso quiere decir muchas cosas. Me gusta acercarme a su cultura desde el lado más folclórico, pero sin descuidar todo lo social. Si puedo ayudar a cambiar un poquito las cosas, voy a dormir más contenta”.

Embajadora total


Sara es la “didi”, la hermana mayor de las niñas de la calle que viven en los centros de la ONG Aasara. “En mis clases me acuerdo de ellas, pienso cómo Bollywood ayuda a una niña de siete años a olvidar su pasado”. La danza tiene la hechura del “hit” discotequero y el perfil de la luz ondulante del neón, pero también la alumbran los dioses Visnú o Shiva.
Es tan sagrada como iconoclasta: alcanza el imposible de ser mundana y divina a la vez. “Está inspirada en los bailes clásicos, sobre todo en el “bharatanatyam” y el “odissi”, que surgieron en los templos para contar la historia mítica de los dioses, y en los bailes folclóricos de cada región.

Pero
Bollywood es, sobre todo, fusión. Como si juntáramos sevillanas, chotis y sardana e hiciéramos un refrito con la salsa, el merengue o el flamenco”. La gestualidad es igualmente compleja debido a los “mudra”, las 60 posiciones de las manos, y los movimientos de los ojos. “Como si las esculturas de los templos cobraran vida”, explica Sara. Los ornamentos son, también riquísimos, dignos de un bazar de la Ruta de la Seda. En ellos se cruzan felizmente los “kurtas” y el “lehenga choli”, las tintineantes pulseras (“churiya”) y la abundante pedrería. “Hoy vas por la calle, sobre todo aquí, en Barcelona, y eres uno más. No importa cómo vayas vestido. Yo aprovecho para ponerme un sari en cuanto puedo. La última vez, en una boda”, reconoce.

Bollywood diamonds


El grupo de danza de Sara y cuatro más, baila en eventos solidarios, de empresa, despedidas de solteras y en el restaurante Namasté de Barcelona. Siempre a ritmo de “hits” de Bombay, “éxitos de discoteca con presencia importante de instrumentos como el sitar o el dhol.
Al año se hacen 900 películas; en cada una hay cinco o seis temas y de estos, uno será un temazo. Lo que es divertido es que copian un montón, y a su modo. Hacen versiones de “We will rock you” de Queen, la banda sonora de 'Pretty Woman', el 'Wannabe' de las Spice Girls o la lambada”.

Por si fuera poco, se explaya, “como los actores hacen
“playback”, 10 cantantes tienen el monopolio de todas las canciones: son como dioses. En la India, la música está en todas partes. Hasta en los “rickshaw” la llevan a todo volumen. Cantan cuando nacen, cuando se casan y cuando mueren”. ¿Lo que más echa de menos de allí? “El modo de entender los valores (si te dan su palabra, es al cien por cien), el respeto a los suyos, sentir Bollywood las 24 horas del día y ese concepto de vivir al día. Vivir sabiendo que hoy puedes ser rico y mañana ser pobre”.

Por lo demás, Saridevi ha escrito un libro mano a mano con Carolina Velasco (“Bollywood”, LiniaZero Editorial); ha asesorado a la compañía La Cubana en su último espectáculo, “Campanadas de boda”; y ha bailado el Día de la Independencia en la Embajada de la India. Para saludar siempre recurre al hindú “Namasté”. 


Leer más:  Sara Barrera: "Bollywood es una filosofía de vida, es soñar despierto" -- Mujerhoy.com --  http://www.mujerhoy.com/hoy/mujeres-hoy/sara-barrera-bollywood-filosofia-740646082013.html#VzW1MeICi6yFYYFY
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 En Bollywood, esta tierra de cine “made in Bombay”, donde la música es la diosa de los cien brazos y pies, siempre espera un “happy ending”. El clásico “final feliz” de Hollywood, pero con la impronta de la India. Felicidad eterna mientras dura (la película). Por eso, sus cines están a rebosar. Sara Barrera lo vive como si hubiera nacido en el estado de Maharashtra y como si toda la vida hubiera vestido el sari y llevado un “bindi” entre ceja y ceja. Solo que Saridevi, como se hace llamar en homenaje a Sridevi, actriz bollywoodiense mítica de los años 80, vino al mundo en Barcelona (en 1981), es periodista y trabaja todas las mañanas en la emisora de ámbito catalán La Xarxa. Por las tardes, se pone el “lehenga choli”, conjunto de falda, camiseta corta y velo; se pinta el “kajal”, la línea que enmarca el ojo; y se entrega en cuerpo y alma a las coreografías con sello Bollywood. Como profesora o como bailarina del quinteto Bollywood Diamonds.

El flechazo de Sara con esta sensual danza se produjo en Londres, en 2004, cuando vio el musical 'Bollywood Dreams'. Fue una revelación. Inmediatamente se apuntó a
clases de danza india y se marchó a la meca cinematográfica. Entrevistó a las grandes estrellas, Shahrukh Khan, Amitabh Bachan y Rani Mujkerjee, y de paso, se coló en una película. Dos retos conseguidos: el sueño de los mil indios que cada día llegan a Bombay en la mano de una española. Hay testigos. Su hermana mayor, la realizadora Raquel Barrera, lo grabó todo en el documental 'Camino a Bollywood'.

Soñar despierta


A Bollywood le acompaña la
fama de superficial y hasta de hortera. Sin embargo, una devoción como la de Sara hace sospechar que debe haber algo más que tópico cine comercial. Ella conoce bien sus valores ocultos. Su razón de ser. “Las niñas pequeñas dirán que, de mayores, quieren ser como tal actriz y, en la boda de los primos del Punjab, el día más importante de sus vidas, bailarán una canción que suena en una película. Muchas morirían por conocer a sus actores favoritos. Pero, en realidad, es una filosofía de vida. Soñar despierto. Pensar: me lo voy a pasar bien y ya está, sin preocuparme del mañana. En un país como la India, con tanta desigualdad y corrupción, y una realidad tan dura, se agradece que exista algo tan barato como el cine, tan democrático. Es terapéutico y para todos. La gente de los “slums” dejará de comer si hace falta para poder pagar una entrada”, afirma.

En Bollywood, todo dura más
: partidos de criquet de siete días, trayectos de tren interminables, bodas que se alargan hasta media semana y películas de cuatro horas. No hay prisas: los saris tienen siete metros de longitud y lleva su trabajo ponérselos. “La medida del tiempo es distinta a la nuestra”, cuenta Sara. “La gente va al cine a pasar el día. Llega por la mañana, ve dos horas de película, hace un intermedio de media hora, come, vuelve a la sala y, al final, se va a casa tan contenta. Ha cantado, ha vivido una historia y se lo ha pasado bien, junto a toda la familia. Mientras aquí cierran cines, en la India abren”.

Sara importa Bollywood como un concepto total. “Cuando empecé las clases, la gente pensaba que era danza del vientre. Aunque también que movemos las caderas, no tiene nada que ver. Si acaso, el origen oriental. Para mí, no es solo ponerme un “bindi”. Es trasmitir lo que he vivido y lo que vivo cada vez que voy a la India.
Bollywood es sinónimo de evasión, de pasártelo bien, pero también es la India. Y eso quiere decir muchas cosas. Me gusta acercarme a su cultura desde el lado más folclórico, pero sin descuidar todo lo social. Si puedo ayudar a cambiar un poquito las cosas, voy a dormir más contenta”.

Embajadora total


Sara es la “didi”, la hermana mayor de las niñas de la calle que viven en los centros de la ONG Aasara. “En mis clases me acuerdo de ellas, pienso cómo Bollywood ayuda a una niña de siete años a olvidar su pasado”. La danza tiene la hechura del “hit” discotequero y el perfil de la luz ondulante del neón, pero también la alumbran los dioses Visnú o Shiva.
Es tan sagrada como iconoclasta: alcanza el imposible de ser mundana y divina a la vez. “Está inspirada en los bailes clásicos, sobre todo en el “bharatanatyam” y el “odissi”, que surgieron en los templos para contar la historia mítica de los dioses, y en los bailes folclóricos de cada región.

Pero
Bollywood es, sobre todo, fusión. Como si juntáramos sevillanas, chotis y sardana e hiciéramos un refrito con la salsa, el merengue o el flamenco”. La gestualidad es igualmente compleja debido a los “mudra”, las 60 posiciones de las manos, y los movimientos de los ojos. “Como si las esculturas de los templos cobraran vida”, explica Sara. Los ornamentos son, también riquísimos, dignos de un bazar de la Ruta de la Seda. En ellos se cruzan felizmente los “kurtas” y el “lehenga choli”, las tintineantes pulseras (“churiya”) y la abundante pedrería. “Hoy vas por la calle, sobre todo aquí, en Barcelona, y eres uno más. No importa cómo vayas vestido. Yo aprovecho para ponerme un sari en cuanto puedo. La última vez, en una boda”, reconoce.

Bollywood diamonds


El grupo de danza de Sara y cuatro más, baila en eventos solidarios, de empresa, despedidas de solteras y en el restaurante Namasté de Barcelona. Siempre a ritmo de “hits” de Bombay, “éxitos de discoteca con presencia importante de instrumentos como el sitar o el dhol.
Al año se hacen 900 películas; en cada una hay cinco o seis temas y de estos, uno será un temazo. Lo que es divertido es que copian un montón, y a su modo. Hacen versiones de “We will rock you” de Queen, la banda sonora de 'Pretty Woman', el 'Wannabe' de las Spice Girls o la lambada”.

Por si fuera poco, se explaya, “como los actores hacen
“playback”, 10 cantantes tienen el monopolio de todas las canciones: son como dioses. En la India, la música está en todas partes. Hasta en los “rickshaw” la llevan a todo volumen. Cantan cuando nacen, cuando se casan y cuando mueren”. ¿Lo que más echa de menos de allí? “El modo de entender los valores (si te dan su palabra, es al cien por cien), el respeto a los suyos, sentir Bollywood las 24 horas del día y ese concepto de vivir al día. Vivir sabiendo que hoy puedes ser rico y mañana ser pobre”.

Por lo demás, Saridevi ha escrito un libro mano a mano con Carolina Velasco (“Bollywood”, LiniaZero Editorial); ha asesorado a la compañía La Cubana en su último espectáculo, “Campanadas de boda”; y ha bailado el Día de la Independencia en la Embajada de la India. Para saludar siempre recurre al hindú “Namasté”. 

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