martes, 27 de agosto de 2013

EN DIRECTO, BARÓMETRO “ FASHION,. / TENDENCIAS, LA VIDA ES UNA FIESTA… Y HAY QUE CELEBRARLO.

TÍTULO: EN DIRECTO, BARÓMETRO “ FASHION,.
 
 Sin quererlo o queriendo, las celebridades han traspasado la categoría de icono y han movido la silla a directores creativos, críticos, estilistas y diseñadores para convertirse, ellas mismas, en los verdaderos popes de la moda. Sin más ni menos credenciales que su estilo personal, se han aupado al Olimpo “fashion” sin ningún complejo. En el cajón de sastre (de diseño, eso sí) de las llamadas “it girls” cabe desde la realeza más tradicional hasta la “socialite” más diletante. Un selecto club en el que el clasismo queda terminantemente desterrado. La única regla no escrita es que ellas son las que mandan o, lo que es lo mismo, las que crean las tendencias, las transforman y, llegado el caso, las destruyen. Estas reinas del glamour marcan el paso a las firmas de moda y sientan las bases del “streetwear”. ¿Acaso existe un poder mayor? Pasen y vean... Desde la alfombra roja, “celebrities” de toda condición dictan lo que se llevará fuera y dentro de la pasarela. Actrices, “socialites” y princesas crean, transforman y destruyen, a golpe de flash, las tendencias que imitarán millones de fans. Desciframos las claves de su éxito. 
 
TÍTULO: TENDENCIAS, LA VIDA ES UNA FIESTA… Y HAY QUE CELEBRARLO.

Mujeres muy sonrientes durante la celebración de una fiesta
 Hasta ahora, los padres descubrían a su hijo nonato en el entorno aséptico de un hospital, las parejas consideraban que un divorcio era una desgracia y las mujeres decían adiós a su edad fértil de forma semiclandestina. Pero eso se acabó. Hay una fiesta para cada acontecimiento de nuestra vida. ¿Y por qué no? Al fin y al cabo, la vida es cambio y evolución. Y hay que dar la bienvenida al siguiente paso con la mejor de las sonrisas.

Ecografía con sorpresa

Estamos de fiesta en una casa al norte de Arkansas (EE.UU.). Todos los invitados, copa en mano, se agolpan alrededor de un monitor de televisión y de la anfitriona, Eileen Enderle, que yace tumbada en una camilla, embarazada de seis meses. A su lado una chica de bata blanca unta, con actitud de experta, gel en su vientre y se dispone a accionar la máquina de ecografías. En unos minutos, los invitados verán por primera vez al bebé que espera la pareja. Con suerte, asistirán incluso a la revelación del sexo. Todos están ansiosos y la fiesta, a punto de llegar a su clímax. Se apagan las luces. La futura madre pone cara de circunstancia y finge nerviosismo, como si no supiera lo que va a pasar.

En realidad, ella y su pareja saben el resultado del examen desde hace una semana. Lo que vivimos hoy es una puesta en escena para los invitados. Ni los emprendedores más temerarios se atreverían a montar este negocio sin un poco de previsión, por si la ecografía no trae buenos resultados.

Teena Gold y Christy Foster, dos técnicas de imagen propietarias de Babyface and more, solo ofrecen esta “fiesta de la ecografía” cuando han realizado un ultrasonido previo con perfectos resultados. A los padres se les da a escoger entre saber el sexo de su bebé en privado o descubrirlo en la fiesta, al mismo tiempo que sus invitados. Los Enderle escogieron la primera opción. Tuvieron suerte. Todo iba bien y hubo fiesta. En el monitor, se empieza a ver la silueta de un bebé: sus pies, los dedos de las manos... Todos en la estancia suspiran y lo llaman por su nombre: Roger. Empiezan las especulaciones sobre el origen de una incipiente nariz que parece un poco grande a través del monitor. Algunos la achacan al abuelo materno. El que pronto será el hermano mayor del bebé, Anthony, de tres años, es el más honesto de la reunión. “¡Parece un monstruo! ¡Me gustan los monstruos!”. Después de 20 minutos de ver al bebé dormitar en el útero, el interés por el monitor decrece y la fiesta continúa.

Las dueñas de Babyface and More, que cobran entre 75 y 265 € por la celebración, dicen que la tendencia está consolidándose porque, cuando los padres hacen una ecografía en el médico, no tienen tiempo de saborear el momento de ver a su bebé creciendo, o de disfrutar del hecho de saber si va a ser niño o niña. Aunque las fiestas de la ecografía todavía son una novedad, las organizadoras ya tienen aventuras que contar. Normalmente, no hay sorpresas, pero alguna vez han descubierto un embarazo gemelar delante de toda la familia. “Si vemos algo fuera de lo común, llamamos a la madre aparte y le recomendamos que repita la prueba en un centro médico”.

Dicen que es habitual entre los padres primerizos querer hacer la fiesta demasiado pronto, sin antes pasar por el ginecólogo. Su recomendación es cumplir con todas las rutinas médicas (que incluyen un escáner anatómico, leído por un radiólogo, antes de programar la fiesta de la ecografía) porque, dicen, esta herramienta es menos eficaz que otras en el diagnóstico de algunas enfermedades. Aun así, ya son varias las empresas estadounidenses que han convertido este evento en la primera fiesta del bebé.

¡Vivan los divorciados!

Una rápida búsqueda en Google no deja dudas: cada vez hay más gente que decide celebrar sus rupturas matrimoniales con una ceremonia muy parecida a aquella con la que festejaron la boda. Google y Pinterest muestran las tartas diseñadas para la ocasión. Parejas de cartón piedra rotas por la mitad, novios que saltan por los aires, corazones que se alegran de ver cómo su otra mitad sale corriendo... y la opción más “sobria”: pasteles con un escueto cartel que solo dice “freedom” (libertad).

Hasta existe una entrada en Wikipedia dedicada a estas “divorce parties” y especifica que “es la ceremonia que celebra el final de un matrimonio o unión civil. Pueden involucrar a un miembro de la pareja o a ambos”. Según Wikipedia, es el último peldaño de la industria de las bodas, y su ritual suele incluir un brindis por el nuevo capítulo que se abre en las vidas de los festejantes. La modelo Heather Mills celebró su divorcio del beatle Paul McCartney con una sonada fiesta en el Caribe, y, según ha publicado la revista Time, es un negocio que va viento en popa. Esta misma publicación entrevistó a Warren Berkowitz, propietario de una empresa de festejos en Nueva York, que aseguraba que el sector ha crecido un 30% en los últimos tres años. Berkowitz, de hecho, ha decidido crear una línea específica para separaciones en su compañía, a la que ha llamado “Divorce Diva”.

Además del montaje de la fiesta, el negocio se beneficia de los accesorios típicos del evento: muñecos de vudú, pins con la cara del ex... El empresario asegura que, de cada 10 encargos, siete son celebraciones de divorcio. Estas fiestas, por cierto, no suelen celebrarse en casa. Clubes, salas de fiestas o, si tiramos la casa por la ventana, Las Vegas, son apropiados para estos eventos. Uno de los momentos más espectaculares es la quema del traje de novia, que se prepara cuidadosamente y que, dicen los testigos, funciona como un exorcismo para pasar página.

Adiós, periodo, hasta nunca

Las invitadas visten de rojo pasión y la anfitriona luce un albornoz del mismo tono. A la entrada, cada una recibe un pin con frases del tipo: “¿Hace calor aquí o estoy menopáusica?”. Las mujeres no solo han decidido tomarse con naturalidad esta etapa de la vida, también se quieren reír de ella y gritar al mundo que ya han dejado oficialmente atrás su edad fértil. Tras de este concepto está la terapeuta Ellen Dolgen, autora del libro 'Shmirshky o la búsqueda de la hormona de la felicidad' (publicado en Estados Unidos por Voice).

Dolgen se define como defensora de los derechos de las mujeres menopáusicas y, cuando su propio periodo empezó a retirarse, abrió el blog “Menopause Mondays” (ahora convertido en un programa semanal de televisión) para contar su experiencia. A través de este diario nació la idea de las fiestas de menopausia. Según el ritual oficial, la homenajeada debe vestir de rojo y en la fiesta debe sonar música de Red Hot Chili Peppers. Los candelabros, manteles y otros elementos de la decoración deben ser también rojos. Se sirve comida picante y se beben litros de cosmopolitan (un cóctel de tonalidad a juego con la fiesta). En las versiones más salvajes se tiran tampones (ya innecesarios) por la ventana.

El ambiente está pensado para recrear los sofocos que sufren las mujeres en esta etapa. A las invitadas se les anima a contar sus experiencias más ridículas y a reírse bien alto de la incomprensión de la humanidad hacia las menopáusicas. Pero, además de a beber y a comer, a estas fiestas se viene a desdramatizar, a decir adiós a la regla y a dar la bienvenida a una nueva etapa de la vida. El regalo estrella de la celebración son unos miniventiladores portátiles y unipersonales, para que la homenajeada los lleve consigo allá donde vaya. No vaya a ser que le entren los sofocos. 


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