domingo, 3 de febrero de 2013

RAJOY ME TIENE CIERTO APRECIO JORDI ÉVOLE,./ LA FINCA DE VERA QUE NADIE QUIERE,

TÍTULO: RAJOY ME TIENE CIERTO APRECIO JORDI ÉVOLE.

El primer mito de Jordi Évole (Cornellá de Llobregat, Barcelona, 1974) fue Allan Simonsen, Simonet, un danés que militó en el Barça de José Luis Núñez entre 1979 y 1983. «Era un tipo bajito, como yo (medía 1,65), que jugaba siempre con manga larga, así que hice lo mismo». Simonet corría por la banda derecha y Jordi, con el número 11, por la izquierda. Al primero el F.C. Barcelona le ha elevado a l...

Jordi Évole aprendió a leer con los pies de foto de los periódicos y su primer sueldo como cronista deportivo en la radio fue de 1.500 pesetas. Ahora es una estrella que incomoda a políticos y banqueros



El primer mito de Jordi Évole (Cornellá de Llobregat, Barcelona, 1974) fue Allan Simonsen, Simonet, un danés que militó en el Barça de José Luis Núñez entre 1979 y 1983. «Era un tipo bajito, como yo (medía 1,65), que jugaba siempre con manga larga, así que hice lo mismo». Simonet corría por la banda derecha y Jordi, con el número 11, por la izquierda. Al primero el F.C. Barcelona le ha elevado a leyenda, y a Évole la Unión Deportiva de Cornellá le ha dedicado una sala de prensa. «Se empeñaron, pero puse como condición que debajo del nombre escribieran 'pésimo exjugador'».
El periodismo le ha reconciliado con el éxito que le negó el fútbol. «En mi casa siempre había mucha prensa, mi padre era representante de muebles pero escribía en publicaciones de barrio e hizo algo para 'Destino'. Yo aprendí a leer con los pies de foto de los periódicos». Évole (38 años, soltero con pareja, un hijo de 6 años) acaba de recibir el Premio Manuel Vázquez Montalbán por su «aproximación sin complejos a la realidad de la crisis» -«mi hijo me preguntó si el premio eran lacasitos»- y esta noche (21.30 horas) estrena en La Sexta la octava temporada de 'Salvados' con un reportaje sobre los recortes del Gobierno en educación.
Jordi Évole no fue mal alumno. El problema no eran las notas, ¡sino que era un 'follonero'! «Una tarde de San Juan nos dieron fiesta y compramos petardos. Colamos uno dentro de un aula donde estaban dando clase y pegó un bombazo... Estuvieron a punto de expulsarnos». En la Universidad (estudió comunicación audiovisual en la Autónoma de Barcelona) el show lo montaba antes de cada examen. «Tres colegas más y yo nos poníamos de rodillas e invocábamos con un rezo a un dios imaginario. Lo hacíamos para descojonarnos, pero luego empecé a pensar que si no lo hacía me saldría mal el examen. Tenía muchas supersticiones tontas de ésas, hasta que un día decidí dejar de tenerlas ¡por superstición!». También dejó de rezar. Y eso que su madre es muy católica y hasta los 12 años no faltó un domingo a misa. Luego retomó la costumbre porque le gustaba una monitora mayor que él con la que iba a los campamentos «y en el momento de la paz te dabas un beso en la mejilla».
«Pago 70 euros de luz»
No cuesta imaginarle echándole cara al asunto, porque Évole ha hecho de esto una virtud. A base de preguntas incómodas se ha enemistado con las eléctricas -paga «60 ó 70 euros» de luz al mes- y tiene fritos a todos los banqueros, menos a la directora de su entidad. «Confío en ella, pero me habla de inversiones, de intereses crecientes... y yo le pregunto si no tiene un plazo fijo. Para estas cosas tengo la mentalidad de la abuela».
- ¿No le miran mal en el banco?
- Un lunes, después de un programa en el que les habíamos metido una caña impresionante entré a sacar dinero y se hizo un silencio absoluto. Pregunté al hombre del mostrador: «No os gustó el programa de ayer, ¿no?», y el tío me dice por lo bajini: «El problema es que te quedaste corto».
Los políticos ya se han dado cuenta de que el pequeño Jordi es un tipo grande y Duran i Lleida le dejó incluso entrar en su despacho y jugar con su máquina de pedos. «Eso fue hace año y medio, hay que ver cómo se ha ido degradando la imagen de los políticos. No sé si hoy optaría por jueguecitos con la que tienen encima».
- Preguntó a Artur Mas si emprendía un viaje sin retorno. ¿Lo es?
- Yo soy poquito de banderas. No soy patriota español ni patriota catalán, el patriotismo me repele bastante. Me preocupan más las desigualdades de este país que el conflicto territorial, que se está utilizando en un lado y en otro para tapar una muy mala gestión política.
- Hay quien le tacha de meterse solo con la derecha
- No tengo esa sensación. No creo que Rubalcaba esté muy contento con la entrevista que le hicimos en la campaña electoral. Les hemos incomodado igual que podemos incomodar a la gente del PP. Lo que ocurre es que aquí hay prejuicios establecidos. Si estás en La Sexta tienes que ser del PSOE y yo intento no estar en ningún bando, pero mucha gente te quiere en una trinchera porque es mas fácil catalogarte que ver el programa con ojos más limpios.
'Sálvados' empezó a emitirse en 2008 con menos de 900.000 espectadores y en la última temporada rozaron los 3 millones de media (13,5% de 'share'). Pero el 'pelotazo' lo dieron con aquella entrevista a Jesús Eguiguren, en la que el socialista vasco puso fecha al anuncio del fin de ETA. «Alguien nos advirtió: 'Eguiguren no os va a decir nada, porque sabe mucho pero sabe también que tiene mucho que callar'. Flipé con la entrevista, fue como el toreo de campo, el torero y el toro sin picadores ni banderilleros, el uno contra el otro. Una conversación mágica por las revelaciones que nos dio». Aplausos, pero también algunos recelos. «Para muchos periodistas rigurosos no éramos más que intrusos. Yo venía del humor y de la noche a la mañana uno no puede ponerse a hacer periodismo y que no pase nada. Hemos tenido que superar una travesía del desierto para que nos tomasen en cuenta».
- ¿Sufre de síndrome de Estocolmo con los políticos?
- Hay mucha gente con la que estoy en las antípodas ideológicas. Con Antonio Basagoiti (presidente del PP vasco), por ejemplo, tenía muchos recelos, y salí de la entrevista encantado.
Pero ojo, «sin compadreos». «El periodismo tiene que ser incómodo, aunque en ocasiones es demasiado servil. A mí hay veces que no me apetece hacer preguntas porque empatizas con el personaje. Cuando he estado con Rajoy hemos tenido una entrevista tensa, pero en la distancia corta siempre me ha mostrado un cierto afecto, y luego podemos tener una minicharla distendida sobre fútbol».
En la charcutería
Volviendo a las cosas del balón... que ahí empezó todo. En Carrusel Catalunya de Ràdio Barcelona, narrando los partidos de regional por 1.500 pesetas: «Ahorré para una minicadena con doble pletina, que podías grabar de casete a casete». Hasta que un día le dieron un partido de Segunda A: Barça B-Castellón. «Mi padre estaba ilusionadísimo porque iba a salir en el boletín informativo nacional. Pero me dieron paso... ¡como Jordi Esteve! Qué frustración». Caer y levantarse, como en el campo. «Jordi tenía chispa, era inquieto y no se le caían los anillos por nada. La primera entrevista que hizo fue a un futbolista chino, pero sobre todo hacía partidos. Como entonces no teníamos móviles los goles los cantaba desde el bar del estadio diez o quince minutos después. Yo le pedía que le pusiera intensidad y los retransmitía a voz en grito», recuerda Manuel Segura, su primer jefe en Ràdio Barcelona, cuando Évole era «un pipiolo de 22 ó 23 años» sin más experiencia que cortar «algún jamón dulce» en la charcutería con su madre y con su tía, y hacer de ayudante de cámara en bodas, bautizos y comuniones.
De la radio, a la televisión local de Viladecans, de caza noticias y presentador de informativos a ratos. «Fue un chaval llovido del cielo, ya se le veía que llegaría lejos porque era brillante, pero le faltaba una seguridad en sí mismo que ahora sí le veo», aprecia Ángel García, jefe de prensa del Ayuntamiento barcelonés de Viladecans.
Hoy está tan sobrado de eso que se ha puesto incluso a enredar a ver si el Príncipe Felipe le concede una entrevista. «Le vendría bien una charla a tumba abierta, donde se le preguntasen cosas incómodas y pudiera mostrarse como es. Merece una oportunidad ya, sobre todo viendo cómo está el padre. Se lo merecen los dos. Uno para que descanse y pueda hacer sus cositas sin tantos focos y el otro porque se debe morir de ganas».
- ¿Nos hace falta la Monarquía?
- No necesariamente, yo tengo alma republicana. Pero hay críticos con la Monarquía con los que yo también estoy en las antípodas.
Se 'enfrentaría' al Príncipe, pero se niega a hacerle una entrevista a Andreu Buenafuente, su padre televisivo: «Huyo de entrevistar a amigos. Y también me cuesta con gente a la que admiro. Una vez hice una entrevista pésima a Joaquín Sabina porque él y Calamaro son los artistas a los que más he escuchado». Y rescata una frase del cantautor de Úbeda: 'No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió...'. No será su caso, Évole ya sabe lo que es estar arriba.
TÍTULO: LA FINCA DE VERA QUE NADIE QUIERE,.
 Tiene tres viviendas, vides, almendros y hasta un coto de caza. El Estado embargó la hacienda de Albacete por el escándalo de los fondos ..

Paco Teruel despacha barras y hogazas detrás del mostrador de su panadería. Pero no le vende el pan a ningún vecino famoso. En otros tiempos, su padre era el proveedor de Rafael Vera, exsecretario de Estado para la Seguridad, cuando el 'número dos' del Ministerio del Interior se dejaba caer por Alpera: un pueblo de Albacete de 2.500 habitantes, donde el alto cargo compró una imponente finca rústica, se hizo amigo del panadero y conservó la amistad hasta que murió hace cuatro años. Entre cliente y cliente, su hijo repasa esos días en los que su familia y los Vera, a los que sigue llamando en Navidad y Año Nuevo, compartían olor a pólvora, risas y confidencias junto a un buen plato de perdices estofadas o carne a la parrilla.
La finca El Relumbrar era el lugar de reunión. El oasis de Rafael Vera, donde descansaba «hasta dos y tres veces al mes y siempre en Semana Santa», recuerda Paco. Allí escapaba del mundanal ruido, pero no le sirvió para huir del escándalo que supuso la guerra sucia contra ETA y la malversación de caudales públicos procedentes de los fondos reservados. Según la sentencia del Tribunal Supremo de octubre de 2004, Vera metió la mano en la caja y se apropió indebidamente de 3,8 millones de euros.
Con parte de ellos -unos 125.000 euros sobre el papel, aunque luego se demostró que fue bastante más- compró la finca a una sociedad cuyo titular era su hermano y utilizando a su suegro como testaferro. «Cuando escucho eso me rechinan los oídos. ¡La finca era de mi padre! Por favor, no queremos hablar de esto», replica por teléfono la esposa de Vera.
Él siempre ha defendido que el dinero público solo lo utilizó para asuntos relacionados con su seguridad, pero los jueces no pensaron lo mismo y fallaron que acabó gastando 850.000 euros de todos los ciudadanos para la compra y reforma de El Relumbrar y de otra hacienda que la familia poseía en Torrelodones, La Berzosilla. La sentencia ordenó embargar ambas propiedades.
Una ganga
Casi diez años después de aquello, el Estado (el nuevo dueño) sigue intentando vender El Relumbrar al mejor postor para recuperar parte del dinero que Vera sustrajo de las arcas públicas. Pero hasta ahora nadie ha estado por la labor de rascarse el bolsillo. La finca es, hoy por hoy, lo más parecido a una ganga. Con los sucesivos intentos de subasta, el precio ha ido bajando notablemente. En febrero del año pasado andaba por los 8,5 millones de euros; en abril salió por 7,25 millones; en julio la licitación cayó hasta los 2,8 millones. Ahora se acaba de fijar en 2,6 millones. Es decir, una rebaja del 69% en menos de un año. Y seguirá bajando. «La próxima subasta -que previsiblemente se podría celebrar en marzo- va con otra rebaja del 15% sobre esos 2,6 millones. Ya no tiene sentido que el Estado siga alargando este proceso», explican fuentes de la Delegación de Hacienda en Albacete. Con los nuevos precios, el interés va en aumento, que en la última puja la sala «estaba llena», pero todavía nadie ha llegado a depositar el 25% del valor de la finca para poder pelear por ella. Mientras, en Alpera los rumores sobre el futuro dueño no cesan: que si el padre de Andrés Iniesta, que si el propietario de un enorme terreno contiguo, El Moralejo... Nada en concreto.
La alcaldesa, Cesárea Arnedo, tiene claro los motivos por los que la finca no se ha vendido todavía. «No creo que sea por la leyenda de Vera ni por la fama de la propiedad. Más bien tiene que ver con la inversión que hay que hacer para poner en marcha toda la maquinaria de producción de un terreno que ocupa tres grandes parcelas entre los municipios de Alpera e Higueruela. Y eso que no es de las más grandes de la zona; es de las normalitas», relativiza Arnedo. «Pero tampoco se nota que esté parada».
El Relumbrar se extiende por 627 hectáreas (el equivalente a otros tantos campos de fútbol) con almendros, viñas (que siguen dando uva gracias a la labor de la empresa pública Tragsa, encargada del mantenimiento de los terrenos), cereales y un coto de caza. La vivienda más grande (son tres, una para los señores y otras dos para los empleados), de 470 metros cuadrados, tiene aspecto de cortijo sevillano, siete habitaciones, cinco cuartos de baño y un salón comedor de 200 metros.
La residencia está flanqueada por almacenes para piensos, tres cuadras, una bodega, silos y transformadores. Tampoco faltan la barbacoa y la piscina: los dos embalses construidos en la zona, con capacidad para más de un millón de metros cúbicos de agua, no son aptos para el baño.
A pesar de que los empleados de Tragsa acuden periódicamente «para que no se pierda el valor de la propiedad», el único movimiento que se intuye es el de las perdices rojas, las torcaces y las liebres que campan a sus anchas y que servían para las jornadas de caza de Vera y compañía. «La finca no está abandonada, pero tampoco se invierte dinero en las instalaciones porque en esta situación de crisis sería perderlo», admiten en la empresa pública. Aun así, los pinos que jalonan la verja de entrada están perfectamente cortados y la veleta que corona el torreón sigue marcando la dirección del viento.
En las partidas de dominó todavía se sigue hablando de este trozo de tierra, que algo dejará también en el Ayuntamiento, en forma de plusvalías, cuando se venda. «Aunque no será mucho», calcula Arnedo. Los vecinos no se olvidan del señor» de El Relumbrar, que se tomaba los chatos en el bar La Parrilla o en Los Arcos como uno más. Hay quien dice, como Paco, que Vera y su familia «son bellísimas personas y siempre se han portado bien con Alpera». Y hay quien se queja, como José, de que «solo unos meses después de que lo metieran en la cárcel me lo encontré en el merendero de Ayora -un pueblo cercano- metiéndose un plato de chuletas así de grande. ¡Vaya cara!». Una compañera de poyete le replica que era uno más: «Aquí siempre se portó bien con la gente». «Lo que está claro es que nadie se ha olvidado del tema», sentencia la regidora.
A los alperinos les cuesta mucho menos hablar de su ilustre vecino que a su entorno más inmediato. El propio Vera no ha querido responder a las preguntas de este periódico. El exministro de Interior José Barrionuevo, compañero de prisión, ni sabe ni contesta. Y a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente de Extremadura y amigo personal del exsecretario de Estado para la Seguridad, no le parece «procedente hablar sobre la vida de una persona que está fuera de la circulación».
En Torrelodones
Efectivamente, Rafael Vera está fuera de la circulación. Tras el secuestro de Segundo Marey, los GAL, los fondos reservados, 18 meses en la cárcel y 14 años de procesos judiciales, Vera está hoy jubilado. A punto de cumplir 67 años, este aparejador de profesión trata de pasar desapercibido en Torrelodones, donde vive en un dúplex junto a su mujer. Allí intenta llevar una vida lo más tranquila posible, aunque no le trate demasiado bien. Al fallecimiento de su hijo Alberto en un accidente de tráfico con 17 años, en marzo de 1988 -Vera vio el cuerpo tendido en la carretera-, se unió hace unos meses la muerte de su nieto, que padecía cáncer. No llegó a cumplir los nueve.
Han sido los golpes más duros. «Pero él es muy fuerte. Un tipo que no se rinde», recuerda el periodista Javier Álvarez, que le ha entrevistado en varias ocasiones en la cadena Ser. Así que Vera no deja de caminar hacia adelante. Pasea todos los días -«es para lo único que le dan las piernas, nada de montar a caballo», detalla un familiar-, escribe sobre sus experiencias y elabora análisis terroristas. De vez en cuando toma algún chato y compra el pan. Pero sin Paco, ni el Relumbrar, no es lo mismo.
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