TÍTULO: REGIONAL
«El retraso de las becas lleva a algunos universitarios a los comedores sociales»
Muchos estudiantes siguen sin cobrar mientras
el Ministerio y la UEx se echan mutuamente la culpa de la situación
María Soto estudia segundo curso del Grado de Educación Infantil en
la Universidad de Extremadura. Esta semana ha recibido una carta del Ministerio
de Educación que le informa que seguirá sin cobrar la beca hasta finales de
abril. Con todos los miembros de su familia en paro todavía no tiene muy claro
cómo afrontar la situación, pero asegura que su intención es terminar la
carrera.
Como ella, en la Universidad de Extremadura más de la mitad de los
estudiantes (que en total son 25.178) han pedido una beca. En el presente curso
académico 2012-13 se han presentado 13.260 solicitudes, de las cuales están
tramitadas un total de 11.368, según datos del Vicerrectorado de Estudiantes y
Empleo.
El vicerrector, Ciro Pérez Giraldo, reconoce que este año ha habido
un cierto retraso, pero explica que se ha debido entre otras cosas a que el
Ministerio de Educación ha habilitado la aplicación informática que se utiliza
para tramitar las solicitudes más tarde. De hecho, apunta que la convocatoria
este año arrancó el ocho de noviembre, mientras que el curso pasado y otros
anteriores comenzó el uno de octubre.
Desde el Ministerio de Educación, Javier García Vilumbrales, su
jefe de prensa, asegura que ya se han pagado casi un 90 por ciento de las becas
en toda España. No obstante, puntualiza que aunque las partidas económicas ya
están dispuestas no pueden hacerlas llegar a los solicitantes hasta que no
cuenten con todos los datos. «Si la Universidad de Extremadura no nos ha hecho
llegar sus expedientes, o no todos, no podemos pagar las becas», sostiene.
Ambas instituciones no se ponen de acuerdo en quién es la culpable
del retraso, pero como resultado muchos estudiantes todavía no han recibido esta
importante ayuda económica cuando quedan pocos meses para que termine el curso.
Han tenido que tomar decisiones drásticas, como dejar de estudiar y
volverse al pueblo o cambiar sus hábitos y su vida social para adaptarse a su
paupérrima realidad. HOY ha hablado con algunos de ellos.
María Soto, por lo pronto, ha tenido que regresar a su localidad,
Villafranca de los Barros. En este segundo cuatrimestre le toca hacer las
prácticas y dado que ya le debía varios meses de alquiler a su casero y no
parecía que el dinero de la beca fuera a llegar, decidió solicitar un colegio en
su patria chica, para así por los menos minimizar los gastos.
En su primer año el dinero le llegó el dos de diciembre. Esta joven
de 22 años lo recuerda perfectamente porque aquella ayuda fue recibida como agua
de mayo. Con su padre y su madre en paro, sin cobrar ningún tipo de prestación,
y dos hermanos, uno de veinte años, que no trabaja, y otro de diez, los 6.000
euros del Ministerio de Educación le ayudaron a poder a hacer frente a todos los
gastos que lleva aparejada la vida universitaria fuera de casa. Y hasta ahorró
para comenzar el actual curso, aunque nunca pensó que a estas alturas todavía no
le habría llegado el dinero de este año.
Estas ayudas que miles de estudiantes extremeños reciben del
Ministerio de Educación y cuya cuantía depende de la renta de sus familias hacen
posible el acceso a los estudios superiores de personas con menos recursos, que
de otra forma no tendrían posibilidades de continuar con su formación.
Ese objetivo, igualar el acceso de todos los ciudadanos a la
Universidad, es el que se está vulnerando con estos retrasos. «Están poniendo
condiciones elitistas que nos van a llevar a que solo pueda estudiar o gente muy
brillante o la que tenga mucho dinero. La clase media a nivel económico e
intelectual no va a poder acceder a las becas y por tanto a la educación
superior. Es indignante», opina Noelia Parra, que estudia tercer año de Doble
Grado ADE y Turismo en Cáceres.
A ella tampoco le han ingresado todavía la esperada ayuda del
Ministerio, de manera que ha tenido que estirar lo más posible el dinero que
ahorró de la del año pasado, que ha usado también para ayudar a su hermana
pequeña. Ésta también estudia un ciclo formativo superior en la capital cacereña
y hasta hace una semana no le han pagado su beca. Por ello, sus padres, que
viven en Zarza de Granadilla, han tenido que echarles una mano para «ir tirando,
porque llevamos cinco meses viviendo del aire, prácticamente».
Aunque su situación no es la mejor, Noelia dice que son unas
privilegiadas, porque sus padres están trabajando. «Aunque yo soy muy consciente
de que el trabajo es súper volátil. Mi padre no gana mucho pero está más o menos
estable, pero mi madre cuida a un señor mayor y depende de la ayuda de la Ley de
Dependencia, que en cualquier momento puede que también la recorten», argumenta.
La situación familiar en la actual coyuntura económica es otro de
los factores que hace menos llevadero el retraso de las becas. «Hay chicos y
chicas que necesitan el dinero urgentemente porque la situación de los padres de
muchos de ellos es especialmente delicada en estos momentos. Algunos tienen a
todos los miembros de la familia en paro», señala Felipe González, el recién
elegido delegado de estudiantes de la Universidad de Extremadura.
Después de escuchar los testimonios de muchos de sus compañeros
relata que debido a esta circunstancia los hay que no han podido pagar el
alquiler de los pisos en los que viven. «Algunos caseros son comprensivos, pero
otros amenazan con echarlos a la calle. Parece demagógico pero el retraso en el
pago de las becas ha llevado a muchos universitarios a los comedores sociales»,
lamenta Felipe, que asegura que conoce la situación de primera mano y «es muy
grave».
También Vidal Luis Mateos, Defensor Universitario de la UEx, se
muestra preocupado por esta realidad. Cuenta que ya ha recibido alguna
reclamación relacionada con este asunto, aunque reconoce que le sorprende que no
hayan sido más, dadas las circunstancias. De momento, a su oficina han llegado
solo dos casos relacionados con este asunto. «Son dos personas que dependen de
la beca de una manera desesperada. De esas historias humanas que te dejan
estremecido. En ambas ocasiones contactamos con la unidad de becas y constatamos
que las solicitudes no habían sido 'mecanizadas'», explica el defensor.
Responsabilidad
El problema, insiste el vicerrector de Estudiantes y Empleo, ha
sido técnico y, según él, responsabilidad del Ministerio. «Educación ha lanzado
varias versiones del programa informático de recogida de los ficheros de becas,
estableciendo controles hasta ahora inexistentes, lo que está provocando que
haya becas retenidas en Madrid en espera de nuevas comprobaciones que nos
exigen. Todo ello ha retrasado el proceso, pero no es responsabilidad nuestra»,
sostiene Ciro Pérez Giraldo, que subraya el esfuerzo del Servicio de Becas de la
UEx en la tramitación de las mismas dadas las circunstancias.
Según los datos de los que dispone, con fecha 20 de febrero, de las
7.277 solicitudes que ya están concedidas, 4.187 han sido pagadas, «lo que
supone que los chavales tienen el dinero ya en sus cuentas»; y 2.829 figuran,
según él, «con orden de pago». «Esto significa que ya está dada la orden a la
tesorería para que les ingresen el dinero a los estudiantes», sostiene. Sin
embargo, Pérez Giraldo reconoce que es posible que estos últimos pueden no haber
cobrado el dinero todavía, pero insiste que es cuestión de días. «Es decir que
están o pagadas o a punto de serlo 7.016».
Habría, por tanto, 251 más de las ya concedidas que no se sabe en
que punto están. Y luego está el resto: 4.091 denegadas y 1.892 pendientes. En
este grupo está la de María Soto y la da de Mercedes Sepúlveda. «Nadie entiende
lo que está pasando. Todo hace pensar que en el mejor de los casos el dinero nos
llegará en mayo. Yo porque tengo ayuda de mi familia, pero como representante de
mis compañeros he tenido que recurrir a la ayuda de nuestro decano para pedirle
como favor personal que les echara una mano a algunos compañeros, que son
verdaderos casos de emergencia social», alerta Mercedes Sepúlveda, natural de
Badajoz y de 33 años de edad. Relata que al final consiguieron que les dieran
tickets para poder comer gratis en el comedor, gracias a la intervención de la
Sección de Información y Atención Administrativa (SIAA) de la UEx.
Mercedes ejerce como delegada de estudiantes en la Facultad de
Educación, vive con su tía en Badajoz y reconoce que esa circunstancia hace
mucho más llevadera la espera hasta que finalmente le ingresen la ayuda del
estado.
María Soto, sin embargo, no tiene esa tranquilidad. Cuenta que este
lunes ha de viajar a Badajoz para intentar averiguar qué problema tiene
paralizada la tramitación de su beca y admite que no tiene medios económicos
para viajar hasta allí. «Antes me daba vergüenza contar estas cosas, hasta que
me di cuenta que yo no tenía la culpa de nada, que en todo caso el que tenía que
avergonzarse es el sistema. Es más, el año pasado me maté a estudiar para sacar
todas las asignaturas y superar el 6,5, porque han endurecido las condiciones, y
aún así me encuentro con esto. Yo he hecho todo lo que estaba en mi mano, pero
llega un momento en que te desesperas y sientes que no eres más que un número
dentro del sistema y que nadie hace nada por ti», confiesa desanimada.
Pese a todo, esta joven valiente aún tiene fuerzas para seguir
luchando por continuar con sus estudios, y advierte de que hay personas que
están incluso en una situación peor que la suya. «Cuando tenía que andar durante
una hora y media para llegar a la facultad porque no tenía dinero para el
autobús pensaba que nadie podía estar peor que yo, pero un día en un grupo de
trabajo conocí a una chica que no tenía comida suficiente para toda la semana.
Llamé a mi madre y la siguiente vez que mi hermano vino a Badajoz me trajo
productos del banco de alimentos que nos dan para nosotros y se lo dimos a
ella», relata.
Otros han optado por dejar de estudiar directamente. Rafael Rubio,
que hace Derecho en Cáceres, relata que algún conocido suyo no ha tenido más
remedio que hacer la maletas y volver al pueblo con sus padres a esperar que
vengan tiempos mejores. «Han dejado la carrera o han aplazado sus estudios
durante un tiempo porque no tenían dinero para seguir manteniéndose por su
cuenta en Cáceres. Algunos tienen intención de volver pero vete tú a saber si lo
harán», reflexiona.
Rafael tampoco tiene en su poder la beca del Ministerio que le
corresponde, pero él vive con sus padres, que le están ayudando para que pueda
finalizar su licenciatura. «Están haciendo un esfuerzo importante, porque
también tengo un hermano que está estudiando en Salamanca. Menos mal que por lo
menos a mí no me han tenido que pagar la matrícula por ser becario», agradece
este joven que recuerda que siempre que se concede esta ayuda del Ministerio es
porque se supone que la familia no puede hacer frente a los gastos que ocasiona
la Universidad y, por tanto, asegura que es un trastorno para todos.
Desde la Universidad de Extremadura esperan que todo el problema se
resuelva. Pérez Giraldo asegura que la UEx ha hecho todo lo posible por agilizar
el proceso. «Nosotros hemos tramitados las becas todo lo rápido que hemos sido
capaces una vez que el Ministerio ha abierto el sistema informático, que ha sido
bastante tarde, y lo hemos hecho para que nuestros estudiantes pudieran cobrar
la beca cuanto antes», asegura el vicerrector. Seguro que todos los estudiantes
interesados lo agradecen.
TÍTULO: EXTREMADURA MIRÁ QUIÉN HABLA _-CUANDO IBA A VENDER A CABEZA DEL BUEY, ME LLEVABA EL BRASERO Y EL FLEXO, JUAN BARRERO,.
Empezó vendiendo pastillas de Avecrem por la provincia de Badajoz y ha acabado distribuyendo los mejores vinos de españa,.
Yo cantaba mucho en el furgon y llegaba a casa de noche, los viernes afónico de tanto cantar, Hoy ya no canta uno,.
En pronto verdejo, no hay ninguna ciudad de España que venda lo que se vende en Badajoz, cuidado, etc,.
Juan Barrero Empresario Empezó vendiendo pastillas de Avecrem por la provincia de Badajoz y ha acabado distribuyendo los mejores vinos de España ,.
Su padre era camionero y su madre, ama de casa. A los 14 años deja
de estudiar porque su padre fallece. «Éramos cinco hermanos y en casa había
mucha necesidad. Mi madre se puso a limpiar escaleras, mis hermanas, igual y yo
me puse a trabajar de botones en la joyería Doblas del Paseo de San Juan de
Badajoz. Aprendí a soldar pulseras, a grabar piezas, relojería. Al acabar la
mili, me fui a trabajar a Gallina Blanca. Estuve allí de los 20 a los 27 años.
Me querían ascender y me trasladaban a Sevilla, pero yo no quería irme de
Extremadura», recuerda.
-¿Qué hizo para quedarse?
-Tuve la feliz idea de ponerme por mi cuenta como distribuidor de
Gallina Blanca para Badajoz y provincia. Y con eso sigo. Monté mi negocio como
autónomo en una cochera, con una furgoneta, yendo por toda la provincia
vendiendo los productos. Poco a poco fui creciendo. Incorporé otras empresas
como chocolates Lindt, conservas Rianxeira, galletas Gullón, Nestlé Purina o
legumbres Luengo y hace 30 años incorporé la primera bodega de vinos: Bodegas
Torres. Eso fue una herencia: se jubiló Joaquín Rodríguez Alfaro, un buen amigo,
quería dejar Torres en buenas manos y optó por mí,.
No hay comentarios:
Publicar un comentario