Mucha gente piensa que las personas pringadas por el dopaje tienen rabo y sostienen un tridente. Pero estos personajes malévolos son como ...
Mucha gente piensa que las personas pringadas por el
dopaje tienen rabo y sostienen un tridente. Pero estos personajes
malévolos son como el vecino de arriba. Pueden ser tiernos, simpáticos y
hasta chistosos. La justicia será la encargada de dictaminar si -foto-
Eufemiano Fuentes (Las Palmas, 1955) era el cerebro de la red de dopaje
más sofisticada de Europa, de si cometió, como se juzga en la 'operación
Puerto', un delito contra la salud pública. Pero lo que comprueba aquel
que trata con el médico canario es que ni tiene rabo ni sostiene un
tridente. Al contrario, es inteligente, deliberadamente amable y locuaz.
Los hermanos Fuentes -su hermana Yolanda (Las Palmas,
1958) también está imputada- fueron, antes que nada, los hijos de Pedro y
Pepi, una rama del árbol genealógico de una familia de terratenientes
de Canarias. El abuelo levantó La Favorita, una fábrica de tabaco de la
que salieron marcas como Kruger o Condal, un negocio que se fue
escurriendo tras la muerte del dueño y el misterioso asesinato, tras ser
secuestrado en 1976, de Eufemiano Fuentes, tío del médico.
Eufe y Yolanda son el primero y la tercera de seis
hermanos. Todos nacieron en la clínica Santa Catalina de Gran Canaria y
todos fueron criados por su madre, que no reparó en gastos para tener la
casa cuidada mientras ella se dedicaba a sus hijos. Los dos hermanos
que ahora declaran ante la juez Julia Patricia Santamaría no paraban de
reñir. Era cruzarse por un pasillo y acabar a arañazos. Así que les
obligaban a estar a más de tres metros de distancia.
Él estudió en el colegio Pérez Galdós; ella, en el Santa
Teresa de Jesús. A los diez años ambos dieron el salto al instituto de
Las Palmas. Cuando llegaba el viernes, la familia al completo se mudaba a
la casa que tenían en la playa de Veneguera, al fondo de un hermoso
barranco. En verano, siempre que llegasen con buenas notas, algo que
cumplían con creces, eran premiados con un viaje al extranjero que ahora
les permite dominar varios idiomas.
Tras la etapa escolar se lanzaron a la medicina.
Eufemiano estudió en la Universidad de Navarra y, unos años después,
ella se matriculó en la de Salamanca. El expediente académico de este
especialista en ginecología fue excelso: solo en cuatro asignaturas no
recibió sobresaliente o matrícula de honor. El genio de la medicina
tomaba cuerpo mientras maduraba, tras viajar a la Alemania del Este, su
concepción del deporte.
Eufe nunca ha negado -tampoco lo ha admitido de forma
explícita- que haya suministrado sustancias prohibidas, aunque se
justifica defendiendo que son necesarias, siempre y cuando las manipule
la persona cualificada, en el deporte profesional. Un amigo canario,
Ángel Vara, tiene una curiosa y, como mínimo, discutible forma de
explicarlo. «Hay mucha hipocresía en el deporte. Eufe es el mejor y por
eso saca tanto rendimiento. Pero tiene que hacerlo gente como él. Si no
es darle unas tenazas a un relojero».
«Es un crack»
Un día Eufemiano cruzó la raya. Aunque él lo llama
«proteger la salud del deportista». Ese es su discurso. Quizá desde que
llegó a Madrid en los 80 para trabajar, por 50.000 pesetas al mes, como
médico de la federación de atletismo y de la Residencia Blume. Aunque
era un sueldo bajo, no lo hacía por dinero. No le hacía falta a un joven
que conducía un Porsche. Luego se pasó al ciclismo. Antes se casó con
Cristina Pérez, una atleta que le dio sus tres hijos -dos varones y una
chica que nació con una grave enfermedad ocular- y de la que se separó
hace dos años. Tras la 'operación Puerto', los hermanos regresaron a
Canarias, donde trabajan en un centro de salud: él en el de Puerto y
ella en el de Jinamar. Y ambos viven frente al mar. Eufe en la playa de
las Canteras y su hermana en Majanicho, un pueblecito pesquero de
Fuerteventura. Siempre separados.
TÍTULO: EL CENTINELA DE LAS INFANTAS,.
Carlos
García Revenga es el hombre que camina siempre detrás de las infantas,
ese tipo fornido y de 1,95 metros de estatura -dos centímetros menos que
el Príncipe- que bien podría ser confundido con sus guardaespaldas. Las
fotos demuestran que siempre está allí, en un visible segundo plano. 58
años, licenciado en Magisterio y Pedagogía, experto en protocolo,
aficionado a las motos de gran cilindrada, al esquí -también hace
pinitos con el snowboard-, es desde hace dos décadas mucho más que una
simple sombra. Ejerce de secretario, protector y asistente personal de
Elena y Cristina de Borbón. «Es su asesor», precisan en la Casa Real.
Así, a secas. Ni disponen de un currículum de García Revenga ni ofrecen
más datos por considerarlo un asunto «privado». Tampoco aparece su
nombre en la web de la institución, donde acaban de borrar cualquier
referencia a Iñaki Urdangarin, justo al año de que le excluyeran de los
actos oficiales por su comportamiento «poco ejemplar» en el 'caso Nóos';
y días después de que el exsocio del duque de Palma, Diego Torres,
aireara unos polémicos correos electrónicos que salpican al secretario
de las infantas y que han hecho temblar de nuevo los pilares de palacio.
El ataque de Torres ha aupado a García Revenga al
primerísimo plano de una actualidad que se escribe con 'titulares de
juzgado'. Porque el secretario, amigo y confesor de las hijas del Rey
comparecerá como imputado ante el juez José Castro el próximo día 23
(qué fecha más maldita) para explicar sus vinculaciones con el Instituto
Nóos y la actividad que, como tesorero, desarrolló desde el año 2004 a
2006.
Carlos García Revenga «está enfadado y muy disgustado»
por cómo puede influir su imputación en la delicada salud de sus padres,
de 90 y 87 años, según confirman sus allegados. Y jura que nada tiene
que ver con la gestión del Instituto Nóos porque su cargo de tesorero,
por el que dice que no cobró un duro, era «honorífico». Si aceptó
figurar en el organigrama de este supuesto instituto sin ánimo de lucro
fue, insiste, por lealtad a la infanta Cristina y a la Corona, a la que
ha servido con dedicación exclusiva durante los últimos 20 años. Porque
García Revenga empezó como instructor de Elena de Borbón, a quien se le
atragantaban los estudios, y en 1993 acabó quedándose en La Zarzuela
como secretario personal de las hermanas por expreso deseo de la Reina,
con la que mantiene una estrecha amistad.
Su primer contacto con la familia se produjo en el
colegio privado Santa María del Camino, al que asistían las infantas y a
quienes dio clases en Infantil. La influencia de García Revenga sobre
Elena fue creciendo, hasta el punto de que, como él, cursó Magisterio y
se licenció en Pedagogía. Cuando su educador ofreció un curso sobre esta
disciplina en la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, allí
estuvo ella en primera línea tomando apuntes. García Revenga era el
profesor joven que viajaba en moto y que se encargaba de las actividades
extraescolares de las alumnas: hasta montaba debates con ellas en el
bar sobre temas de actualidad. Era popular, un modelo a seguir.
Ya en palacio, como secretario personal, se dedicó a los
asuntos de las infantas en cuerpo y alma. Y los vínculos se hicieron tan
fuertes que, cuando Elena y Cristina se casaron, no pudo romperlos ni
Jaime de Marichalar, con el que no empatizaba. Iñaki Urdangarin, sin
embargo, se hizo amigo suyo. Algunas fuentes sitúan al real instructor
detrás de la defenestración del duque de Lugo del Museo de Cera, un
escarnio público grabado en la retina de todos los españoles.
Madrinas de sus hijas
García Revenga organizó sus bodas, en las que
participaron como damitas de honor sus dos hijas, Laura y Carmen, que
también son ahijadas de las infantas. Porque a sus jefas no les ha
dejado solas ni en el momento de dar a luz. «Siempre ha acompañado a
doña Elena y doña Cristina al hospital cuando se ponían de parto»,
comenta la experta en Casa Real Carmen Enríquez, quien recuerda que los
periodistas de Madrid coincidieron con él en el mismo avión a Barcelona
para cubrir el nacimiento del primogénito de la duquesa de Palma, Juan
Urdangarin y Borbón.
García Revenga ha sido imprescindible en sus vidas. No
solo se ocupa de los actos oficiales, sino también de los privados, de
la equitación de Elena o las competiciones veleras de Cristina. Con ella
viajó a Oviedo cuando se operó de miopía, por ejemplo. Es su mano
derecha y hombre de confianza, aunque está especialmente unido a la
infanta Elena, a quien apoyó cuando decidió separarse de Marichalar:
«Entendía que tenían caracteres e intereses muy distintos. Lloró en su
hombro, fue su confidente», cuenta Enríquez.
El extesorero de Nóos también mantiene fuertes vínculos
con los duques de Palma. La Fiscalía Anticorrupción investiga las dos
cuentas conjuntas que al parecer abrieron Cristina y Ana Isabel Wang Wu
-exesposa de García Revenga y madre de sus dos hijas-, en el BBVA y en
el Banco Santander entre 2003 y 2006. Su ex, de origen chino, es una
alta ejecutiva del banco presidido por Emilio Botín y figura, además,
como apoderada de Buferasa. Esta empresa, propietaria del restaurante
madrileño El Buda Feliz, también se dedicada a la importación y
exportación y a la compraventa de inmuebles. Cuando la pareja se separó,
hace unos siete años, la madre se llevó las niñas a China, pero ellas
pidieron regresar a España. Ahora estudian en Estados Unidos.
La dedicación de García Revenga a la Corona, trabajo por
el que cobra en torno a los 60.000 euros anuales, ha hecho mella en su
vida privada. Tras la separación de Wang Wu, ha mantenido una relación
sentimental de cuatro años con Ángela Rodicio, periodista del programa
'Informe semanal' y excorresponsal de TVE en Oriente Próximo. Llegó a
acompañarle en algún viaje con la infanta Elena a Nueva York, pero el
amor se acabó.
El guardián de las infantas tampoco parece haber tenido
suerte en los negocios. Tras su salida del Instituto Nóos, una vez que
el Rey pidió a Urdangarin que abandonara la empresa, Revenga intentó
montar con la infanta Elena, en 2007, una sociedad de inversiones
llamada Global Cisnéfalos. Él aparecía como administrador, y su hermano
Javier, como apoderado. Antes de que se pusiera en marcha, la Casa Real,
que en principio había dado el visto bueno, recapituló y obligó a
cerrarla. Fue cuando el Rey dijo aquello de «trabajo, sí; negocios, no».
A lo más que llega García Revenga, que se sepa, es a participar en
fundaciones ligadas a la Corona. Es miembro del patronato de la
Fundación Reina Sofía y secretario de la Fundación para la Promoción del
Deporte Ecuestre.
¿Honrado?
El asesor de las infantas no suele hace alarde de lujos,
aunque tampoco hace ascos a la vida social. Se le ha visto en desfiles
de moda y en patrocinios de firmas comerciales. Quienes le han tratado
elogian sus dotes para la conversación y su afabilidad. Cada mañana
llega a su despacho en coche o en una moto de gran cilindrada, necesaria
para soportar su corpulencia (hace unos meses destrozó una de trial).
Un grave problema de estómago le obligó a pasar por el quirófano.
Adelgazó mucho, pero ha vuelto a recuperar peso.
Casi nadie duda de su honradez. La periodista Almudena
Martínez-Fornés, también experta en Casa Real, dice que en La Zarzuela
nadie cree «que se haya llevado dinero», pero precisa que la clave
reside «en si García Revenga alertó o no al Rey de las irregularidades
de Nóos». Para Jaime Peñafiel, la decisión de mantenerle en el puesto
hasta que declare ante el juez ha sido totalmente errónea: «En uno de
esos correos divulgados, Urdangarin pide que se le trate como asesor o
consejero del Rey y eso tuvo que aprobarlo el secretario de las
infantas. Ahí se le ha visto el plumero». Tras lo de Nóos, al parecer,
se le propuso un acomodo en Bankia, a través de Rodrigo Rato, pero no
pudo ser. Así las cosas, habrá que ver si después de declarar ante el
juez el día 23 se queda sin trabajo. Tampoco se descarta que «dimita
antes».
Aunque le ha tratado poco, el diplomático Inocencio Arias
ve a García Revenga incapaz de meterse en «asuntos turbios». Pero,
agrega: «Tal y como está el país en estos momentos, no pongo la mano en
el fuego casi ni por mi madre, aunque ya está muerta».
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