En la familia Ecclestone, las bodas son una cosa muy seria.
O, al menos, muy cara. Petra, la hija pequeña de Bernie Ecclestone,
protagonizó hace un par de años uno de los casamientos más excesivos que
se recuerdan: lo amenizaron artistas como The Black Eyed Peas, Eric
Clapton, David Guetta y Andrea Bocelli, y la cuenta final ascendió a
unos catorce millones de euros. Esta semana se ha casado la hija mayor,
Tamara, de 28 años, en una ceremonia rodeada de misterio, pero de la que
ha trascendido lo suficiente para saber que tampoco ha sido una cosa
austera y familiar. El enlace se ha celebrado en la Costa Azul francesa,
los festejos se han alargado tres o cuatro días, las habitaciones para
los invitados han costado 700.000 euros y la factura final es objeto de
discusión: algunos disparan sus estimaciones por encima de los trece
millones, pero el 'Daily Mail' lo deja en ocho, y tampoco es que el
'Daily Mail' sea amante de tirar por lo bajo. El patrón de la Fórmula 1
puede respirar satisfecho, porque ya no le quedan más hijas por casar.
Tamara y Petra siempre han dado muestras de cierta
rivalidad, así que en este caso también ha habido estrellas contratadas:
han cantado Mariah Carey -el primer baile del matrimonio fue con su
versión de 'Endless Love', el tema de Lionel Richie- y el mismísimo
Elton John, que dedicó a la pareja una de las canciones de 'El rey
león'. En una sola tarde, Tamara lució tres vestidos, que ojos expertos
han atribuido a Vera Wang, Versace y Alexander McQueen, y la boda
desembocó en una fiesta playera, con todo el mundo vestido de blanco,
sorbiendo daiquiris de fresa y comiendo ostras. Fue un sarao muy
resultón, pero no perfecto: aunque contó con asistentes ilustres como
Paris Hilton o Sean Connery, parece que a Tamara no le ha sentado nada
bien la ausencia de Sarah Ferguson y sus dos hijas, que se excusaron
debido a la hospitalización del duque de Edimburgo. También hubo
momentos de desmadre poco fino, porque algunos invitados se entregaron a
esa costumbre de mostrar el culo tan propia de los anglosajones
borrachos.
El marido de Tamara es Jay Rutland, un 'broker' caído en
desgracia al que conoció hace medio año. La muchacha no ha tenido mucha
suerte en el amor, porque un novio le salió chantajista y otro apareció
en un vídeo poniéndole los cuernos, pero con Jay le bastaron tres
semanas para comprometerse. Ella es así, impulsiva y un poco caprichosa,
la mujer que se gastó 35.000 euros en convidar a todos los clientes de
un club nocturno y se compró una bañera de cristal amazónico de más de
un millón. «Paso mucho tiempo bañándome -se justificó entonces-, así que
merece la pena».
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