TÍTULO: LOS GRANDES TEMAS DEL DRAMA griego llegan al Clásico de Cáceres con 'Áyax
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- Grandes temas de la filosofía y del comportamiento humanos como la honorabilidad, la lealtad o la manipulación en pos de los objetivos ...Grandes temas de la filosofía y del comportamiento humanos como la honorabilidad, la lealtad o la manipulación en pos de los objetivos deseados suben esta noche a las tablas del Gran Teatro de Cáceres.Sófocles vuelve a hacerse un hueco en la programación del Clásico de Cáceres en su segundo fin de semana, en un programa que este año, además de incluir obras del Siglo de Oro, hace también un guiño a lo grecolatino, con dos producciones.En esta ocasión se trata de 'Ayax', una obra que se estrenó el año pasado el Festival de Teatro Clásico de Mérida, aunque en esta ocasión cambia la escenografía. No se cuenta con la majestuosidad del teatro de Mérida como portada, pero la adaptación a teatros a la italiana le ha aportado mucho, según aseguran los actores que ayer presentaron en Cáceres esta obra, que dirige Denis Rafter y cuyo texto ha adaptado Miguel Murillo.De esta manera se consigue una nueva versión que reformula lo que se vio en Mérida. No se ha prescindido de ningún actor, siguen siendo doce, sólo se ha suprimido el coro. Es una coproducción con Teatro Noctámbulo que fue galardonada con cuatro de los principales premios del XV Certamen Nacional de Teatro Garnacha de Haro (La Rioja).Un elenco netamente extremeño encarna esta tragedia, que aborda el drama de la guerra y plantea el drama de Áyax, héroe de Salamina, al ser despojado del trofeo de las armas de Aquiles gracias a las maniobras de Ulises. Eso desencadena la guerra y toda la trama de engaños y manipulaciones que terminan con el suicidio del Ayax. «Queremos que el espectador salga satisfecho, y provocarle un pellizco, una reflexión», explicó ayer José Vicente Moirón, que da vida al héroe de Salamina. Añadió que le parece importante que el Festival de Teatro Clásico de Cáceres se abra al mundo grecolatino, ya que es una forma de «confraternizar a los clásicos». Kiko Magariño, que da vida a Menelao, añadió además que es importante que el Clásico de Cáceres apoye producciones extremeñas y con artistas extremeños.Además de Magariño y Moirón, completan el reparto David Gutiérrez y Gabriel Moreno, que ayer estaban también en la presentación de esta obra. Fernando Ramos, Isabel Sánchez, Elena Sánchez, Cándido Gómez y José María Pizarro dan vida a esta tragedia.Además, entre los nombres que destacan en este montaje están el de Roque Baños (con premios Goya por películas como Salomé, Los crímenes de Oxford), que ha elaborado la banda sonora. Los efectos especiales son de Reyes Abades, galardonado en nueve ocasiones por su trabajo.ProgramaEl Festival de Teatro Clásico de Cáceres continúa este fin de semana con sus actividades. Entre hoy sábado y mañana domingo se llevarán a cabo cinco actividades. Mañana domingo se representa 'Los nombres de Hawwa' en el Gran Teatro, el tercer montaje de la Esad.Dentro del festival 'Off' podrá verse a las 13 horas en el Parque de Calvo Sotelo 'Entremés de los Romances', de Cambaluz Teatro. A las 21,00 horas actuará el grupo Día X menos 60.El domingo el programa alternativo contará con el grupo de metales y percusión del Conservatorio de Cáceres, a las 13,00 horas.TÍTULO: LOPE DE VEGA Y DANZA EN UN VIERNES TEATRAL,.El verso de Lope de Vega en 'El Caballero de Olmedo' llenó el Gran Teatro de Cáceres. La representación contó con los actores Javier Veiga y Marta Hazas como protagonistas. Por otro lado el 'Off' se trasladó al Foro de los Balbos, en donde se representó 'Por Vos', un montaje a cargo de la Escuela de Danza de Cáceres de la Diputación Provincial. Dos opciones para abrir boca antes del fin de semana.TÍTULO: EL GUGGENHEIM CELEBRA LA ENERGÍA DEL BARRACO,.En la época del Barroco abundaron las corruptelas, se vivía para darle gusto al cuerpo aunque los moralistas trataban de castigar los excesos, y el espectáculo y la ostentación se convirtieron en las formas más utilizadas para presentarse, los gobernantes frente a los súbditos, y estos entre sí.Un ciudadano actual podría pensar que la descripción también se refiere a su sociedad, que las fiestas campesinas pintadas por los flamencos, con sus desfases y sus vomitonas, no difieren mucho de las comidas y botellones de ahora. Los dos mundos comparten un mismo ambiente, que los artistas del siglo XVII y del XXI han representado de manera distintos pero con un espíritu similar, que sale a la superficie en el Guggenheim Bilbao en la muestra que se inauguró ayer.Ha sido la comisaria Bice Curiger, que estuvo al frente de la Bienal de Venecia de 2011, quien ha reunido a creadores de las dos épocas en la exposición 'Barroco exuberante. De Cattelan a Zurbarán', una exposición que se inauguró ayer con obras de José Ribera, Pieter Aertsen, Alessandro Magnasco, por la parte clásica, y de Paul McCarthy, Cindy Sherman y el dibujante de cómic 'underground' Robert Crumb por la contemporánea.Lo que puede parecer una provocación, juntar en el mismo espacio a maestros de la pintura y a creadores que nadie sabe si pasarán a la historia, fluye sin estridencias en la muestra del Guggenheim. Las fotos con flash de Jürgen Teller, de la actriz Charlotte Rampling y de una modelo desnudas delante de la 'Gioconda' en el Louvre, quedan muy cerca de la 'Joven pareja cenando' de Matthias Stom, en la que se ve la cara de la chica iluminada por un candil. En sala siguiente el cerdo destripado que pintó Ribera acompaña al mismo animal, de sexo femenino, que presenta el británico Paul McCarthy a escala y color reales.Pero no se trata de buscar analogías o coincidencias formales, advirtió Curiger. «He preferido captar la energía de los artistas de las dos épocas, su vitalidad pese a la presencia constante de la muerte», explicó.La cotidianidadLa exposición comienza con un cuadro de Peter Aertsen, 'La carnicería', que por medio de las salchichas colgantes, las cabezas sangrantes de ganado, las pezuñas de cerdo y la multiplicidad de escenas que acoge el lienzo, expresa las grandes virtudes de la pintura: su cotidianidad, su fuerza para contar historias.A un lado, las telas de Teniers El Joven y de otros artistas menos conocidos plantean con sus representaciones de las comilonas y borracheras campesinas las tentaciones carnales, los límites entre el deseo y el vicio, entre la diversión atrevida y el desenfreno inmoral. En la otra pared, una serie de fotos sobre los ambientes festivos en la Rusia firmada por Boris Mikhailov.En la segunda sala se aborda el tema de la virilidad asociado con el heroísmo, típico de la sociedad patriarcal, presente en el Hércules de Zurbarán. En esta sección se cuelgan también obras más inquietantes, como 'La violación de una negra', título descriptivo de lo que ocurre en el cuadro de Chisrtiaen van Couwenbergh. La comisaria aportó una estimulante lectura del mismo: la imagen del lienzo transmite tanto el regodeo en la escena como el escándalo ante lo que está pasando en la escena, justo combinación del sensacionalismo mediático.En la misma línea se encuentra la mujer atada y de espaldas de Maurizio Cattelan. Una forma de decir que el circo del arte exige imágenes fuertes, sensacionalistas, que el artista italiano ofrece, pero rebelándose y ocultando la cara y la paryte delantera de la protagonista.A Curiger no le interesa el aspecto del ornamento excesivo, las formas retorcidas y los dorados del Barroco sino el desafío al gusto de la aristocracia y a la armonía y el equilibrio del Renacimiento. Lo que se ve en el vídeo de animación de Nathalie Djurberg es la «precariedad vital» con que la comisaria caracteriza el hilo de la exposición. Aquí se muestra con una bailarina a la que le cae la cera de la vela en la cabeza y que resbala con unos pasteles que cubren el suelo. Luego una instalación de Ryan Trecartin y un vídeo, realizado con Lizzie Fitch, escenifica las preocupaciones por el cuerpo, el 'look' y el triunfo social de la adolescencia, la edad barroca por excelencia.Las últimas partes tocan la religiosidad de la época y un vídeo de Cristina Lucas en la que la artista va a confesarse y le pregunta al cura por qué no a la Iglesia no le interesa el arte contemporáneo. Un punto final muy oportuno a una exposición muy sugerente en lo visual y atractiva en sus contenidos intelectuales.
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