Después de dos semanas de votaciones y una intensa deliberación por parte del jurado de expertos, Mujerhoy.com ha elegido a las ganadoras y finalistas de la segunda edición de los II Premios Mujer IT, patrocinados por Viva la Juicy (Juicy Couture) y que han vuelto a convertirse este año en un gran éxito de participación.
El jurado de expertos ha valorado el número de votos pero también criterios como la originalidad y calidad de los contenidos, la periodicidad en su actualización, la inclusión de material audiovisual, el uso de las redes sociales para su difusión y la interacción con los usuarios.
En Moda la ganadora de los II Premios Mujer IT es Marilyn’s Closet y las finalistas Nyxstyle, Ari Bradshaw y TaleStrip. En Belleza la ganadora es Secretos de Chicas. Las finalistas son A Beauty and Healthy Life, Silvia Quirós y The Beauty Blog. Y en Deco la ganadora es Boho Deco Chic. Y las finalistas, Home Personal Shopper, Desde my ventana y Vintage & Chic.
Las tres ganadoras recibirán una cámara Canon EOS 100D, la réflex más pequeña del mundo, ideal para llevarla siempre encima y compartir sus hallazgos y trabajos en la Red. Las finalistas recibirán, por su parte, cámaras Canon IXUS 255HS, bailarinas de Pretty Ballerinas, stylers de GHD, cheques de Kenayhome.com, colgantes de Folli Follie y camisetas de The Hip Tee, todas ellas firmas colaboradoras en esta segunda edición de los Premios Mujer IT. Además todas las premiadas recibirán la fragancia Viva la Juicy (Juicy Couture), patrocinadora de este certamen.
TÍTULO: EN LA REFINERÍA, TODO PARECE DE CIENCIA- FICCIÓN,.
La verdadera vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. (Gabriel García Márquez, Vivir para contarla)
Pues no: la verdadera vida es la que se olvida y la verdad que ese
olvido guarda es a su vez por lo menos doble, ya que reside tanto en el
sentido puesto en obra por lo que va ocurriendo al mismo tiempo que esto
sucede como en esa revelación que sólo nace del contacto inesperado
entre una presencia y una ausencia, cualquier elemento circunstancial y
la eventualidad olvidada que en su propia emergencia cobra sentido. Esto
último es lo que puso en escena Proust con su fábula de la magdalena,
un poco teatral tal vez pero necesaria como invención para hacerse
entender en su enmienda de la consideración de la memoria como
patrimonio, y el cuestionamiento que Saer lleva a cabo en La mayor a través del repetido no recordar de Tomatis –Otros,
ellos, antes, podían. (…) Y yo, ahora, me llevo a la boca, por segunda
vez, la galletita empapada en el té y no saco, al probarla, nada, lo que
se dice nada-, si por un lado descubre y denuncia el artificio, o
al menos advierte que es ya impracticable, confirma también por otro el
carácter fortuito del recordar. Ya que a una memoria así, que se
presenta cuando menos se lo espera, no cabe administrarla como es
tradición en las memorias literarias, ya las redacten escritores,
comediantes, deportistas, políticos o celebridades con un poco de ayuda.
Los recuerdos, en paralelo a lo que decía Musil de las ideas respecto
al pensamiento, son como piezas embalsamadas de una sustancia viva a las
que el tiempo modifica no menos que ellas la naturaleza de lo que pasa y
no deja de pasar. Los recuerdos son los guardianes de la memoria: de
pie ante sus puertas, ya como relato siempre presto a repetirse,
fotografía escamoteando su escena así como la realidad dispersa de ésta u
objeto mudo que asiente a cuanto se diga sobre él, ofrecen el
testimonio del pasado que homenajean a la vez que cierran el paso a la
conciencia cuyo interior protegen defendiendo su fachada. El monumento
se sostiene en su carácter pétreo, aunque sabida es la historia de la
estatua que echó a andar.
Turista
adolescente en México, recuerdo ahora, si el amable lector me lo permite
y tolera esta expresión, la estatuilla con un pie roto cuyo oportuno
distribuidor, a causa de mi interés en su mercadería, atribuyó el daño a
una leyenda que a su vez no recordaba bien, como si no fuera evidente
que la mutilación se debía a un golpe recibido durante alguna maniobra
de logística por el bien en cuestión. Me quedo satisfecho con mi compra,
más de treinta años después, porque volví de mi excursión a las
pirámides con un intangible que hasta hoy no se deprecia: la verdad del
souvenir. Y admito, evocando la dentadura postiza del gitano que al
principio de la novela traía las novedades a Macondo, una parte de
verdad en la famosa frase de García Márquez: la verdadera vida es la que
se vive durante la narración, de acuerdo, pero no la que en ésta se
atribuye al pasado. Pues no se recuerda más que lo que se imagina y el
núcleo de la imaginación se constituye mucho antes de que pase lo que
sea que cualquiera pueda llegar a recordar.
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