Hormonas, para qué os quiero
Les echamos la culpa de los kilos de más, de los cambios de humor, de esos inoportunos granitos... Sirven de excusa para muchos de ...
A menudo se nos dice que la biología femenina es sumamente
compleja y que, en ella, las hormonas juegan un sinfín de papeles. Tanto
lo hemos oído, que tendemos a echarles la culpa de todo cuanto nos
pasa, desde un acceso repentino de llanto a un granito inoportuno o a la
irresistible ansiedad por llevarnos algo dulce a la boca. Pero, ¿son realmente las hormonas las malas de la película o tan solo son un cajón de sastre, una mera justificación? Distintos
expertos nos hablan de cómo nos afectan y, de su mano, entenderemos
que, más allá de algunas leyendas urbanas, es cierto que estas
sustancias pueden estar detrás de muchos sinsabores. Pero no siempre.
1. Se me cae el pelo (y eso que soy mujer)
La caída del cabello en la mujer es muy diferente a la del varón. Mientras la de ellos suele tener una causa hormonal, en nuestro caso “no se nos suele caer tanto el pelo; más bien, con los años va cambiando, volviéndose más fino –explica la doctora Paloma Cornejo, jefa de Dermatología de Instituto Médico Láser–. Una alopecia muy marcada nos haría sospechar de que algo pasa con las hormonas, pero no se ve tanto en la práctica clínica”. Aun así, en determinados momentos, también podemos perder pelo a causa de las hormonas. Por ejemplo, “con la llegada de la menopausia, se altera la ratio estrógenos-testosterona: disminuyen los estrógenos y tiene mayor peso el andrógeno. Esto hace que se vaya perdiendo pelo en la región frontal y parietal. Así, nos encontramos con mujeres que parece que tienen entraditas, o bien muchos claros en esa zona”. Otro momento complicado puede ser el posparto: durante el embarazo se produce una subida de estrógenos, “gracias a la cual nuestro pelo está fuerte y saludable. El problema es que después del parto, las hormonas bajan y eso provoca que a los tres meses haya una caída de cabello. Es lo que se conoce como “efluvio telogénico posparto”.
2. Me salen granitos… ¡a mi edad!
En la piel tenemos varias dianas sobre las que actúan las hormonas. La principal y la que da más problemas, es la glándula sebácea. Con la llegada de la pubertad, aumenta en tamaño y en actividad, y eso provoca que haga su aparición el acné juvenil, un acné que, pese a su nombre, no siempre se soluciona con el paso de los años: “Cada vez encontramos más mujeres que, alrededor de los 30 o 40 años, sufren un acné tardío, que suele ser más profundo, más quístico y de peor solución que el juvenil –explica la doctora Cornejo–. A veces se debe a una alteración hormonal, el síndrome del ovario poliquístico, en la que la mujer no tiene ciclos ovulatorios y segrega más hormona masculina de la cuenta, que es la que hace que se produzca más sebo y que este sea más espeso, obstruya la glándula y aparezca el acné. Por eso son útiles los métodos anticonceptivos hormonales, que bloquean dicha hormona masculina”.
Pero también hay mujeres cuyas reglas son normales, así como sus niveles hormonales, pero sufren de acné. ¿A qué se debe? Se cree que también en ellas la responsable es la testosterona: aunque todas las mujeres la segregamos en mayor o menor medida, en algunas esta hormona tiene un exceso de actividad. “Es algo similar a lo que ocurre con el exceso de vello –continúa la doctora Paloma Cornejo–. Generalmente, la causa de tener acné y vello en zonas como mandíbulas, patillas, aureolas… suele ser este exceso de actividad de la testosterona, bien porque hay más cantidad, o bien por una mayor sensibilidad del folículo piloso”.
A todo ello debemos sumar que, en determinados momentos de nuestro ciclo menstrual, disminuyen los estrógenos y, en cambio, aumentan los gestágenos, que son mucho más virilizantes. Esto hace que se incremente la secreción sebácea y, por eso, hay más acné premenstrual. Los tratamientos, una vez más, pasan casi siempre por tomar anticonceptivos orales para bloquear el receptor de esa hormona. “En cualquier caso, todos los acnés requieren un estudio, pues muchas veces pueden ser un signo de que algo no va bien”.
3. Estoy alterada (y no sé por qué)
Ese estado de nervios, de irritabilidad en los días previos a la regla es un clásico. Y detrás de esos cambios de humor se encuentran las hormonas. Pensemos que, a lo largo del ciclo menstrual, se van produciendo fluctuaciones en nuestra tasa de secreción de estrógenos, andrógenos y progesterona, que favorecen el llamado síndrome premenstrual. “Es una cuestión de balance hormonal”, explica la doctora Carmen Menéndez, directora médica del Instituto Palacios. Todo radica en la sensibilidad individual de cada mujer: en algunas provocará que retengan líquidos, mientras que otras sufrirán cambios en su ánimo. Para entenderlo, la doctora Menéndez nos señala que “las hormonas no actúan solo a nivel reproductor, sino a todos los niveles, y por ello influyen en nuestroánimo. Es verdad que, en mujeres con una mayor tendencia a tener cambios de humor frecuentes, o a estados depresivos, se acentúa”. Para combatirlo, lo primero es “identificar lo que nos ocurre y entender que no está pasando nada raro, sino que es algo inherente a nuestro propio ciclo. En caso de que altere mucho nuestra calidad de vida, existen distintas propuestas terapéuticas: anticonceptivos orales, antidepresivos a dosis muy bajas, ácidos grasos omega 3 o 6... Pero, como cada mujer es diferente, es esencial individualizar la terapia”.
4. No tengo deseo sexual (y no lo echo en falta)
La falta de deseo es la principal y más frecuente disfunción sexual en la mujer. Habitualmente, se considera que las causas son de índole afectiva: nada mata más el deseo que la falta de comunicación e intimidad con tu pareja. Pero también, a veces, la biología juega un papel importante. En concreto, las hormonas: “La base biológica del deseo sexual femenino incluye las hormonas como factor necesario, pero no son el único componente en el mantenimiento de una libido satisfactoria. Los estrógenos, por ejemplo, desempeñan un papel fundamental en la sexualidad femenina, ya que determinan la suficiente elasticidad de los tejidos pélvicos para un acto sexual satisfactorio”, explica la doctora Carolina Muñoz Martínez, psicóloga sexóloga del Instituto de Psicología, Sexología y Medicina Espill. Igualmente crucial es el hecho de que preparan los órganos sensoriales, receptores clave para los estímulos externos. Los andrógenos, por su parte, desempeñan un importante papel en la activación y el mantenimiento de la libido en las mujeres. “Algunos autores han descrito los problemas de mujeres con deficiencia de andrógenos, que incluyen una pérdida del deseo sexual, reducción de sensibilidad a la estimulación en los pezones y el clítoris, reducción de la excitación y la capacidad para alcanzar el orgasmo, pérdida del tono muscular, falta de energía vital y pérdida del vello púbico”. Si una deficiencia de andrógenos tiene esta repercusión, una sobreproducción de otra hormona, la prolactina, puede también influir en la respuesta sexual femenina y, más concretamente, en la inhibición del deseo.
5. Me muero por picar entre horas (sobre todo dulce)
Todas conocemos esa sensación: una hora después de la comida, sentimos la llamada de la tableta de chocolate. ¿Será también una cuestión de hormonas? No lo cree así la doctora Isabel Runkle, endocrinóloga del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid: “Hay algo que influye mucho más: el índice glucémico de los alimentos que hayas comido antes. Si tomas carbohidratos de absorción rápida –como el arroz o la pasta–, que tienen un elevado índice glucémico, te entra hambre en seguida; tendrás menos ganas si has comido legumbres o un plato enorme de ensalada”, asegura. También influyen, y mucho, los horarios: “Cuanto más desorden, más se pica. Y, cuando se pica, es muy frecuente tomar dulce”. El consejo final hacer al menos tres comidas al día, tomar mucha fibra, grasas saludables e hidratos de carbono complejos.
6. No puedo evitar engordar (y mira que lo intento)
“Antes, cuando nuestras pacientes nos decían que, por más dieta que hicieran, engordaban de nuevo, los endocrinos no nos lo creíamos –recuerda el doctor Esteban Jódar, jefe de Endocrinología del Hospital Quirón de Madrid–. Hoy, sabemos que tienen razón, que hay una serie de hormonas que luchan contra la bajada de peso”. Algunas pueden provocar que, ante un mismo estilo de vida, unas personas ganen kilos con más facilidad. De hecho, el estudio de dos de ellas, la leptina y la grelina, puede hacer que se cambie el enfoque del tratamiento de la obesidad. “La leptina está producida por el tejido adiposo y es la encargada de informar al sistema nervioso central de que el cuerpo ya tiene suficiente alimento; la grelina, por su parte, es una hormona gastrointestinal que está muy implicada en la sensación de apetito y en la búsqueda de alimento”. Mientras una nos despierta el hambre, la otra nos indica que estamos llenos. Al parecer, las personas con niveles más altos de leptina y más bajos de grelina tienen una mayor propensión a recuperar el peso perdido tras una dieta. Las hormonas tiroideas también influyen en el peso. Aunque, realmente, entre una persona hipotiroidea en tratamiento y otra sin él, no hay tanta diferencia de peso como se piensa, y esta diferencia suele obedecer a una retención de líquidos”.
También puede afectarte:
1. Se me cae el pelo (y eso que soy mujer)
La caída del cabello en la mujer es muy diferente a la del varón. Mientras la de ellos suele tener una causa hormonal, en nuestro caso “no se nos suele caer tanto el pelo; más bien, con los años va cambiando, volviéndose más fino –explica la doctora Paloma Cornejo, jefa de Dermatología de Instituto Médico Láser–. Una alopecia muy marcada nos haría sospechar de que algo pasa con las hormonas, pero no se ve tanto en la práctica clínica”. Aun así, en determinados momentos, también podemos perder pelo a causa de las hormonas. Por ejemplo, “con la llegada de la menopausia, se altera la ratio estrógenos-testosterona: disminuyen los estrógenos y tiene mayor peso el andrógeno. Esto hace que se vaya perdiendo pelo en la región frontal y parietal. Así, nos encontramos con mujeres que parece que tienen entraditas, o bien muchos claros en esa zona”. Otro momento complicado puede ser el posparto: durante el embarazo se produce una subida de estrógenos, “gracias a la cual nuestro pelo está fuerte y saludable. El problema es que después del parto, las hormonas bajan y eso provoca que a los tres meses haya una caída de cabello. Es lo que se conoce como “efluvio telogénico posparto”.
2. Me salen granitos… ¡a mi edad!
En la piel tenemos varias dianas sobre las que actúan las hormonas. La principal y la que da más problemas, es la glándula sebácea. Con la llegada de la pubertad, aumenta en tamaño y en actividad, y eso provoca que haga su aparición el acné juvenil, un acné que, pese a su nombre, no siempre se soluciona con el paso de los años: “Cada vez encontramos más mujeres que, alrededor de los 30 o 40 años, sufren un acné tardío, que suele ser más profundo, más quístico y de peor solución que el juvenil –explica la doctora Cornejo–. A veces se debe a una alteración hormonal, el síndrome del ovario poliquístico, en la que la mujer no tiene ciclos ovulatorios y segrega más hormona masculina de la cuenta, que es la que hace que se produzca más sebo y que este sea más espeso, obstruya la glándula y aparezca el acné. Por eso son útiles los métodos anticonceptivos hormonales, que bloquean dicha hormona masculina”.
Pero también hay mujeres cuyas reglas son normales, así como sus niveles hormonales, pero sufren de acné. ¿A qué se debe? Se cree que también en ellas la responsable es la testosterona: aunque todas las mujeres la segregamos en mayor o menor medida, en algunas esta hormona tiene un exceso de actividad. “Es algo similar a lo que ocurre con el exceso de vello –continúa la doctora Paloma Cornejo–. Generalmente, la causa de tener acné y vello en zonas como mandíbulas, patillas, aureolas… suele ser este exceso de actividad de la testosterona, bien porque hay más cantidad, o bien por una mayor sensibilidad del folículo piloso”.
A todo ello debemos sumar que, en determinados momentos de nuestro ciclo menstrual, disminuyen los estrógenos y, en cambio, aumentan los gestágenos, que son mucho más virilizantes. Esto hace que se incremente la secreción sebácea y, por eso, hay más acné premenstrual. Los tratamientos, una vez más, pasan casi siempre por tomar anticonceptivos orales para bloquear el receptor de esa hormona. “En cualquier caso, todos los acnés requieren un estudio, pues muchas veces pueden ser un signo de que algo no va bien”.
3. Estoy alterada (y no sé por qué)
Ese estado de nervios, de irritabilidad en los días previos a la regla es un clásico. Y detrás de esos cambios de humor se encuentran las hormonas. Pensemos que, a lo largo del ciclo menstrual, se van produciendo fluctuaciones en nuestra tasa de secreción de estrógenos, andrógenos y progesterona, que favorecen el llamado síndrome premenstrual. “Es una cuestión de balance hormonal”, explica la doctora Carmen Menéndez, directora médica del Instituto Palacios. Todo radica en la sensibilidad individual de cada mujer: en algunas provocará que retengan líquidos, mientras que otras sufrirán cambios en su ánimo. Para entenderlo, la doctora Menéndez nos señala que “las hormonas no actúan solo a nivel reproductor, sino a todos los niveles, y por ello influyen en nuestroánimo. Es verdad que, en mujeres con una mayor tendencia a tener cambios de humor frecuentes, o a estados depresivos, se acentúa”. Para combatirlo, lo primero es “identificar lo que nos ocurre y entender que no está pasando nada raro, sino que es algo inherente a nuestro propio ciclo. En caso de que altere mucho nuestra calidad de vida, existen distintas propuestas terapéuticas: anticonceptivos orales, antidepresivos a dosis muy bajas, ácidos grasos omega 3 o 6... Pero, como cada mujer es diferente, es esencial individualizar la terapia”.
4. No tengo deseo sexual (y no lo echo en falta)
La falta de deseo es la principal y más frecuente disfunción sexual en la mujer. Habitualmente, se considera que las causas son de índole afectiva: nada mata más el deseo que la falta de comunicación e intimidad con tu pareja. Pero también, a veces, la biología juega un papel importante. En concreto, las hormonas: “La base biológica del deseo sexual femenino incluye las hormonas como factor necesario, pero no son el único componente en el mantenimiento de una libido satisfactoria. Los estrógenos, por ejemplo, desempeñan un papel fundamental en la sexualidad femenina, ya que determinan la suficiente elasticidad de los tejidos pélvicos para un acto sexual satisfactorio”, explica la doctora Carolina Muñoz Martínez, psicóloga sexóloga del Instituto de Psicología, Sexología y Medicina Espill. Igualmente crucial es el hecho de que preparan los órganos sensoriales, receptores clave para los estímulos externos. Los andrógenos, por su parte, desempeñan un importante papel en la activación y el mantenimiento de la libido en las mujeres. “Algunos autores han descrito los problemas de mujeres con deficiencia de andrógenos, que incluyen una pérdida del deseo sexual, reducción de sensibilidad a la estimulación en los pezones y el clítoris, reducción de la excitación y la capacidad para alcanzar el orgasmo, pérdida del tono muscular, falta de energía vital y pérdida del vello púbico”. Si una deficiencia de andrógenos tiene esta repercusión, una sobreproducción de otra hormona, la prolactina, puede también influir en la respuesta sexual femenina y, más concretamente, en la inhibición del deseo.
5. Me muero por picar entre horas (sobre todo dulce)
Todas conocemos esa sensación: una hora después de la comida, sentimos la llamada de la tableta de chocolate. ¿Será también una cuestión de hormonas? No lo cree así la doctora Isabel Runkle, endocrinóloga del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid: “Hay algo que influye mucho más: el índice glucémico de los alimentos que hayas comido antes. Si tomas carbohidratos de absorción rápida –como el arroz o la pasta–, que tienen un elevado índice glucémico, te entra hambre en seguida; tendrás menos ganas si has comido legumbres o un plato enorme de ensalada”, asegura. También influyen, y mucho, los horarios: “Cuanto más desorden, más se pica. Y, cuando se pica, es muy frecuente tomar dulce”. El consejo final hacer al menos tres comidas al día, tomar mucha fibra, grasas saludables e hidratos de carbono complejos.
6. No puedo evitar engordar (y mira que lo intento)
“Antes, cuando nuestras pacientes nos decían que, por más dieta que hicieran, engordaban de nuevo, los endocrinos no nos lo creíamos –recuerda el doctor Esteban Jódar, jefe de Endocrinología del Hospital Quirón de Madrid–. Hoy, sabemos que tienen razón, que hay una serie de hormonas que luchan contra la bajada de peso”. Algunas pueden provocar que, ante un mismo estilo de vida, unas personas ganen kilos con más facilidad. De hecho, el estudio de dos de ellas, la leptina y la grelina, puede hacer que se cambie el enfoque del tratamiento de la obesidad. “La leptina está producida por el tejido adiposo y es la encargada de informar al sistema nervioso central de que el cuerpo ya tiene suficiente alimento; la grelina, por su parte, es una hormona gastrointestinal que está muy implicada en la sensación de apetito y en la búsqueda de alimento”. Mientras una nos despierta el hambre, la otra nos indica que estamos llenos. Al parecer, las personas con niveles más altos de leptina y más bajos de grelina tienen una mayor propensión a recuperar el peso perdido tras una dieta. Las hormonas tiroideas también influyen en el peso. Aunque, realmente, entre una persona hipotiroidea en tratamiento y otra sin él, no hay tanta diferencia de peso como se piensa, y esta diferencia suele obedecer a una retención de líquidos”.
También puede afectarte:
- Las hormonas pueden provocar la dilatación de los capilares: así, en el embarazo, el aumento de estrógenos causa la aparición o incremento de arañitas vasculares.
- A pacientes masculinos con problemas hepáticos graves, como no metabolizan bien los estrógenos, les pueden crecer los pechos.
- Según el momento del ciclo menstrual, puede haber alteraciones en la secreción de la glándula sudorípara, de modo que haya un aumento de sudoración. Sobre todo, afecta a la actividad de las glándulas que segregan el sudor apocrino, que es el sudor sexual, el vestigio de las feromonas. Esa glándula tiene mayor actividad en una mujer que está en edad fértil.
- En la menopausia, cuando disminuye bruscamente la secreción de estrógenos, se va perdiendo colágeno en la piel, aproximadamente al ritmo de un 1% al año.
Tenis: juego, set y partido
Reconócelo, animar a Nadal no es suficiente para ser una auténtica fan del tenis. Da un paso más: a base de reveses y voleas quemarás
Reconócelo, animar a Nadal no es suficiente para ser una auténtica fan del tenis. Da un paso más: a base de reveses y voleas quemarás
- Beneficios para el cuerpo... Correr hasta la red, saltar para alcanzar una pelota alta y agacharse para salvar una baja... Los jugadores de tenis realizan movimientos variados y repetitivos: la combinación perfecta para ejercitar tanto la parte superior del cuerpo como la inferior. Los más beneficiados serán tus muslos, glúteos, abdomen y brazos. Además, el tenis favorece la agilidad, la fuerza, la flexibilidad y mejora la coordinación y el tono muscular. Y, por supuesto, es un excelente ejercicio cardiovascular, que baja la presión sanguínea, mantiene a raya la tensión, eleva los niveles de colesterol HDL (el bueno); como consecuencia, algunos estudios afirman que practicarlo con frecuencia reduce hasta el 50% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
- ... y la mente. Requiere concentración y pensamiento táctico, por lo que mejora la agilidad mental y estimula las conexiones nerviosas del cerebro. Además, reducirás el estrés y generarás endorfinas.
- Su punto fuerte. Es muy efectivo para quemar calorías. Durante un partido de aproximadamente una hora, el jugador recorrerá entre 3 y 5 kilómetros y puede quemar hasta 600 calorías.
- Sus debilidades. No es la opción más indicada para personas con problemas articulares ni tampoco si sufres de varices u otros trastornos circulatorios en las piernas. Evita jugar cuando las temperaturas sean muy altas, ya que el calor excesivo implica un riesgo real de sufrir un golpe de calor.
- Frecuencia. ¿Te suena el codo de tenista? Es una lesión del tendón frecuente en los adictos a este deporte. Para prevenir lesiones, limítate a jugar dos veces por semana (y asegúrate de que la raqueta es del tamaño adecuado para ti).
- Una variante. El pádel es algo así como la versión mini: la pista es más pequeña, las reglas y movimientos más fáciles y no requiere tanta técnica. Lo disfrutarás desde el primer momento y no te pasarás el día recogiendo pelotas.
- Sus fans VIP: Kirsten Dunst, Jennifer Love-Hewitt, Pippa Middleton, Kim Kardashian...
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