Los norteamericanos son, esencialmente, ceremoniosos. La puesta en escena de la jura del presidente electo es,
Era sólo una perra. Una galga flaca y asustada, como
las que ahorcan algunos cazadores cuando ya son viejas e inútiles, con
tal de ahorrarse un cartucho. Cuatro días estuvo correteando
por los túneles del Metro de Madrid sin encontrar la salida. La vieron
conductores, vigilantes y viajeros. Fue grabada en video corriendo
despavorida por las vías, de túnel en túnel, huyendo de los trenes que
pasaban a toda velocidad. Cuatro días de oscuridad, aturdimiento,
soledad y angustia. De miedo atroz. Anoche vi uno de esos videos en
Internet y me levanté de la silla con una desolación y una mala leche
insoportables. Por esto tecleo estas líneas, ahora. Para desahogar mi
tristeza y mi frustración. Mi rabia. Para ciscarme por escrito en los
responsables del Metro de Madrid y en la puta que los parió.
La galga abandonada fue vista un jueves vagando por los túneles. Corría aterrada por el estruendo de los trenes, esquivándolos en la oscuridad. Al comprobar que el personal del Metro no hacía nada para rescatarla, algunos viajeros avisaron a asociaciones de protección animal, que pidieron permiso para actuar. Ya ocurrió algo semejante en Barcelona, cuando para salvar a un perro perdido en el Metro se detuvo el servicio tres horas, en un rescate en el que participaron bomberos, guardias urbanos y empleados de la perrera municipal. En Madrid, sin embargo, los responsables del transporte subterráneo se negaron a intervenir. Sólo dieron largas: se ocupaban de ello, la galga se había llevado a una protectora de animales, ya no estaba en las vías, etcétera. Enrocada en su estúpida indiferencia, la empresa municipal rechazó todas las propuestas: jaulas trampa puestas en los huecos de los túneles o los andenes, unos minutos de parada de trenes para actuar con una escopeta de dardos narcóticos. Nada de nada. Nosotros nos ocupamos, repetían. Y punto.
Pero mentían. Nadie se ocupaba de nada. La perra entró en los túneles un miércoles. Dos días después, al ser vista entre las estaciones de Sainz de Baranda e Ibiza -corría asustada bajo el andén, huyendo del tren que venía detrás-, seis asociaciones de defensa animal pidieron al Metro permiso para bajar a las vías y rescatarla. La empresa negó el permiso. El sábado a las 7 de la tarde, en la estación de Sainz de Baranda, un conductor dijo que había visto al animal tirado junto a la vía, en el túnel, a ciento cincuenta metros del andén. Rogaron los activistas que alguien bajara a la vía para ver si la perra seguía con vida, pero se les negó. Pidieron que se detuvieran los trenes durante unos minutos para proceder ellos mismos al rescate, y también se les negó. Mientras tanto, el andén se llenó de vigilantes encargados de controlar a los miembros de las asociaciones protectoras. «Vaya follón -oí decir a uno en el video de Internet- va a montar el puto perro».
Hartas de aquello, dos mujeres, Irene Mollá, de la asociación Más Vida, y Matilde Cubillo, de Justicia Animal, decidieron echarle ovarios. Mediaban 18 minutos entre el paso de cada tren, así que saltaron a las vías desoyendo las órdenes del jefe de Seguridad del Metro, para internarse en el túnel con las pantallas de sus teléfonos móviles como linternas. Al poco regresaron trayendo a la galga en brazos, tapada con una chaqueta, todavía sangrando con una pata amputada. Atropellada. Muerta. En los cuatro días transcurridos, cuando aún estaba viva y sana, ningún vigilante había acudido a rescatarla, ningún empleado se arriesgó a una sanción por parar el tren. Los convoyes, que se inmovilizan cuando caen a las vías unas llaves o un teléfono para que el personal baje a buscarlos, los conductores que si hay huelga ignoran los servicios mínimos cuando conviene al sindicato correspondiente, no pudieron detenerse unos minutos para rescatar a la galga extraviada. Habrían sido sancionados, claro. Paralizar el tráfico suburbano por una perra, nada menos. Y eso, en un Madrid donde no falta día sin que una concentración ciclista, cabalgata, procesión, verbena, manifestación autorizada o ilegal, paralice impunemente la ciudad, corte el tráfico, bloquee autobuses o taxis y causa atascos monstruosos mientras la autoridad competente, vía sufridos policías municipales, se limita a encogerse de hombros cuando le preguntas cómo carajo llegar al trabajo o a tu casa.
Y, bueno. Me cuentan que las asociaciones de defensa animal se han querellado contra los responsables del Metro de Madrid por omisión de socorro, maltrato animal o como se califique este puerco asunto. Así que desde aquí ofrezco mi firma. Espero que retuerzan el pescuezo a esos tipos. Y tipas. Ojalá, en memoria de aquella pobre perra asustada, les saquen a todos las entrañas.
CASO BANKIA
El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, ha apuntado
directamente al titular de Economía, Luis De Guindos, como la autoridad
del Ministerio que le exigió un nuevo plan para la entidad a pesar de tener uno ya aprobado por el Banco de España, una necesidad que además le transmitió con "urgencia".
Así se lo aseguró Rato al juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu durante su declaración el pasado 20 de diciembre, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso Efe, y en la que explica que desde el Ministerio le aseguraron que su plan de recapitalización, que recibió el visto bueno del supervisor el 17 de abril, "tenía que ser superado".
Preguntado por el fiscal Anticorrupción si ese nuevo proyecto se lo encargó personalmente De Guindos, Rato responde: "Sí. En las conversaciones nosotros hablábamos con el ministro, con el secretario de Estado, con el director general; sí, nos lo pide el Ministerio".
Y esa demanda además se le transmite "con urgencia", señala Rato inquirido por la razón de la misma y si pudo motivarla la segunda reforma financiera impulsada por el Ejecutivo.
Fue así como puso todo su "empeño" en responder a estas exigencias de la forma que le pareció "más eficiente", a través de "un plan de desinversión, saneamiento y mejora -ya los nombres se iban acabando-", que contemplaba un escenario "de estrés máximo" en "la peor de las situaciones" de la economía, pero "no cuajó".
"A mí se me transmitió claramente que era un plan que no respondía a lo que ellos esperaban y creían necesario que hiciera Bankia; yo entendí que eso era una decisión muy importante que me obligaba a tomar una decisión muy importante. Y la tomé", añade para referirse a su dimisión, anunciada el 7 de mayo después de recibir la negativa de Economía el fin de
La galga abandonada fue vista un jueves vagando por los túneles. Corría aterrada por el estruendo de los trenes, esquivándolos en la oscuridad. Al comprobar que el personal del Metro no hacía nada para rescatarla, algunos viajeros avisaron a asociaciones de protección animal, que pidieron permiso para actuar. Ya ocurrió algo semejante en Barcelona, cuando para salvar a un perro perdido en el Metro se detuvo el servicio tres horas, en un rescate en el que participaron bomberos, guardias urbanos y empleados de la perrera municipal. En Madrid, sin embargo, los responsables del transporte subterráneo se negaron a intervenir. Sólo dieron largas: se ocupaban de ello, la galga se había llevado a una protectora de animales, ya no estaba en las vías, etcétera. Enrocada en su estúpida indiferencia, la empresa municipal rechazó todas las propuestas: jaulas trampa puestas en los huecos de los túneles o los andenes, unos minutos de parada de trenes para actuar con una escopeta de dardos narcóticos. Nada de nada. Nosotros nos ocupamos, repetían. Y punto.
Pero mentían. Nadie se ocupaba de nada. La perra entró en los túneles un miércoles. Dos días después, al ser vista entre las estaciones de Sainz de Baranda e Ibiza -corría asustada bajo el andén, huyendo del tren que venía detrás-, seis asociaciones de defensa animal pidieron al Metro permiso para bajar a las vías y rescatarla. La empresa negó el permiso. El sábado a las 7 de la tarde, en la estación de Sainz de Baranda, un conductor dijo que había visto al animal tirado junto a la vía, en el túnel, a ciento cincuenta metros del andén. Rogaron los activistas que alguien bajara a la vía para ver si la perra seguía con vida, pero se les negó. Pidieron que se detuvieran los trenes durante unos minutos para proceder ellos mismos al rescate, y también se les negó. Mientras tanto, el andén se llenó de vigilantes encargados de controlar a los miembros de las asociaciones protectoras. «Vaya follón -oí decir a uno en el video de Internet- va a montar el puto perro».
Hartas de aquello, dos mujeres, Irene Mollá, de la asociación Más Vida, y Matilde Cubillo, de Justicia Animal, decidieron echarle ovarios. Mediaban 18 minutos entre el paso de cada tren, así que saltaron a las vías desoyendo las órdenes del jefe de Seguridad del Metro, para internarse en el túnel con las pantallas de sus teléfonos móviles como linternas. Al poco regresaron trayendo a la galga en brazos, tapada con una chaqueta, todavía sangrando con una pata amputada. Atropellada. Muerta. En los cuatro días transcurridos, cuando aún estaba viva y sana, ningún vigilante había acudido a rescatarla, ningún empleado se arriesgó a una sanción por parar el tren. Los convoyes, que se inmovilizan cuando caen a las vías unas llaves o un teléfono para que el personal baje a buscarlos, los conductores que si hay huelga ignoran los servicios mínimos cuando conviene al sindicato correspondiente, no pudieron detenerse unos minutos para rescatar a la galga extraviada. Habrían sido sancionados, claro. Paralizar el tráfico suburbano por una perra, nada menos. Y eso, en un Madrid donde no falta día sin que una concentración ciclista, cabalgata, procesión, verbena, manifestación autorizada o ilegal, paralice impunemente la ciudad, corte el tráfico, bloquee autobuses o taxis y causa atascos monstruosos mientras la autoridad competente, vía sufridos policías municipales, se limita a encogerse de hombros cuando le preguntas cómo carajo llegar al trabajo o a tu casa.
Y, bueno. Me cuentan que las asociaciones de defensa animal se han querellado contra los responsables del Metro de Madrid por omisión de socorro, maltrato animal o como se califique este puerco asunto. Así que desde aquí ofrezco mi firma. Espero que retuerzan el pescuezo a esos tipos. Y tipas. Ojalá, en memoria de aquella pobre perra asustada, les saquen a todos las entrañas.
TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO CASO BANKIA ,.
Rato: "De Guindos me transmitió con urgencia la necesidad de un nuevo plan"
-foto--Rodrigo Rato, ha apuntado directamente al
titular de Economía, Luis De Guindos, como la autoridad del Ministerio
que le exigió un nuevo plan para la entidad a pesar de tener uno ya
aprobado por el Banco de España,.
Así se lo aseguró Rato al juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu durante su declaración el pasado 20 de diciembre, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso Efe, y en la que explica que desde el Ministerio le aseguraron que su plan de recapitalización, que recibió el visto bueno del supervisor el 17 de abril, "tenía que ser superado".
Preguntado por el fiscal Anticorrupción si ese nuevo proyecto se lo encargó personalmente De Guindos, Rato responde: "Sí. En las conversaciones nosotros hablábamos con el ministro, con el secretario de Estado, con el director general; sí, nos lo pide el Ministerio".
Y esa demanda además se le transmite "con urgencia", señala Rato inquirido por la razón de la misma y si pudo motivarla la segunda reforma financiera impulsada por el Ejecutivo.
Fue así como puso todo su "empeño" en responder a estas exigencias de la forma que le pareció "más eficiente", a través de "un plan de desinversión, saneamiento y mejora -ya los nombres se iban acabando-", que contemplaba un escenario "de estrés máximo" en "la peor de las situaciones" de la economía, pero "no cuajó".
"A mí se me transmitió claramente que era un plan que no respondía a lo que ellos esperaban y creían necesario que hiciera Bankia; yo entendí que eso era una decisión muy importante que me obligaba a tomar una decisión muy importante. Y la tomé", añade para referirse a su dimisión, anunciada el 7 de mayo después de recibir la negativa de Economía el fin de
No hay comentarios:
Publicar un comentario