martes, 6 de agosto de 2013

; ¡A dar la nota!,./ «El respeto es una virtud sagrada»

TÍTULO; ¡A dar la nota!

SOCIEDAD

Sexo, escatología, violencia y guiños a Hollywood invaden montajes operísticos y dividen a los amantes del género


«O tienes corazón de niño o no hay manera de que guste». Ya lo advertía con estas palabras un señor (y profesional) tan serio como Alfredo Kraus. La ópera es como un teatro de marionetas, donde se ven los hilos, el cartón piedra y todo el mundo pone voces raras. Rarísimas. Se canta (y en ocasiones se aúlla) hasta poner a prueba las cuerdas vocales de los intérpretes. Ya pueden estar agonizando, con la tripas colgando, o en pleno clímax sexual con los ojos en blanco, que los divos no pierden en ningún momento el compás. Divertido, ¿no?
Eso sí, hay que tener mucha paciencia para captar toda su magia. Los personajes repiten las frases machaconamente - y hasta las sílabas- porque a fin de cuentas de lo que se trata es de conquistar al público con los gorgoritos y el poderío vocal. ¡A ver quién aguanta más de un minuto sosteniendo una nota! Así las cosas, daría la impresión de que la música lo es todo en el mundo de la ópera. Pero hete aquí que Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier -codirectoras del Festival de Bayreuth, la meca de los devotos de Richard Wagner- tienen una visión muy diferente y reivindican la dirección de escena «como lo más importante, porque en la actualidad la música dice muy poco al público». Ahí queda eso. Las chicas son guerreras, igual que el bisabuelo.
No es extraño que hayan invitado a su prestigioso certamen a un director de escena como Frank Castorf, un berlinés nacido en la extinta República Democrática Alemana, donde el teatro en tiempos de la dictadura comunista era cosa seria. Algo descarnado y sin concesiones a la gazmoñería o el puritanismo. El bueno de Castorf tiene 62 años pero está claro que no ha perdido ni garra ni espíritu contestatario. Nada más repasar el ciclo de 'El Anillo del Nibelungo' (o Tetralogía), lo tuvo clarísimo. ¡Las cuatro óperas míticas de Wagner se habían quedado viejunas! Todo se reduce a los consabidos símbolos, pecados y virtudes (el anillo de oro, la rivalidad entre castas, la redención por el amor, el heroísmo del inocente...) que antaño entretenían a los niños al calor de la lumbre en tierras germanas. Había que darle una vuelta al asunto...
Angela ni se despeina
¿Por qué no trasladar la historia a una gasolinera-motel, pasando por una torre petrolífera de Azerbayán para terminar en Wall Street? Una barbaridad -seamos sinceros- que se acaba de ver esta semana en el Festival de Bayreuth por obra y gracia de Frank Castorf, con todas las bendiciones de Katharina y Eva. Una vez más, los incondicionales de Wagner han aplaudido y abucheado a placer, tanto los que pagan 8 euros como los que se permiten las entradas de 280. Entre los más pudientes no ha faltado Angela Merkel, una apasionada del compositor alemán a la que no espanta nada. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que es una alemana del este, de pura cepa, que conoce muy bien la tradición más procaz y violenta que empezó a romper los esquemas del teatro europeo allá por los años 70.
La señora Merkel lo ha visto todo, por eso no le dio un soponcio al conocer la versión de 'Rigoletto', de Verdi, que perpetró Doris Dörrie, cuando se le ocurrió situar la acción de la trama -inspirada en 'El rey se divierte', de Víctor Hugo- en... ¡el planeta de los simios! Sin que faltaran, por supuesto, algunos personajes y algo de tramoya sacada de la saga de 'La Guerra de las Galaxias'. El estreno tuvo lugar en la Ópera del Estado de Baviera y los valientes que sacaron adelante el proyecto fueron el tenor Tito Beltrán, el barítono Mark Delavan y la soprano Diana Damrau.
A la vista de esa ocurrencia, las acometidas que ha tenido que sufrir la cantante Fiorenza Cedolins -como simulacros de coitos anales- en la última producción de 'Falstaff' presentada en Salzburgo parecen algo anecdótico. Se puede decir que forman parte del clima subidito de tono, descreído y vulgar, en el que chapotean los personajes de la historia... El protagonista, el caballero John Falstaff, es un hombre cargado en años y experiencia que aparece en varias obras de Shakespeare. En ellas se apoyó Verdi para escribir su ópera. Muy probablemente, ni al compositor italiano ni al bardo inglés les disgustaría la adaptación que ha hecho Damiano Michieletto de 'Falstaff'.
Para vuelta de tuerca la que dio Calixto Bieito con 'Un ballo in maschera', que en teoría transcurre a finales del siglo XVIII y aborda el magnicidio de Gustavo III de Suecia, pero que en manos del director burgalés se convirtió en una tragedia en plena Transición española, con defecaciones en masa, vómitos y proxenetas violados... La estampa del coro sentado en los retretes -al son de los primeros compases de la ópera- causó conmoción en el Liceo de Barcelona cuando se estrenó en la temporada 2000/2001. Ni siquiera en la Ciudad Condal, donde los aficionados son wagnerianos de pro y presumen de modernos, estaban en aquella época acostumbrados a un enfoque tan sumamente transgresor. Nada que ver con los países nórdicos o centroeuropeos donde, igual que Angela Merkel, tienen estómago para todo.
Con los pulmones fuera
Se dice que cuando se presentó en el teatro de Oslo 'Un ballo in maschera', en la brutal adaptación de Bieito, más de uno se aburrió... Un crítico español lo justificaba entonces echando mano de la antropología cultural porque, en sus palabras, «¿qué se puede esperar de un pueblo que desciende de los vikingos?». Para dejarlo todavía más claro, recordaba que los aguerridos antepasados del respetable allí sentado no cortaban narices ni manos para aleccionar a sus enemigos. Tampoco empalaban ni crucificaban. Su especialidad era 'el martirio del ángel', que consistía en pegar un par de hachazos en la espalda a la víctima para sacar por la herida los pulmones que luego se extendían a modo de alas. La costumbre quedó olvidada en la noche de los tiempos pero los actuales noruegos, a juicio de aquel crítico, «son tipos que no se escandalizan fácilmente, son mucho más duros o brutos que los mediterráneos, y lo mismo pasa con los germanos». La reflexión no pasaba de ser antropología barata, pero invita a pensar.
Mucho más evidente es la influencia del cine en la ópera del siglo XXI. Hay que ser rápido, impactante y vistoso. 'That's entertainment!'. Igualito que Hollywood. Los directores de escena se miran en Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar, hace tiempo que se olvidaron de Franco Zeffirelli o Luchino Visconti...
Ahora bien, aún quedan reductos fieles a las esencias. Ni la Scala de Milán ni la Opera de París, ni -de momento- el Met de Nueva York han dado pie al escándalo. Se deben a un público al que no gustan los experimentos ni con gaseosa y rechaza el divismo de algunos directores de escena, adictos al estilo 'gore' y al sexo, que no saben leer una partitura. ¿Es imprescindible saber música para poner en escena una ópera?
Igual no pero, una vez más, conviene recordar al maestro Kraus: «La ópera es un género muy infantil que más vale no tomarse demasiado en serio. No seamos pretenciosos. Limitémonos a ser buenos profesionales. La música es nuestro oficio, ni más ni menos».


«Aunque las religiones hablen aparentemente de dioses, en realidad hablan de seres humanos. Yo creo que el hombre es libre para ...
 

REGIONAL

«El respeto es una virtud sagrada»«El respeto es una virtud sagrada»

«Aunque las religiones hablen aparentemente de dioses, en realidad hablan de seres humanos. Yo creo que el hombre es libre para condenarse, tanto como lo es para salvarse»

-Para quien no le conozca, ¿usted es?
-Uno de Baracaldo.
-¿Nada más?
-¿Le parece poco?
-¿Cómo resumiría la época que nos toca vivir?
-La vida es bellísima. ¡Siempre! ¿Se acuerda de aquella película de Roberto Benigni? Eso no es una película, es un evangelio. Dar sentido a la propia vida, eso es lo único que de verdad importa. Mejores o peores los tiempos, son los que nos ha tocado vivir. Y vivir es maravilloso. Hoy, ayer, siempre. Aunque en ocasiones lo olvidemos.
-Será una época positiva si.
-Positivo, negativo. no sé. De electricidad estoy flojo. Pero le diré algo en lo que creo firmemente. Creo en el hombre. Sigo creyendo, quiero seguir creyendo. Aunque las religiones aparentemente hablen de dioses, en realidad hablan solo de seres humanos. Creo en que el hombre es libre para condenarse, tanto como lo es para salvarse. ¡Qué mayor motivo para la alegría! Está en nuestra mano. De nadie más depende.
-O quizás será lo contrario si.
-Lo contrario es condenarse. Es lo oscuro. Pero también creo en la infinita misericordia del Señor. ¿Se acuerdan del bolero? «Cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras.».
-¿Cómo saldremos de esta en Extremadura? ¿Mejores, peores, más, menos, más lejos, más cerca.?
-Extremadura no sé, no he traído la bola de ver el futuro. Pero sería bueno que al final del viaje pudiéramos seguir llamándonos extremeños y que pudiéramos reconocernos como tales. No sé si es mucho pedir. Quizá nos atropelle el sino de los tiempos. Puestos a pedir no pido mucho, un cafelito cada mañana. Una tostada. Media me basta. Cachuela, zurrapa, manteca, aceite, tomate., ¡jamón! ¡Extremadura! Pan y libertad., la libertad de mirar a los ojos a todos y cada uno, sin excepción.
-¿Comentar la actualidad supone un reto, un riesgo, un placer, un dolor.?
-De todo hay. Pero ante todo es un privilegio. Soy un privilegiado y aún no sé el porqué. Sigo sorprendido. Tener una columna es, sin duda, un privilegio. Gracias a Dios y, por supuesto, a su vicario en la redacción, el señor director.
-¿Y hacerlo en el HOY implica.?
-Responsabilidad. Mucha. Y compromiso. Y cierto rigor. Y verdad. Escribir acaba convirtiéndose en un deber moral. Y también, por supuesto, sincera gratitud a los benditos lectores que tienen la gentileza de dedicarme unos minutos.
-¿Son muchas las veces que se muerde la lengua? ¿Con qué temas, personas o noticias de actualidad?
-Más de una y más de dos. Por respeto. El respeto es virtud sagrada. Para herir a alguien hay que tener muy mala entraña. O una muy poderosa razón que lo justifique. Hacer daño. a nadie. Siempre me pareció magistral aquella frase de Concepción Arenal: «Odia al delito, compadece al delincuente». Juzgar. ¡qué palabra tan fea! ¡Qué gran pecado! No soy mejor que nadie.
-¿Cuáles son sus temas fetiche, aquellos por los que irremediablemente siente más atracción o interés?
-Los eternos. Dios, España y su revolución pendiente. O dicho con otras palabras, los muertos, los vivos y los que han de nacer. La eterna lucha del bien frente al mal. La búsqueda del joven César. Lo bello. La eterna caminera. Y los pucheros. que ya nos enseñó Cervantes que sin pitanza no hay andanza.
-¿En quién piensa cuando escribe? ¿A qué perfil o prototipo de lector se dirige?
-Pienso en un joven lector que de vivo llamaban Fernando Valbuena y que me acosa día y noche. Es un chavalín que se resiste a morir viejo y que me habla de lo que pudo haber sido y de lo que debiera haber sido. No parece muy listo, pero no es malo del todo.
-¿En quién se inspira? ¿Qué escritores o columnistas son sus referentes?
-Mire, yo me quedé más atrás que el doble embrague. En Unamuno cuando se trata del toreo hondo y trágico, en Valle cuando las colinas se me antojan senos y en Lorca cuando toca farra y vino. Si se trata de macutos y milicias, Rafael García Serrano. Y José Antonio, por supuesto, José Antonio. Poesía que promete. Y todos los demás. De los columnistas de hoy, me quedo con el sereno magisterio de Enrique de Aguinaga. Mi paisano Juan Manuel de Prada por esa raíz clásica tan de otro tiempo. El cartagenero Arturo Pérez Reverte porque escribe a mordiscos. Entre las plumas de aquí, por encima de todas, la de Miguel Murillo, por sus fáciles hechuras, por el lúcido equilibrio de su trastienda. De los que vienen empujando me gusta Diego Algaba, por su verbo limpio y su mirada desengañada. Quizá otros. Le diré una cosa. A lo largo de la vida uno va recortando artículos ajenos. Lo hace porque de su lectura brota una emoción compartida. Yo solo trato de compartir emociones. Las mías. Otras no tengo. Sin engaños. Si de vez en cuando alguien, en algún lugar, comparte una de ellas, habré cumplido. Aunque sea muy de vez en cuando. Según va tomando cuerpo la columna, uno ya sabe a quienes va a gustar más o menos. Y a quienes pudiera incordiar. En ese momento uno trata de acercarse al otro. Desnudo. Cierras los ojos para compartir el verbo. Un instante. Nada más que un instante. Pero intensamente humano.
-¿Recuerda alguna columna especial por su repercusión o consecuencias?
-En fin, quizá entre las que recuerdo con más cariño está la que le dediqué a Iribar. Ahora él, Iribar, y el niño que me habita, estamos en paz. Empate. Y es que como Iribar no hay ninguno. Iribar, Iribar., Iribar es. ¡Ay! ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Hay que tener ya cincuenta años para cantar el final!
-¿Qué se pierden los extremeños que no leen a los columnistas de HOY?
-Un trocito de sus propias vidas. El gazpacho de mediodía. La tierra hecha papel. La viña y el jaral. De Caminomorisco a Campillo de Llerena, el HOY es fuerte y quiere lectores. Una vez Rafael García Serrano escribió aquello de que «la mar es fuerte y quiere navíos». Pues el HOY es fuerte y quiere, aún más, necesita, lectores para ser fecundo. En cada columna hay una mirada que espera ser penetrada. No leerlas, no fecundarlas, perjudica seriamente la salud.
-¿En verano lee más de lo habitual? ¿Qué lee? ¿A quién? ¿Dónde? ¿Cuándo?
-No. Soy un mal ejemplo. Leo lo que leí. No estoy para experimentos. Eso sí, de vez en cuando cae en mis manos eso que me gusta llamar tinta sangre. Obras hechas con sangre de haber vivido. A borbotones. Historia, política. Es lo que leo. Y entonces sí, entonces pienso en la muerte y recuerdo aquellas palabras proféticas, ¡qué lástima morir con todo lo que me queda por leer!
-¿Estas fechas son idóneas para.?
-Para ir a los toros de Bayona a Bilbao. Sol y sombra. Para repetir tres veces guapa a la mujer que pasea a tu lado. Para fumar habanos a orillas de los mares. Para lucir, mundo arriba, mundo abajo, la camiseta del Badajoz. Eó, Badajoz, Badajoz, Badajoz. Para hablarles de amor a los cinco montecristos que aún pajarean en mi humidor. Para proclamar la eterna primavera. Para que el torito negro del estío te saque las tripas en la alegre intemperie de las Españas.
-El curso que viene se ha propuesto.
-Subir a Tercera. Pero esa ya es otra historia.

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