TÍTULO: El hormiguero bustamante
Europa Press
Mónica Naranjo, en 'El hormiguero': "David Bustamante es un narcisista"
El principio de la entrevista estuvo marcado por las risas, cuando Bustamante recordó el pequeño accidente que tuvo su mujer, Paula Echevarría, el pasado martes en el programa. Bustamante no dudó en recriminarle a Pablo Motos lo sucedido: "Viene mi mujer aquí a pasarlo bien y llega con un pie morado a casa". Bustamante perdonó a Pablo y reconoció que al día siguiente le habían enviado unas flores a paula Echevarría como disculpa.
Los miembros del jurado de El Número Uno también hablaron de lo que va a deparar la segunda edición del programa. Si en algo coincidieron los dos invitados fue en que el casting de esta segunda edición "ha sido más exquisito" y que "los concursantes han llegado con más base y mejor preparados" que en la edición anterior. También hablaron de la gala del viernes, que fue el estreno de esta segunda edición, destacando la actuación de Raúl Gómez, un joven de 19 años que entre sus cualidades, además de una impresionante voz, está tocar el violín y el piano. Mónica Naranjo se sorprendió con la actuación de Raúl: "Se me pusieron todos los pelos de punta"
Además conocimos algunas curiosidades. Por ejemplo, Mónica Naranjo salió en defensa de aquellos que tienen un mal día y desafinan por la tensión, poniéndose como ejemplo a ella misma: "Yo, por ejemplo, desafino cuando tengo el periodo".
Otro gran momento de la entrevista fue cuando Mónica Naranjo acusó a Bustamante de "ser un narcisista" porque "está de forma constante haciéndose fotos para publicarlas en las redes sociales". David se justificó de la siguiente manera: "Si no tengo nada que hacer me gusta hacer fotos".
TÍTULO: UN CLASICO PARA EL CLASICO CON DJOKOVIC,.

RFIfoto.
Tenis
Un Nadal clásico para el clásico con Djokovic
Los eternos rivales del momento se clasifican para jugar en semifinales una final anticipada en París
Habrá la final anticipada soñada por todos los buenos
aficionados al tenis. El clásico del momento será mañana en semifinales
de Roland Garros como se presumía desde el sorteo. Rafael Nadal, siete
veces campeón, y Novak Djokovic, número uno mundial, cumplieron los
pronósticos con victorias inapelables en tres sets en cuartos de final.
El defensor del título volvió por sus fueros arrolladores para fulminar
al suizo Stanislas Wawrinka por 6-2, 6-3, 6-1 en menos de dos horas, su
triunfo más rápido y expeditivo. El serbio encontró mayor resistencia
para doblegar al alemán Tommy Haas por 6-3, 7-6(5) y 7-5 en 2 horas y 13
minutos.
Conforme el sol rompe nubarrones y brilla en la catedral de
la tierra batida, el tenis de Nadal gana enteros y alcanza sus cotas
clásicas de excelencia. Como un viejo motor diésel, la máquina de ganar
tarda en calentarse. Pero olvidado el frío y la humedad en el garaje de
los perjudiciales recuerdos, cobra la solidez olvidada por estos
arcillosos pagos desde el año pasado. Entonces alzó su séptima Copa de
los Mosqueteros un lunes en una final interrumpida la víspera a causa de
la lluvia ante un Djokovic impotente.
El duelo se va a repetir ahora en semifinales por culpa del
bajón de rango de Nadal debido a su larga ausencia del circuito a
consecuencia de la maltrecha rodilla izquierda, protegida por un vendaje
compresivo. El mano a mano entre los dos mejores jugadores de la tierra
en la actualidad será la reedición de la final del último torneo de
Montecarlo, la única derrota del balear en tierras europeas esta
temporada.
El luego campeón consecutivo en Barcelona, Madrid y Roma
olvidó ante Wawrinka las molestias en el codo con las que se había ido
del Foro Itálico y recuperó la brillantez de su característico juego
sólido, contundente y demoledor. Fue su mejor y más completo partido en
lo que llevamos de quincena sin dar ninguna opción a un adversario que
ha perdido los 22 sets en los diez encuentros disputados con él. De nada
le sirvió la táctica diseñada por Magnus Norman, su actual entrenador y
estratega del plan victorioso del sueco Robin Söderling en los octavos
de 2009, la única derrota del tenista mallorquín en Roland Garros.
Nadal elevó una media de diez kilómetros por hora el
promedio de su servicio para situarlo en torno a los 185 el primer saque
y 145 el segundo. Con el segundo de sus cinco 'aces' se apuntó la
primera manga en el octavo juego ante un desesperado rival que en el
anterior había destrozado la raqueta a golpes contra el albero. Wawrinka
le hizo un único 'break' en el sexto juego del segundo set, pero perdió
su servicio en el siguiente y se mostró incapaz de neutralizar los
constantes ataques con bolas altas y liftadas a su revés a una mano.
Rodilla, palabra tabú
Beneficiado por el calor primaveral, Nadal imprimió mayor
velocidad a sus golpes desde el fondo con bolas que coquetearon con las
líneas cuando no besaban la cinta antes de desmayarse del buen lado.
Desentumecidos músculos y tendones, sus piernas casi siempre llegaron a
las pelotas liberadas de la humedad, aunque se echan en falta aquellas
resbaladas marca de la casa que convertían el ladrillo molido en pista
de hielo virtual. Deben ser cosas de su rodilla, palabra ausente en su
vocabulario como también es tabú el concepto de favorito. «Me importa un
bledo. Lo último que pienso es si soy favorito o no. Son palabras que
se lleva el viento», declaró en la sala de prensa.
Por su parte, Djokovic designó a Nadal como claro favorito
del clásico, aunque admitió que la reciente victoria en Montecarlo le da
«un poco de confianza». «Me siento bien con mi juego, algunos ajustes
aquí y allí, pero está bien», añadió el jugador de Belgrado, domiciliado
en Mónaco, que suma doce semifinales consecutivas de Grand Slam. Es una
marca solo superada por Roger Federer, que encadenó 23 entre Wimbledon
2004 y el Abierto de Australia de 2010.
En los individuales femeninos, la rusa Maria Sharapova,
defensora del título, y la bielorrusa Victoria Azarenka, número tres
mundial, se cruzarán hoy en la semifinal tras apuntarse dos difíciles
victorias. La otra semifinal enfrentará en la misma jornada a la
estadounidense Serena Williams, gran favorita y ganadora en 2002, con la
italiana Sara Errani, quinta cabeza de serie, finalista el año pasado.
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