Hace ocho años que empecé a usar el tren a diario. Mi primer abono mensual entre Badajoz y Mérida me costó 65 € y el de este mes 99 €. En ocho años ha aumentado más de un 50% y los salarios no lo han hecho en la misma medida. Tampoco ha mejorado el servicio en consonancia con esa subida aunque, para determinados trayectos, el tren funciona en Extremadura un poquito mejor de lo que la gente cree. De hecho, se ven caras de asombro cuando le cuentas a alguien que usas ese medio a diario en lugar del coche o autobús. Ahora nos dicen que se podrían suprimir hasta 14 trenes en la región porque no alcanzan un 10% de ocupación, pero nadie se hace la pregunta clave: ¿Qué condiciones de horarios, rapidez, comodidad y precio tienen nuestros trenes para que no lleguemos ni siquiera ese mísero porcentaje? No voy a responder a esa pregunta ni aburrirles con datos tan impactantes como que en Extremadura no hay ni un solo km. electrificado, mientras que España hay catenarias de más de 60 años. Por establecer una comparación, es como si aquí nos siguiéramos comunicando con telegramas en plena era de internet. Pero la deuda histórica con nuestros caminos de hierro no es excusa para que no se pudieran hacer mejor algunas cosas: en Extremadura no hemos desarrollado conceptos como el de intermodalidad, no hay coordinación con los transportes urbanos de cada localidad para trasladar a los usuarios del ferrocarril hasta sus puestos de trabajo, centros hospitalarios o educativos, y en algunas ciudades ni hay bicis públicas en las estaciones, ni las pueden usar los forasteros. ¡Qué lejos nos queda Europa en este asunto!

TÍTULO: Salud,.

Pasaba ya a mejor vida este bisiesto que se acaba y no había escrito nunca sobre la sanidad. Ahora que llevamos unos días deseando felicidad me he dado cuenta de que la salud sí es lo más importante. Desde que empezó el mes de diciembre ando recorriendo hospitales públicos y puedo valorar con más conocimiento ese debate en torno a los recortes y las privatizaciones. Reconozco que en todos estos días me he encontrado con profesionales de lo más amable en todos los escalafones, desde celadores hasta médicos de cuidados intensivos. Estaría faltando a la verdad si dijera que he visto un sistema que se cae a pedazos. Tal vez he tenido la suerte de estar entre el Perpetuo Socorro y el Infanta Cristina de Badajoz y quizá en otros lugares sí que se van notando los recortes, no lo sé. En cualquier caso, uno se siente orgulloso de tener en nuestra región una atención universal que ha sido la envidia de medio mundo y que esperamos que lo siga siendo. Quienes crean que hay que cambiar de modelo porque no podemos financiarlo deberían sopesar antes si no hay otras instituciones más inútiles a las que pegar un hachazo. Una de las médicos que atendió a mi padre llevaba una discreta chapita reivindicando una sanidad pública para todos. Empecé a pensar en los argumentos de quienes creen que sería más eficaz en manos privadas y pienso que no tienen razón. Rentabilizar económicamente la sanidad pública es imposible. Entre otras cosas porque su razón de ser no es dar dividendos. Me parece que quienes jamás podrían pagar el precio de 7 días en la UCI deben tener derecho a utilizarla. Otra cosa sería retroceder décadas en el tiempo y eso sí que no podemos permitírnoslo. Salud. *
 

*Terminé de escribir esta columna cuando comenzaban los primeros minutos del jueves 27 de diciembre. Lo hacía cumpliendo el último deseo que mi padre me transmitió, en mi penúltima visita a la UCI, cuando me dijo que tenía que escribir de todo esto que estaba a su alrededor.  No sé si quería que opinara así o de otra manera, porque un par de horas después falleció. No he querido cambiar ni una sola palabra. La escribí con un mensaje para él. Mientras tanto, mi hija Nerea pintaba una fotografía del verano de 2010, en una diminuta aldea de la provincia de Huesca llamada Permisán, caminando en un día de sol. Iba a mostrársela en la siguiente visita pero no hubo tiempo. El dibujo se ha ido con él,  y también con una cartita de su nieta Lucía. Hasta siempre: no te olvidaremos nunca.