Cobran mucho menos, sufren el doble de paro, los desahucios se ceban con ellos y empiezan a concitar el recelo de los españoles.
Cobran mucho menos, sufren el doble de paro, los
desahucios se ceban con ellos y empiezan a concitar el recelo de los
españoles. Malos tiempos para ser inmigrante en España. Un 43% de los
ciudadanos expulsarían a los trabajadores extranjeros que engrosan las
filas del paro de larga duración. En 2007, al inicio de la crisis, los
que pensaban de esta manera eran el 39%. Según los expertos de la
Organización Internacional de las Migraciones (OIM), no se puede hablar
de una «explosión de racismo», pero sí que se está potenciando la idea
de que los inmigrantes suponen «un excedente indeseable» del que
convendría desprenderse.
A la luz del informe 'Impactos de la crisis sobre la
población inmigrante', el deterioro de la situación económica está
haciendo aflorar un discurso que convierte a los trabajadores foráneos
en sospechosos. Un 81% echa la culpa a los extranjeros de la bajada de
salarios, una opinión que en 2000 compartía un porcentaje mucho más
reducido (47%). Por añadidura, un 73% deportaría a los que hubieran
cometido un delito de cualquier índole.
No es cierto que se esté produciendo un retorno
importante de extranjeros a sus países de origen. Por ahora, los que
vuelven a su tierra constituyen una proporción ridícula, del 1,4%. No se
olvide que en España viven 6,7 millones de inmigrantes, si se incluyen
los que han adquirido la nacionalidad española, los rumanos y los
búlgaros, cuyos países pertenecen a la UE. Los que satisficieron el
'síndrome de Ulises' se cifraron en 91.305 en 2011, lo que en términos
porcentuales es una cantidad exigua. ¿Puede ir a más el fenómeno? Es
difícil predecirlo, pero a corto plazo Walter Actis, del colectivo Ioé,
prevé un empeoramiento.
Es probable que algunos latinoamericanos que se marchan
del país no vayan a su patria, sino que emigren de nuevo a Brasil o
Argentina, que registran un alto crecimiento del PIB, o se desplacen a
Estados comunitarios con mejores oportunidades si poseen el pasaporte
español. «La sociedad y las instituciones no pueden dar la espalda a un
14,3% de la población», que trepa al 21,4% si se cuenta solo a las
personas de edades entre 15 y 64 años, dijo Actis.
La tesis de que la mejor solución al desempleo es
expulsar al inmigrante es una «fantasía», dice la OIM. En términos
absolutos, en 2011, cuando aún no se había llegado al 25% de desempleo,
el ejército de parados autóctonos era de 3,34 millones, mientras que el
de extranjeros sumaba 1,27 millones de personas.
Brecha salarial
Los españoles rechazan al extranjero sin recursos porque
compite por prestaciones y empleos menguantes. Pero la situación de los
inmigrantes no es ni mucho menos ventajosa. Por lo pronto, el desempleo
entre la población inmigrante duplicaba la de autóctonos en 2011, con un
39,1% de parados frente al 18,4% registrado entre los oriundos. La
brecha salarial ha aumentado. Si el salario medio de los españoles
apenas creció entre 2006 y 2010 (0,8%), el de los foráneos cayó de forma
abrupta (10,6%). Y eso que en más de la mitad de los casos, los
ingresos de un inmigrante no superan el salario mínimo interprofesional
(642 euros en 2012 al mes).
Si los españoles están siendo golpeados muy duramente,
los extranjeros están casi noqueados. La tasa de pobreza en los hogares
de los venidos de fuera escala al 31%, muy por encima de la población
autóctona (12%). Lo peor es que la economía sumergida campa a sus
anchas. Muchos de los que se han quedado en paro se hallan a la
intemperie: el 53% de ellos carecen de afiliación a la Seguridad Social.
Los que padecen de modo más acusado la embestida del paro
son los africanos, con una tasa de desempleo del 49,3%. Ellos son los
más vulnerables, dado que presentan la mayor proporción de hogares en
los que todos sus miembros no trabajan.
El hundimiento de la economía está reservando al
trabajador de fuera un empleo indefinido, pero de baja calidad, es
decir, discontinuo y con jornada parcial. Este último tipo afecta sobre
todo a las mujeres, que ante la pésima coyuntura, se han lanzado a
buscar trabajo. Ni siquiera la regularización de empleadas del hogar
para que coticen a la Seguridad Social ha dado los frutos apetecidos. La
OIM carece de datos, pero se tiene la «percepción de que ha sido un
éxito parcial, o un fracaso parcial», en palabras de Actis.
El factor que iguala a españoles y extranjeros es el
desempleo juvenil, el ámbito «en que mejor se ha producido la
integración», dijo con sarcasmo Walter Actis. Así, el paro era del 46%
entre los jóvenes españoles y del 49% entre los inmigrantes. Ante esta
situación, el flujo migratorio hacia España se ha detenido. Según la
organización, la llegada de pateras, aun siendo dramática, es
«anecdótica» por su número.
No hay comentarios:
Publicar un comentario