TÍTULO: UN OSCAR HONORÍFICO CON SOMBRAS,.
CULTURA
Un Oscar honorífico con sombras

El mérito que Hollywood aprecia en la pareja de Brad Pitt
poco tiene que ver con sus dotes interpretativas. Nada de actuaciones
que conmuevan al espectador -por eso ya la galardonaron en el año 2000
merced a su interpretación de una sociópata en 'Inocencia interrumpida'
(James Mangold, 1999)- ni de filmes grabados con letras de oro en las
enciclopedias cinematográficas. Lo que aquí se valora es la labor
desarrollada en pro del bien de la humanidad. Y este año los encargados
de otorgar tan preciado laurel no han debido localizar a nadie con
logros tan elevados como los suyos.
Embajadora de Buena Voluntad del Alto Comisionado de la ONU
para los Refugiados (ACNUR) desde 2001, Angelina Jolie no ha dudado en
viajar a zonas inmersas en sangrientos conflictos al objeto de conocer
de primera mano el sufrimiento de quienes ven cómo su vida vale mucho
menos que un barril de petróleo. Apenas pasa un mes sin que se
distribuyan instantáneas suyas en lugares tan inhóspitos como Irak,
Afganistán, Darfur, Camboya o Sierra Leona. También en Jordania, adonde
acudió hace unos meses para visitar un campamento que acoge a refugiados
que huyeron de la guerra en Siria.
Las fotos, que muestran a una estrella que cambia los
glamourosos vestidos con que se pasea por la alfombra roja por sencillas
vestimentas acordes con la causa, dan la vuelta al mundo con un doble
efecto: llamar la atención sobre padecimientos ignorados por los
habitantes de los países desarrollados y realzar el aura de una mujer
que parece erigirse en una suerte de 'madre Teresa' hollywoodiense.
Por si todo eso fuese poco, la hija de Jon Voight cuenta
con tres hijos adoptivos -Maddox, nacido en Camboya; Zahara, que vino al
mundo en Etiopía; y Pax, al que sacó de un orfanato de Vietnam- que
comparten su corazón con los tres nacidos fruto de su relación con Brad
Pitt. Y, junto al protagonista de 'El curioso caso de Benjamin Button'
(David Fincher, 2008), dirige una fundación benéfica que respalda
proyectos en zonas necesitadas.
El 'summum' de la gracia
Dotada de todas las virtudes existentes en el mundo por
obra de sus bien pagados publicistas y sin atisbo de defectos -mérito
tendrá también en ello su séquito-, la estadounidense alcanzó el
'summum' de la gracia cuando reveló que se había sometido a una doble
mastectomía para aminorar el riesgo de desarrollar un cáncer como el que
le costó la vida a su madre. Una decisión audaz por parte de quien
acostumbra a encabezar las listas de las mujeres más sexys del mundo y
que le valió una lluvia de elogios.
Alejado por fin el fantasma que le impedía dormir, Angelina
Jolie irrumpía a finales del pasado mes de junio en la sede de la ONU
para llamar la atención del Consejo de Seguridad sobre la necesidad de
perseguir la violencia sexual en los conflictos armados, unos crímenes
factibles, dijo, «porque el clima mundial lo permite».
Allá donde un llanto necesita consuelo, parece estar
Angelina. Allá donde una familia precisa de que alguien escuche su
sufrimiento, acude presta la actriz. Quienes asisten a tamaña
multiplicación de compromisos se preguntan continuamente cuál será su
siguiente paso. Y tras caerle en suerte el Oscar más solidario, cabe
también interrogarse sobre qué reconocimientos le aguardan en un futuro
que para ella siempre llega pronto. Hollywood adora a su diosa más
comprometida. ¿Tendrá un límite su rendición de pleitesía?

TÍTULO; El fantasma del paro
Un ERE extintivo de 70 puestos de trabajo
amenaza a los españoles que gestionan los servicios de la base La
empresa advierte que tan sólo se quedarán "los mejores entre los
mejores"
Hace
ya bastantes años que la base de Morón de la Frontera dejó de ser
principal para la USAF, acrónimo en inglés la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos. Pero no por ello el papel que esta instalación tiene hoy
es para nada baladí. La posición estratégica de España como punto medio
entre Estados Unidos y Oriente Próximo, además de la cercanía a un
continente africano cada vez más relevante en el concierto
internacional, ha hecho que este viejo aeropuerto militar se haya
convertido hoy en una "gasolinera gigantesca". La expresión es de
Alejandro de los Reyes, miembro del comité de empresa de Vinnel-Brown
Root Spain (VBR), la compañía que gestiona los servicios civiles que se
prestan en la base y portavoz del calvario que está viviendo este verano
la plantilla, amenazada por un Expediente de Regulación de Empleo
(ERE).
No es el primero. El fantasma de los despidos ya visitó la base en 2010 y se llevó por delante 119 puestos de trabajo. De los Reyes asegura que, desde entonces, el ambiente se ha ido enrareciendo cada vez más: "Antes todo era más familiar, todo el mundo se conocía y se ayudaba cuando había un problema, empujábamos a una", apunta.
Ahora la incertidumbre se ha convertido en una auténtica competición donde, a diario, todos los empleados compiten entre sí. La empresa no ha facilitado la lista de afectados y eso genera un auténtico "drama humano". Recientemente, se produjo la visita del director general de VBR, que viajó desde Turquía -la otra zona donde la entidad tiene intereses en bases militares- para explicar a los empleados la situación: "Dijo que quienes seguirían trabajando serían los mejores entre los mejores".
La advertencia desencadenó la frustración de la plantilla y, posteriormente, los enfrentamientos entre compañeros, que viven con la presión diaria de demostrar a sus jefes su capacidad y así evitar engrosar las listas del paro.
Rubén Ballesteros, otro trabajador que es delegado sindical de Comisiones Obreras en VBR, reflexiona sobre el problema que supone, por la actual situación laboral, perder el trabajo para una persona de mediana edad que lleva casi 30 años desempeñando un empleo en el mismo sector. Hay muchos trabajadores que han pasado más de media vida en la base, una pequeña ciudad en medio de la nada que, como tal, requiere muchos servicios.
De los Reyes pertenece al departamento de alojamiento de VBR. Los empleados de esta división de la compañía se dedican a gestionar el hotel de la base: "Cuando el personal americano viene a hacer un trabajo a la base o cuando las tripulaciones acaban sus misiones, pasan por aquí", explica. Además del alojamiento, VBR se encarga de los servicios de comedor e incluso de un equipo de control de incendios. Sus trabajadores también son los encargados de lo que denominan ingeniería civil, es decir, los arreglos de averías en terrenos como la fontanería o la electricidad, tanto en los edificios de trabajo como en las viviendas del interior del perímetro. Y también de los talleres.
Rubén Ballesteros desempeña sus funciones en el taller mecánico de mantenimiento de vehículos especiales del ejército norteamericano. Es el otro ámbito de actuación de esta compañía estadounidense: los servicios de pista, limpieza de aeronaves y arreglo de los aparatos necesarios para el funcionamiento de un aeropuerto cualquiera.
En esta pequeña ciudad o gran gasolinera, según se mire, el ambiente ha cambiado notablemente en los últimos dos meses, pero no por ello los problemas laborales han causado una mala relación entre autóctonos y norteamericanos. El inconveniente es que los cambios de contrato han provocado que los españoles pierdan la relación con los extranjeros. "Ahora nadie tiene contacto con sus superiores, cuando antes se podía ir al jefe con un problema y se intentaba solucionar", comenta De los Reyes. Pero ésa es otra cuestión.
Ballesteros sí tiene un trato mucho más directo, "sobre todo desde que llegó el último contingente de marines". Este despliegue militar ha permitido un contacto que ha sido bueno: "Entendemos que ellos son iguales que nosotros, gente muy profesional que desarrolla su trabajo".
Eso es lo único que todos quieren. Seguir trabajando, a diario, sin necesidad de competir contra el fantasma del paro.
No es el primero. El fantasma de los despidos ya visitó la base en 2010 y se llevó por delante 119 puestos de trabajo. De los Reyes asegura que, desde entonces, el ambiente se ha ido enrareciendo cada vez más: "Antes todo era más familiar, todo el mundo se conocía y se ayudaba cuando había un problema, empujábamos a una", apunta.
Ahora la incertidumbre se ha convertido en una auténtica competición donde, a diario, todos los empleados compiten entre sí. La empresa no ha facilitado la lista de afectados y eso genera un auténtico "drama humano". Recientemente, se produjo la visita del director general de VBR, que viajó desde Turquía -la otra zona donde la entidad tiene intereses en bases militares- para explicar a los empleados la situación: "Dijo que quienes seguirían trabajando serían los mejores entre los mejores".
La advertencia desencadenó la frustración de la plantilla y, posteriormente, los enfrentamientos entre compañeros, que viven con la presión diaria de demostrar a sus jefes su capacidad y así evitar engrosar las listas del paro.
Rubén Ballesteros, otro trabajador que es delegado sindical de Comisiones Obreras en VBR, reflexiona sobre el problema que supone, por la actual situación laboral, perder el trabajo para una persona de mediana edad que lleva casi 30 años desempeñando un empleo en el mismo sector. Hay muchos trabajadores que han pasado más de media vida en la base, una pequeña ciudad en medio de la nada que, como tal, requiere muchos servicios.
De los Reyes pertenece al departamento de alojamiento de VBR. Los empleados de esta división de la compañía se dedican a gestionar el hotel de la base: "Cuando el personal americano viene a hacer un trabajo a la base o cuando las tripulaciones acaban sus misiones, pasan por aquí", explica. Además del alojamiento, VBR se encarga de los servicios de comedor e incluso de un equipo de control de incendios. Sus trabajadores también son los encargados de lo que denominan ingeniería civil, es decir, los arreglos de averías en terrenos como la fontanería o la electricidad, tanto en los edificios de trabajo como en las viviendas del interior del perímetro. Y también de los talleres.
Rubén Ballesteros desempeña sus funciones en el taller mecánico de mantenimiento de vehículos especiales del ejército norteamericano. Es el otro ámbito de actuación de esta compañía estadounidense: los servicios de pista, limpieza de aeronaves y arreglo de los aparatos necesarios para el funcionamiento de un aeropuerto cualquiera.
En esta pequeña ciudad o gran gasolinera, según se mire, el ambiente ha cambiado notablemente en los últimos dos meses, pero no por ello los problemas laborales han causado una mala relación entre autóctonos y norteamericanos. El inconveniente es que los cambios de contrato han provocado que los españoles pierdan la relación con los extranjeros. "Ahora nadie tiene contacto con sus superiores, cuando antes se podía ir al jefe con un problema y se intentaba solucionar", comenta De los Reyes. Pero ésa es otra cuestión.
Ballesteros sí tiene un trato mucho más directo, "sobre todo desde que llegó el último contingente de marines". Este despliegue militar ha permitido un contacto que ha sido bueno: "Entendemos que ellos son iguales que nosotros, gente muy profesional que desarrolla su trabajo".
Eso es lo único que todos quieren. Seguir trabajando, a diario, sin necesidad de competir contra el fantasma del paro.
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