sábado, 7 de septiembre de 2013

UN OSCAR HONORÍFICO CON SOMBRAS,../ EL FANTASMA DEL PARO,.


TÍTULO: UN OSCAR HONORÍFICO CON SOMBRAS,.

CULTURA

Un Oscar honorífico con sombras


Un Oscar honorífico con sombras Bob Hope tuvo que esperar hasta los 56 años, a Audrey Hepburn se le resistió hasta los 63 y Paul Newman no lo acarició hasta los 68. Pero la Junta de Gobernadores de la Academia de Hollywood ha debido de ver mucha mayor precocidad en los méritos de Angelina Jolie, quien el próximo 16 de noviembre recibirá, sin haber frisado la cuarentena (tiene 38 años), el premio Jean Hersholt en reconocimiento a sus contribuciones humanitarias. Compartirá honor en la ceremonia con la actriz Angela Lansbury, el actor Steve Martin y el diseñador de vestuario Piero Tosi. Todos ellos recogerán un Oscar honorífico en reconocimiento al conjunto de sus trayectorias. Pero el caso de la protagonista de 'Lara Croft: Tomb Raider' (Simon West, 2001) adopta un tono muy diferente.
El mérito que Hollywood aprecia en la pareja de Brad Pitt poco tiene que ver con sus dotes interpretativas. Nada de actuaciones que conmuevan al espectador -por eso ya la galardonaron en el año 2000 merced a su interpretación de una sociópata en 'Inocencia interrumpida' (James Mangold, 1999)- ni de filmes grabados con letras de oro en las enciclopedias cinematográficas. Lo que aquí se valora es la labor desarrollada en pro del bien de la humanidad. Y este año los encargados de otorgar tan preciado laurel no han debido localizar a nadie con logros tan elevados como los suyos.
Embajadora de Buena Voluntad del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) desde 2001, Angelina Jolie no ha dudado en viajar a zonas inmersas en sangrientos conflictos al objeto de conocer de primera mano el sufrimiento de quienes ven cómo su vida vale mucho menos que un barril de petróleo. Apenas pasa un mes sin que se distribuyan instantáneas suyas en lugares tan inhóspitos como Irak, Afganistán, Darfur, Camboya o Sierra Leona. También en Jordania, adonde acudió hace unos meses para visitar un campamento que acoge a refugiados que huyeron de la guerra en Siria.
Las fotos, que muestran a una estrella que cambia los glamourosos vestidos con que se pasea por la alfombra roja por sencillas vestimentas acordes con la causa, dan la vuelta al mundo con un doble efecto: llamar la atención sobre padecimientos ignorados por los habitantes de los países desarrollados y realzar el aura de una mujer que parece erigirse en una suerte de 'madre Teresa' hollywoodiense.
Por si todo eso fuese poco, la hija de Jon Voight cuenta con tres hijos adoptivos -Maddox, nacido en Camboya; Zahara, que vino al mundo en Etiopía; y Pax, al que sacó de un orfanato de Vietnam- que comparten su corazón con los tres nacidos fruto de su relación con Brad Pitt. Y, junto al protagonista de 'El curioso caso de Benjamin Button' (David Fincher, 2008), dirige una fundación benéfica que respalda proyectos en zonas necesitadas.
El 'summum' de la gracia
Dotada de todas las virtudes existentes en el mundo por obra de sus bien pagados publicistas y sin atisbo de defectos -mérito tendrá también en ello su séquito-, la estadounidense alcanzó el 'summum' de la gracia cuando reveló que se había sometido a una doble mastectomía para aminorar el riesgo de desarrollar un cáncer como el que le costó la vida a su madre. Una decisión audaz por parte de quien acostumbra a encabezar las listas de las mujeres más sexys del mundo y que le valió una lluvia de elogios.
Alejado por fin el fantasma que le impedía dormir, Angelina Jolie irrumpía a finales del pasado mes de junio en la sede de la ONU para llamar la atención del Consejo de Seguridad sobre la necesidad de perseguir la violencia sexual en los conflictos armados, unos crímenes factibles, dijo, «porque el clima mundial lo permite».
Allá donde un llanto necesita consuelo, parece estar Angelina. Allá donde una familia precisa de que alguien escuche su sufrimiento, acude presta la actriz. Quienes asisten a tamaña multiplicación de compromisos se preguntan continuamente cuál será su siguiente paso. Y tras caerle en suerte el Oscar más solidario, cabe también interrogarse sobre qué reconocimientos le aguardan en un futuro que para ella siempre llega pronto. Hollywood adora a su diosa más comprometida. ¿Tendrá un límite su rendición de pleitesía?

TÍTULO; El fantasma del paro

Un ERE extintivo de 70 puestos de trabajo amenaza a los españoles que gestionan los servicios de la base La empresa advierte que tan sólo se quedarán "los mejores entre los mejores"
Hace ya bastantes años que la base de Morón de la Frontera dejó de ser principal para la USAF, acrónimo en inglés la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Pero no por ello el papel que esta instalación tiene hoy es para nada baladí. La posición estratégica de España como punto medio entre Estados Unidos y Oriente Próximo, además de la cercanía a un continente africano cada vez más relevante en el concierto internacional, ha hecho que este viejo aeropuerto militar se haya convertido hoy en una "gasolinera gigantesca". La expresión es de Alejandro de los Reyes, miembro del comité de empresa de Vinnel-Brown Root Spain (VBR), la compañía que gestiona los servicios civiles que se prestan en la base y portavoz del calvario que está viviendo este verano la plantilla, amenazada por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

No es el primero. El fantasma de los despidos ya visitó la base en 2010 y se llevó por delante 119 puestos de trabajo. De los Reyes asegura que, desde entonces, el ambiente se ha ido enrareciendo cada vez más: "Antes todo era más familiar, todo el mundo se conocía y se ayudaba cuando había un problema, empujábamos a una", apunta.

Ahora la incertidumbre se ha convertido en una auténtica competición donde, a diario, todos los empleados compiten entre sí. La empresa no ha facilitado la lista de afectados y eso genera un auténtico "drama humano". Recientemente, se produjo la visita del director general de VBR, que viajó desde Turquía -la otra zona donde la entidad tiene intereses en bases militares- para explicar a los empleados la situación: "Dijo que quienes seguirían trabajando serían los mejores entre los mejores".

La advertencia desencadenó la frustración de la plantilla y, posteriormente, los enfrentamientos entre compañeros, que viven con la presión diaria de demostrar a sus jefes su capacidad y así evitar engrosar las listas del paro.

Rubén Ballesteros, otro trabajador que es delegado sindical de Comisiones Obreras en VBR, reflexiona sobre el problema que supone, por la actual situación laboral, perder el trabajo para una persona de mediana edad que lleva casi 30 años desempeñando un empleo en el mismo sector. Hay muchos trabajadores que han pasado más de media vida en la base, una pequeña ciudad en medio de la nada que, como tal, requiere muchos servicios.

De los Reyes pertenece al departamento de alojamiento de VBR. Los empleados de esta división de la compañía se dedican a gestionar el hotel de la base: "Cuando el personal americano viene a hacer un trabajo a la base o cuando las tripulaciones acaban sus misiones, pasan por aquí", explica. Además del alojamiento, VBR se encarga de los servicios de comedor e incluso de un equipo de control de incendios. Sus trabajadores también son los encargados de lo que denominan ingeniería civil, es decir, los arreglos de averías en terrenos como la fontanería o la electricidad, tanto en los edificios de trabajo como en las viviendas del interior del perímetro. Y también de los talleres.

Rubén Ballesteros desempeña sus funciones en el taller mecánico de mantenimiento de vehículos especiales del ejército norteamericano. Es el otro ámbito de actuación de esta compañía estadounidense: los servicios de pista, limpieza de aeronaves y arreglo de los aparatos necesarios para el funcionamiento de un aeropuerto cualquiera.

En esta pequeña ciudad o gran gasolinera, según se mire, el ambiente ha cambiado notablemente en los últimos dos meses, pero no por ello los problemas laborales han causado una mala relación entre autóctonos y norteamericanos. El inconveniente es que los cambios de contrato han provocado que los españoles pierdan la relación con los extranjeros. "Ahora nadie tiene contacto con sus superiores, cuando antes se podía ir al jefe con un problema y se intentaba solucionar", comenta De los Reyes. Pero ésa es otra cuestión.

Ballesteros sí tiene un trato mucho más directo, "sobre todo desde que llegó el último contingente de marines". Este despliegue militar ha permitido un contacto que ha sido bueno: "Entendemos que ellos son iguales que nosotros, gente muy profesional que desarrolla su trabajo".

Eso es lo único que todos quieren. Seguir trabajando, a diario, sin necesidad de competir contra el fantasma del paro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario