TÍTULO; ESPAÑA-75- GRECIA-79- BALONCESTO,.
España cede al final ante el acierto griego (79-75)
El equipo de Juan Antonio Orenga acabó cediendo (79-75) en un choque intenso, duro e igualado, que se decidió en los cinco minutos finales, cuando el electrónico reflejaba empate a 64. El parcial final de 11-4 fue ya definitivo. Grecia lució su acostumbrada competitividad ante una España aguerrida y luchadora, que padeció la mejor versión de Spanoulis (20 puntos) y un gran acierto final de su rival (4/5 en tiros de campo y 4/4 en tiros libres en los últimos instantes). Marc Gasol, pese a recibir multitud de ayudas, fue un coloso en la pintura, mientras que Rudy tuvo un día inspirado (20 puntos ambos). Pese a la derrota España mantiene sus opciones intactas.
TÍTULO:
CICLISMO Horner tortura a la Vuelta
Horner tortura a la Vuelta
El estadounidense, el más fuerte con casi 42 años, tritura a sus rivales en Peña Cabarga y acaricia el liderato de Nibali
En cuanto se recuperó del susto y recobró el aliento, a
Nibali le hicieron la pregunta que planea por la Vuelta: «¿Qué le parece
lo que ha hecho hoy (por ayer) Horner con casi 42 años?». El italiano
rebobinó. En el último kilómetro y medio vertical de Peña Cabarga,
Horner, de pie como siempre, le había torturado. A él y a todos. Les
trituró. Les aplicó el suplicio más cruel: se puso delante y apretó. Les
estranguló con el ritmo. Nadie lo soportó: ni Valverde, ni 'Purito', ni
Nibali, que es líder de chiripa, por solo tres segundos sobre el más
fuerte de la Vuelta, Chris Horner. El ciclista infinito, el que no
caduca, el que en octubre cumplirá 42 años. De ahí la pregunta a Nibali.
Y así respondió: «Yo a esa edad no estaré corriendo». Silencio.
Cuando el ciclismo mira dentro de su pasado pierde la fe.
Demasiados milagros con truco. En el último Tour, Froome asumió esa
carga sobre los hombros. Ahora le toca a Horner. «Es increíble lo que
hace con 42 años», contestó Nibali. 'Increíble' es una palabra ambigua
aplicada al ciclismo. Vale como elogio y también como duda.
Gracias al cielo azul que difundió por el mundo la bella
imagen de Cantabria, los organizadores de la Vuelta pudieron disimular
su disgusto bajo las gafas de sol. Temen la victoria de Horner. Miedo al
escándalo, al descrédito que corte de cuajo la lenta recuperación del
prestigio de este deporte. Por internet rodaron de inmediato los datos
de la subida a Peña Cabarga: había batido por 16 segundos el récord de
'Purito' (2010), con un potencia media de 481 vatios. ¿Otro mutante?
Horner, como durante años cada ciclista prodigioso, cargará
con ese estigma. Ha roto el calendario ciclista. Hay que remontarse a
otra era, al Tour de 1922, para encontrar al vencedor de una gran vuelta
que más se le arrima: Firmin Lambot, con 36 años, casi seis menos que
el estadounidense, el escalador flaco como un silbido que se alimenta de
hamburguesas, chocolatinas y baldes de Coca-Cola. No ha habido nadie
como él en siglo y pico de ciclismo.
Intacto
También hay quien le defiende. Y lo argumenta: es el único
de los aspirantes que llega intacto a la Vuelta, sin correr ni Tour ni
Giro. Y siempre ha sido bueno. Y se cuida, aunque sea con su peculiar
dieta de comida basura. «No tengo secretos. Solo entrenarme, comer y
dormir», responde.
En su equipo, el RadioShack, dicen que la clave es que se
divierte, que le gusta la vida monacal que lleva, que vive ensimismado,
en su mundo, ajeno al exterior. En el ciclismo, de vez en cuando, se
produce un milagro. Como el de Greg LeMond, ganador del Tour tras una
accidente de caza que casi le mata. Como Armstrong, que volvió del
cáncer para vencer en siete Tours. O como ahora Horner, que tras caerse
en el Tour de 2012 sufrió una embolia pulmonar que le tuvo al borde de
la muerte. LeMond jura, y le creen, que su milagro fue real. Armstrong
confesó al final que su magia era trucada. ¿Qué habrá dentro de Horner?
El ciclismo se ha ganado a pulso la presunción de culpabilidad, pero, ¿y
si Horner es, simplemente, el mejor de esta Vuelta?
En realidad, aún no lo es. Nibali se agarró ayer a liderato
por apenas tres segundos. En una etapa que va de Burgos, de la meseta, a
Cantabria, a la costa, las subidas son breves y las bajadas largas. Por
Estacas de Trueba, uno de los puertos más fotogénicos de España, la
fuga del día ya tenía todo el crédito. Entre ellos estaba la victoria.
Entre ellos iba Kiryienka, el bielorruso del Sky.
Es una moto. Desbordó a Egoi Martínez, Sorensen, Hansen y
Txurruka en el alto del Caracol y bajó veloz hacia la falda de Peña
Cabarga. Sin dejarse nada en el tintero. Tenía de sobra para pintar con
su nombre las rampas del 18% y ganar la etapa. «Mi director me decía que
imaginara que era una contrarreloj». Cerró los ojos. A solas entre el
bullicio del público y sin aflojar. La rampa final era tal que casi ni
pudo soltar los brazos para celebrarlo.
A su espalda lucía espléndida la bahía de Santander y
venían los demás, los que se juegan la Vuelta. Herrada, siempre Herrada,
fijó el ritmo, el que le convenía a Valverde, su jefe. Las gotas de
sudor acribillaban las bicicletas. Peña Cabarga son dos muros pegados
por un mínimo descanso. El Katusha de 'Purito' organizó el tramo final.
Dani Moreno y Vicioso -que se descolgó de la fuga- descorcharon ese
tramo. 'Purito', explosivo, jugó a ganar. O revientan ellos o reviento
yo. Buen lema. La carretera se enroscaba. Y en uno de esos giros,
Valverde y Nibali, hombro con hombro, claudicaron. Horner, sin usar el
sillín, se pegó a 'Purito'. Y Nibali, con la última gota de zumo de su
orgullo, se recompuso. Era el último kilómetro. Ahí comenzó Horner a
torturarles. Rostro sin rasgos, sin pelo, de maniquí; piernas
escurridas, sin músculo; cuerpo anoréxico. Fuerza de coloso. Martilleó a
los demás.
Nibali, sentado, retorcido, quiso seguirle. Visión
dolorosa. Reventó y le pasaron 'Purito' y Valverde. El líder entró sin
nada, con sólo 3 segundos de margen para conservar el maillot rojo. «Va a
ser emocionante», espera Nibali. «Aún puede pasar de todo en las dos
etapas (Naranco y Angliru) que quedan», cree Valverde. Para cumplir lo
que pronostican tendrán que tirar de táctica o asustar en los descensos.
Por fuerza les puede Horner, el ciclista al que se le ha olvidado
envejecer,.
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