'La Roja' despertó de un letargo que
ha durado dos semanas para alcanzar su octava semifinal continental
consecutiva y mostró su condición de bicampeona ante un timorato rival,
al que llegó a dominar por 40 puntos
Sergio Rodríguez lideró la paliza a los serbios con un partido sublime en el que se jugó al ritmo que el 'Chacho' quiso,.
Se habían ganado el derecho a confiar en ellos. En siete
años solo habían fallado una vez. Solamente en el Mundial de Turquía en
2010 no habían sido capaces de subir al podio. Y tuvo que ser un
estratosférico triple del serbio Teodosic desde nueve metros, con
Garbajosa punteando el tiro, el que los dejara fuera en los cuartos de
final. En el resto de campeonatos, un título planetario, dos platas
olímpicas y dos oros y un segundo puesto en los torneos continentales.
Y precisamente Serbia se volvía a cruzar en el camino de
España en cuartos de final tres años después. No se puede hablar de
ganas de revancha, porque fueron los balcánicos la víctima en la final
de Polonia, cuando hace cuatro años ‘La Roja’ se proclamó por vez
primera campeona de Europa. Solo tres jugadores -Nenad Krstic, Nemanja
Bjelica y Stefan Markovic- quedaban del equipo derrotado en 2009. Ellos,
al menos, se colgaron una medalla. El resto no tuvo premio entonces y
no lo tendrá ahora, y todos se volverán a casa tras recibir una lección
como no se había visto en Eslovenia tras más de 80 partidos.
Dusan Ivkovic, a sus 69 años y muchos lustros de baloncesto
a sus espaldas, sufrió una de las tardes más duras de su carrera. Pese a
que el técnico de Belgrado había acudido al Eurobasket con una
plantilla renovada y con el objetivo claro de alcanzar una de las plazas
que dan acceso al Mundial del próximo año, era difícil no pensar en
cotas mayores después de la buena trayectoria en las dos fases
disputadas y de alcanzar la primera plaza de su grupo, la que
previsiblemente le iba a otorgar el cruce más fácil.
Pero el liderato trajo consigo un castigo en lugar de una
recompensa. De hecho, la prensa serbia ya había dejado caer tras conocer
los cruces que España podía haberse relajado ante Italia para
encontrarse con los ‘plavi’ y evitar a Lituania. ¿Miedo ante lo que
preveían que se les venía encima?
A los de Juan Antonio Orenga les ha costado enseñar por
qué, pese a las ausencias de los mil veces mentados Pau Gasol, Navarro,
Ibaka y Reyes, partían como los grandes favoritos al título. Sin
embargo, las experiencias anteriores habían demostrado que la selección
es como el equipo veterano de cualquier torneo aficionado. Ese que
permite que al principio luzcan otros -los más jóvenes y osados, si
puede ser-, deja que pasen los días y los partidos sin esforzarse
demasiado, incluso con algún que otro tropiezo por el camino, mientras
los rivales van asimilando que el campeón ya no es el de antaño, que se
pasó su época. Mientras, se acercan los choques importantes, esos en los
que siempre están los mejores, y el veterano va afilando el diente. Y
en el momento del todo o nada, del héroe o villano, explota. Saca todo
lo mejor de su repertorio, mientras al adversario se le viene todo
encima sin opción a remediarlo.
Así ha sido España en los últimos años y así se comportó en
el partido de este miércoles. La bicampeona despertó de un letargo que
ha durado quince días para aplastar a un timorato rival que solo tardó
dos minutos en venirse abajo mientras le iban cayendo canastas de todos
los colores. Porque España comenzó la eliminatoria con sus mejores
minutos del torneo, con una defensa perfecta y con una clarividencia
ofensiva y una fluidez que, sin ser excelente, permitía alcanzar una
diferencia más que sustanciosa que no dejó de crecer hasta un límite
insospechado, el de los 40 puntos (29-69, minuto 27). Ni en los mejores
sueños de los españoles se podía atisbar un panorama tan favorable como
sorprendente. En el otro banquillo, los ‘plavi’ se pellizcaban para
despertar de la peor de las pesadillas.
Exhibición coral
Fue una excelsa actuación coral, una exhibición de calidad,
acierto, compromiso, intensidad, carácter y genio. Pero es inevitable
destacar la obra de arte que pintó Sergio Rodríguez sobre la cancha del
Stozice Arena de Liubliana. El ‘Chacho’ (22 puntos y cuatro asistencias)
machacó a base de talento a los serbios. Se jugó a lo que el canario
quiso, a su ritmo. El problema para los de Ivkovic es que cuando el del
Real Madrid se divierte, los suyos disfrutan y el rival se humilla.
Sergio estuvo sublime, pero fue Rudy Fernández (19 puntos) el que abrió
la puerta de las semifinales a hachazos en un primer cuarto primoroso.
Marc Gasol se dedicó a actuar como un padre para sus
compañeros. Dejó que se explayaran, que se lucieran, y que gozaran como
niños desbocados por su acierto desbordante. El de los Grizzlies,
mientras tanto, protegió el aro (cinco rebotes), repartió caramelos
(seis asistencias) y apoyó cuando fue necesario (siete puntos). Es lo
que tiene ser una estrella que entiende el baloncesto como un deporte
colectivo, de equipo, en el que los buenos están para ayudar, no para el
lucimiento personal.
España se reencontró en los cuartos de final, en el momento
preciso, mientras Serbia se perdía por el camino. El golpe en la mesa
fue mayúsculo. En su primer día en el campeonato, España masacró al
incauto que osó ponerse delante. El viernes disputará su octava
semifinal continental consecutiva con el merecido cartel de favorita. Se
lo ha ganado.
Serbia -60 – España -90-
Serbia: Nedovic (6), Kalinic (2)
Bogdanovic (2), Bjelica (2) y N. Krstic (4) -cinco inicial-, Nemanja
Krstic (3), Micic (8), Gagic (7), Andjusic (11), Katic (11) y Stimac
(4).
España: Calderón (3), Ricky (5), Rudy
(19), Claver (9) y Gasol (7) - cinco inicial-, Sergio Rodríguez (22),
Rey, San Emeterio (6), Llull (5), Aguilar (8), Gabriel (4) y Mumbrú (2).
Parciales: 5-21, 23-48 (descanso); 39-73 y 60-90 (final)
Árbitros: Christos Christodoulou (GRE), Olegs Latisevs (LET) y Srdan Dozai (CRO). Ricky Rubio, eliminado (min.35).
Incidencias: Primer partido de los
cuartos de final del Eurobasket, disputado en el Stozice Arena de
Liubliana ante 7.610 espectadores.
Quédate
aquí en Madrid, Iker! ¡No te vayas! ¡No te vayas!». Los gritos de un
aficionado que le esperaba a su salida de la clínica interrumpieron ..
¡Quédate aquí en Madrid, Iker! ¡No te vayas! ¡No te
vayas!». Los gritos de un aficionado que le esperaba a su salida de la
clínica interrumpieron ayer a Casillas mientras hablaba con la prensa y
provocaron una sonrisa del portero y capitán del Real Madrid, ya más
contento y aliviado tras saber que solo sufre una contusión en las
costillas. Casillas no tiene ni fractura ni fisura tras el codazo que
recibió la noche del martes por parte de Sergio Ramos, quien se ha
tomado a broma la leve lesión de su compañero. «¡¡Despegamos para casa
al lado de ...ejem... Jejejeje. Alguno me quiere matar hoy!! No será
nada y volverá muy pronto», escribió Ramos en su cuenta de Twitter sobre
una foto en la que aparece sentado junto a Casillas en el vuelo de
regreso de Estambul, con el guardameta amagando entre risas con darle un
puñetazo con su mano izquierda, la misma que le rompió Arbeloa el
pasado 23 de enero.
Aquel fue el inicio de tan aciago año de Casillas, con
quien se ha aliado la desgracia, aunque el destino no ha sido tan cruel
con él como para apartarle del fútbol durante un largo tiempo, dejarle
fuera de la pelea por la 'décima' y poner en peligro incluso su
participación en el Mundial. Ya que solo estará de baja durante cuatro o
cinco días, Casillas regresará a los entrenamientos la próxima semana y
volverá a defender la portería del Real Madrid el 2 de octubre en el
Bernabéu, contra el Copenhague, en la segunda jornada de la Liga de
Campeones. «Se ha descartado todo. Solo es un golpe. Ahora, a
recuperarse y estar bien», comentó Casillas, sentado al volante de su
coche a las puertas del hospital Sanitas La Moraleja, después de que se
le diagnosticase «una contusión costal izquierda pendiente de
tratamiento y evolución clínica», según el parte médico.
«¿Algún mensaje para Diego López?», se le preguntó al
portero madrileño. «A todo el mundo, hombre. Gracias para todos», zanjó
Casillas antes de escapar sonriente entre cámaras y micrófonos.
Sergio Ramos achacó el golpe que propinó involuntariamente a
Casillas poco después de arrancar el partido frente al Galatasaray a
que, a causa del griterío de la afición del nuevo Ali Sami Yen, no hubo
entendimiento entre él y el portero cuando ambos saltaron a por un balón
en el área. «Te dolían los oídos. No se escuchaba prácticamente nada.
Fue un choque en el que no veo si está Drogba detrás. Nos falta un poco
de comunicación y salto pensando que está detrás. La mala suerte...»,
reconoció el central sevillano.
Mala suerte
«Ha sido mucha mala suerte», coincidió Carlo Ancelotti, que
al relegar a la suplencia al portero en la Liga se encargó de alimentar
la polémica que abrió José Mourinho a causa de su guerra personal con
Casillas. La decisión del entrenador dele quipo blanco se supone, sin
embargo, que es solo técnica.
A pesar de que la noche del martes se temía que Casillas
pudiera sufrir una fisura dados los gestos de dolor del capitán
madridista sobre el césped hasta que decidió abandonar a los 13 minutos,
el técnico italiano ya confiaba en que «en tres o cuatro días todo esté
bien». Al igual que Ramos, Ancelotti también acertó en los pronósticos,
después de elogiar al ahora portero suplente del Real Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario