sábado, 14 de septiembre de 2013

DE CERCA HOY L´WREN SCOTT,./ TENDENCIAS, leeras la casa de hojas,.NIÑO HOJAS'

TÍTULO:DE CERCA  HOY L´WREN SCOTT,


Desde su misterioso cuartel general en Londres, la favorita de las “celebrities” nos explica cómo afronta su colección... y su vida en pareja con ...
 
E stamos en su estudio en Kings Road, Londres, un lugar nada fácil de encontrar. No aparece ningún nombre en la entrada y hay que llamar a un ayudante para que te abran la puerta. Después de atravesar pasillos y escaleras, llegas a una sala de techos altos (una antigua habitación eduardiana), donde L’Wren Scott está trabajando en su colección de verano. No es un estudio grande, un dato que sorprenderá a quien piense que la mujer que comparte su vida con sir Mick Jagger debería de estar instalada en una gran mansión, rodeada de lacayos. Pero L’Wren es una mujer trabajadora y extremadamente reservada. Por ejemplo, ¿quién sabe que trabaja en Londres? “Umm. Siempre he estado aquí”, contesta, mientras sienta su impresionante cuerpo de 1,92 m de altura en la silla tras el escritorio. Hasta ahora, su política ha sido mantener su presencia como diseñadora en la capital británica de forma tan discreta que ningún “paparazzi” se ha percatado. Desde que lanzó su firma en 2006, siempre había volado a Nueva York para mostrar sus creaciones. Allí organizaba un almuerzo, al que invitaba a algunos compradores y periodistas cuidadosamente escogidos, mientras las modelos deambulaban de acá para allá y todo el mundo intentaba no volver los ojos ante la presencia de Mick Jagger. 
L’Wren quería que la gente se concentrara en su trabajo: prendas curvilíneas muy femeninas y sexys. También intentaba mantener a distancia a la voraz prensa sensacionalista británica, algo que ha logrado Victoria Beckham, más o menos, al desfilar en Nueva York. Pero esta temporada, como la anterior, será completamente británica, ya que desfila por segunda vez en la London Fashion Week.
¿Por qué? Puede que sea porque la credibilidad de Londres como plataforma de la moda se ha afianzado tanto que incluso Tom Ford desfila aquí. O tal vez porque ahora Scott tiene la suficiente confianza en sí misma como para decir bien alto quién es. O puede que sean las dos cosas.
L’Wren menciona las sensaciones que le da la capital británica: “Ahora es una ciudad en movimiento. Hay muchos talentos en Londres”, afirma, cruzando los brazos sobre su chaqueta negra de corte impecable. “Uso fabricantes locales para los estampados, los bordados y los encajes. Inglaterra tiene sus propios secretos. Y, como sabes, la moda es el segundo sector que más personas emplea en el país”. Un vestido que formará parte de su colección, acaba de llegar. “Mira, esto se ha hecho en Gran Bretaña”, dice mientras posa. Lleva el pelo negro recogido en un moño y viste completamente de negro: chaqueta, vaqueros pitillos y una blusa de raso de cuello desbocado. También luce una fascinante cantidad de joyas nada minimalista. Lleva una cadena larga y trenzada, un broche antiguo, dos pulseras victorianas en la muñeca derecha y un gemelo de esmalte negro y diamantes en la izquierda. De sus orejas cuelgan un par de pendientes con broche de esmeralda y rubíes en forma de gota. Ese color es muy L’Wren. “¡Oh, son de Jade!”, dice. Pero no se refiere al color, sino a Jade Jagger, la hija de su novio, por supuesto.

La veterana
Esta vez L’Wren parece una mujer más relajada y menos intimidante que la primera vez que la entrevisté. En 2006 nos encontramos en la suite del hotel Claridge, de Nueva York, donde vivían ella y Jagger. Se mostró recelosa, cauta y suspicaz. Casi no me atrevía a mirar la habitación, por si pensaba que estaba cotilleando. Cuando se lo comento, ella también lo recuerda y se ríe: “¡Ah! Estaba aterrorizada. Siempre te preguntas si la gente prestará atención a todo el trabajo que hay en lo que haces. Es tu empresa, tu inversión... tu vida”. 
Seguro que entonces estaba paranoica por ser tomada en serio en el mundo de la moda. Scott había tenido una larga y discreta carrera como estilista en Hollywood. En aquel momento, otros estilistas de famosos presentaron también sus propias colecciones. Pero ella no quería que se la encasillara como parte de este grupo, ni tampoco que se la conociera simplemente por ser “la novia de una estrella del rock”. 
A estas alturas, no debería haber dudas sobre el saber hacer de la diseñadora. A mí me sorprendió su excelencia técnica la primera vez que me enseñó su “little black dress”. A primera vista, era la prenda más sencilla del mundo. Sin embargo, estaba diseñada desde el conocimiento íntimo de alguien que ha aprendido los tecnicismos de la costura y sabe mucho de psicología femenina. En su interior, la costura del pecho era curva, por lo que no era necesario usar sujetador, y había dos pequeños pesos en el dobladillo para evitar que el vestido se subiese por atrás. “Siempre pruebo todos los prototipos. Estoy de pie, ando, me siento y veo cómo se comporta la prenda. Suena increíble, pero era incapaz de encontrar un vestido negro que me gustase. No quiero una prenda tipo jersey del grosor de un papel. No me gusta sentir que se me mueve el culo cuando camino. Confort y seguridad es mi primera norma”, explica.
Todos los diseños de Scott tienen secretos en su interior y están perfeccionados con la experiencia que le ha dado vestir con éxito a muchas actrices para la alfombra roja: Nicole Kidman, Penélope Cruz, Sarah Jessica Parker y Julianne Moore, entre otras. Ella diseña para hacer el cuerpo más esbelto y se asegura de que los defectos reales o imaginarios, como la flacidez en los brazos, una espalda cargada o una tripa incipiente, se oculten.

Ojo clínico

Alber Elbaz, de Lanvin, ha dicho de ella: “Su ojo es casi como una cámara. En el estudio, cuando estoy diseñando, el espejo me puede decir cosas que no puedo ver con mis ojos. Ella es así. Y al final lo que ves es a la persona, no el vestido: ese es el punto fuerte de L’Wren”. Scott llegó a estos métodos, en Utah, gracias a un comienzo precoz con una máquina de coser. A pesar de todo su cosmopolitismo, es la hija adoptiva de unos padres mormones y creció en Roy, una ciudad pequeña a una hora en coche de Salt Lake City.
Obviamente, ella no se llamaba L’Wren Scott (ese vino después, cuando huyó a París con 17 años para ser modelo) pero, para proteger la privacidad de su familia, nunca dice su nombre original. Sin embargo, muestra una foto de su madre: una mujer guapa y pequeña vestida con unos pantalones y un jersey, y reclinada sobre un coche de los 50. “Medía poco más de metro y medio, y a los 13 años yo ya superaba el 1,80”, recuerda. Debido a su altura, tuvo que coser y adaptar su ropa: “Iba a la tienda, compraba los patrones y me hacía mis propios conjuntos, a veces con telas que cortaba de ropa vintage. A menudo, compraba trajes masculinos y los arreglaba, esperando que nadie se diera cuenta de que los botones estaban en el sitio equivocado”.
Habitualmente, no habla sobre su infancia en el Medio Oeste americano, pero esta vez hace una excepción: “Mi madre era directora de una sucursal bancaria y hubo un atraco. Así que le dio a los ladrones el dinero y luego tuvo el ánimo de correr fuera y apuntar el número de matrícula. Y los cogieron –sonríe–. Fue una escena de “spaghetti western”. Literalmente, podías entrar a caballo en mi ciudad en aquella época”.

Sin miedo
Así que, en ese escenario, ¿de dónde sacó su la inspiración? Desde luego, no de las revistas. En Roy no había manera de conseguir un Vogue, pero a cambio aprendió el glamour de “aquellas películas en blanco y negro, donde las mujeres parecían mujeres”. Hoy aún le agradece a su madre que le diera la confianza necesaria para iniciar su carrera en la moda. “Ella me animó a que sacara el máximo partido a mi altura. Cuando tenía 14 años, me llevó a una zapatería y me dijo: “Pruébate zapatos con tacones, no tengas miedo”.

El destino intervino cuando fue a esquiar a Sundance con un novio. El fotógrafo de Vogue Bruce Weber estaba allí para realizar uno de sus reportajes fotográficos sobre el Oeste, y ambos posaron para él, pero solo ella destacó
. Weber le dijo que podría tener futuro como modelo en París, por lo que se compró un billete de avión (solo de ida) y acabó desfilando para Chanel.
Años después, trabajó para Thierry Mugler. “Pero nunca se me dio bien despersonalizarme. Lo que me gustaba eran las prendas, ver y aprender cómo se hacían. Por lo que me trasladé a Los Ángeles para hacer algo distinto y allí conocí a Herb Ritts”, dice. Más adelante, diseñó ropa para películas y vídeos musicales y, poco a poco, se convirtió en una especialista en estilismos para la alfombra roja.
Hoy L’Wren Scott tiene su propia marca de moda, con una línea de bolsos y un perfume, y está a punto de desfilar en la London Fashion Week por segunda vez. Casi a punto de irme, me atrevo a hacer una pregunta más mundana: “¿Va a ir Mick al desfile?”. Esperaba una de sus miradas asesinas, pero no. Contesta, con una sonrisa: “Me imagino que sí. Normalmente, viene”. 


Pasarelas y rock & roll


  • En pareja. Convivir con un Rolling Stone tiene una jugosa contrapartida: poder diseñar el vestuario de toda una gira. 
  • 50 aniversario. Scott creó los trajes de Jagger para el tour que celebraba el medio siglo de la banda. “Fue genial. Tenía un presupuesto enorme. El armario era una colección en sí misma”, explica L’Wren. 
  • Alfombra roja. No solo de rock y pasarelas vive un diseñador. L’Wren también ha seducido a actrices como Julianne Moore, Penélope Cruz o Nicole Kidman, que han lucidosus modelos en alguno de sus¡ estrenos.
  • Retaguardia. “El mundo de L’Wren se centra mucho en el trasero”, asegura la actriz Ellen Barkin, a quien Scott viste desde hace 15 años. “Yo no tenía y ella me dio uno”.
TÍTULO: TENDENCIAS,  leeras la casa de hojas,.

 

NIÑO HOJAS',.

 

 NIÑO HOJAS

Niño hojas sale de casa
Muy temprano a trabajar
Sube a un tren y por las mañanas
Canta mientras ve gente con el

Árboles caen tras las ventanas
Nubes se van, el tiempo no alcanza
Ya llegara otra noche
Para cenar otra vez

Niño hojas canta de noche
Pone discos para dormir
Tiene hojas en sus bolsillos
Y las usa para escribir
Nieve que cae tras las ventanas
Nubes se van y el tiempo no alcanza
Hay que empezar las maletas
Para volar otra vez

Creo es mejor solo ser bien amigos
Nada mejor, nada mejor
Así pasaran los años a seguirnos
Sin un amor, Sin un adiós

Yo creo ser mejor solo bien amigos
Nada mejor nada mejor
Así pasaran los años a seguirnos sin un amor
Sin un adiós, Sin un amor, Sin un adiós
Sin un adiós, Sin un amor, Sin un adiós



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